María Nueve Iglesias Serna

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

 

María Nueve Iglesias Serna

NUEVE IGLESIAS DE LA SERNA, María            P            1921           ALBACETE              MADRID

 

 

María Nueve Iglesias de la Serna nació en 1886 en la ciudad de Albacete, y no en Castellón como reflejan distintos medios, pues así figura inscrita en los registros de nuestra entidad y así consta además en las inscripciones formalizadas para las distintas actividades en las que participó.

Hija única de Luisa Serna Sebastián y del Teniente coronel Luis Nueve-Iglesias López, del que quedó huérfana con apenas dieciséis años.

Con facilidad para los idiomas, completó su formación artística en la academia que el pintor costumbrista Vicente Castell Doménech tenía en la calle San Vicente y posteriormente en la de Cervantes de Castellón.

En 1918 realizó un lienzo para el camarín de la Virgen de la Archicofradía de Nuestra Señora de la Antigua de Guadalajara, donde pasó una larga temporada que recogía la prensa del momento, que apreciaba sobremanera sus dibujos y “trabajos pictóricos”.

En 1918 presentó el dibujo “Mirando a lo lejos”, a la revista Blanco y Negro que fue portada del 1 de septiembre.

Trabajó en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, teniendo por maestro al pintor Gonzalo Bilbao, con quien aprendió los principios del dibujo y el colorido con estudios del natural: paisajes y algunos retratos.

Autorretrato de Vicente Castells, en cuyo taller se formó la artista en sus primeros años

 

Con residencia fija en Madrid, aunque con continuas visitas a Castellón, Guadalajara y Sevilla, en los años veinte se dedicó a realizar copias del Museo del Prado, pues como tal figura en el libro de copistas, que le valían un sustento gracias a las obras de Velázquez, Goya, Rubens, Tiziano, Veronés, Ribera, Murillo o El Greco. Ello de proporcionó un gran dominio de la técnica y un aprendizaje de gran envergadura.

En 1921 se inscribió en la Asociación de Pintores y Escultores, participando en distintas ediciones del Salón de Otoño.

En 1925 participó en la Exposición de arte español en México que patrocinó la Asociación de Pintores y Escultores, de cuya organización de encargó Miguel Sierra Escudero, junto a grandes artistas como Alcalá Galiano, Aguirre, Argelés, Astruc, José Benlliure, Juan Antonio Benlliure, Bueno, Cortés, Cerdá, Fernández Balbuena, Francés, Camio, Balcera, Casimiro García, Gutierrez Solana, García Sánchez, García Arévalo, Hermoso, Lecaroz, Llorens, Leguso, Meifrén, Moisés, Pulido, Pantorba, Pedro Antonio, Puget, Rodriguez Jaldón, Raurich, Ribera, Rico Cejudo, Serra Farnés, Santamaría, Sobrino, Tassara y Verdugo Landi.

En marzo de 1926 el Heraldo de Castellón reproducía traducido un artículo que el crítico de arte Tancrede Viala, publicaba en la Revue du Vrai e Lu Beau de París, acerca de la artista en el que se leía: “El hermosísimo estudio que María Nueve-Iglesias ha expuesto en el Salón de Otoño de Madrid, denota gran sensibilidad y armonía y exquisito conocimiento del dibujo. Esta artista, cuyo nombre pongo de relieve por primera vez, es española y trabajó sola mucho tiempo… El de la actriz María Guerrero, es una de sus obras pictóricas más importantes. Expresión, movimiento, atractivo, justeza del colorido, flexibilidad del dibujo se unen en esta obra, sobria, agradable en todos sus aspectos. Marinas, retratos, estudios al óleo y a la acuarela, forman lo más selecto de la producción de esta artista que denota gran predilección por la acuarela, sutil en sus tonalidades y atrayente en su factura. En el Salón de Otoño de Madrid nos ofrece “Pensativa” (óleo); “Marina” e “Iglesia de Castellón” (acuarelas), y en ellas nos muestra que el gusto refinado de María Nueve-Iglesias está firmemente asentado en una técnica habilísima. Mucho celebramos tan autorizado juicio, aunque no nos haya podido sorprender, convencidos hace tiempo de los talentos pictóricos de María Nueve-Iglesias, muy conocida y admirada en Castellón”.

Pinturas del retablo de la Virgen de la Archicofradía de Nuestra Señora de la Antigua de Guadalajara

 

En 1931 debió de sufrir alguna enfermedad grave encontrándose en Castellón, de la que informó la prensa de la época y de la que se recuperó totalmente.

A principios de enero de 1932, tras una prolongada estancia en Castellón, invitada por los señores de Efrén Viló, María y su madre regresaban a su domicilio de la Calle Pelayo, 6 de Madrid.

En mayo de 1935 participó en el Salón, denominado simplemente Exposición de Bellas Artes, que tuvo las mismas prerrogativas que un Salón de Otoño, pero sin seguir la numeración de los mismos.

Tomó parte también en el XV Salón de Otoño de 1935, celebrado en el Palacio de Exposiciones del Retiro, contó con un jurado de excepción compuesto por los José Moreno Carbonero, Presidente, y Mariano Benlliure, Francisco Llorens, Fructuoso Orduna, y Enrique Estévez Ortega.

En 1937 estuvo también presente en la exposición que pudo verse en la Casa Guastarola de Ciudad de México con obras que viajaron desde Valencia.

«Mirando a lo lejos», portada del Blanco y Negro del 1 de septiembre de 1918

 

Hacia 1940 se encontraba definitivamente instalada en Castellón donde era reconocida y admirada por sus trabajos. Allí estableció una academia de pintura en la que se formaron muchos artistas castellonenses y en la que, además, impartía clases de idiomas.

En 1944 sería la primera mujer que expuso en Castellón, en las salas del Círculo Antiguo y Cultural pero, a pesar de su fama y del reconocimiento que gozó en su ciudad natal, prácticamente no volvió a exponer.

Fundamentalmente se dedicó a su trabajo en el que destacaban bodegones, paisajes, retratos y obras religiosas de gran formato que conseguía vender a muy buenos precios.

Prueba de su buen hacer y de la estima que consiguió en 1958 se celebró una Exposición de Artistas Noveles, en los salones de la Caja de Ahorros, como homenaje a su profesora María Nueve-Iglesias.

María falleció en Castellón en 1968.

En 1981 sus obras estuvieron presentes en una exposición colectiva de artistas castellonenses fallecidos, celebrada en la Galería de Arte El Campanar, situada en la calle Colón, 4 de Castellón, a cargo de Cirilo Nebot Llompart.

En 2019 fue incluida en la exposición colectiva  que bajo el título de Dibujantas, pioneras de la Ilustración  tuvo lugar en el Museo ABC.

Galería de Arte El Campanar, 1981

 

María Nueve Iglesias y la AEPE

Participó en el VI Salón de Otoño de 1925 con las obras:

236.- Pensativa, óleo, 92 x 81

237.- Marina, acuarela, 57 x 42

238.- Iglesia de Castellón, acuarela, 54 x 37

En el VII Salón de Otoño de 1927

363.-Tierras de Castilla óleo, 0,92 x 0,82

En el XII Salón de Otoño de 1932

240.- Noche de lluvia, óleo, 0,58 x 0,45

284.- Procesión en el pueblo, óleo, 0,79 x 0,65

Al XIII Salón de Otoño de 1933

194.- Paisaje de Castellón de la Plana, óleo

238.- El abuelo, óleo

360.- Chiquillos, acuarela

Al XIV Salón de Otoño de 1935

210.- Una calle antigua de Castellón, óleo, 0,81 x 0,63

En el XV Salón de Otoño de 1935

326.- Marina, óleo, 0,80 x 0,60

343.- Paisaje, acuarela, 0,69 x 0,50

 

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

 

¿Qué estamos haciendo con el arte?

¡Degradarlo, empobrecerlo, aniquilarlo, confundirlo, desnaturalizarlo, vulgarizarlo, debilitarlo, contagiarlo de superficialidad! Todo lo que anda entre heces, acaba oliendo mal, cuando no convertido en aquello que lo ha contaminado. Excepción hecha del dinero: pecunia non olet.

Hasta hace pocos lustros, el arte simbolizaba un ideal de estirpe espiritual: la creatividad humana, la belleza, la ética de la estética, la riqueza emocional, la sensibilidad en somo, el respeto. Era una suerte de hierosemia. El arte tenía un halo sagrado, ascensional, que está perdiendo, lo que no sería dramático, si hubiera ganado en entidad sociocultural, en categoría existencial, en dimensión humanista, en rescoldo candente vivencial.

No se trata de un ataque de nostalgia, no soy nostálgico, es observación del presente. Ningún tiempo pasado fue mejor, pero es que en un corto lapso hemos pasado de Guatemala a Guatepeor. Todos cambiamos, cada día, ¡cómo no va mudar lo demás! Pero, una cosa es mejorar y otra inventar un fantasma sin atributos. El arte era un sueño del hombre, una promesa de excelencia y se está convirtiendo en una pesadilla, es decir, hemos cambiado aquel resplandor por un callejón del terror, oscuro, sin salida.

El arte ha dejado de ser una oración, una plegaria, un epinicio, para convertirse – sin generalizar- en cobijo de la usura, producto especulativo, elemento económico a esponjar y estrujar, apuesta mercantil, en evento ferial, en capricho de inestables. Y lo más grave es que quienes más lo laceran son quienes dicen respetarlo, necesitarlo, depurarlo: lancinante, ¡cómo va a amar alguien aquello que no respeta!

No crean que estas líneas albergan una queja general, un llanto histriónico, no. Hay responsables de esta descomposición, de esta vergonzosa degeneración ética, civil, estética y eurera. Todos somos responsables, aunque unos más que otros. Ustedes saben que el British Museum alberga los mármoles de Elgin, traídos por este conde en 1801 desde Atenas a Londres.  En su tiempo, Lord Byron llamó vándalo al conde.

Los mármoles de Elgin

 

Mr. Elgin se arruinó con su traslado y para oxigenar su economía vendió parte de su rapiña al British, 1816, por valor de 438.000 libras y allí se han exhibido desde 1839. Melina Mercuri, siendo ministra de cultura de Grecia, los reclamó y aunque no tuvo éxito abrió una protesta permanente. Ahora, hasta la UNESCO, que no sirve para casi nada, apoya la devolución. Sin entrar en ese enredo, que no es tal, quiero referirme a la solución que propone el IAD.

El Instituto de Arqueología Digital, con sede en Oxford, en connivencia con la empresa TorArt, en Carrara, ha realizado, sirviéndose de robots y de la tecnología 3D, la copia de algunos mármoles y la idea es pastichearlos todos, para quedarse con una copia, cuando les obliguen a devolverlos.

Roger Michel, director del IAD, ha manifestado al respecto: “El objetivo es alentar el regreso de los mármoles. Cuando dos personas quieren el mismo pastel, hacer otro idéntico es la solución obvia” ¡Hombre, Sr Michel, comparar un bizcocho con un caballo esculpido por Fidias no me parece la idea más luminosa! De momento, el British, oficiosamente, ha dicho que no está a favor de exponer las copias; ¡de momento, claro!

Escultura en piedra de Colmenar, obra original de Alcántara

 

El delirio continúa. En Ifema, parte del pabellón 5, se ha montado otro disparate en loor del negocio: Desafío Dalí. Anuncian: realidad virtual, realidad aumentada, arte digital, 3D, micro mapping y audio relato. Todo bajo el módico precio de 21 euros la entrada. Con la salvedad de la realidad virtual, que sí es creativa, el resto es un concienzudo y burdo menosprecio al arte, porque no se puede proyectar una obra de Dalí de formato medio en una pared de 6×3 m., todo distorsionado y un mensaje falso y truculento. Todo esto más que relacionado con el arte está inmerso en un populismo barato y de fritanga que lo veja. No es una cuestión de purismo, sino de realidad sin adjetivos. Paredaña, hay otra exhibición de Picasso en parecida evidencia. En Matadero otra.

El arte hay que observarlo, contemplarlo, sentirlo, en ambiente adecuado. Y lo de estos recintos es una atmósfera centrocomercial para hacerse selfies y corretear sin tener conciencia de la obra que se exhibe porque no tiene nada que ver con ella. No es la relación existente entre un facsímil y un libro original, es otra cosa, es la destrucción de la concepción de un autor en aras del espectáculo y el negocio, la confusión total entre cultura y espectáculo, la manipulación espuria. Es la aniquilación de lo que entendíamos por cultura a cambio de bastardía, ignorancia y estética tanatorio.

 

Los facsímiles son un negocio próspero, pero, no me gustan. Ni las fotocopias. Un libro no puede equipararse a un sucedáneo. El sabor de una edición príncipe es diferente a otras ediciones. ¿Es lo mismo comerse un helado que una foto de un helado? No voy contra las nuevas tecnologías, pero no se lee igual un poema en una tablet o en la pantalla que en una buena edición impresa, en papel noble y una caligrafía apropiada.

Pintura de José Carlos Naranjo, Premio BMW de Pintura, junto a su autor

 

Se ha impuesto el estilo Ikea: todo inexpresivo, impersonal, ambiguo, barato, sin entidad ni presencia. Hemos cambiado madera por formica y aglomerado. La mayoría, desde la cuarentena hacia abajo, han renunciado a construir un ostugo para su intimidad, se contentan con un espacio aséptico, que no diga nada, con una foto de un puente norteamericano que no conocen y una maceta con una planta artificial. Todos iguales, vistiendo a la moda: gregarios, obedientes a la propaganda, muy digitales, muy ajenos, en pleno fiestón zombi, una orgía de la horterada, los pantalones rotos a la altura de la rodilla. ¡Qué cada cual vista como le plazca, pero, todos iguales, es raro, atroz!

Eso sí, para tener cinco segundos de telediario, una legión de falsos ecologistas, de narcisistas, estropean pinturas históricas, se pegan a marcos antiguos, hacen su pequeño y lerdo performance en los museos para llamar la atención sobre el clima, pero ellos siguen comprando productos contaminantes, utilizando energías fósiles en vuelos baratos, comiendo bazofia, adquiriendo ropa con mano de obra esclavistas, abarrotando ese Primark de los demonios y esperando una paguita del Estado, porque trabajar también degrada y cansa y deturpa la libertad y la vagancia.

En un librito maravilloso, Pequeño mundo ilustrado, dice María Negroni: “Todo narcisista fue antes un ser abandonado”. Estamos rodeados de narcisistas, de acémilas que creen que estamos obligados a seguir sus ocurrencias, sus frustraciones, sus antojos, su deficiente verborrea. Y de mercenarios. Y te preguntas, ¿cómo no se dan cuenta?, ¿cómo insisten en su vaciedad mental? Pero, si se dieran cuenta de su arrogante nadería, de su seguidismo, no lo harían, son cortitos a nativitate, cuando no trincones.

El maestro Eduardo Naranjo con Albano, ante una pieza de éste

 

 

¿Era Picasso un maltratador? ¿Hay que cancelar su obra como sugiere Estrella de Diego? ¡A qué punto de oportunismo, sectarismo y pobreza cultural hemos llegado! No hay que meter en una bodega a nadie, ni a la secta que denigra a Picasso sin pruebas, ni a los que han arruinado la vida de Plácido Domingo, inventando y tergiversando su actividad. No, yo no arrojo a las mazmorras a esta caterva de narcisistas, ya tiene bastante con haber sido en su momento, a ahora, abandonados. La actitud perversa hacia Picasso es otro signo de la degradación del arte por los servidores de la mixtificación, por los estupendos augures de la insignificancia, por los eruditos a la violeta.

La pintura no tiene ya quien le escriba. Hasta los profesionales de la crítica se han vuelto ciegos a la pintura y se dedican a la agitprop del conceptual. Mas, el arte de entidad, noble, feraz, iluminador, siempre retorna. No hay que abandonarlo, ni callarse ante las insidias, ni admitir esa ficción que han construido ¡porque yo lo valgo! La señora Combalía pasará y Picasso seguirá siendo el revolucionario creador que todo lo reinventó, que estableció nuevas formas para casi todo. ¡Picasso es un maltratador, pero no nos toquen “El Guernica”, porque si no, a ver quién va al Reina Sofía?.

Cuidado con los adjetivos, la mal llamada inteligencia artificial, es eso, artificial, porque esta creada por la inteligencia humana. Y en todo caso, las sensaciones del hombre que no produzca la naturaleza no llegarán a concienciar al hombre de su existencia. ¿Una pintura hecha por una máquina? ¡No, gracias!

El pintor Juan Barjola, obra de Álvaro Delgado, colección Banco de España

 

Se ufanan algunos de que los museos han perdido su oremus, que ya son otra cosa más avanzada, dejado el lastre de su tradición, que ahora son o deben de ser una crítica social transversal. ¡Cómo no van a ser otra cosa si los han vaciado de arte para mostrar con insistencia archiperres instalacionistas! Los Museos ya no están para mostrar el canto de las musas, ahora son continentes para las masas, son Maseos. Se ha cambiado el arte por el artificio, el oro por el oropel, y claro no hay oro que reluzca.

 

Según Niño de Elche- entrevista de Antonio Lucas, El Mundo, 22.XI.22-: “…para hacer un disco radicalmente flamenco no hay manera de abordarlo si no es desde el lugar de un ex flamenco. Hay que escapar del bosque de la pureza, de la ortodoxia y de todos esos jaleos”. Para escapar de la pureza hay que vivir en ella, hay que haberla amamantado, que no es lo mismo que convivir con la confusión y el palabreo versorreíco. ¡Si Agujetas levantara la cabeza!

La pureza está en la forma idónea de expresión y de eso no hay que huir. Lo puro no es lo antiguo o lo que domina un tiempo, sino lo hondo, lo exacto, lo genuino, el duende cabal. No es lo mismo fusión que confusión. Fusión es lo que hace Piazzolla con el tango y el jazz, lo que crea Heitor Villa-Lobos a partir de Bach. Fusión no es la que hace Niño de Elche, ni Rogelio López Cuenca cuando saprofita a Picasso. Por cierto, el más crítico con lo establecido, Rogelio López Cuenca, cuando recibe el Premio Nacional de Pintura(?), no renuncia a él y proclama que “Picasso es un pintor menor”. ¡Vamos, para ir al mingitorio y no dejar gota!

Haile Selassie, de Álvaro Delgado, exposición de su centenario, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

 

No es fácil, pero no podemos dejar a este ejército de furtivos, depredadores, caraduras y oportunistas, que sigan generando estiércol sin ponerlos en evidencia, aunque los jazmineros lo requieran. Los que no necesitan el arte, esgrimen que es muy difícil distinguir entre arte bueno y arte malo, pero nuestro instinto existencial lo sabe. Aquello que enriquece nuestra andadura emocional, que nos ayuda a vivir una vida plena, que nos reconcilia con la aspiración a la belleza es arte. No hay arte malo, simplemente hay arte o sucedáneos, pastiches, imitaciones, suplantaciones, señuelos para gentes anestesiadas, arribistas y cía.

Durante muchos años se apoyó la utilización del grabado digital y el resultado ha sido una catástrofe doble: el grabado digital no ha prosperado al tiempo que se ha arruinado el grabado calcográfico. ¿Qué está sucediendo con el arte digital? Pues, lo estamos viendo, tras el fogonazo deslumbrante inicial. No se puede detener el progreso técnico, ni la inventiva humana, pero, hombre, ¡ofrézcase a la consideración social algo relevante, no se pretenda dar gato por liebre, que se parecen, pero no son lo mismo!

  La Olmeda el día del juicio final, Álvaro Delgado, colec. MNCA Reina Sofía

 

Entre lo que hace una máquina y las imágenes que ilustran este texto -obras de artistas distintos-, hay diferencias determinantes. Los filoneistas no necesitan probar nada, aplauden y a la vez tildan de reaccionarios a los que analizan antes de convertirse en palmeros. Estoy con el arte coetáneo, pero no con los falsarios, ni con los sahumerios a falacias y ocurrencias descaradas. Estoy con los artistas y en contra de los azoreros.

 

Tomás Paredes

Presidente H. de AICA Spain

Recordando… Rosario Muro Antón

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Rosario Muro Antón

Primera Socia de Honor de la AEPE

 

Rosario Muro, portada de la revista Mujeres Españolas de agosto de 1930

 

Nacida en los últimos años del siglo XIX, Rosario Muro Antón pertenecía a una distinguida familia de La Coruña, siendo sus padres los señores del Castillo de Guimil, si bien residían en Madrid, en la calle Trujillos, 7 y en la calle Arenal, 16.

Era hermana de Joaquín Muro Antón, un arquitecto español. Recibió el título en Madrid en 1916, entrando a formar parte de la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas por el Estado Español desde su fundación en el año 1920 junto a Bernardo Giner de los Ríos, Jorge Gallegos, Leopoldo Torres Balbás y José Luis Moreno Benlliure.

La familia veraneaba en San Lorenzo de El Escorial, donde tenían un chalé y en donde se integraron de forma muy activa a la vida social.

Con una marcada vocación para la interpretación, gran talento, enormes facultades para la escena y una ilusión desorbitada en el teatro, pero sin posibilidad de dedicarse profesionalmente a una vida poco recomendada para su estatus social, Rosario volcó todo su afán en llevar a cabo funciones benéficas y festivales de caridad en los que interpretaba papeles en obras de teatro en las que figuraban otros intérpretes de la alta sociedad madrileña.

Inteligente, culta, resolutiva, humanitaria, quien la conoció destacaba de ella su vocación teatral y artística.

En 1905 un grupo de amigos y amantes de las letras, entre los que se encontraban Fernando José de Larra, Guillermo Fernández Shaw y Manuel Linares Rivas, habían fundado la Sociedad Cultural y Teatral “La Farándula”, siendo su primer Presidente de Honor Jacinto Benavente, el flamante Premio Nobel de Literatura en 1926.

La Farándula ofrecía funciones en teatros de Madrid, principalmente, también el algunos de provincias, con ocasión de galas benéficas en las que se recaudaba un dinero destinado a distintas obras de caridad. Sus intérpretes trabajaban altruistamente, siendo todos ellos destacados aristócratas, autores, escritores, periodistas, y muy diversos miembros de la alta sociedad española.

Hasta 1960, La Farándula representó sus estrenos en los Teatros Nacionales de Madrid para sus socios y abonados, convirtiéndose en una alternativa a la Escuela Nacional de Arte Dramático que se crearía con posterioridad.

Como decimos, veraneaba la familia Muro en El Escorial de principios del siglo XX, que se convirtió en un concurrido centro de veraneo, al que acudían gran número de familias de la alta sociedad madrileña, atraídas por el prestigio del Real Sitio y el privilegiado medio natural de su entorno. El boom de veraneantes propició la construcción de numerosas villas de recreo, unas veces ocupadas por sus propietarios y otras alquiladas en condiciones muy ventajosas.

La presencia de grandes compositores, escritores y artistas hizo que muchos de ellos compusieran obras, sainetes y otras piezas teatrales especialmente para ser representadas por los miembros de la colonia de veraneantes de El Escorial, surgiendo como un acto de sociedad para pasatiempo de los mismos, que terminó encontrando un fin social en funciones benéficas y galas recaudatorias de fines loables.

Es en ese ambiente en el que Rosario Muro encontrará su verdadera vocación, influida por su gran amigo, el escritor Javier Cabello Lapiedra, uno de los integrantes de La Farándula, y que formaron un inolvidable grupo junto al matrimonio Pellicer, Matilde Ribot, Pedro Martín… que llegaron a promover grandes espectáculos culturales que se representaron en El Escorial, en Madrid y en muchas otras capitales españolas.

Debido a su devoción y entusiasmo, en algunas representaciones dirigía y formaba parte del cuadro de actores, recibiendo grandes y merecidos aplausos y extraordinarias críticas por sus interpretaciones.

Obras de Benavente, los hermanos Álvarez Quintero, Marquina, Martínez Sierra, Fernández Ardavín, Javier Cabello Lapiedra, Ricardo de la Vega, Ceferino Palencia, Juan Comba, el maestro Estrella… más de un centenar a lo largo de toda su vida.

El poeta y libretista de zarzuela Guillermo Fernández Shaw, en su crónica del periódico ABC del día 11 de mayo de 1921, escribía: “Rosario Muro no es actriz; sin embargo, es una de las primeras actrices españolas. Y me explicaré. No es actriz esta distinguida señorita, emparentada con aristocráticas familias madrileñas, por culpa de los eternos e inevitables convencionalismos sociales. Ellos le impidieron consagrarse desde niña a esta noble profesión, para la que tenía y tiene excepcionales condiciones. Si se hubiese dedicado al teatro profesionalmente, su nombre figuraría hoy al lado de nuestras actrices más admiradas. Pero Rosario Muro, a pesar de no haberse consagrado oficialmente a la escena, es, ante todo y sobre todo, una actriz. Su vocación irresistible la ha llevado a acometer las más arduas empresas, de las que ha salido siempre triunfante. En el teatro solo piensa, y para el teatro vive. Tiene belleza—una belleza morena de gran fuerza y expresión, — tiene figura, y tiene una voz muy bonita y muy dramática. Si a ello se une que domina perfectamente la escena, que es graciosa cuando hace falta y sabe emocionar cuando es necesario, que viste muy bien y que trabaja siempre con verdadero entusiasmo, se comprenderá que el número de sus admiradores sea extensísimo, y que, función por ella organizada y por ella interpretada, cuente de antemano con un éxito seguro”.

En los veranos de San Lorenzo de El Escorial, no había fiesta en la que no participara Rosario Muro, estando ya considerado como uno de los más afamados centros veraniegos de España.

El Real Coliseo, Paraninfo, Casita del Príncipe y El Parque de Alfonso XIII, eran los lugares donde se celebraban y en los que Rosario Muro siempre estaba allí, organizando y dirigiendo.

Se celebraban fiestas, verbenas, cine al aire libre, se instalaba una pista de baile con palcos y un escenario donde se celebraban representaciones de teatro, zarzuelas, magia y espectáculos infantiles.

La colonia veraniega llegó a suponer una verdadera propaganda que comenzó a rendir para el pueblo los grandes beneficios que perdía en el invierno con la marcha de los veraneantes.

En el Parque de Alfonso XIII a partir de 1932 con las verbenas y fiestas que ya se organizaban, comenzó la costumbre de celebrar la elección de la Dama Regidora, y otras fiestas como la de la Poesía o la de la Danza; pero sobre todo, los primeros Juegos Florales celebrados en el año 1915, de los que fue mantenedor el mismo don Jacinto Benavente.

En aquellos Juegos Florales, Rosario Muro fue elegida como Reina de los mismos, apareciendo en distintos medios de la época como en Mundo Gráfico, La Hormiga de Oro, la Ilustración artística,… varias fotografías que recogían el acontecimiento, que contó con la presencia de la Infanta Isabel, una asidua al verano escurialense.

 

En 1915 fue elegida la Reina de los Juegos Florales celebrados en San Lorenzo de El Escorial, siendo recogido el acto por distintos medios gráficos

 

En 1917 La Esfera se hacía eco de una de esas representaciones de la “colonia de veraneantes”, publicando un artículo dedicado a las obras representadas y unas fotografías de las mismas, en una de las que podemos ver a Rosario Muro en el papel de “Pepita Ríos”

La Esfera, 1917

 

En 1920 aparecían sus fotografías en la revista Vida aristocrática, con motivo de una nueva función teatral.

ABC 1921 Rosario en el jardín de los Señores de Sainz con motivo de la función veraniega

 

En 1928 fue una de las intérpretes de la producción cinematográfica titulada “La pata del muñeco”, dirigida por Javier Cabello Lapiedra. Un drama histórico con argumento original de Pedro Muñoz Seca y que contaba con nombres como José María Alonso Pesquera, María Luisa Pinazo, Alberto Escalera,  Carlos Servet, Miguel, Alfredo Hurtado “Pitusín”, Pilar Calvo Sotelo, Isasa, Carmelina Ibor, María Teresa Ibor, Alicia Bonet, Juanito Leyva, María Luisa Escrivá de Romani…

En 1930 aparecía en La Esfera una fotografía de la artista en una escena de la interpretación de la obra “La maja”, con motivo de la fiesta benéfica celebrada en el Teatro de la Princesa.

En 1930, en una escena de La maja, junto a Concha y Carmen Isasa y el Sr. Escalera

 

En marzo de ese mismo año, su fotografía era portada en la revista Mujeres españolas, acompañada de un breve texto en el que se ensalzaba su vocación teatral.

El paréntesis que supuso la guerra civil y la difícil posguerra, no mermó el entusiasmo de Rosario Muro, que continuó su infatigable labor dirigiendo funciones.

En 1941 fue nombrada Presidenta de Honor de la Hermandad de Señoras de la Virgen de Gracia, patrona de San Lorenzo de El Escorial.

En 1947 el Ayuntamiento escurialense acordó designar una calle del Barrio de Abantos con el nombre de Rosario Muro, en prueba del cariño del pueblo y de su colonia veraniega.

Al acto de inauguración junto con las autoridades locales, asistió Rosario Muro, que descubrió la placa de granito instalada en la pared del chalet “Villa Rosario”, recibiendo el homenaje y aplauso de autoridades y del público presente en el acto.

Murió en Madrid, el 15 de noviembre de 1957, y está enterrada en la Sacramental de San Justo en Madrid.

Rosario Muro tiene una calle en el barrio de Abantos, en San Lorenzo de El Escorial

 

Programa de mano de una de las funciones de 1915

 

 

Rosario Muro y la AEPE

En 1913 la Asociación de Pintores y Escultores organizó un baile de máscaras en el Teatro Real, un Baile de Payasos en el que era obligatorio el disfraz en colores blanco y amarillo, al que acudieron SS.MM. los Reyes, que acudían de forma habitual a apoyar con su presencia los actos que organizaba la institución, como veladas benéficas y exposiciones.

Actos y actividades en los que ya colaboraba Rosario Muro, como en la función benéfica llevada a cabo el 30 de abril de 1918 en el Teatro de la Princesa.

En 1923, la Asociación de Pintores y Escultores acordó preparar un festival a beneficio de la Caja de esta entidad, en el que intervino la compañía de Rosario Muro, representando en el Teatro de la Princesa una obra de Francisco de Quevedo.

La fecha del festival se fijó de acuerdo con los compromisos de SS.MM. los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, para facilitar su asistencia.

Al final de la representación hubo, como ya era costumbre, rifa de cuadros y esculturas donados por los afiliados para este fin.

Ante los magníficos resultados del festival, la Asociación de Pintores y Escultores decidió en su Junta Directiva celebrada el 14 de mayo de 1923, nombrar a Rosario Muro Socia de Honor, en vista de su repetida y desinteresada colaboración con la institución.

 

Revista Vida aristocrática, 1920

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Pedro García Camio

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1922 Francisco Blanco Blanco

Como hemos visto en Gacetas anteriores, la Junta Directiva de marzo de 1921designó a los Vocales Lorenzo Aguirre y Tomás Gutiérrez Larraya, además del Contador Francisco Blanco y Blanco, para las labores de la Gaceta. No sabemos si compartieron tareas de redacción, pero sí queda claro su dedicación a la misma.

Del periodista Francisco Blanco y Blanco pocos datos hemos podido obtener. Inscrito en la Asociación de Pintores y Escultores como pintor, nació en Cádiz, aunque vivía en Madrid, en la calle de las Delicias, 13..

Escribió algunos artículos para la Gaceta de Bellas Artes.  Envió obra a la exposición que se celebró en Santander en 1919.

En 1921 fue nombrado Contador de la Junta Directiva de la AEPE. Participó en el I Salón de Otoño de 1920 con las obras:

82.- Las Calatravas, óleo, 0,67 x 0,56

83.- Sol de tarde. Monasterio del Parral, óleo, 0,56 x 0,67

En diciembre de 1931 el diario ABC publicaba una nota que decía textualmente: “Cosmos”.- Con este título ha empezado a publicarse en Madrid una excelente revista gráfica y literaria, cuyo primer número está avalorado por interesantes trabajos de firmas prestigiosas y por muy atrayentes grabados. Dirige la nueva revista, a la que deseamos próspera vida, el distinguido periodista D. Francisco Blanco”. El mismo dato, aparece publicado en La Libertad solo unos días más tarde.

Sin poder aportar ninguna reseña biográfica más, no queremos dejar de mencionarlo, puesto que mantuvo su trabajo en la Gaceta de Bellas Artes.

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1922- 1930 Pedro García Camio

Tras la dimisión como Secretario General de Cándido Medina Queralt, se encargó de la secretaría de la Asociación Pedro García Camio. Secretaría que llevaba aparejada el cargo de Director de la Gaceta de Bellas Artes.

Al estrenar año, la Gaceta estrenó también cabecera con un diseño de marca de la Gaceta de Bellas Artes que había quedado registrado el 15 de diciembre.

Fallecido Daniel Zuloaga, además de un comentario, en el número de 1 de enero se le dedicó la primera página a una obra suya.

Después de la celebración del Salón de Otoño de 1921 las sucesivas Gacetas fueron publicando algunas fotografías de las obras presentadas al mismo, si bien no eran muchas, teniendo en cuenta el elevado número de obras inscritas en el Salón.

El pintor y crítico de arte, miembro además de la Junta Directiva en años posteriores, José Blanco Coris, comenzó a escribir por esa época una serie de comentarios críticos y ya creía necesario, y pedía, un Ministerio de Bellas Artes.

Yago Cesar de Salvador, también pintor, escultor, grabador, escritor y crítico de arte, comenzó a escribir en la Gaceta de Bellas Artes en la sección de Tribuna libre, bajo el seudónimo de “El Barón de Labledán”. El socio Yago César de Salvador era, junto a Joaquín Ciervo y Apolonio de Azolas, responsable de la revista ilustrada Gran Mundo, que se editaba en Barcelona y alcanzó un gran éxito de crítica y público.

La Gaceta de Bellas Artes comenzó a publicar también en 1923 una sección de teatro.

Desde 1921 contaba ya entre sus colaboradores habituales con el socio y pintor Bernardino de Pantorba, dedicado a comentar exposiciones o la obra de artistas, mientras que José Blanco Coris prefería artículos de opinión con temas de interés general crítico o de análisis del mundo del arte y de los artistas, como el artículo que publicó en el nº 211, donde se reproducía un dibujo retrato de Picasso hecho por Sebastian Junyent.

La Gaceta en esos tiempos era deficitaria, cubriéndose con ingresos extraordinarios.

En 1924 la Gaceta de Bellas Artes era una revista quincenal ilustrada, con portada de cartulina, color tierra, que se decía dedicada a la pintura, escultura, grabado, arquitectura, artes decorativas, poesía, teatro, música, literatura, etc., lo que se cumplió, dentro de las limitaciones de páginas, disponiendo unas secciones más o menos fijas de cada tema, aunque los centrales fueran la pintura y la escultura.

El número normal costaba 50 céntimos, pero el extraordinario de abril dedicado a la Semana Santa, costó 60. Incluía en la portada una foto sobrepuesta en blanco y negro, que en los sucesivos números fue indistintamente de pintura o escultura.

La Gaceta vino reservando durante el año una página gráfica para el tema del desnudo en el arte, desde el 15 de agosto una para dibujos y grabados y a partir del 15 de octubre se pretendió reservar otra para el retrato. También en agosto se inició una sección de escritores españoles.

La Gaceta de Bellas Artes era visada por la censura militar. Colaboraron en ella por estos años Emilia Pardo Bazán y José Ortega y Gasset.

Pedro García Camio, además de pintar y ocuparse de la Secretaría de la Asociación y dirección de la revista, colaboraba también en alguna otra publicación de arte, como Gran Mundo, de Barcelona.

Pedro García Camio

CAMIO, Pedro García    P   1919  17.jul.1898   MADRID  MADRID/PARIS    1.abr.1963

Socio de Mérito

Socio de Honor

Secretario de la AEPE

 

El artista en una fotografía de 1932

 

Pintor especializado en figura femenina y retrato, nació en Madrid, el 17 de julio de 1898.

Su padre, Pedro García Rincón, natural de Paradinas, Salamanca, era aparejador, constructor o maestro de obras, y su madre, Constanza Casiana Cámio de Arrillaga, de origen santanderino.

El matrimonio tuvo además otros dos hijos: Gregorio y Francisco.

Con apenas doce años, fallece su padre, y ocho años después lo hace su madre, por lo que Pedro estuvo en todo momento protegido por su hermano mayor Gregorio, casado y sin hijos, que trabajaba en Explosivos Riotinto y vivían en la calle de la Cruz, 16, en el Puente de Vallecas.

Con una gran facilidad para los idiomas, hablaba con soltura francés, inglés, italiano y portugués.

El artista en su estudio

 

Tras su primera educación en un colegio de frailes, estudió en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, donde obtuvo tres medallas. Allí tuvo de maestros a Moreno Carbonero, José Garnelo y Alda, Rafael Doménech, Miguel Blay, Cecilio Pla, ambos fundadores de la Asociación de Pintores y Escultores.

Desde joven, no ocultaba su admiración por Velázquez, el Greco, Ticiano, Miguel Ángel y Leonardo, siendo su preferido Rubens. Pero también Fortuny, Madrazo, Vicente López… y entre sus coetáneos, otra vez miembros de la AEPE: López Mezquita, Julio Moisés, López Cabrera, Rusiñol, Serra Farnés y Sorolla.

En 1917 participó por primera vez en la Exposición Nacional de Bellas Artes, pero no fue hasta la de 1922 cuando comenzó a destacar en las mismas, obteniendo una bolsa de viaje dotada con 500 pesetas.

En 1919 ingresó en la Asociación de Pintores y Escultores ocupando distintos puestos.

 

Una fotografía de Pedro García Camio de 1929

 

En 1921 opositó a la plaza de pensionado de Historia para la Academia de España en Roma, pero finalmente fue pensionado con beca para estudio de Retrato en París y Londres durante seis meses, plazo en el que dejó la Secretaría de la AEPE a Lorenzo Aguirre y la dirección de la Gaceta a Bernardino de Pantorba.

En los viajes de estudios pintaba y visitaba museos, pero tomaba también notas de viaje acerca de todo lo que veía. Así escribió un total de 106 artículos firmados publicados en la Gaceta de Bellas Artes, pero además hizo críticas sobre exposiciones y otras muchas colaboraciones en medios de la época que no firmaba.

De 1923 a 1925 colaboró asiduamente en la revista Gran Mundo de Barcelona, en la revista Coleccionismo, Hispania y en otras publicaciones de España, América, Bruselas, etc.

En la Exposición Nacional de 1926 obtuvo la Segunda Medalla, con su Rerato de Rey Barral, adquirido para el Museo de Arte Moderno.

Naturaleza muerta

 

Para Francisco Alcántara, socio también de la AEPE, ese retrato “resulta una gallarda prueba de pintor de las que no suelen verse en las exposiciones y es verdaderamente delicioso el encuentro con obras de pintura como esta”.

José Francés, quien fuera Presidente de la AEPE, comentaba en La Esfera que “a los retratos de Pedro García Camio siempre me parece que les sobra fondo… pero indudablemente deslíen el valor intrínseco del retrato; le restan intimidad, simpatía. Sobre todo teniendo en cuenta el estilo mesurado, sobrio de Camio. Su predilección por los grises; su casticismo, ajeno a pompas coloristas y ese decoro de sí mismo que es la condición más laudable de un artista. Testimonio de ambas cosas, de magalometría y de maestría pictural, el retrato de Rey Barral, uno de los mejores de la Exposición”…

Ese mismo año viajó por Italia y participó en la exposición realizada en Cádiz, junto a más de 100 artistas del momento y en la Exposición de Bellas Artes de Cádiz.

 

Otra fotografía del artista de 1929

 

En 1927 fue pensionado para estudiar Retrato durante tres meses en Bélgica y Holanda, viaje que aprovechó para participar de una forma muy activa en la organización de la exposición de las Artes del Libro en Leipzig, en la sección española que fue preparada por la AEPE.

Entre 1924 y 1926 Pedro comenzó a ser conocido como Camio, pasando ya a figurar en los índices alfabéticos de la G a la C.

El Heraldo de Madrid, 1924

 

En 1929 publicó su libro Artistas catalanes, editado por la Biblioteca Ascasibar, con 225 páginas y 77 reproducciones, con artículos sobre los principales artistas contemporáneos y socios de la AEPE, como Casas, Rusiñol, Masriera, Anglada Camarasa, Julio Antonio, Mir, Clará, Llimona, Meifrén, Blay, Urgell, Sunyer, Oslé, Esteve Botey,….

En 1929 había oído que su buen amigo Francisco Soria Aedo, tenía una guapa modelo granadina y le pidió que se la enviara para servirle de modelo en algunos cuadros. Así se enamoró de Elisa Alarcón Cortés, hija de Bernarda Cortés, conocida como “la perla del Albaicín” por su belleza, que ya no volvió a posar para ningún otro pintor más que él y con la que se casó en 1930.

Pedro y Eloísa se instalaron en la calle Alonso Cano, 11, trasladándose después a la Calle de la Cruz, 8, hoy Sierra de Cameros, en Vallecas, cerca de la Escuela de Artes, donde pasados los años, nacerían sus hijos y fallecería. El matrimonio tuvo dos hijos, Pedro, reconocido cardiólogo ya retirado y Eloísa, a quien llamaban Chipi, que estudió la carrera de francés.

 

 

En 1929 realizó una exposición en el Salón de Bibliotecas y Museos de Madrid, donde presentó 24 retratos, incluido un autorretrato y en las Galerías Layetanas de Barcelona. Presentó además obra a la Exposición Internacional de Barcelona.

En la Exposición Nacional de 1930, pese a ser votado para Primera Medalla, no la consiguió, si bien vendió la obra “Paseando”, que con este motivo fue reproducida en la Gaceta de Bellas Artes del 1 de septiembre.

Ese mismo año presentó una exposición en la Galería Delcaux de Bilbao, a la que llevó doce cuadros y cuya presentación del catálogo corrió a cargo de Bernardino de Pantorba, quien aseguraba que …”sus cuadros tienen también su espíritu y vive en sus retratos algo que es valor universal, además del logro de una técnica bien empleada”…

 

Fotografiado en 1932

 

En la Exposición Nacional de 1932 se le concedió la Medalla de la Asociación de Pintores y Escultores, votada por sus compañeros artistas.

 

El Heraldo de Madrid, 1931

 

En 1933 presentó una exposición en las Galerías Layetanas que tuvo buena crítica. Para Enrique Bonet, “la pintura de Camio como la de Mazo, Pereda, Sorolla, Chicharro, Hermoso y Benedito, es una renovación de la naturalista española, y como aquellos maestros, se complace este artista en expresar la naturaleza, sin mentirla ni calumniarla, buscando, a través de la pincelada franca y certera, toda la fuerza constructiva del dibujo, colorido y expresión de vida”…

En aquellos años, Camio era Ayudante meritorio de la Escuela de Artes de Vallecas, cuyo edificio estaba situado en la calle Antonia Cala primero, desde donde pasó a la Avenida de la Albufera para trasladarse definitivamente a la Avenida Ciudad de Barcelona esquina a Menéndez Pelayo, donde aún hoy se encuentra.

 

Retrato de Enrique de Larrañaga

 

En 1934 inauguró una exposición en Madrid en la sala que poseía la Agrupación Castro Gil, en la calle del Prado, 23, una colección de retratos de modelos, tipos de mujeres… “donde destacan su valiente concepto del arte y la modernidad de su pintura”…

Crónica, 1935

 

La guerra civil la pasó en Madrid, mientras que su esposa Eloísa lo hacía en Valencia, donde tenía familia. Pedro fue muy buscado entonces porque las tropas republicanas querían saber el paradero de su hermano y su cuñada, de fuertes convicciones católicas y efectiva ayuda a los necesitados, que habían tenido que esconderse en la capital.

Casi al finalizar la contienda, Pedro fue movilizado y llegó a Valencia, donde encontró un trabajo oficial relacionado con el Tesoro Artístico, que pudo ser como conservador, con un pequeño sueldo.

De regreso en Madrid, con las manos y los bolsillos vacíos, retomó sus clases como profesor de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Vallecas.

Firma autógrafa de Pedro García Camio

 

En 1945 viajó con su hijo a la salmantina Candelario, junto al pintor Agustín Segura y su esposa, y el escultor Avalos y su hijo, realizando apuntes y cuadros muy bien aprovechados.

En 1946 se le nombra profesor interino de término de dibujo de la Escuela de Artes de Vallecas, obteniendo la plaza en propiedad hacia 1950.

Tras un paréntesis de doce años, en 1946 volvió a exponer en Madrid, en los Salones Macarrón de la calle Jovellanos, con gran éxito de crítica. Destacaba el ABC …”en la madurez de su talento, muestra una gran obra de retratos, composiciones y paisajes, pintados con la factura más española”…

Para José Prados López, Secretario de la AEPE, los retratos expuestos eran una “seria lección estética para muchos pintores, maestros del escamoteo y el camelo artístico, con apariencia de geniales, que no engañan a nadie, ni siquiera a ellos mismos… Pedro G. Camio está dando una lección de buena y sólida pintura… y después de una prolongada ausencia, nos trae el tono potente y exacto de un pintor que no puede ser vencido ni alejado de un prestigio que está por encima de las recompensas oficiales”.

 

La niña de la rosa

 

En 1947 realizó otra exposición en la galería Delsa de Bilbao que la prensa calificó como …”una perfecta lección de pintura, de buena pintura, viene a demostrarnos también que para él el oficio no tiene dificultades ni secretos. Bodegones, retratos y paisajes son tratados por su exquisita sensibilidad con indudable perfección y buen gusto”…

Ante el éxito de la muestra, volvería un año más tarde a la misma galería con una muestra de la que la Gaceta del Norte destacó que “las figuras de Camio tienen un punto de sugerencia y de expresión que inmediatamente atraen y encantan; nos referimos al dibujo que vive con esplendidez en las manos de las modelos… conoce como nadie el secreto de los ropajes y sabe sacar todo el partido posible a la gracia de anudarse el mantón… su pincel se recrea en sacar finuras y suavidades a la seda”…

 

1932

 

En 1950 volvió a exponer en Bilbao, esta vez en la Galería Arte y Hogar (antigua Delsa).

En 1951 participó en la I Bienal Iberoamericana de Arte que se celebró en los palacios del Retiro y al año siguiente regresó a Bilbao, a la misma galería, donde llevó 24 cuadros.

En 1953 expuso en San Sebastián. En la Hoja Oficial de San Sebastián se podía leer: “Dibuja, compone y pinta sabiamente, y no se diga que su pintura es fría. No. Llena de calidades, capta la luz en sus más tenues matices y da a sus cuadros la atmósfera adecuada… magnífica exposición en la que cada lienzo es un acierto”…

 

Pedro García Camio en 1927

 

Tras este nuevo éxito, ese mismo año presentó exposición en Madrid, en el Salón Cano de la Carrera de San Jerónimo. Decía José Prados López de ella que “con la serenidad que da el dominio, la inteligencia y la autoridad artística, características acusadas del pintor… en la exposición vemos la verdadera solera de una pintura siempre de moda y siempre española… por lo que encierra de madurez, de universalidad, de inteligente concepto, abarcando la seguridad de una técnica eterna, siempre mentora y catedrática”…

En 1954 regresa a Bilbao, a la galería Arthogar (antigua Delsa y Arte y Hogar), con bodegones y retratos, y un año más tarde presenta sus obras en el Salón Cano de Madrid.

 

La gallina

 

En 1958 vuelve a en Bilbao y un año más tarde presentará allí una exposición monográfica de exhibición donde se pudieron ver trece retratos.

En 1961 al Salón Cano de Madrid llevó un total de 27 obras: dos retratos, trece figuras y doce bodegones que Prados López calificó como un “conjunto de géneros con que el pintor asegura su personalidad al dominio perfecto de una técnica… y señoreando el conjunto, sus retratos en los que Camio ha logrado siempre victorias justísimas”.

Su última exposición fue en 1962 en Bilbao, la ciudad que tantas alegrías le dio.

En los últimos años de su vida, su salud se fue resintiendo, y la mañana del 1 de abril de 1963, sufrió una crisis hipertensiva, con hemorragia cerebral que le causó la muerte. Fue enterrado en la Sacramental de Santa María.

Por la prensa de la época encontramos que fue comparado con Sorolla, por su facilidad, con López Mezquita por la maestría, con Madrazo por su pincelada… reconociendo que “sus retratos eran magistrales, sus fondos, maravillosos, sus pliegues, admirables, sus grises, insuperables, sus manos… las manos marcaron un día el precio de sus cuadros porque las manos contienen la mayor fuerza emocional y significativa de cada uno de los lienzos. En ellas está contenido el elogio de la obras que se abre en una armonía deliciosa de color”…

 

La Esfera, 1925

 

Decía un antiguo compañero de estudios de él que “desde la adolescencia ha seguido ya una línea recta: adolescente aplicado, de meticulosa probidad, que no se dejó ganar a lo largo del camino de su vida por sentimientos contrarios a su idiosincrasia, de una seriedad reflexiva”.

Pedro García Camio era alto, vigoroso, de ademanes sobrios y precisos. Para el trabajo, serio y constante, con la familia, alegre y abierto y con los amigos, juerguista y animado.

Era equilibrado, sereno, dueño de sí mismo, no gustaba de ridículas farsas, amigo de sus amigos, que fueron muchos.

Amante de la música clásica, sinfónica y la ópera, lector empedernido, aficionado al cine, que frecuentaba dos veces por semana, amigo de las tertulias, frecuentando las del café Gijón y La Perla.

Seco de carácter, nada vanidoso ni pedante, honesto, cabal, algo introvertido pero con una conversación amable al intimar.

Pedro García Camio, Secretario de la AEPE, retratado por Solís

 

Pedro García Camio y la AEPE

Con 21 años, ingresó en la Asociación de Pintores y Escultores, donde había participado ya en la exposición de pintura, escultura y grabado que en 1919 se organizó en Bilbao.

Con posterioridad formó parte de la ponencia que estudió el Reglamento del Salón Permanente de Exposiciones de 1921, fecha en la que fue nombrado Contador de la Junta Directiva.

Un año más tarde, por ausencia de Cándido Medina Queralt, ocupó el cargo de Secretario de la AEPE, siendo elegido en Asamblea en 1923, con motivo del que la Gaceta publicaría un retrato suyo de cuerpo entero dibujado a lápiz por Solís Ávila, haciéndose cargo de la revista.

De su estancia en París se trajo la experiencia de haber sido miembro de la Asociación de Artistas Españoles en Francia, siendo nombrado su representante en Madrid.

Participó en la exposición de pintura española en México que organizó la AEPE en 1926.

También lo hizo en la exposición del Grand Palais de París, Salón de Otoño de 1926 en el intercambio que llevó a cabo la AEPE con el Salón de París.

En 1927 formó parte del comité seleccionador de obras de la Exposición Internacional de Grabado de Florencia. Un año más tarde, asistió en representación de la AEPE al Congreso de Cooperación Artística Paneuropeo que se celebró en Austria.

Formó parte de numerosos jurados de certámenes de pintura y carteles, como el de Carteles de Oleicultura de 1924, de Ceregumil de 1925, del Concurso Nacional de Escultura o del Salón de Mayo de 1935.

Organizó y logró llevar a cabo en 1927 una exposición de carteles de artistas de la AEPE en varias ciudades holandesas y alemanas, en colaboración con el Presidente del Círculo Español Holandés de Enschende.

En reunión de la Junta Directiva del 19 de mayo de 1930, dimitió Camio de su cargo de Secretario por diferencias referentes a temas de jurados con motivo de la Exposición Nacional. Constó en acta el sentimiento de la directiva por su marcha. El 23 de mayo envió una carta en la que dimitía también del comité de redacción de la Gaceta.

Camio se presentó a todos los salones anteriores a la guerra civil excepto a los de 1929, 1932 y 1933.

En el tercer Salón de Otoño de 1923 fue nombrado Socio de Mérito y un año después, Socio de Honor.

Volvió a presentar obra a los Salones de 1952, 1954, 1956, 1958, 1959,1960 y 1963, obteniendo Primera Medalla y el Premio Duque de Alba en el XXVIII Salón de 1956.

 

Joven segoviana con cántaro

 

Dama

 

 

Rosario Román Arroyo

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Rosario Román Arroyo

ROMAN ARROYO, Rosario           P                     22.oct.1912     PALENCIA   MADRID

 

Rosario Román Arroyo nació en Palencia, el 22 de octubre de 1912, pero su niñez y adolescencia transcurrieron entre Madrid y la ciudad de Salamanca.

Era hija de Abilia Arroyo Pascual, quien fuera Presidenta de la Asociación Femenina de Educación Cívica,  conocida popularmente por la Cívica, que fue promovida por María Lejárraga, María Rodrigo o Pura Maortua entre otras, y cuyo objetivo era fomentar la cultura en la mujer de clase media y crear en ella una conciencia de responsabilidad ciudadana. La Cívica llevó a cabo unas tareas mucho más comprometidas con los cambios socio-económicos y pedagógicos de la República que el Lyceum Club Femenino. Su madre, presidía la Cívica de Salamanca.

Su padre fue Emilio Román Retuerto, catedrático numerario de Geometría analítica y Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca. También catedrático de Ciencias de la Universidad Central de Madrid. El matrimonio tuvo cuatro hijos: María Rosario, José María, Petra y Pilar.

Desde muy niña destacó por su amor al estudio y a la ciencia, alentada sin ninguna duda por un ambiente familiar en el que recibió estímulos y bases sólidas sobre la que asentar sus inquietudes científicas y artísticas.

Tras destacar en sus estudios en el internado del Colegio de las Esclavas del Corazón de Jesús,  con apenas 18 años aprobó el bachillerato universitario de Ciencias, matriculándose en la Universidad de Salamanca. De hecho, fue una de las siete alumnas que se matricularon en Ciencias Químicas, obteniendo el título en junio de 1934.

Su hermana Petra se decantó por la Oftalmología, licenciándose en 1938 y abriendo consulta privada en Salamanca. Su hermano José María estudió también Químicas, licenciándose después junto a su hermana Rosario. Fue doctor en Química, ingeniero aeronáutico, catedrático y director de la Factoría CASA.

En 1932 participó en la Velada en honor de Santo Tomás de Aquino que se celebró en el Ateneo salmantino, en el que tuvo un destacado papel al pronunciar un discurso titulado “La mujer en la Universidad”, debido a ser una aventajada alumna de la Facultad de Ciencias, en el que expresó que “este siglo se denomina del Niño, y se debe de colocar también al lado de éste a la mujer”. habló también del ideal de la mujer que ante la deficiencia y la incomprensión del hombre, está llamada a realizar hondas y grandes transformaciones, restauradoras de la verdad que en días pasados laboró la grandeza de la sociedad y con ella, la grandeza de la Patria. “Fue muy aplaudida”.

La artista es la segunda por la izquierda, en 1932, en la Velada en honor de Santo Tomás de Aquino del Ateneo salmantino, en el que pronunció el discurso “La mujer en la Universidad”, fotografía de El Adelanto

 

En 1932 logra Matrículas de Honor en Análisis Matemáticos y en Física teórica y experimental de la Facultad de Ciencias.

Ese mismo año impartió una conferencia en los locales del partido Agrario de Plasencia, en un ciclo organizado por la Sección Femenina.

Un año más tarde, participó como ponente en la sesión de clausura de la Asamblea de la Asociación Femenina de Educación Ciudadana de Salamanca, realizado en el Teatro Bretón. Para la ocasión, Rosario vistió de charra (traje popular salmantino), e hizo un bello canto de la mujer española en un discurso tras el que presentó al orador Gil Robles.

En 1934 fue la madrina del acto de entrega de la bandera a la Juventud de Acción Popular de Salamanca, regalo de la Asociación Femenina de Educación Ciudadana.

1934, El Adelanto, la artista fue la madrina en la entrega de la bandera a Acción Popular

 

Ese año, se licenció con Matrículas de Honor y sobresalientes en Ciencias Químicas.

1934 Fotografía que aparece en la orla de la Universidad de Salamanca, Ciencias Químicas

 

Rosario entonces se dedicó a la docencia, siendo profesora ayudante de clases prácticas, y poco después, profesora auxiliar en la asignatura de Análisis Matemático. Su ejercicio profesional posterior fue el de profesora Agregada de Enseñanza Media.

En agosto de 1939 contrajo matrimonio en la Capilla de la Milagrosa de la Catedral de Salamanca, con el catedrático de Ciencias José Burgos Romero. El nuevo matrimonio visitó algunas capitales del norte y tuvieron dos hijos: Juan y Emilio.

Pasada la guerra civil, continuó sus labores de enseñanza en distintas capitales de provincia.

En marzo de 1960 fallece su esposo y en 1968, es nombrada Profesora Agregada de Matemáticas en el Instituto Nacional de Alcalá de Henares I, procedente del Instituto Nacional de Enseñanza Media de Zamora.

ABC, 1976, fotografía de la artista con motivo de su exposición en el Club de Arte de Madrid

 

En 1971 es nombrada Directora, con carácter definitivo, del Instituto Nacional de Enseñanza Media «Isabel la Católica» de Madrid.

Esto, en cuanto a su vida profesional, pero Rosario Román Arroyo, fue también socia de la AEPE y tuvo una discreta, aunque prestigiosa, carrera artística que compaginó con su docencia.

En 1974 realizó una muestra de óleos en Guadalajara, concretamente en la Sala de Exposiciones de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, que pudo visitarse del 23 al 31 de diciembre.

Flores y abejas, 1974, anuncio de su exposición en Guadalajara

 

En 1976 el diario ABC recogía una escueta nota, acompañada de una fotografía de la artista, en la que se decía que estaba exponiendo 25 lienzos en la Sala de Exposiciones del Club de Arte de Madrid.

En junio de 1978 realizó una exposición en la galería Círculo de Madrid, junto a las pintoras Vicenta Ruiz, Paloma Villanueva y Pilar Sánchez.

También en 1978, en la Galería Editora Nacional de Madrid, presentó una exposición que recogió La Hoja Oficial del Lunes, en un artículo firmado por J.R. Alfaro, en el que se decía que “la obra que presenta Rosario Román es una expresión de frescura y sinceridad. Cada vez se hace, además, más penetrante y poética por la transfiguración que hace tanto de los paisajes como de los objetos. Hay un juego de delicada fusión de colores y, en los contrastes, como una danza de sombras y luces. La pintura de Rosario Román puede decirse que está presidida por la franqueza, pero envuelta siempre en una especie de misterio nostálgico, que se prolonga en las dimensiones. El dibujo es, a veces, agudo o suave, y los colores, cuidadosamente acordados, como las sonoridades de una música melódica. La luz parece surgir como de un eterno crepúsculo. Una visión de sencillez introduce en su pintura el sentimiento de una gracias poética, donde se encuentra la espontaneidad de una nueva forma de primitivismo”.

ABC, 1978 con motivo de su exposición conjunta en la galería Círculo de Madrid

 

En marzo de 1979 llevó a cabo una exposición de pinturas en la Sala de Exposiciones de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid de la Calle Barquillo.

En octubre de 1980 expuso sus obras en la Galería de Arte Gabas & Estecha, situada en la calle Ingeniero Mariño, 12, de Guadalajara, “una colección de óleos en los que cabe destacar sus bodegones que reposan sobre esquemas sencillos de fuertes contrastes lumínicos, mientras que el tema paisajístico está configurado por amalgamas confusos de pigmentos y, a veces, carentes de perspectiva. Su obra se cotiza entre 3.000 y 16.000 pesetas”, escribía L.L. en Flores y abejas: revista festiva semanal.

En septiembre de 1981 realizó una exposición en la galería de arte Abula, de la calle Galileo de Madrid. Y en octubre del mismo año, expuso figuras y paisajes en la Sala Torres-Begué de Madrid.

En mayo de 1983 realizó una exposición de paisajes en la Sala de Arte Eureka de Madrid.

ABC, 1983, anuncio de su exposición en la Sala Eureka de Madrid

 

En octubre de 1985, junto a Magdalena España, Pablo Peinado, Trinidad Romero, Félix Sanz, Pau Sintes y Vidal, exponía nuevamente en la galería de arte Abula.

En junio de 1989 exhibió óleos en la galería de arte Mayte Muñoz, de la calle Manuel Silvela de Madrid.

A partir de aquí, poco más se sabe de ella.

 

Rosario Román Arroyo y la AEPE

Presentó dos obras al XLV Salón de Otoño de 1977, tituladas Cántaro con espigas y Paisaje.

 

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

 

 

 Álvaro Delgado, renovador de la figuración

 

La consigna de Álvaro Delgado era: “el arte viene del arte”; fue siempre curioso y experimentador, estudioso y zahorí, investigador de los grandes maestros, algo que se constata en su exposición de la Academia. Hay pintores que sentaron las bases de la pintura a lo largo de la historia, otros que abrieron ventanas, vías a distintas formas de expresión. Algunos sólo buscaban un “gozoso recreo espiritual”. Aún, los que promovieron el contagio universal de los lenguajes.

Álvaro Delgado ante el retrato del poeta Ángel García

 

Apeles está considerado el padre de la pintura antigua. Giotto di Bondone abrirá las puertas al Renacimiento y lo que plantea Masaccio lo desarrollará Fra Angélico. El gran pilar del Renacimiento alemán es Durero, una de las influencias de Álvaro Delgado, a través de su obra. Ya nonagenario le homenajeará con unas piezas soberbias, que lo recrean en El caballero, la muerte y el diablo o el Retrato de Carlomagno.

En el Barroco, Velázquez (1599-1660) reina como el maestro en la creación de espacios, de atmosfera en las obras. En tanto que Doménikos Theotokópulos (1541-1614) será un arriesgado renovador de las formas, no siempre entendido. En la década de los cuarenta del siglo pasado, la admiración generalizada la tenía Velázquez, excepto Álvaro Delgado, que siempre prefirió a El Greco- igual que Palencia-, lo que se deja ver, con facilidad, en paisajes y retratos.

Con Cézanne llegan nuevos planteamientos que le consagrarán como padre de la pintura moderna. Aunque Malraux se inclinaba por Goya:”Ahí está la levadura del arte moderno”. Luego, viene Picasso y lo pone todo patas arriba, lo experimenta todo, lo prueba, lo consigue con resultados brillantes y únicos. Álvaro Delgado descubre a Picasso, ya en su formación, Vázquez Díaz mediante. Picasso y el cubismo. Cuando va becado a París, 1949, su interés se consolida. En París también descubrirá la obra de Chaim Soutine, la litografía con Fernand Mourlot.

En sus primeros bodegones está el peso de la pintura tan bien construida por Bonnard y la sobriedad, hasta que Bonnard se desboca con hemorragias de amarillos. Sus primeros retratos ya anuncian que busca romper con lo que se hace, la figuración costumbrista. A partir de 1967 hay un giro proverbial, que se concreta en la realización del retrato del negus de Abisinia, Haile Selassie, hoy en la Real Academia de Bellas Artes.

Pere Gimferrer, 1998, óleo táblex, 73×60 cm

 

Del retrato en Álvaro Delgado se ha escrito con abundancia: Lafuente Ferrari, Gaya Nuño, Camón Aznar, Sánchez Marín, Faraldo, Joaquín de la Puente, Caballero Bonald, Corredor-Matheos, Marín Medina, Francesc Miralles, Víctor Nieto, Montserrat Acebes…En la muestra del centenario se exhiben varios ejemplos y, sobre todo, un montaje que muestra la “férvida depuración de su pintura”, como diría don Enrique Lafuente Ferrari. Del retrato de Mercedes Gal II, 1947, al de Pere Gimferrer, 1998, hay una distancia que recorre la compleja historia de las formas en el arte.

Para quién ame la pintura, este es un buen lugar: la exposición del centenario de Álvaro Delgado. La pintura sólo se homenajea con la pintura y eso es lo que hace Álvaro Delgado en este conjunto sucinto de su trayectoria. Resumir a un pintor, que hizo tanto, en cincuenta piezas ha sido todo un reto. Baudelaire asegura que el fin de la poesía es la misma poesía. Igual sucede con la pintura, es lo que pone de manifestó esta exposición necesaria, esta propuesta rotunda del maestro de la Olmeda. ¡Recuerden “el arte viene del arte”! Aunque deban de coadyuvar en la apuesta las facultades personales del artista y la ambición en expresar la emoción y el misterio en abrazo compacto.

¿Bodegonista, retratista, paisajista, estructuralista, experimentador, estilista analítico? Pintor convulso, revolucionario del gesto, grabador tibar, renovó la figuración en la pintura española, creando un lenguaje genuino, expresionista, esplendoroso y vivo, exultante lo observamos, a los cien años de su nacimiento. No le gustaban las etiquetas y menos la de retratista, decía “no soy un retratista, soy un pintor que hace retratos”.

Ramón Faraldo, 1996, óleo sobre táblex. 41×65 cm

 

Un expresionismo genuino, jugoso, espiritual, sensual, dramático, inequívoco. Siempre fue figurativo, es verdad que a veces raya la abstracción, pero al final siempre aparece la figura, por deconstruida que esté. Hay bodegones de los noventa en los que cuesta distinguir los objetos, pero están y se acaban percibiendo. Alguien que vea sus etapas, sus series, puede creer que se repetía, vean la eternidad que hay de la Vanitas, 1945, a Cabeza de carnero desollado frente a un agujero negro, 1992

¿Cómo era Álvaro Delgado? Resuelto, aparentemente arrogante, decidido, altivo, activo, inquieto, campechano, castizo, buscador; quiso descubrir el alma de la pintura y para ello hizo y deshizo hasta llegar al corazón del gesto, que acarició o fustigó para hacerle cantar como un menino la mejor partitura de Mozart o el endiablado ritmo de Scriabin ¡Un príncipe del gesto filoneista en medio de una sociedad misoneista!

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, con el patrocinio de Reny Picot, organiza en sus salas temporales la exposición del centenario de Álvaro Delgado (1922-2016). Cincuenta pinturas, nueve estampas y dos libros de bibliófilo, fechadas entre 1945 y 2002, dejan constancia de la trayectoria creativa de un renovador de las formas, que hizo homologable la pintura española en el contexto internacional figurativo, en tiempos risueños a la abstracción.

Leopoldo María Panero, 1996, óleo táblex, 73×60 cm

 

Madrileño de la calle de la Esperanza, hijo de un encargado de almacén, muy dotado para el dibujo, la guerra civil interrumpe su formación, que inicia con Vázquez Díaz. En 1940 entra en contacto con Benjamín Palencia, formando parte de la Segunda Escuela de Vallecas. Poco después conoce a Pancho Cossío, completando el trio de sus maestros españoles. No es desdeñable la importancia de Faraldo en su formación intelectual, aportándole imágenes de la pintura internacional, bibliografía francesa y actualísima.

En 1945 realiza su primera individual en Clan, expone en Buchholz- con los que serían germen de la futura Escuela de Madrid- y en 1947 participa en el IV Salón de Los Once. Dos años después va becado a París y se embebe de Picasso, Chaim Soutine, del litógrafo Mourlot. Desde sus inicios bonnardianos pasa por el cubismo sintético y mediados los sesenta da un salto cualitativo para encontrar su expresividad personal con un cierto anarquismo lírico, elegante, incisivo, grequista, alígero, perspicaz.

Desde entonces, participa en las bienales de Alejandría, Venecia, Sao Paulo; en cientos de exposiciones nacionales e internacionales, premios, academias, logrando un reconocimiento que le ubica entre los más reputados y brillantes artistas de los últimos lustros del XX en España y más allá.

La Olmeda el día del juicio final, 1986-1990, óleo sobre papel pegado a contrachapado, 162×130 cm (MNCARS)

 

En la exposición, comisariada por Víctor Nieto y yo mismo, hasta el 11 de diciembre, en la Real Academia de Bellas Artes: paisajes, bodegones, retratos, homenaje a los clásicos- Durero, El Greco, Goya-, dibujos y huellas deslumbrantes de una síntesis prodigiosa de las formas con estilización fascinante. Crónicas de Navia y la Olmeda, Los fusilamientos de la Moncloa, Haile Selassie, Leopoldo María Panero, El diablo, Judío colgado; suite de aldabonazos plásticos, que obrarán un descubrimiento de la obra de Álvaro Delgado tanto en quienes creían conocerlo, como en los que le desconocían.

Obras de colecciones privadas, del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia, Real Academia de Bellas Artes, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Fundación Santander, Fundación Telefónica, Museo de Anleo, Banco de España…

Tuvo los grandes premios del momento, perteneció a la Real Academia de Bellas Artes, a la Academie Européenne des Sciences, des Arts et de Lettres de París; así como a otras academias españolas. A la muestra acompaña un magnífico catálogo con textos de Tomás Marco, Víctor Nieto, Álvaro Delgado-Gal, José Corredor-Matheos, Montserrat Acebes y yo mismo y una breve bibliografía, así como datos complementarios de su actividad.

Retrato de Carlomagno, 1999, óleo táblex, 116×81 cm

 

Más allá de todas esas referencias, lo que importa en esta exhibición, muy didáctica, muy medida, es poder experimentar su transformación hasta conseguir su idiolecto. Los grandes artistas, pintor en este caso, son como eslabones de una cadena que contiene el arte plástico a través de los siglos. No se trata de un ranking de primeros o segundos, sino de enlazar propuestas genuinas que multiplican las posibilidades expresivas, consolidando los fines del arte.

A veces, se especula con la muerte de la pintura. Nada que sea útil desaparece, excepto los seres animados. Mientras haya vida, existirán creadores que se vean impelidos, forzados a expresar su entidad emocional y sensitiva, a expresarse por medio de lo que conocemos como arte. Y como todo cambian, las concepciones personales también lo hacen, pero sin dejar de existir.  A su vez, siempre habrá conciudadanos que necesiten de esa creatividad para hacer de la vida algo feraz y diferente, una pasión vivida.

Judío colgado, 2002, óleo sobre papel pegado a fibrapán, 177×108 cm

 

Desde mi sabor, lo excepcional de esta exposición del centenario de Álvaro Delgado es poder observar una obra, que parece hecha ayer, que sigue impresionado, que sigue emocionando, que nos anima a sentir que, en toda vida, en toda obra de arte, por pequeña que sea, cuando la miramos con atención, en la proximidad, podemos encontrar algo grande. Siento una enorme satisfacción en haber contribuido a que esta pintura tan intelectualizada, tan fecunda, impactante, pueda seguir proporcionando admiración y reconocimiento a su autor, que sin la mirada del espectador se oscurecería, se quedaría en un gesto baldío.

La organización de todo este evento me ha dado la oportunidad de conocer mejor a personas extraordinarias por distintos conceptos, como Alfredo Pérez de Armiñán y su capacidad infinita de actuar y de pensar; la figura de Álvaro Delgado-Gal, que ha escrito una joya para el catálogo; la generosidad de un mecenazgo brillante y silente como el que ha realizado Francisco Rodríguez García; Víctor Nieto, Hernán Cortés, Corredor-Matheos, Montse Acebes, Félix Andrada, Isolina Dosal, el personal adscrito a la Academia y externo. Y tantos amigos y coleccionista de Álvaro Delgado que con su presencia están revitalizando su figura y su obra excepcional, luminosa, ascensional, revolucionaria por su excelente factura.

Tomás Paredes

Presidente H. Asociación Española Críticos de Arte/AICA Spain

 

Recordando… Bibelot y tanagra

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Bibelot y tanagra

Bibelots: todos tenemos alguno en casa

Objeto pequeño y decorativo de escaso valor, como los muñecos o estatuillas con figura humana.

Según el diccionario de la RAE, es una figura pequeña de adorno presente en la lengua francesa desde el siglo XV, que se formó por una repetición expresiva de “bel-bel”, doble apócope de beau, que significa bello.

Hablar de bibelots es hacerlo de ciertos objetos inclasificables para la historia del arte, que se dejaron de lado por considerarlos triviales, cotidianos, populares o producidos en serie. Todos los tenemos en casa puesto que son juguetes, platos, vasijas, bordados, tapices, estatuillas, amuletos, bichos embalsamados y miniaturas varias que se agrupan bajo el concepto de bibelots.

Concebidos sin ninguna función específica más que la decorativa, concentran gran parte de la cultura material y visual desde el siglo XIX y por eso ya desde algunas décadas se han convertido en “bisagras” para el arte, revirtiendo significados, expandiendo horizontes.

Bibelots viene de bibelo, “término francés adoptado para referirse a pequeñas copias de porcelana y esculturas de todo tipo, objetos esmaltados y cosas extrañas que son difíciles de clasificar”, según Alfredo Kell definió en 1905.

Son a fin de cuentas objetos banales que, involucrados en el arte, adquieren una potencia poética.

Se caracterizan por ser pequeños objetos de uso cotidiano con ornamentaciones de la época. Posteriormente, sus dueños, optaron a que sus compras fueran colocadas en las galerías de arte como parte de la distinción y prestigio que les generaban. No obstante, poco a poco fueron, aunque por tiempo limitado, allanándose los límites entre las piezas producidas en masa y las verdaderas obras de arte. De esta manera, los artefactos cotidianos generaron una función simbólica, que los hacía capaces de ser inmortalizados en un museo como un objeto meramente estético, para así formalizar el valor contextual a la que pertenecían.

Un bibelot además de su uso general como sinónimo de baratija, puede referirse específicamente a un libro en miniatura de elegante diseño como los realizados por Tiffany y Fabergé. También aparece regularmente en nombres de cosas tan diversas como restaurantes y perros de exhibición.

La edad de oro del bibelot, del que es testimonio la invención de la estantería con vitrina en la década de 1830, significó en principio la puesta en escena del coleccionista, ese individuo cuya sola acción dio sentido al conjunto de objetos reunidos.

El Romanticismo en el mobiliario y la decoración de interiores, que se expresaba con un recargamiento heredero del arte barroco y el rococó, se popularizó cuando la burguesía impuso sus gustos, que tendrían a ser interiores muy recargados, confortables y acogedores, repletos de pequeños objetos decorativos llamados bibelots, así como numerosos elementos textiles como cortinas, alfombras y cojines de ricos coloridos.

Con el tiempo, todos los pequeños adornos que pululaban por las casas señoriales mostrando de manera “casual” el poder adquisitivo de cada uno, se exhibieron en lugar de vitrinas o aparadores sobre mesas pequeñas dispersas por los lugares a los que accedía el visitante.

A principios del siglo XX el arte de la figurita decorativa o bibelot se popularizó más aún con el Art Nouveau más corpóreo, encontrándose en muchas casas particulares a modo de modestas jardineras y bibelots de todo tipo con el estilo que hizo tan famoso el escultor Lambert Escaler, que las producía masivamente desde 1903, ejemplo que fue seguido durante un tiempo por muchos otros modelistas.

A finales del siglo XIX el escaso grupo de coleccionistas, con centrado en las grandes capitales, tendió mayoritariamente a la pintura antigua pues era continua la llegada de estas piezas al mercado, y también se decantó por la compra de todo tipo de objetos decorativos (antiguos o modernos), como la cerámica, la porcelana, el mobiliario, los esmaltes, textiles o bibelots, piezas que las exposiciones universales se habían encargado de sobrevalorar, y que formaban parte del retrato común del coleccionismo europeo.

Así, las posibilidades de los creadores españoles para encontrar un hueco en la península eran muy escasas. Competía con el prestigio de los grandes maestros y estilos del pasado, con la reputación de la arqueología y se enfrentaba al diletantismo de unas nuevas fortunas españolas que buscaban emular los hábitos de la antigua nobleza. Los encargos privados solían limitarse al retrato, la decoración de interiores o el paisaje y las instituciones (estatales o provinciales) no tenían la fuerza económica suficiente como para demandar la ingente oferta producida en el mercado español.

Monsieur Loo fue el marchante de arte asiático más importante de principios del siglo XX, puso de moda el arte oriental en un momento en el que Occidente sólo conocía las chinoiseries, aquellos bibelots de estética más bien extravagante y decadente. Loo supo crear un nuevo gusto, descubriendo a los adinerados coleccionistas y curadores de museos de Europa y Estados Unidos los tesoros del verdadero arte chino, desde las grandes estatuas hasta las miniaturas de jade, pasando por los frescos budistas y los bronces arcaicos.

Bibelot Art Nouveau

 

Bibelot de Faberge

 

Bibelots en bronce

 

Bibelots orientales

Bibelots de porcelana

 

Tanagra y tanagrina: los suvenires de la antigua Grecia

Al noroeste de Atenas, en la región griega de Beocia, se encontraba situada la ciudad de Tanagra, arrasada por los tebanos en el 370 a.C. y reconstruida con posterioridad.

Fue el escenario de batallas como las de los años 457, 426 y 423 a.C. ya que se trataba de una ciudad importante, con murallas, torres, acrópolis y teatro, templos y barrios habitados, en donde se decía que estaban enterrados el gigante mitológico cazador Orión y la poetisa Corina, contemporánea y competidora de Píndaro en concursos de odas para acontecimientos atléticos, que llegó a ganar siete veces.

Corina de Tanagra. Frederic Leighton

 

Una ciudad rica de la antigua Grecia, con una necrópolis fabulosa que ha llegado hasta nuestros días, con más de 8.000 sepulturas, y cuyos restos fueron expoliados masivamente desde mediados del siglo XIX.

Entre los siglos IV y III a.C. estaban de moda en el mundo griego una serie de figurillas hechas de terracota, llamadas “tanagrinas”, hoy conocidas también como “Tanagras”, de un arte refinado, que eran ofrendadas en los santuarios y acompañaban a los muertos en su tránsito al más allá en ajuares funerarios.

Estatuillas que se habrían fabricado en talleres atenienses, reconociendo en ellas la crítica actual a la escuela de Praxíteles, por el estilo de las cabezas, “con rostros de expresión dulce y lánguida”.

Su abundancia en los cementerios de Tanagra, las hicieron mundialmente conocidas en la época romántica, si bien la cerámica de Tanagra era ya conocida en la antigüedad por su excelente calidad.

A finales de 1860, los campesinos que araban la tierra  dieron por casualidad con varios antiguos enterramientos. A falta de ricos ajuares funerarios, lo que mayor interés suscitó fueron los cientos de pequeñas figurillas femeninas de terracota que afloraban por doquier.

El hallazgo revolucionó la zona y pronto comenzó el saqueo, falsificación y mercado de figurillas bajo la supervisión del saqueador de tumbas Yorgos Anifantes.

La zona donde antiguamente se alzara la ciudad de Tanagra se agujereó de forma despiadada a la búsqueda de tesoros y la rapiña fue tan considerable que las autoridades griegas enviaron al arqueólogo Panayiotis Stamatakis para que llevara a cabo las primeras excavaciones legales, que fueron apresuradas y sucintas.

No fue hasta 1911 cuando empezaron a realizarse las excavaciones de forma más rigurosa, y ya en 1970, los trabajos se llevaron a cabo con una metodología estrictamente científica.

Desde el mismo momento del descubrimiento comenzaron a circular estatuillas falsas, imitaciones a veces burdas y otras más conseguidas de las auténticas tanagras, que los lugareños vendían sin titubear a un precio cada vez más desorbitado.

Tanagras que alcanzaron una popularidad asombrosa en la Europa de la Belle Epoque, ya que las figurillas femeninas guardaban una sorprendente similitud con la moda de aquel período, propiciando además una nueva oleada de neoclasicismo en la estética y el gusto modernista de aquel entonces.

Tanagras que  inspiraron a grandes artistas como Jean-Léon Gérôme, Childe Hassam o Alphonse Mucha. Y como no, a artistas españoles como al Socio de Honor, el escultor José Chicharro Gamo, que en el VII Salón de Otoño presentó una escultura titulada “Tanagra” (estudio), cuya fotografía acompaña este artículo.

Tanagra (estudio), de Chicharro Gamo

 

Las delicadas figuras de Tanagra revelan la maestría de los griegos en el arte del modelado del barro (coroplastia).

Las piezas se elaboraban mediante moldes bivalvos, y tras la cocción se coloreaban al fresco, esto es, sobre una capa de cal; incluso existen casos en los que se añadía pan de oro.

Las tanagras representaban dioses, chiquillos, efebos, personajes de teatro y hasta animales, aunque las más abundantes son las mujeres: desde recatadas matronas cubiertas por completo hasta contoneantes bailarinas veladas o doncellas jugando…

Más allá de su valor estético, representan una valiosísima fuente de conocimientos para ilustrar la vida cotidiana que muchas veces no se refleja en la literatura de su tiempo.

Algunas de las Tanagras más conocidas –como la Dama en azul o la Sofocleana– están inspiradas en grandes estatuas de maestros como Praxíteles o Leócares, algo que ha inducido a pensar que eran réplicas en menor tamaño, una especie de souvenirs que se adquirían por puro deleite estético y admiración del arte por el arte, una práctica que desarrollarían posteriormente los patricios romanos al ornamentar sus residencias.

El centro cultural BANCAJA, en Valencia, dedicó en 2010 una exposición a las “Tanagras, figuras para la vida y la eternidad”  en colaboración con el Museo del Louve.

Mujeres, en el  Museo Británico

Rapto de Europa

Paposileno, Louvre

Sofocleana, estatua sofocles tanagra

Dama azul policromada, en el Louvre

Tanagras de distintos museos del mundo

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Tomás Gutiérrez Larraya

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1921: Lorenzo Aguirre y Tomás Gutiérrez Larraya

Pese al nombramiento de Francisco Pompey como director de la Gaceta, la Junta Directiva de marzo designó a los Vocales Lorenzo Aguirre y Tomás Gutiérrez Larraya, además del Contador Francisco Blanco y Blanco, para las labores de la Gaceta.

No sabemos si compartieron tareas de redacción, pero sí queda claro su dedicación a la misma.

Según explicamos en la biografía dedicada a Pompey, sus continuas ausencias siendo director de la revista, harían necesario el apoyo de estos tres miembros a la redacción de la misma.

Como quiera que ya repasamos la biografía de Lorenzo Aguirre Sánchez, en la Gaceta de Bellas Artes correspondiente al número de febrero de 2019, con motivo de la restauración del cartel anunciador del VII Salón de Otoño de 1927, pasamos a ver la biografía de Tomás Gutiérrez Larraya, quien compartió labores de edición con él.

Cabe destacar también que en la Gaceta de Bellas Artes de marzo de 2017 vimos la biografía de Aurora Gutiérrez Larraya, hermana de Tomás, una de las primeras socias de la Asociación de Pintores y Escultores.

 

Tomás Gutiérrez Larraya

GUTIERREZ LARRAYA, Tomás  P   1910(N)    14.may.1886  SANTANDER  MADRID/BARCELONA  1944   Conde de Larraya

 

Tomás Gutiérrez Larraya nació el 14 de mayo de 1886 en Barcelona.

Hijo del matrimonio formado por el farmacéutico santanderino Francisco Gutiérrez Díaz de la Campa y de Elisa Larraya Rodríguez, al poco de nacer la familia se trasladó a Santander.

Desde muy joven tomó contacto con los artistas santanderinos y el círculo de la familia real que pasaba allí sus veranos.

Con tan solo dieciocho años ingresó con una beca en la Real Academia de Bellas Artes de San Jorge, en la que, pasados los años, llegaría a ser profesor titular.

En 1907 resultó premiado por sus trabajos acerca del concepto de arte y de la historia de las Artes Decorativas, en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, conocida popularmente como la Escuela de la Lonja.

En 1910 participó en una exposición de humoristas celebrada en el Salón Hispania, Salón de los señores Pérez de Gracia e hijo, situado en la calle del Príncipe, 4, junto a los pintores Pedro de Anca, Pedro Sánchez y al escultor Claudio Mimó. En ese momento, la crítica destacó que …”Tomás Gutiérrez Larraya es un paisajista original y romántico. Sus cuadros están vistos a través de un simbolismo melancólico, que los hace en extremo interesantes. Más que brillantes copias de la naturaleza, sus paisajes tienen un colorido algo convencional pero muy decorativo y lleno de personalismo. Expone catorce cuadros, entre los que sobresalen “Otoñal”, “Atardecer”, “Melancolía” y “Hora de Calma”.

Ese mismo año, en el mismo Salón Hispania, celebró una exposición de arte decorativo junto a la artista y hermana Aurora Gutiérrez Larraya, que mereció encendidos elogios en la prensa de la época.

Joven

 

Participó en la Exposición de Arte Decorativo de 1911, donde presentó un álbum con apuntes y ensayos decorativos que para el redactor del diario La Mañana, eran…”verdaderos aciertos unos y loables ejemplos de laboriosidad y buen gusto. Los tanteos que algunos de esos estudios descubren prueban bien a las claras que este muchacho procura honradamente conquistar el secreto de la estilización decorativa de las formas naturales frente al modelo vivo, en vez de consagrarse a la blanda copia de culauqier artista extranjero, cosa que sabéis es moneda corriente. La cubierta de este álbum, aplicaciones sobre terciopelo, revela, por la sencilla exquisitez, la mano de la señorita Gutiérrez Larraya, hermana del expositor por lo visto y que, como él, se ha hecho acreedora en este certamen a un más alto premio que el conseguido”.

Apenas terminó sus estudios, contrajo en secreto matrimonio con Ana Planas Codoñés, hija de una adinerada familia catalana, regresando al poco a Santander, pero con continuos viajes a Madrid.

Consiguió Premio de Aprecio en la Exposición Nacional de Artes Decorativas e Industrias Artísticas de 1913, año en el que figuraba como crítico de arte en la publicación mensual Mercurio.

En 1913 expuso junto a su hermana, y también socia de la AEPE, en los salones del Círculo de Recreo de Santander, en una muestra de arte decorativo que mereció los elogios de la crítica y el público.

Vaquer, en el diario La Época, escribe que …”la opinión… se rinde, admirada, ante el arte exquisito de los hermanos, nacidos en la montaña de Santander, que son más conocidos en Alemania, Francia y Bélgica, que en nuestro país. Su concepto artístico es la íntima unión de lo bello y lo útil. El artífice que de un objeto útil hace un objeto bello, se acerca más al ideal que impone la vida moderna que el artista que produce una hermosa obra estéril. Los grandes maestros del Renacimiento así concibieron el arte y los hermanos Larraya, siguiendo su ejemplo, con notable maestría de técnica, dedican sus aptitudes artísticas a la decoración de toda clase de objetos. Aurora G. Larraya dibuja de una manera exquisita, y trabaja los metales, modela y repuja los cueros, talla el asta y el carey, borda y pinta con rara perfección. Su afán para conocer procedimientos decorativos no tiene límites, y de investigación en investigación ha ido encontrando maneras nuevas de expresión artística. Las más diversas materias se moldean dócilmente en sus manos, estilizando flores, plantas e insectos, que adquieren vida en bronces, telas y pergaminos. Su hermano Tomás, de gran potencia imaginativa, lucha constantemente para conseguir la mayor simplicidad en sus traducciones del natural. Solo a línea de pluma, continua y segura expresa todo el encanto de un jardín (Par Monceau de Paris) y la poesía de un paisaje montañés (La Pobladara). El arte de Tomás Larraya, como ilustrador de libros, es moderno y completo; su técnica, insuperable, por la sencillez y precisión. De la Naturaleza coge solo la línea esencial, la única, y le basta y le sobra para dar una sensación completa de arte y de vida. Su colección de dibujos de paisaje a pluma, «exlibris», estudios al pastel y al temple, son de interés grandísimo para los que siguen con atención el desenvolvimiento del arte de la ilustración «Salmo a la novia perdida» y el libro, con versos de Guerra Junqueiro, «La lágrima», son muy bellos ejemplares de ilustración moderna. Tomás Larraya reside habitualmente en Paris, y se dispone en la actualidad a recorrer España, buscando su arte popular para aplicarle a la decoración, a fin de contribuir así el renacimiento de industrias artísticas que florecieron un tiempo en nuestra Patria, y que hoy se ven casi extinguidas”.

Mundo Gráfico, 1915

 

En 1914 participó en la exposición que la Asociación de Pintores y Escultores organizó en la Galería de Arte de Brighton, junto a artistas como Muñoz Degrain, Moreno Carbonero, Sorolla, Aniceto Marinas, Benlliure…

Dibujo técnica mixta, 1914, Mazcuerras, Cantabria

 

En junio de 1915 realizó una exposición de dibujos y pinturas en el Ayuntamiento del Astillero, de donde era originario su padre.

Ese mismo año, recibió el encargo de decorar los baños del Palacio de la Magdalena, residencia real de verano en la que la familia regia disfrutó de ellos entre 1913 y 1930.

 

Además, decoró el techo de la sala del palco real que el nuevo Casino de Santander había reservado para sus ilustres huéspedes, donde reflejó su espíritu refinadamente artístico, sano y ponderado, brillante de colorido.

Estos trabajos le brindaron la oportunidad de trabar amistad con Alfonso XIII, que se ofrecería como padrino de la hija primogénita del matrimonio, a la vez que se iniciaron los trámites para la concesión de un título nobiliario: Conde de Larraya.

En 1915 los hermanos Gutiérrez Larraya organizaron una nueva exposición conjunta en el Salón de Arte Moderno de la calle del Carmen de Madrid.

Mundo Gráfico, los hermanos Larraya en 1915

 

La revista Mundo Gráfico les dedicó una página completa firmada por José Francés, quien fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, con varias fotografías de los artistas y sus obras. Para el crítico, la exposición de los …”maestros en el arte decorativo con modernísimas y prácticas aplicaciones… Los hermanos Aurora y Tomás Gutiérrez Larraya presentan cerca de noventa obras… Tomás presenta mayor número de obras y en tan diversa variedad de ellas como de estilos y procedimientos… es Tomás un alma que salta de la febril actividad de París o de Londres a la paz suave y melancólica de una aldea montañesa, que intenta saciar su sed de belleza escribiendo versos, bordando un tapiz, pintando paisajes o simbolizando el dibujos propios la obra ajena… los envíos más numerosos son los que se refieren a la ilustración editorial y los paisajes interpretados con mucha fortuna y con una gran sensibilidad emocionadas… se destacan además las nueve ilustraciones de la bellísima poesía de Junqueiro… y los ex-libris de varios escritores, muy exactos de psicología y muy bellos de procedimiento. En los paisajes el temperamento soñador y exquisito de Gutiérrez Larraya se amplifica y se funde con la naturaleza… pasa de unas notas vibrantes a las plácidas. En unos llega a un simplicismo, a una estilización tales, que bastan las líneas sobre el papel blanco para sentir sensaciones de luz y color; en otros predomina una sola nota, pero con una maestría valorada y graduada en distintos matices dentro de la armónica graduación total que suspende y maravilla”…

Pocos meses después, fue contratado por el diario El Debate  como crítico de arte, publicando una serie de artículos que levantaron mucha polémica y le acarrearon serios problemas legales, lo que motivó que en diciembre de 1915, el matrimonio marchara a París.

Mundo gráfico 1915 ilustración editorial

 

Por el diario El Cantábrico sabemos que llegaron a la ciudad francesa con solo tres francos, malviviendo hasta contar con algo de dinero, que les permitió vivir con más comodidad y a Tomás, volver a la pintura.

Tras un viaje a Londres regresaron a Madrid, obligados por su mal estado de salud, fijando su residencia en un entresuelo de la calle de Ponzano, junto al Parque del Oeste, donde se dedicó a trabajar en distintos proyectos.

Allí nacieron sus  cuatro hijos: Aurora, Juan Antonio (Madrid 1918-2012, arabista y traductor de la Universidad de Barcelona especializado en lengua árabe); Federico (Madrid, 1919-2004, Director de fotografía que trabajó en películas y en Televisión Española y que en 1996 obtuvo un Goya de Honor); y Aurelio (Madrid 1921-1992, Director de fotografía y técnico iluminador de Televisión Española junto a su hermano, que trabajó también en el cine con directores como Luis García Berlanga).

El Heraldo de Madrid, 1917

 

En el Heraldo de Madrid de 1917, Blanco Coris nos describía cómo era su casa …”un nido coquetón donde hasta las pantallas de las lámparas eléctricas están artísticamente decoradas. Sobre las cabeceras de las camas se ven marcos de formas originales con pergaminos pintados con imágenes de la Virgen y de Cristo. Álbumes con estudios de flora y fauna, abecedarios, carnets, anuncios, carteles… Gutiérrez Larraya extrae el motivo y lo aplica sobre el objeto industrial, el mueble o la decoración mural. Como obras notables realizadas por el artista, citaremos la joyería de Agüero, en El Sardinero de Santander, el comedor para niños enfermos del sanatorio de Pedrosa… nada tiene que envidiar a los artistas ingleses y vieneses cuyos proyectos de decorado de habitaciones publica… el artista se nos muestra con estilo personal ligero y de buen gusto, que copia siempre del natural, estilizándole. Como pintor, apreciamos en este artista una gran cualidad: la de preparar el paisaje en tonalidades determinadas casando las tintas en entonación armoniosa, muy característica para la aplicación mural… es lo que se llama un artífice moderno… siente, concibe, proyecta y manufactura sus obras y lo mismo trata la pintura y el dibujo, que repuja, patina y pirograba en cuero. Su casa es un pequeño almacén de bibelots artísticos y de cosas extraordinarias, que patentizan una figura de artista sui generis”.

Su estancia en Madrid le brindó nuevas oportunidades para exponer y así entró en contacto con la vanguardia artística, promoviendo además la publicación de la revista cinematográfica Gran proyector.

Una imagen aparecida en La Esfera, en 1918

 

En 1918 participó en el cuarto Salón de Humoristas, al que concurrían artistas de toda España, y en otra realizada en el salón permanente del Círculo de Bellas Artes que agrupaba 135 obras de pintura, escultura, grabado y dibujo.

ABC 1918, exposición de los hermanos Gutiérrez Larraya en el Ateneo de Madrid

 

En junio de ese año celebró también una exposición de sus obras en el Salón Mateu bajo el título de “Hojas de álbum”, en la que presentaba “paisajes simplificados hasta el máximum de la posibilidad, dentro de una estilización verdaderamente exquisita, en los que Larraya, además de ser maestro consumado, no tiene rival”.

La Esfera, 1918

 

A finales de 1918 José Francés, bajo el pseudónimo de Silvio Lago, publicaba en La Esfera una página dedicada al artista decorador Tomás Gutiérrez Larraya, acompañada de una fotografía del artista y de tres más de algunos de sus trabajos, y merecía la honda admiración del crítico.

El artículo venía justificado por las exposiciones celebradas en el Ateneo y el Salón Mateu que había realizado el pintor. En él, declara que sus paisajes …”simplifican las formas y los colores con agudo espíritu de observador y contagioso sentimentalismo de poeta. Su preparación de dibujante ilustrador, de ex librista, de artista que ornamenta libros y muros, facilita esta simplificación expresiva con que reproduce los espectáculos naturales. Paisajes que tienen un extraño poder sugeridor y una espontánea frescura de fugaz impresionismo… esquemático, a tintas planas, a líneas geométricas… que poseen la solidez del paisaje total… encontramos la benéfica influencia de los japoneses en estos paisajes decorativos… les dota de un prestigio ya sancionado… indiscutible fuerza evocadora, la indudable fidelidad que tienen la interpretar cielos, campos y ciudades españolas… se ha formado artísticamente. Primero en Cataluña, luego en Francia, después en Munich… colaboró en revistas francesas y alemanas… y al volver a España… surge el paisajista, un paisajista ajeno a los conceptos tradicionales del paisajismo, un paisajista de enorme potencialidad emocional y de una disciplina técnica muy equilibrada para dosificar y especializar esa potencialidad”.

Participó en el Salón de Humoristas de 1920, colaborando con artículos firmados junto a su hermana, en distintas revistas y diarios en los que el arte decorativo era el tema principal.

El Pueblo Manchego, 1920

 

Pero ese mismo año, y víctima de una rápida enfermedad, fallece Aurora, que era profesora de la Escuela del Hogar y reconocida artista.

Ilustrador de novelas, sus artículos y dibujos están presentes y son portada en publicaciones prestigiosas como La Esfera, El Heraldo de Madrid, Blanco y Negro… sus carteles anuncian acontecimientos o publicitan marcas.

Mi revista, 1920

 

En 1922 la revista Nuevo Mundo publicaba un artículo de José Francés dedicado al pintor con motivo de su exposición en el Círculo de Bellas Artes de Murcia, en el que se hacía un repaso de su vida artística: …”hace veinte años se asomó a la feria y a la peregrinación de las artes españolas… usaba ya el chambergo negro, el traje de pana, la chalina flotante, la cartera grande de dibujos y las sortijas extrañas… los gabanes ansiosos de ser manto y el monóculo sin pretensiones dandystas… en la frente… pensamientos generosos de infantilidad y apasionados de lirismo… tertuliante de grupos estéticos sin sufrir el contagio de la pedantería ajena; contribuyente entusiasta a las normas nuevas sin mercadería de sus obras por las medallas o los beneficios de la burocracia… la obra de Larraya tuvo desde el primer instante una eficacia honda… funda escuelas, orienta prosélitos y da al arabesco de su trayectoria líneas cada vez más nuevas, y las antiguas cada vez más depuradas”…

Nuevo Mundo, 1922

 

En 1924 obtuvo la Tercera Medalla en Arte Decorativo en la Exposición Nacional de Bellas Artes.

Nuevo Mundo, 1922 exposición en el  Círculo BBAA de Murcia

 

En 1925 sus obras se publicaron en una recopilación bajo el título de “Gutiérrez Larraya y su obra”, en la que artistas y escritores como Ramón Gómez de la Serna, gran amigo, comentaban algunas de ellas.

Sus xilografías decoraron el primer establecimiento de Perfumerías Julià en Barcelona.

En 1925 consiguió la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Artes Decorativas celebrada en París.

En 1926 realizó una exposición de paisajes junto al artista argentino Ernesto Riccio y a los caprichos grabados en mármol de Leopoldo de Silva Rivera en el salón del Círculo de Bellas Artes. Gutiérrez Larraya presentó 34 paisajes “luminosísimos y de gran fuerza decorativa”.

La Nación, 1926

 

En 1927 participó en la Exposición Internacional de Arte de Monza.

En 1930 fue distinguido como Socio de Mérito del Ateneo de Santander.

En los años treinta, la familia se trasladó a vivir a Barcelona, siendo nombrado profesor de la Real Academia de Bellas Artes de San Jorge. Entre 1935 y 1937 fue miembro del Comité Cinematográfico de la Generalidad de Cataluña.

El artista en 1936

 

Allí compró la finca del Turó del Putxet, situada en las afueras de Barcelona, desde donde trabajaba en el que fue uno de los proyectos más importantes de su vida, la creación de una revista especializada en cine, que tomó por nombre Filmes Selectos y que llegó a publicarse durante casi veinte años.

El artista en su estudio, fotografiado en 1936

 

Por su contribución al mundo cinematográfico, en 1955 fue nombrado Presidente de la Agrupación de Escritores Cinematográficos de Barcelona. Poseía un gran archivo de cine, que cedió a Delmiro de Caralt, uno de sus mejores amigos.

Ya viudo y sumido en una inmensa tristeza, falleció en Barcelona el 7 de agosto de 1968, cuando contaba con 82 años.

Como escritor, destacan varios manuales profesionales de pintura, publicados en la colección de Manuales Técnicos de la Editorial Messeguer, bajo los títulos “Xilografías”, “Cueros artísticos” y “Técnica de estampación”.

Como pintor, sus obras pueden verse en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander, en el Museo de Murcia, en la Real Academia de Bellas Artes de San Jorge

De forma anecdótica, participó como actor secundario en alguna de las películas en las que trabajaban sus hijos Federico y Aurelio.

Su nieto Federico, es un prestigioso cardiólogo madrileño.

De carácter simpático y afable, era un personaje entrañable que sabía ganarse el afecto de quienes le rodeaban.

Técnica del dibujo y la pintura de Tomás Gutiérrez Larraya

Tomás Gutiérrez Larraya y la AEPE

Socio de número de la Asociación de Pintores y Escultores en 1910, con número de adhesión 159. Fue vocal de la Junta directiva en 1921.

En marzo de 1921 se hizo cargo de la Gaceta de Bellas Artes junto con Lorenzo Aguirre, pero dimitió el 22 de noviembre de 1921.

No consta su participación en Salones de Otoño.

 

Justa Pagés

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Justa Pagés

PAGES GONZALEZ BALANDRES, Justa            P            1944                             1915             MADRID                             MADRID

 

La muralista Justa Pages González Belandres, era natural de Madrid, si bien su familia debía proceder de la vecina localidad de Paracuellos del Jarama.

De Justa Pagés se conocen pocos datos personales, aunque sabemos que tenía una hermana llamada Teresa y trabajaba en el Instituto Nacional de Previsión perteneciente al Ministerio de Trabajo.

En algunas referencias se cita que era natural de Madrid, y que había nacido en 1917. Sin embargo, en la ficha de inscripción en la Asociación de Pintores y Escultores consignó como fecha de nacimiento la de 1915. Si hubiera sido al revés, tomaríamos como referencia la de 1917, por eso de que quizás la coquetería femenina le hubiera hecho quitarse algún año, pero nos parece más lógica tomar la de la entidad, expresada por ella misma.

Poco más sabemos de su infancia y adolescencia, salvo que se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y que a lo largo de su vida residió en la calle Rodríguez San Pedro, antiguo 64 y 70 moderno, de Madrid.

En 1941 se presenta a la Exposición Nacional de Bellas Artes con el cuadro titulado “No todo es coquetería…”, que merece menciones especiales en la prensa al ser considerada obra de una autora “no exenta de cualidades… ya en el modo de pintar, de grabar o de esculpir de ella”…

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1943 presentó una estampa de ilustración que era un tríptico titulado “Regina Pacis”.

En 1944 en el antiguo Lyceum Club se instaló el Centro Cultural Medina, en el que la Sección Femenina se encargó de realizar exposiciones renombrándose como Círculo Medina. Ese año, organizó una exposición que se inauguró primero en los salones de El Escorial y posteriormente se trasladó a Madrid, en la que se exhibieron 70 obras de artistas como María del Carmen Álvarez de Sotomayor, Pilar Largarde, Aurora Mateos, Marisa Roësset, Rosario de Velasco, Justa Pagés y Eulalia Luna entre otras.

En el año 1947 se organizó otra exposición de arte llevada a cabo por la Delegación Nacional de la Sección Femenina de FET y JONS en el Círculo Cultural Medina, que permaneció abierta entre los días 2 y 16 de abril. Entre las artistas que figuraron encontramos a María Del Carmen Álvarez de Sotomayor, María Josefa , Pilar y María del Rosario Álvarez de Sotomayor, Pilar Barrera, Pilar Carrillo de Albornoz, Tere Font, Josefina Gallo, Irene Gracia, Pilar Gracia, Ana María Jurado, Emilia Lagarde, Merche Leza, Aurora Lezcano, Marquesa de O’ Reilly, Eulalia Luna, María Josefa Luna, Sofía Morales, Justa Pagés, Amelia Portella, Marisa Roësset, Maruja Rodríguez de Aragón y María Ana Rojas.

Fue en ese mismo año en que Justa Pagés realizó una Exposición en los Salones Macarrón de Madrid, exhibiendo composiciones religiosas, figuras y bodegones.

José Francés firmó una reseña en La Vanguardia con motivo de esta exposición, en la que decía que …” Justa Pagés muestra en las Salas Macarrón un vigor masculino, un rigor robusto. Grandes lienzos de composición, retratos, temas místicos. Aquí hallamos una capacidad fuerte, expresiva e incisiva. El afán creador disciplinado por un feliz aprendizaje de la forma y del color.  A veces es casi áspero de tan penetrante ese afán realista de Justa Pagés. Para ella, el postimpresionismo se viriliza de naturalismo, de terrible preocupación realista. El modelo humano encuentra en ella tenaz, exigente interpretación. Me parece uno de los más recios artistas de nuestro tiempo, aunque a muchos les parezca ver ausencia de sensibilidad peculiar femenina”.

«Melodía estival «del 23 salón de otoño

 

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1948 estuvo presente con una composición de tipo mural. Ese año participó además en el Salón Nacional de la Acuarela que organizaban los Amigos del Arte, destacando el diario ABC …”en la pintura de figura, el escorzo en enérgico modelado de Justa Pages”…

En el XXIV Salón de Otoño de 1948 obtuvo la Primera Medalla.

En 1949 su obra estuvo presente en la Exposición de Arte, Pintura y Escultura Modernas, Arte Retrospectivo y Carteles que se celebró en Sevilla, en el pabellón de Perú.

Participó también en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1950, en cuya crítica,  Manuel Prados López señaló que …”No queremos dejar de citar obras que justifican esencialmente el prestigio del certamen. Así, recordamos: “Títeres”, de Justa Pagés”….

En 1952 participó en la Bienal de Dibujantes, Acuarelistas y Grabadores Españoles y Americanos que se celebró en el Palacio de Cristal del Retiro.

Ese mismo año, en la Exposición Nacional de Bellas Artes, Camón Aznar aseguraba de su obra que …”El gran lienzo de Justa Pagés es de un audaz sentido historial, compuesto como un friso, pero con el fallo de los cuadros modernos de tema religioso. Mientas los personajes del séquito evangélico se hallan efigiados con normales carnaciones, la figura de Jesús decae y se desvanece en flojos rasgos de la más lacia cinografía”…

Sin embargo, la obra titulada “Pasaje evangélico” que tan poco gustó a Camón Aznar, mereció Medalla de Tercera Clase, según publicó el BOE, pese a que en distintos diarios de la época, figurara que había conseguido la Medalla de Primera Clase.

José Camón Aznar firmaba una pequeña crítica en el ABC de noviembre de 1952, con motivo de otra exposición que la artista realizó junto a Fernando Briones y Juan Mirasierras, en la que apunta que “En los cuadros de Justa Pagés hay que consignar, como su principal virtud, un dibujo muy firme y de líneas amplias. Pero su pintura es dura, con un empaste monótono y opaco. Lo más estimable de estos lienzos es su concepción sólida y corpulenta, que en alguna composición modela fuertes volúmenes. Es lástima que las masas de color que los cubren resulten tan apagadas y faltas de calidades. Este arte quizá se vitalizaría si se le diera una mayor importancia a la luz, matizando sus efectos y aligerando la sequedad cromática con brillos más fugaces”.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1954, el ABC destaca que  …”en el cuadro de Justa Pagés, las formas son en exceso sólidas y de maciza corporeidad”.

Mujer trabajando. Justa Pages. Fototeca_MORENO

 

Justa Pagés fue una de las artistas que realizó distintas obras para el Instituto Nacional de Colonización.

El Instituto para la Reforma y el Desarrollo Agrario (IRYDA), que antes se llamaba Instituto Nacional de Colonización (INC), se creó en 1939 como  instrumento de la nueva política agraria, dependiente del Ministerio de Agricultura. La estrategia política sustituía la  redistribución de la tierra por una política de colonización  basada en la transformación del medio rural que permitiera asentar en pueblos de colonización un campesinado autosuficiente.

Su incidencia social, económica, agronómica y paisajística fue innegable. En la comunidad científica hay unanimidad en la relevancia de la obra arquitectónica de la política de colonización, expresada fundamentalmente a través de la construcción de más de 300 nuevos pueblos en toda España, situados en las cuencas de los ríos, suponiendo la actuación urbanística más importante de las realizadas en el medio rural en España en el siglo XX.

Cada uno de esos pueblecitos contó con una nueva parroquia, cuya decoración estuvo a cargo de alrededor de 70 artistas como Manuel Millares, Pablo Serrano, Manuel Rivera, Manuel Herández Mompó, Arcadio Blasco, Amadeo Gabino, Rafael Canogar, Manuel Mampaso, Antonio Suárez, Antonio Valdivieso, José Luis Sánchez, Carretero, José Vento, Isabel Villar, Menchu Gal, Justa Pagés, Teresa Eguíbar, Pablo Serrano Delhy Tejero, Arcadio Balsco, los hermanos Atienza, Antonio H. Carpe, Julián Gil, José Luis Vicent, Antonio Povedano …

La iglesia desempeña un papel fundamental en el panorama español de la posguerra, por ello, una de las partes más importantes y más representativas de estos nuevos pueblos de colonización van a ser sus iglesias; unos edificios que fueron dotados de los elementos necesarios para llevar a cabo los rituales religiosos: mobiliario litúrgico (mesas de altar, pilas bautismales, pilas para el agua bendita, confesionarios, lámparas, veletas, campanas, etc.) y otros elementos donde cabía una mayor intervención de los artistas plásticos (pinturas, esculturas o mosaicos), todo ello regido por las pautas de funcionalidad y síntesis.

Al tratarse de obras construidas de nueva planta, la dotación del INC debía ser completa. Esto ayuda a la realización de la “obra de arte total” que se buscaba recuperar en los años ’50, a lo que se une el interés en la posguerra por volver a usar las técnicas tradicionales, condicionados por la situación que se vivía, en la que los materiales tenían que ser por necesidad los de la tierra y las técnicas artesanales, volviendo al trabajo tradicional y permitiendo la integración de las artes.

El INC siempre defendió unos valores estéticos avanzados, como la introducción de la abstracción, gracias a José Luis Fernández del Amo, Director del Museo Nacional de Arte Contemporáneo, que a la vez era arquitecto del Instituto desde 1947, siendo él mismo el que recomendó a las autoridades el encargo de murales y esculturas al gusto de la nueva estética que no fue entendida por todos, lo que llevó a que muchos obispos no quisieran bendecir algunas obras, retirándolas o destruyéndolas en el peor de los casos. Aunque la realidad es que no todo fue arte de vanguardia.

Para Fernández del Amo, si la arquitectura tomaba conciencia de su responsabilidad en la formación de un ambiente que mejorara la condición del medio y aportase alegría de vivir del hombre, una buena parte había de corresponderle al arte, siendo el arte religioso, en palabras de José Luis Sánchez, el único arte social aplicado que se podía hacer en España entonces.

Una de estas manifestaciones, ligada indisolublemente a la arquitectura, era la pintura mural, entendida como superación de la pintura de caballete y portadora, además, de un destino social. Desde las páginas de la Revista Nacional de Arquitectura se insistía en que había que romper la división de funciones y el arquitecto debía ser a la vez muralista, una idea de arquitecto total que concibe toda la obra completa, desde la arquitectura hasta su decoración y acabado final.

Las bases de esta nueva pintura mural eran el realismo y la religiosidad. Con el muralista José María Sert, se iniciaba una labor de muralismo que seguirían maestros como Daniel Vázquez Díaz, Ángel Carretero, Francisco Farreras, José L. Gómez Perales, Manuel Villaseñor, Justa Pagés, Carlos Lara, Delhy Tejero, Manuel Mampaso, Javier Clavo, etc., siendo los años 50 la década más importante para el muralismo.

Justa Pagés pintó retablos y murales en siete pueblos de Badajoz, de Cuenca y de Toledo.

Según ella misma confesó en una entrevista, su trabajo fue muy gratificante para ella y no tuvieron que convencerla con la promesa de unos billetes para que pusiera manos a la obra, “Lo hubiera hecho gratis”, asegura y piensa que, si tuvo muchos encargos, fue “porque yo no he sido muy vanguardista, sino más bien realista. Había gente que se reía de lo moderno, que no les gustaba y, entonces, me preferían a míSiempre están en contra de lo que se hizo en tiempos de Franco, todo lo critican, hasta los pantanos que se hicieron entonces. Antes no se pensaba en política ni nada de eso; ahora, todo es política”.

En Toledo, y para Talavera la Nueva, una entidad local menor perteneciente al municipio de Talavera de la Reina, pintó el Retablo de la Iglesia parroquial de San Francisco de Asís.

Retablo de Talavera la Nueva

 

En Badajoz realizó los siguientes trabajos:

En la pedanía de Novelda del Guadiana, y para la Iglesia parroquial de Santa María Magdalena, Justa Pagés realizó un tríptico del evangelio alusivo a la santa con La crucifixión de Jesús en la cruz, en el centro y de mayor dimensión, y otras dos menores de la unción de los pies de Jesús en Betania y la aparición de Jesús Resucitado.

Retablo de Novelda del Guadiana

 

En la pedanía de Sagrajas, en la Iglesia parroquial de La Asunción de Nuestra Señora, pintó el retablo.

Para la Iglesia parroquial de La Sagrada Familia de la localidad de Valdelacalzada, en 1951 realizó un mural al temple con el tema de la Natividad, que recrea la adoración al Niño Jesús.

Retablo de Valdecalzada

 

La perspectiva que conforman las figuras laterales centra la atención en la Sagrada Familia, en una composición académica, de trazo firme pero con una paleta de colores apagados y poco definidos, con dos ángeles arrodillados que portan filacterias. Se distinguen dos pasajes: La Adoración de los Pastores que portan ofrendas (una gallina, ovejas y alimentos) en primer término y El Nacimiento de Cristo bajo una choza de madera y paja ocupando el segundo plano. Como fondo se plantea un recinto amurallado y en último término se reconoce, sobre una colina y entre un cielo nuboso, un Calvario. Sobresale la calidad artística y el estilo realista de la obra. Presenta un dibujo preciso y académico; los colores acentúan el potencial expresivo del conjunto.

Para la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe, de las Gargáligas, una entidad local menor cercana a Don Benito, y dentro del Plan Badajoz, realizó dos grandes tablas de la Adoración de la Virgen, hoy en paradero desconocido, que componían el retablo, y que conocemos gracias a una fotografía del Centro de Estudios Agrarios de Mérida y a las facilitadas por matrimonios del pueblo durante su boda. El retablo iba montado sobre una sencilla estructura de hierro y mostraba, bajo la imagen escultórica de la Virgen de Guadalupe, una tabla con dos querubines, y en los laterales, con mayor formato, ángeles orantes proyectados en perspectiva y con los brazos alzados hacia la Virgen. Su morfología, aunque muy dinámica, presentaba un tratamiento algo más académico que el resto de artistas, y es común a los retablos más complejos pintados por ella.

Retablo de Gargálidas

 

Para la Iglesia parroquial de San Miguel de la localidad de El Torno, municipio perteneciente al Valle del Jerte, en Cáceres realizó el retablo de San Miguel,  que según la historiadora Ricarda López, “es bellísimo, de una gran calidad y modernidad”, y que “está firmado por el escultor José Luis Vicent y la pintora Justa Pagés en 1949. Concebido como un tríptico representa en su calle central, en alto relieve, al arcángel San Miguel pisando el dragón; y en las a las cuatro pinturas al óleo con escenas del sacrificio de Isaac, la resurrección de Cristo, la expulsión del paraíso de Adán y Eva y la Coronación de María.

Retablo de la Iglesia de El Torno

 

Después de estos trabajos, sabemos que fue una de las artistas que participaron en un proyecto muy especial: el libro de escritoras más caro de la historia.

Es un ejemplar único en el mundo, encuadernado en piel, en un estuche con piedras y metales preciosos, y que solo un puñado de personas han podido leer

 

Estamos hablando de un libro en tapa dura de piel con seda y raso naturales, con piedras preciosas, platino, oro y plata, zafiros y rubíes; del que solo existe un ejemplar así en el mundo; y que se regaló a Fabiola de Mora y Aragón con motivo de su matrimonio con el rey Balduino de Bélgica, convirtiéndose así en la Reina Belga.

Para su boda, la escritora Juana Marín decidió elaborar un libro homenaje a esta española; la idea le vino de un columna del poeta Raimundo de los Reyes, a quien luego pidió que escribiese el epílogo para el libro.

El proyecto consistía en solicitar a escritoras —y mujeres destacadas en general— que enviasen textos; al mismo tiempo solicitó a dibujantes y pintoras que proporcionasen ilustraciones para acompañar los cuentos y poemas. No era necesario ser escritora, tan solo enviar un cuento o poema y se seleccionarían los mejores.

La cantidad de obras recibida fue inmensa, y se realizó una criba nada despreciable para dar lugar al tomo, de 367 páginas de extensión, lleno de poemas, cuentos, canciones, incluyendo partituras, para las cuales se contó con compositores, e ilustraciones.

Se costeó con las contribuciones recibidas de participantes y demás donantes y, en gran parte, con fondos de la misma Juana Marín y su marido.

El veintitrés de mayo comenzó la encuadernación, obra de Antonio Valencia, en piel de cabra color esmeralda con guardas de seda natural. El estuche que contiene al libro es de la misma piel forrado de raso natural color marfil.

Para rematar la encuadernación y el estuche se llevó a la joyería Villanueva y Laiseca donde le añadieron cantoneras de plata con rubíes sobre oro, el cierre lleva un zafiro, también sobre oro, y en la cubierta tiene una corona real de oro y platino con cinco brillantes, tres esmeraldas, dos rubíes y cuatro esmaltes; los dibujos sobre la piel son de oro y plata y la llavecita es de plata dorada. Así, el uno de junio se terminó la fabricación de este libro y se presentó durante la XX Feria Nacional del Libro en Madrid.

A Fabiola de Mora y Aragón se le entregó en Bélgica, en el palacio de Laeken, la nochebuena de 1961.

Justa Pagés fue una de las ilustradoras.

A partir de estas fechas, poco o nada se sabe de ella, más que dejó de pintar y se dedicó a su familia.

El salvado de las aguas del 22 salón de otoño

 

Justa Pagés y la AEPE

En el XVI Salón de Otoño de 1942 participó con la obra

179.- Calma, óleo

En el XVII Salón de Otoño de 1943 participó con la obra

276.- Otoño, óleo

En el XVIII Salón de Otoño de 1944 participó con la obra

103.- Costureras, óleo

En el XIX Salón de Otoño de 1945 participó con la obra

164.- Trotamundos, óleo

En el XXI Salón de Otoño de 1947 participó con la obra

30.- El Tocado, óleo

En el XXII Salón de Otoño de 1948 participó con la obra

106.- El salvado de las aguas

En el XXIII Salón de Otoño de 1949 participó con la obra

188.- Melodía estival

En el XXIV Salón de Otoño de 1950 participó con la obra

14.- Eva, óleo

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

 

El dibujo: Pedro Martínez Sierra

 

El seis de octubre se inaugura en Ávila, Palacio Los Serrano, una retrospectiva del dibujo de Pedro Martínez Sierra, propuesta por la Fundación Ávila. Coinciden en ella dos hechos insólitos: una institución que apuesta por el dibujo y una obra fundamentada en el desarrollo de su esencia. En medio del naufragio cultural que vivimos, en el mundo del arte, resulta conmovedor encontrarse con este acontecimiento, por lo que felicito a la Fundación Ávila y a sus responsables por hacer posible la publicitación de esta obra excepcional.

 

Autorretrato en fotografía

 

Sin atisbo alguno de ironía o doble sentido. Defender el dibujo es fundamental, no sólo por lo que representa respecto de la configuración de la forma, sino porque se está abonando su desaparición. Encontrar hoy un arquitecto que dibuje o un pintor que lo haga, con prosapia, es empresa arriesgada y dificultosa, cuando no imposible. ¡Hasta catedráticos hay, en una Facultad de Bellas Artes, que estiman más importante saber coser que dibujar! Y no quiero decir más. Por ello y por la entidad plástica que ensalza es importante esta muestra.

El arte está ejecutado por el hombre y es para el hombre. Al margen de toda elucubración, algunas incluso atractivas, el arte se hace para impresionar al hombre, por distintas causas y variados cauces. En consecuencia, hablemos primero del artista, de quien se expresa a través del dibujo, en este caso; luego, de la obra.

Lo que más admiro en Martínez Sierra es su fundada rebeldía. Rebelde de carne y hueso, saboreando el triunfo y el fracaso, el dolor y la gloria, el arcano y el esfuerzo. Todo ser se ilumina en el halo de su misterio. Emotivo, mágico, lúdico, exergónico, cántico. Vuela con el carboncillo tatuando el papel de vida. Es chispa que enciende el fuego, resplandor de lo hondo, el azul del cielo en el fondo del pozo, perito en identificar una cartografía de las emociones.

Siempre tuvo una cabeza caravaggesca, o de efebo dórico, la sigue teniendo, ya de plata coronada. Aquí se muestra un autorretrato fotográfico, soberbio. Se creería que está peleado con el mundo, pero jamás dejó de asirse a la ternura. Trazo puro nervio, fuerza furia fiera, sus huellas dejan surcos y establecen un código de heridas y caricias, de cuerpos contorsionados, listos para saltar, pero contenidos en el fulgor de su viveza. Impulsivo, decisivo, resuelto, convulso, es el hombre camusiano penitente, fedatario, confidente del hermetismo. Brillante, arbitrario, augural, deslumbrante en sus zigzagueantes decisiones plásticas.

Diríase más alto de lo que es, ascensional, sarmentoso, impetuoso, pólvora que estalla en una ambueza de jazmines. Un punto seco, cortante, distante, adusto, como si tuviere necesidad de construir un escudo para proteger su intimidad, donde un rescoldo cenagoso aviva su mordacidad y su claridad entre las sombras; sus dudas y sus certezas. No dibuja lo que sueña, dibuja para soñar, para inaugurar esquejes a las sensaciones.

“La bicicleta”, 100×70 cm, dibujo a carbón y lápiz conté, 1981

 

Siempre a caballo del recuerdo y la esperanza, del escozor y la ansiedad, de la desazón y la intuición, de la luz y las tinieblas, del rito y del mito, de la aspereza y la meguez. Destino contradictorio para un corazón claro, transparente, lacerado, hambriento de darse al por mayor, pero condenado a gotear secretos expresionistas, a buscar a tientas la realidad. En la noche de su adolescencia se fragua la ambición de su madurez.

Aislado, huido, secluso, iba para galeno, pero su rebeldía nazarena acabó inventando formas al sufrimiento, al amor, a las contiendas que los hombres se empeñan en prolongar sin porqué. Administrador del espacio, hace que los cuerpos y las almas se retuerzan exornando imperiosos el carnaval del tiempo; cuerpos y almas que se purifican en el crisol de su idiolecto. Apabullante, sobrado, tímido, en guardia, en celo.

El gesto y la mirada le delatan, no puede fingir, es fieramente humano, duro e imbele a un tiempo, porque aquel que viene del dolor nunca deja de ser vulnerable, nunca dimite, aunque sueñe que es un minotauro, aunque sueñe, aunque tenga todo el derecho del mundo a aparentar una solidez, que termina siendo deleznable.

El trazo sagaz, limpio, impío o benevolente; la mano dúctil a los dictados del cerebro. El corazón es aquí un invitado que se altera o se sosiega sin variar el curso de la sensación. En la agresiva sintaxis de su expresividad, pasamos sin solución de continuidad del endecasílabo al verso de pie quebrado, de la caricia al filo de la navaja, del calor al frío, del sol a la nieve.

El dibujo como un grito, una danza con piruetas y desplantes, exprimiéndose, dándose, girando como un animal que quiere zafarse de la muerte. El dibujo como un manifiesto sin palabras, en cueros, en los huesos, descarnado, histriónico, hirsuto, irónico, agónico. El dibujo no como soporte, sino como juramento, como deseo inconfesable, obsceno y sensual como la lujuria. Lujuria sobria, ascética, provocadora, diáfana, pasional, tal una oración o una blasfemia.

“La contorsionista”, 24×33 cm, dibujo a carbón y lápiz conté, 1990

 

De inicio, el aprendizaje, la ambición de arrancar sus secretos al natural, obsesionado con ir más allá. Desde 1974, sin modelo, profundizando, metido de hoz y coz en descubrir el misterio, en colocarse en las fronteras del paraíso, arañando hasta descarnar para enseñarlo todo, enseñando a vivir en las fronteras

Taxidermistas, equilibristas, palafreneros, izas y rabizas, comblezas y amantes del precipicio. Hombres, mujeres, bestias, bajo el escrutinio del carboncillo, de la perspicacia, analizados sin consuelo ni traición. Escenas que podrían ser retóricas pero que acaban proponiéndose trágicas, anunciando el naturalismo de la poesía esquilea, del expresionismo limpio y duro.

Imágenes látigo, no complacientes, inquisidoras, de esas que meten los dedos en la llaga, sal en las heridas. Y todo ello con la mayor austeridad. Aquí la belleza está en la solercia de la ejecución, en la materialización del proceso, no en el icono; en la manera de destruir la forma para instituir la sensación, en el estilo que deja constancia de un estado de ánimo.

“El sueño del palafrenero”, 24×34 cm, dibujo a carbón, 2004

 

Hay sentimientos y sensaciones que no caben en la estrechez del currículo. Como su decisión de ser cuando lo tenía todo en contra; su pasión por decirse en el dibujo, por mostrarse tal cual y no como parecía. Su soledad en los momentos más festivos, su soledad siempre. La de ser el catedrático de Dibujo más joven de la Complutense. La dedicación de su vida a la docencia del dibujo, el recuerdo de algunos de sus alumnos de que era el único profesor que dibujaba in situ, en la clase, a cuerpo gentil con el carboncillo en la mano.

 Hay sucesos de la vida que no tienen su lugar en una fría relación de hechos. Su participación y dirección de tesis doctorales, su labor en tribunales y jurados, su pertenencia al Comité de ARCO, hasta que no pudo soportar el espectáculo, la confusión de arte y cultura. Son numerosos los textos y ensayos de su autoría, en volúmenes propios o en colaboración acerca del Dibujo. Sus clases, sus conferencias, los galardones recibidos.

“Macaco”, 97×67 cm, dibujo a carbón y lápiz conté, 1989

 

El espectador tiene el privilegio de poder contemplar, en Ávila y hasta el 19 de noviembre, una panorámica de la obra dibujística de Martínez Sierra. Bien es verdad que a zancadas porque las obras están fechadas entre 1974 y 2020, si bien algunas se muestran por vez primera. Pero, son más que suficientes para tomar conciencia de su mundo y conocer su radical expresionismo: su íntima mismidad, su íngrima sensibilidad, la virtud de su línea. No puedo silenciar que la fotografías de los originales se deben a Pedro de Agustín.

En una entrevista que le hice en El Punto de las Artes, 25.II.05, aseguraba: “Dibujar bien no es acertar, es resolver”. Acertar no es lo primordial, tiene connotaciones azarosas, casuales. Resolver alude a establecer un orden conjugando forma y espacio con el tiempo. La fidelidad del dibujo no está en lograr el parecido, sino en mostrar el profundo sentido de las cosas, como definía la poesía James Joyce.

Martínez Sierra no ha hecho más que diez muestras personales desde 1973 al presente. Eso no le ha impedido ser premiado, ni tener una dimensión y una presencia en el dibujo del último cuarto de siglo. Siempre se ha alejado del mercado. Las dinámicas burocráticas no van ni con este hombre ni con esta obra. Pinta al óleo, a la acuarela, a la aguada, pero cuando dibuja se vacía, se atreve a revolucionar: es un transgresor, un chamán de la figuración, un ángel del expresionismo.

Por encima de la admiración a Hans Baldung Grien, a Durero, Goya, Egon Schiele o Balthus, está la fuerza de su carácter, sus demonios interiores que guerrean con la memoria y con los símbolos, con la vida y con la muerte, con la tradición y su renovación. En el colofón de su catálogo de la exposición que hizo con Ángeles Penche, Madrid 2005, colocaba una cita de Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal: “Ten cuidado, cuando expulses a tus demonios, de no expulsar lo mejor que hay en ti”.

“Taxidermista con lince”, 48,05×48,05, dibujo a carbón, 2002

 

Todos vivimos con el peso de nuestra historia y sus avatares, que nadie conoce mejor que uno mismo.  Pedro une el desparpajo visionario de Rimbaud al carácter indeleble de Nietzsche, armoniza la gracia de una mano prodigiosa con los demonios interiores en un discurso genuino, expresivo, profundo, brillante y agónico. Tiene un yatagán de seda en las flores de sus manos.

El dibujo es arte, el arte es hijo de la sorpresa de los sentidos bien afinados, no es ocurrencia, ni milagro, sino conjunción de emociones y necesidades expresivas de las últimas habitaciones del palacio del hombre. El pensamiento ordena para responder, el dibujo conjuga para resolver. Una línea es capaz de retratar el mundo, un carácter, un prodigio, el juego de un mago. Con la austeridad de una línea identificadora no puede competir ni el deslumbre del color.

“Eros y Tanatos”, 24,5×34,5 cm, dibujo a carbón, 2020

 

Los poetas se expresan con palabras, lustrando con ambrosía sus sensaciones; el músico con sonidos; el cineasta con una sucesión calibrada de imágenes; el dibujante con líneas de luz, o bistres, que abren puertas al instinto, a la razón, a la sazón. Tenemos ante nosotros un muro infranqueable, pero queremos traspasarlo, ver la otra orilla, y ahí juega el arte un papel determinante, no por lo que nos muestra, sino por las herramientas que nos facilita para cumplir nuestros retos.

Quien practica el dibujo anhela la perfección, no formal, sino expresiva; la expresión idónea y definitiva. Y sabe que el fulgor no llega cuando uno quiere, sino, a nuestro pesar, cuando se conjugan el cerebro, la mano, la sensación y la sensibilidad y se conjuran para hacer danzar los sentidos con la armonía precisa de la inocencia. Y esos son los territorios que transitan estos dibujos de Martínez Sierra, esquivos, contorsionistas, dolientes, victoriosos o domeñados por sus virtudes originarias.

                                                                                                                   Tomás Paredes

                                   Presidente H. Asociación Española de Críticos de Art/AICA Spain

 

 

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