Edith Aguiar Thiel

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Edith Aguiar Thiel

AGUIAR THIEL, Edith de  P     <1931    RIO DE JANEIRO  MADRID

 

Mujeres españolas, 1930

 

Edith Aguiar Thiel nació alrededor del año 1900 de forma circunstancial en Berlín, donde su padre Joao Fausto de Aguiar, estaba destinado como primer secretario de la embajada de Brasil en la capital alemana.

Aunque su familia era natural de Río de Janeiro, el trabajo de su padre llevó a la familia a viajar por todos aquellos destinos en los que fue reclamado como Guatemala, Berlín, San Petersburgo, Venecia y Londres.

Recibió su primera educación en Francia e Italia, visitando los más importantes museos europeos.

En 1912 la familia recaló en España, siendo su padre el Encargado de negocios del Brasil.

Tras una estancia de dos años, regresaron a Brasil, donde comenzó a estudiar pintura en  la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro, siendo discípula del maestro Baptista da Costa y de los profesores Bernardelli, Chambelland y Amoedo.

Hablaba a la perfección cinco idiomas.

Se la conoce como Edith Aguiar Thiel, Edit María Pinheiro de Aguiar Thiel, Edite María Pinheiro de Aguiar y Edith de Aguiar Thiel.

En 1922 participó en la 23ª Exposición General de Bellas Artes de Rio de Janeiro.

En 1923 obtuvo la Medalla de Bronce del XXX Salón de Bellas Artes de Brasil, y al año siguiente, logró la Medalla de Plata de la 31 Exposición General de Bellas Artes de Brasil.

En 1925 concurrió a la 32ª Exposición General de Bellas Artes de Río de Janeiro, y a las ediciones número 33 y 34 de 1926 y 1927.

En el Salón de Bellas Artes de 1927 obtuvo un premio metálico y animada por sus resultados, continuó sus estudios en Roma y París, en la Academia Julián.  Después, se trasladó a Madrid, ampliando sus estudios con el pintor Gabriel Palencia, que fue luego conservador de los Reales Palacios de España, con Zuloaga, Moreno Carbonero, Ortiz Echagüe y Chicharro, todos ellos socios de la AEPE.

El Imparcial, 1929

 

Mientras vivió en Madrid, residía en la calle Abascal, 32 primero, en Fortuny, 45 y más tarde en la calle Rafael Calvo, 20.

Intérprete de música y admiradora de las danzas clásicas de dinamismo latino de España, tocaba el piano, cantaba con bella voz y bailaba como una verdadera profesional.

En octubre de 1929 inauguró una Exposición de Pintura Brasileña en los salones de la Sociedad Española de Amigos del Arte, situados en el Palacio de la Biblioteca Nacional. Una muestra de 40 obras, de ambiente brasileño en su mayor parte, “de una gama fresquísima y brillante. También figuran en la exhibición algunos cuadros de asunto español y aún madrileño”.

ABC 1929

 

En La Esfera, E. Estévez Ortega escribía lo siguiente: …”Edith de Aguiar nos ofrece también una amplia visión de su país natal, Brasil, y algunos retratos y bodegones. La artista ha recorrido Francia e Italia. Ha sentido la atención pedagógica de Baschet, La Rigal, Pugheon y Bautista da Costa sobre todo, que en su tierra vernácula la enseñó a comprender y a expresar bien los verdes jugosos y opulentos de aquella tierra feracísima.

Un impresionismo moderado, sin audacias, pero amplio de colorido, resplandece en toda su obra. Frente al paisaje, aquel paisaje que tiene siempre una umbría agresiva y lujuriante, la artista siente como un regusto espiritual del color, como una sensual euforia dilatada, y pinta aquellos panoramas, ásperos y encendidos, con la técnica que mejor puede expresarlos. Por eso cuando se reintegra al estudio y se encuentra frente al modelo, para el retrato muestra un clasicismo frío: su dicción es opaca generalmente, y se advierten algunos titubeos.

Le gusta el aire libre y los panoramas de atmósferas limpias, que diría Camile Mauclair. Es entonces cuando se reintegra la artista a su sensibilidad, se recoge en su temperamento, y es cuando sus pupilas, que se extasían ante una naturaleza privilegiada, de rudeza insospechada, de verdes ásperos, de azules violentos, de rojos y cadmios vibrantes, saben ver mejor, y es también cuando su paleta muestra la gozosa explosión de su espíritu, traducido en lienzos luminosos, alegres y de viva entonación.

Su figura es justo comentario en el paisaje, puesto oportunamente para determinar y valorizar la extensión que abarca la visión de la pintora. Rara vez es motivo principal en el cuadro. Pero cuando lo es, como en el lienzo A bonitinha otilde, muestra una firmeza constructivista muy plausible. Está bien entonada la figura de mujer, de color, de rostro y actitud expresivas; el fondo muestra un barroquismo muy decorativo, y está recortado con habilidad. La ciudad, a través de una umbría brillante, aparece en la lejanía envuelta en una sutil bruma, que recorta bien la figura de mujer con unas frutas jugosas; compuesto con un gran sentido decorativo, es uno de sus más acertados lienzos, y es que tiene algunos muy estimables, que la acreditan de experta pintora. Sus bodegones, bien compuestos, tienen las justas calidades, estudiadas con esmero, de los modelos, y finura de matices; requieren mejor la atención de la generalidad, y es donde la artista consigue sus mejores logros”.

En otro medio se leía: …”En Edith de Aguiar hemos de ver, pues, a la par que la artista excelente de sólido prestigio, la representación genuina de la pintura brasileña… Estudios, apuntes, paisaje, figura, composiciones de todos géneros y diversos procedimientos, con predominio del óleo, revelan una sensibilidad nada corriente, muy a propósito para recoger y sugerir los matices característicos de la gran tierra brasileña”…

 

El Imparcial, 1929

 

En el Imparcial, Gil Fillol escribía: …”Femenino, al fin, el temperamento de la pintora brasileña, Edith de Aguiar se manifiesta más sensible que el de los hombres en la percepción de los matices delicados. Sus cuadros… acusan energía y genio hombrunos. Son valientes de trazo y de concepción amplia y fogosa. Un pintor varonil no hubiese interpretado las composiciones con mayor robustez ni hubiera fijado la vehemencia del paisaje con más certeros tonos. Nadie diría qué la pintura de la señorita Edith de Aguiar es obra de mujer, en el sentido en que vulgarmente aceptamos la feminidad pictórica bajo un aspecto tímido y premioso. Y, no obstante, es femenina en cuanto a los matices, en lo que se refiere a la emoción colorista, a la fineza de contrastes, a la gracia expresiva y, sobre todo, a esa sutilidad de ingenio quo sólo el Arte femenino sabe descubrir en los mohines y gestos de la Naturaleza. Los pintores brasileños que conocemos no aventajan a Edith de Aguiar en la briosa comprensión de los temas locales. Y, en cambio, desmerecen a su lado por falta de ponderada compenetración con el ambiente. El pintor viene a ser instrumento musical de escala precaria junto a la sensibilidad de las pintoras, riquísima en gamas, tonalidades y armonías. Aquel imprime a su arte un ritmo desconcertado y tumultuoso. Estas sométenlo a un compás lento que registra todas las notas intermedias. La obra del pintor es, por eso, más sintética. La de la pintora es analítica; pero no en cuanto a la minucia de detalles, sino en cuanto al proceso informativo. El pintor—claro que el pintor capacitado—da a sus sentimientos una expresión radical como si le corriese prisa de descargar su cerebro de ideas. La mujer, por el contrario, elabora más despacio y expresa con más calma. Y esa calma, que es en arte examen, serenidad, equilibrio, meditación, mesura, transmite a la obra artística femenina una variedad de acentos y latidos que no se hallan con frecuencia en la obra artística del hombre. Los paisajes y los tipos brasileños de Edith de Aguiar, sin revelar la menor premiosidad técnica, denunciando más bien franca soltura en el manejo de los pinceles, ratifican este concepto. No hay perfil peculiar ni vibración característica que hayan pasado inadvertidos a la ilustre pintora. La luz, sobre lodo, que es lo que más debe impresionar a un artista sensible al color, está fielmente interpretada. La estructura del paisaje, sus accidentes geográficos, las circunstancias del clima, el carácter distintivo, en resumen, no son cosas que puedan omitir los pintores. Pero la luz, la atmósfera, el ambiente que no se afianza en formas materiales, suele escapar a la observación repentista. Sólo cuando se pone en ella cariño cordial y entusiasmo sincero acertamos a reflejarlas con toda exactitud. De buscar algún reparo a la pintura de Edith de Aguiar, podríamos decir que los temas brasileños aparecen tratados con excesiva efusión sentimental.

Tal vez, por ello, al enfrentarse con los panoramas castellanos, su espíritu recurre a las emociones del Brasil, y la artista vuelve a evocarlas sin precisar las justas diferencias entre unos y otros paisajes… bajo el sol del Brasil, las perspectivas se dibujan con solidez estática que no tienen sino contados paisajes de Castilla. Precisamente los más geológicos, los de menos pompa vegetal. Nuestro sol, más vibrátil, destruye un poco los contornos. Los objetos parecen emerger de esta nebulosa solar, mientras que allí los fija como claras siluetas, destacadas sobre los horizontes dilatados y altos.

Pero no es sólo en la impresión del paisaje donde esta pintora demuestra su brasileñismo. Figuras, soberbias de carácter, identifican a Edith de Aguiar entre los más señeros y calificados artistas representativos del Brasil”.

Estampa, 1930

 

En La Época también se reseñaba: …”Temperamento brioso de artista, de toque seguro y valiente, que no excluye en ocasiones la nota de acento delicado. Edith de Aguiar pinta con decisión, y tino, su dibujo es firme y constructivo, maneja el color con sensibilidad y finura. Sus paisajes brasileños son modelo de interpretación y buen concepto. Entre los cuadros que expone, cabe señalar algunos dignos de un pintor de primera categoría”…

Guillot Carratalá escribía en el Diario de Córdoba que …”Es fuerte, emotiva su pintura, pero le falta tecnicismo, escuela, práctica. Es una pintora que atesora cualidades, pero le faltan principios pictóricos. Abundan en sus obras las medias tintas y la dureza en el claroscuro de los vestidos de sus figuras… el cuadro “El patio de los Evangelistas”, visto y reproducido con más atención y estilo, lleno de perfecciones y frescas jugosidades, que aunque un poco extravagantes y abstractas, tienen expresión bella y atrayente”…

1930

 

En la Revista hispanoamericana de ciencias, letras y artes también se pudo leer …”cuarenta obras de temas o asuntos brasileños, interesantes en su mayor parte no ya sólo por el exotismo del bien captado ambiente, sino por la personal técnica, característica de la notable pintora. Esta nos habla con sus obras de un temperamento, de una sensibilidad y de un concepto equilibrado, juicioso y discreto, contenido en una bien entendida orientación, como asimismo confirma con su arte el lugar sobresaliente que ocupa en la contemporánea actividad estética de la bella e interesante República brasileña”.

Por el diario La Época, sabemos que la Infanta Isabel visitó la exposición, haciendo grandes elogios de los cuadros, especialmente del titulado «El Patio del Evangelista», que fue adquirido por el Estado español con destino al Museo de Arte Moderno.

En 1929 participó también en la Exposición de pintura brasileña celebrada en la galería Müller de Argentina, organizada por Paul Biró.

Concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1930 con el óleo “Española castiza”.

Mujeres españolas, 1929

 

En 1931 se presenta al XI Salón de Otoño, y la prensa del momento escribe de ella que …”La conocida artista brasileña Edith de Aguiar, con tres obras en las que muestra su gran entusiasmo por la profesión, y logradas con singular feliz resultado; luminosas y ricas de cromatismo, manifiesta un considerable avance con relación a su pasado estético”…

Logra la recompensa de Socia de Mérito del XI Salón de Otoño.

En 1931 participa en el Salón de Dibujantas del Lyceum Club Femenino.

Concurre a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1932, hecho que recoge la prensa diciendo …”La conocida pintora brasileña Edith de Aguiar, también repetidamente citada con elogio aquí, expone un óleo, cuyo asunto de la Colegiata y Lonja de Alcañiz se halla resuelto con gran luminosidad colorista, aunque un tanto seco de factura y entonación”…

La última vez que participó en una muestra española, fue cuando concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1934, con la obra “San Andrés”.

La contienda española hizo que la artista regresara a Río de Janeiro, teniéndose noticias de que en 1938 realizó una exposición individual de pinturas en el Museo Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro.

Correio da Manha, 1955

 

Un año más tarde, concurrió al 6º Salón Paulista de Bellas Artes de Sao Paulo, logrando Medalla de Plata de pintura.

En el 12 Salón Paulista de Bellas Artes de Sao Paulo de 1946, obtuvo también la Medalla de Plata de pintura.

Presentó obra al 14 Salón Paulista de 1948 y al 15 de 1949.

Una noticia más de 1952, cuando participa en el Salón de Bellas Artes de Brasil, obteniendo Medalla de Plata.

La artista falleció en 1994 en Sao Paulo, Brasil.

La Esfera, 1929

 

Edith de Aguiar y la AEPE

Fue una de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores, AEPE, creada a principios del siglo XX con el fin de apoyar, proteger y desarrollar el arte español. Y es que reunidos más de 180 artistas de primer orden del panorama artístico español, en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando,  fundaron dicha entidad bajo una idea original de Mariano Benlliure, que llevaron a la práctica Eduardo Chicharro, Miguel Blay y Cecilio Pla, con los principales objetivos de organizar certámenes colectivos orientados primordialmente al mejor conocimiento de los jóvenes valores, celebrar concursos, actos culturales, etc., y de modo importante, crear y fomentar entre todos los artistas asociados un beneficioso espíritu de compañerismo y profesionalidad.

Socia de Mérito

X Salón de Otoño de 1930

5.- Plaza del Ángel, Madrid, óleo, 0,86 x 0,66

6.- Madrileño, óleo, 1,24 x 1,00

XI Salón de Otoño de 1931

88.- Lonja y Colegiata de Alcañiz, óleo, 1,14 x 0,89

474.- Aragonesa, óleo, 1,10 x 1,10

68.- Las Calatravas, óleo, 0,90 x 0,74

XII Salón de Otoño de 1932

53.- Retrato de la señora M.N.S. óleo, 1,36 x 1,07

55.- Retrato del señor Revesz

XIII Salón de Otoño de 1933

287.- Catedral de Santiago, Plaza de la Platería, óleo

288.- Bodegón, óleo

Mujeres españolas, 1930

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Jesús María Perdigón

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

cabecera 1

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1929: Jesús María Perdigón

Al dejar la presidencia José Francés, la revista siguió con el comité de redacción formado por Jesús María Perdigón, Angel Vegué, Ramón Pulido y Pedro Gª. Camio, como secretario, al que después se incorporó Antonio Ortíz de Echagüe como Presidente, pero no como director de la Gaceta.

En la Junta General de 17 de febrero, tras las elecciones reglamentarias, resultó elegido Presidente Antonio  Ortiz de Echagüe y Julio Moisés como Vicepresidente, siguiendo Pedro García Camio como Secretario General.

Meses más tarde, Ortiz de Echagüe dimitió por residir más tiempo fuera de Madrid que en la capital, siendo sustituido en el cargo de Presidente por Julio Moisés.

El Secretario General, Pedro García Camio, dimitió meses después, ocupando ese cargo Jesús María Perdigón, quien terminaría también dimitiendo. Se nombró provisionalmente a Roberto Fernández Balbuena, si bien la Asamblea General celebrada el 31 de mayo, eligió definitivamente a Emilio Romero Barrero, pintor y desde febrero médico oficial de la Asociación.

 

Jesús María Perdigón Hernández

 

PERDIGON HERNANDEZ, Jesús Mª      E     1919     17.ene.1888        LA OROTAVA       MADRID      1979

 

Socio de Mérito

 

 

Jesús María Perdigón Hernández nació en la villa de La Orotava, de la isla de Tenerife, el 17 de enero de 1888.

Hijo de Nicolás Perdigón Oramas y Jorgina Hernández y González.

Nicolás Perdigón era un buen escultor, heredero no sólo del arte y el estilo de su precursor, el gran imaginero orotavense Fernando Estévez, sino incluso de algunas esculturas del tallista de la Virgen de la Candelaria. La mayoría de la producción escultórica de Nicolás Perdigón se centró en imágenes procesionales. Buen estofador y pintor dorador, de su actividad como restaurador de imágenes ha quedado también huella en todas las islas.

Jesús María se sintió desde muy joven atraído por la escultura, motivo por el que su formación inicial, junto al influjo paterno, la acrecentara su tío Francisco Perdigón Oramas, también natural de La Orotava y muerto en Argentina, adonde había emigrado, y de cuyo talento escultórico ha dejado alguna buena muestra que se conserva en el museo de la Casa de los Balcones.

En 1906 es nombrado bibliotecario del Liceo de Taoro.

En esta época, alternó las aficiones escultóricas con la labor de pintor, especialmente como retratista y, en efecto, la prensa se hace eco de la realización de algunos de ellos hacia 1908.

Ese año, el Ayuntamiento de La Orotava aprueba una subvención que permitirá a Jesús María perfeccionar sus conocimientos de pintura en la capital.

El Sol, 1922

 

Gracias al apoyo municipal se veían colmadas sus aspiraciones a poder estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid: …”Es el joven Perdigón un verdadero artista, de excepcionales actitudes, que hace tiempo merecía el premio que hoy se le otorga. Sus facultades artísticas, harto conocidas por todos cuantos le han tratado y han visto sus ya numerosas obras, necesitaban un amplio desarrollo, y una elevada educación que en nuestra tierra no puede lograrse por los escasísimos medios de que aquí se dispone para ello. Y constituye una falta de lesa patria que, cuando un joven como Perdigón descuella en el divino arte, y dispone de un caudal de méritos como los que él posee, no se le proteja y muevan esas facultades relevantes en medio de la indiferencia de quienes están llamados a velar por lo que honra a su pueblo o región”.

El constante esfuerzo de Perdigón se vio con prontitud recompensado. En 1911 obtuvo el segundo premio en un concurso abierto por el Círculo de Bellas Artes de Madrid con el fin de elegir un proyecto de monumento a Alberto Aguilera, y el primero en otro celebrado por la misma sociedad en el que participaron los socios asistentes a la clase de Dibujo del Natural.

Pero no fue eso todo pues en mayo volvió a lograr un primer premio en reñida oposición de la Academia Oficial de Bellas Artes y, en julio, recibió de su profesor, el célebre escultor Miguel Blay Fábregas, igual distinción, de entre sus alumnos de Modelado en la Escuela de Pintura, Dibujo y Grabado.

Al año siguiente modeló el busto de un canario ilustre residente en Madrid, el escritor Luis Maffiotte La Roche, cuyo exacto parecido, lo notable de la ejecución, el conocimiento perfecto de los secretos del arte, hacen de esta obra una escultura digna del éxito que ha alcanzado.

El escultor trabajando en su estudio

 

En mayo envió a su padre el retrato del abogado y político Eduardo Domínguez Alfonso con el fin de que éste lo entregara al alcalde, Tomás Pérez Acosta, para que se colgara en los salones del Ayuntamiento de La Orotava.

Durante su permanencia en Madrid el prestigio alcanzado por el joven escultor se consolida y constituye un motivo de orgullo para sus comprovincianos: …”El hecho de ser en este año uno de los pocos pensionados por el Círculo de Bellas Artes de Madrid para seguir sus estudios en Roma, revela a todas luces que el señor Perdigón no corresponde a ese montón anónimo de artistas que a Madrid van y de Madrid vuelven, sin otros conocimientos que los que la práctica les ha enseñado. El joven señor Perdigón lleva consigo lo que es imprescindible en todo artista; lo que hace al artista: la inspiración, ese don inapreciable del alma. Nos congratulamos, pues, de este nuevo triunfo logrado por el señor Perdigón, y de todas veras deseamos que el éxito definitivo corone los esfuerzos de este esclarecido paisano que no necesita estar adornado de la grave distinción inglesa para llegar adonde sólo llegan los privilegiados”.

Pensionado nuevamente por la Diputación Provincial de Canarias para proseguir sus estudios en Madrid, comienza a realizar el busto del culto pedagogo Viera y Clavijo que, diez años más tarde, se instalaría en un elegante pedestal en el recinto ajardinado por el que se accede al Instituto de Canarias en San Cristóbal de La Laguna.

Será en este año de 1915 cuando Jesús María Perdigón obtenga sus primeras críticas, en extremo favorables y alentadoras, escritas por conocidos comentaristas de arte establecidos en la Villa y Corte, que inmediatamente generaron otras debidas a plumas no menos conspicuas, habituales en la prensa del archipiélago.

Busto de Viera. Los Realejos. Tenerife

 

A finales del curso expuso en el salón de que disponía el Círculo de Bellas Artes en la calle del Prado junto con otros tres artistas.

José Francés publicó en La Esfera un artículo profusamente ilustrado con numerosas fotografías entre las que figuraban un retrato del artista y dos reproducciones de obras suyas. De Jesús María Perdigón podía leerse: …”pensionado del Círculo de Bellas Artes, ha celebrado, con otro compañero suyo y los dos paisajistas Robledano y García Lesmes, una exposición de varias obras suyas, en el saloncito que posee el Círculo en la calle del Príncipe. Dos retratos, una cabeza de estudio y un desnudo, constituían el envío de Perdigón. Las cuatro obras responden al credo estético de la serenidad, de un reposo tranquilo, verdaderamente estatuario. Modela con mano firme, con una gran sobriedad de planos que hacen presentir el futuro artista enamorado de la simplificación, de la estilización. El desnudo titulado Ofrenda, revela, además, sensibilidad y buen gusto. Causa en el espectador la sensación plácida, aquietadora, que sigue siendo, y seguirá por los siglos de los siglos, la cualidad primordial de la escultura. En las otras tres obras se manifiesta más clara esta buena orientación estética del joven artista canario. Lo mismo en la Cabeza de muchacho que en el Retrato de mi padre, hay una limpia y pura sobriedad, que luego, en la Cabeza de mujer, se acusa y afirma, estilizando hasta un extremo que sólo pueden alcanzar los que dominan la técnica de su arte”…

El periodista canario Mariano Daranas, colaborador del diario madrileño La Acción, envió a la Gaceta de Tenerife, un extenso comentario en el que trazaba un detallado retrato del artista: …”El físico y la indumentaria de Perdigón son, en cierto modo, absurdos. Me explicaré, ante el probable casi seguro signo de extrañeza que hará el lector. Perdigón no tiene melenas, ni lleva chalina, ni usa sombrero rembrandt. Todo ello, y algún otro detalle suyo que conozco, nos dice, bien elocuentemente que Perdigón no es un extravagante ni un rebelde, ni un inquieto. Su arte es franco, diáfano y trasparente como un rostro sonrosado de niña. Su porte, su conversación y su gesto dentro están siempre de los límites de la corrección y la sencillez. Ni exagera las maneras ni extrema el aliño y acicalamiento de su persona como Néstor ni está reñido con el peluquero y con algunas otras cosas más, como un núcleo, más o menos numeroso de pintores, escultores, músicos, poetas y caricaturistas, ferviente admirador de Carrere, el príncipe-cantor de la Bohemia. Y ello habla bien de nuestro amigo. Ello quiere decir que abriga el sano criterio de que para triunfar y asirse a la Gloria no es preciso salirse violentamente —grotescamente, nos atreveríamos a decir— del plano del trato social, común a todos los hombres… Perdigón es un enamorado de la Belleza plácida, serena, tranquila, como la comba azul de nuestro cielo y el pomposo y tierno paisaje de su lugar natal. Florece en sus esculturas un semiquietismo que da al espíritu una impresión de bienestar y pureza. No son sus obras de las que subvierten e inquietan el ánimo de quien las contempla ni de las que aguijonean la carne y la encienden su ansias impuras, no. La sensación que producen es de reposo, de mansedumbre y de sosiego, en una palabra: la emoción estética, elemento indispensable, esencial, capital de toda obra artística. El modelado de Perdigón es firme y seguro, sin languideces ni brusquedades. Los trazos del retrato de su padre están virilmente acusados, y revelan una técnica exquisita y depurada. El desnudo que titula Aroma es realmente cautivador. Consiste en una joven que aspira con deleite el perfume de unas flores, prisioneras de sus manos. La línea en esta figura es un soberbio alarde de sobriedad y buen gusto. La expresión es de una castidad y limpidez, verdaderamente inefables. El triunfo de Perdigón ha sido resonante, definitivo. Todos los diarios de esta corte, las revistas ilustradas y los críticos más eminentes proclaman a Perdigón de los primeros escultores jóvenes de España, augurándole cercanos días de gloria. El nombre de este artista canario, representa, ya, pues un positivo y sólido valor”…

Adolfo Cabrera-Pinto y Pérez

 

Aspirante a la plaza de profesor de modelado en 1917, prosigue su formación en Madrid y, ya en abril de 1918 vuelve a exponer, en esta ocasión en las salas del Ateneo de Santa Cruz de Tenerife, un busto del abogado y político Emilio Calzadilla Dugour que acaba de dar por terminado.

El Círculo de Bellas Artes de Madrid le encomendó, en noviembre de 1918, la ejecución de una lápida conmemorativa para que fuera colocada en la casa en la que había fallecido el músico Manuel Fernández Caballero y al año siguiente, se recibieron en La Habana los bustos de Viera y Clavijo y Galdós que le había encargado la Asociación Canaria establecida en dicha ciudad.

La esculturas de Perdigón fueron transportadas de Madrid a La Habana sin gastos de ningún género, pues tanto los ferrocarriles españoles con la Compañía Trasatlántica se negaron a cobrar los gastos de envío de las mismas. Estos monumentos no fueron inaugurados hasta 1930.

En 1921 contrajo matrimonio Jesús María Perdigón con Virginia González-Pola, hija del escultor Julio González-Pola y García, vicepresidente del Círculo de Bellas Artes de Madrid, y al año siguiente se le premia con una segunda medalla en la Exposición Nacional de este año.

Francisco Fajardo

 

Sus preocupaciones artísticas le llevaron a divulgar desde La Gaceta de Bellas Artes y desde la prensa madrileña algunos de los valores artísticos de la imaginería y pintura de su isla natal con especial interés en la obra de Roldán, Luján Pérez, Fernando Estévez o Luis de la Cruz, aportando en alguno de ellos datos de particular interés para la historiografía artística.

En 1922 presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes, logrando la Segunda Medalla con la obra “Niña ciega”.

En 1923 es profesor de modelado del Instituto Nacional de Sordomudos, con un sueldo de 3.000 pesetas, plaza que ganó por oposición.

Un año más tarde, gana el concurso organizado por el Círculo de Bellas Artes para dedicar una placa a Bretón.

En 1925 el Museo de Arte Moderno adquiere su “Cabeza de ciego” por 1.500 pesetas.

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926 presentó la obra “Madonna”. En La Correspondencia Militar se leía acerca de la misma: …”se traía de un bello grupo admirablemente concebido en el que el gran artista quiere dar una delicada idea del sentimiento maternal, logrando, sin recurrir a efectivismos teatrales, emocionarnos y convencernos plenamente. Con amplitud de técnica están modeladlas las figuras; pero, en nuestra opinión, hay más acierto en la de la madre, que nos recuerda en su serenidad las hermosas Tanagrinas helénicas.

En 1927 Jesús María Perdigón realizó un busto en bronce del historiador de Canarias José de Viera y Clavijo, natural del Realejo Alto. El escultor viajó a la isla en compañía de su esposa y su pequeña hija.

Un amplio grupo de artistas e intelectuales de Tenerife, vinculados al Círculo de Bellas Artes, organizó antes de su marcha un banquete en su homenaje que tuvo lugar, en el Hotel Aguere de La Laguna, al que asistieron también varios representantes de otras instituciones políticas y culturales de la Isla.

Agustín de Bethencourt y Molina, Puerto de la Cruz, Tenerife

 

En 1927 Perdigón participó en la Exposición Internacional de Arte Moderno de Barcelona, a la que había enviado varias piezas, entre ellas una titulada Maternidad y el busto de su padre, que merecieron elogios de la crítica, muestra en la que actuaría de jurado dos años más tarde.

En la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, actuó como Jurado en representación de la Asociación de Pintores y Escultores.

Quizá la obra popularmente más conocida de Perdigón sea el busto de Mariano José de Larra, Fígaro, que por iniciativa del Circulo de Bellas Artes de Madrid se levanta en la actualidad sobre un pedestal de granito en los jardines de la calle de Bailén, frente a la catedral de La Almudena, que fue inaugurado en 1930.

El busto del arcediano Viera, vaciado en bronce por encargo de la Asociación Canaria de La Habana en 1918, fue finalmente instalado en una plazoleta de los jardines del sanatorio Nuestra Señora de la Candelaria, frente a la iglesia, en la quinta edificada por dicha sociedad e inaugurado el 9 de diciembre de 1930.

Emilio Calzadilla, Parque García Sanabria, Santa Cruz Tenerife

 

Poco antes había tenido lugar un acto semejante con el otro busto encargado a Perdigón, retrato de Benito Pérez Galdós, que se ubicó en la Casa de Salud de la repetida institución.

Jesús María Perdigón era ya profesor de Modelado y Vaciado en la Escuela Central de Artes y Oficios Artísticos de la que fue, durante años, secretario.

En 1932, el director de la Escuela de Artes y Oficios regaló al Ayuntamiento de Madrid un busto en piedra del gran artista madrileño Leonardo Alenza Nieto, ejecutado por los alumnos de la clase de modelado de dicho centro, bajo la dirección de Jesús María Perdigón. Fue situado en el parque del Retiro y dos años después se le nombró vocal del Consejo Nacional de Cultura, con cuyo motivo le fue ofrecido un banquete-homenaje por sus compañeros.

Directivo de la Asociación de Pintores y Escultores, participó en el consejo de redacción de la revista Gaceta de Bellas Artes, en la que publicó, aparte de otros trabajos, diferentes artículos sobre los escultores canarios Luján Pérez y Fernando Estévez, el pintor de cámara Luis de la Cruz y Ríos, etc., que contribuyeron a divulgar entre los lectores madrileños algunos de nuestros valores artísticos insulares.

En un importante artículo que publicó en Abc en 1943, dio a conocer como obra de Pedro Roldán, con la colaboración de su hija Luisa la Roldana, el magnífico Cristo de la Columna de la iglesia de San Juan de La Orotava, traído de Sevilla en 1689 por el canónigo de Canarias Francisco Leonardo Guerra.

 

Firma del artista

Monumento a Viera, Quinta Canaria de La Habana

 

Jubilado desde 1958, falleció Jesús María Perdigón, en Madrid, el día 30 de septiembre de 1970.

De su necrológica, firmada por el doctor Hernández Perera, reproducimos los últimos párrafos:

…”De su producción escultórica obrada en Madrid proceden bastantes bronces que pueden verse en las plazas de Tenerife, como el de Viera y Clavijo en la del Realejo Alto, el de don Enrique Fajardo [sic por Francisco] en el parque de Lorenzo-Cáceres en Icod, el busto de don Emilio Calzadilla que hace poco se colocó en el parque municipal de Santa Cruz de Tenerife, o el excelente monumento a don Agustín de Béthencourt y Molina, acaso su última obra, que le encargó el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz y se alza frente a la casa natal del gran inventor e ingeniero. De bronce es también la Niña ciega y Cabeza de anciana que se guardan en el Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Una Virgen de Candelaria suya fue donada por la colonia canaria de Madrid al obispo Pérez Cáceres, con ocasión de su consagración episcopal.

Otras obras, imágenes religiosas, han quedado en Madrid, tales la Virgen del Carmen de la capilla del Ministerio de Marina, Iglesia del Caballero de Gracia, o la Piedad que proyectó para el Valle de los Caídos [réplica, policromada en madera, en la Colección Muguruza] y no llegó a tallarse en granito, sustituida por la de Juan de Ávalos que corona la portada de la basílica de Cuelgamuros. Centro de una tertulia a la que acudían artistas y críticos y en la que tanto él como su entrañable amigo el catedrático Rafael Láinez Alcalá mantenían vivo el recuerdo y la estimación del arte canario. Perdigón sorprendía e ilustraba a todos con su memoria prodigiosa y unos conocimientos históricos poco comunes. A la Universidad de Tenerife donó libros y revistas de arte y una colección de fotografías de escultura española, singularmente granadina, que han engrosado el fichero del Departamento de Arte. Desde su hogar madrileño de la calle Alcalá 155, mantuvo hasta el fin un insobornable cariño a su tierra, de cuyas riquezas artísticas y naturales fue propagandista apasionado”…

En Madrid vivía en la calle Jordán, 9

Busto de Mariano José de Larra situado en los jardines de la calle de Bailén, frente a la catedral de La Almudena de Madrid

Galdós. Busto de la Asociación Canaria de Cuba

 

 

Jesús María Perdigón y la AEPE

Ejerció de crítico de arte con el seudónimo de Perdreau, en varias publicaciones, como Arte Español y la Gaceta de Bellas Artes, de la que formaba parte del comité de redacción.

Nombrado Socio de Mérito en el Salón de Otoño de 1925.

Fu además Vocal de la Junta directiva de la Asociación de Pintores y Escultores del 25 de febrero de 1927 a 1929, siendo secretario interino en 1927.

Presentó obra al V Salón de Otoño de 1924:

444.- Cristino, busto en mármol.

Al VI Salón de Otoño de 1925 presentó:

436.- Estudio de torso, yeso.

437.- Retrato, yeso.

 

Luis Francisco Benítez de Lugo, marqués de la Florida

Maternidad

Algunas de sus obras fueron publicadas en La Esfera

 

Más información en http://lopedeclavijo.blogspot.com/2015/03/jesus-maria-perdigon-1888-1970-algunas.html

 

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

 

2023 ¡Año Blanco!

 

El blanco es símbolo polisémico; es uno, en cuanto suma de los tres colores primarios, e indica totalidad, síntesis de lo distinto. Según Guenon, Symboles fondamenteaux de la Science sacrée, después de considerar la composición del arco iris, el blanco es asimilado al oro, no a la plata; al andrógino, a la deidad. La blancura refiere pureza, límpida epifanía, sol iluminador, inocencia, desnudez. En la India se asocia a la “tierra de los vivientes” o paraíso. El blanco mueve al optimismo, a la claridad, a la luz, a la ascensión del ser, que irradia beneficios a la gloria de su existencia.

Hay pintores, compositores, poetas que crean con luz, en medio de la luz, potenciándola, sajelándola, lustrándola, aseando el aire y ahuyentando las sombras; el blanco como meguez, que se extiende en la evidad más virginal de la materia; así, Ortega en su filosofía, Eugenio de Andrade en el poema, Cage en el silencio sonoro, Juan Carlos Lázaro en la pintura, Bach en la Chacona o la poesía que purifica el canto o la nieve que no habla, pero dice. ¿No es blanco el amor, cuando amanece?

Las palabras siempre enferman de ignorancia, al ser pronunciadas por estultos. Herimos las palabras con torpeza y el deber de todos los hablantes, de los que escribimos, es curar esas heridas. Aunque sólo los poetas salvan las palabras, como al arte lo sanan los artistas. Debemos huir de los lenguajes sucios, golfos, de la contaminación, de la palabrería basura, huera, que huele mal, porque se convierte en mercenaria, en hez.

2023, ¡Año Blanco! Pero no me voy a referir al simbolismo, ni a perspectivas halagüeñas, lo que sería difícil, sino a algo concreto como es el centenario de Venancio Blanco, Matilla de los Caños del Río 1923-Madrid 2018. Un escultor, ¿un ángel?, que supo imbricar en la materia- madera, bronce, cemento, escayola, cera, yeso- el tiempo, el movimiento, la música, el canto, la espiritualidad, la epiqueya del vuelo, la lírica.

Venancio Blanco

 

Este año se celebran diversos y significativos centenarios: Eugenio de Andrade, que publicó Branco no Branco, 1984; Miroslav Holub, Manuel Álvarez Ortega, Yves Bonnefoy, Carlos Oroza, Anilda Leao de Maceio, Jorge Cáceres, Wislawa Szymborska, Ory, Antonio Pereira, Marcel Marceau; artistas plásticos: Tápies, Sempere, Sam Francis, Cruz-Diez, Soto, Venancio Blanco. También, María Callas, Lola Flores.

En 1923 se publican, en Leipzig, Elegias de Duino de Rainer María Rilke, ¡un resplandor de cal en las tinieblas!, un monumento que explica la emoción, el misterio y el miajón de la poesía; la esencia de la humano. De algunos de ellos me ocuparé en esta Gaceta a lo largo del año.

En los cincuenta del siglo pasado, en el mundo del arte, había algunas personas que llegaron a identificarse con sólo el nombre, una de ellas era Venancio, Venancio Blanco, el escultor que hizo dialogar el canto y el bronce, el hueco y lo sólido, que ahorró pesantez a la materia, y Venancio Sánchez Marín, un crítico de arte augural y poeta fantástico. El chico ”rojo” que lo aprendió todo en el taller de grabado de la Casa de la Moneda. Si bien este siempre iba seguido del primer apellido. En poesía, Gerardo, era Diego y, en pintura, Gerardo era Rueda.

Monumento al vaquero charro

 

¿Y qué han preparado las instituciones públicas para celebrar estas efemérides? Poca cosa, nada. ¿Dónde está el “Reina Sofia”? En el ruido, la ideología partidista y el ronroneo con las asociaciones vecinales de Lavapiés.  ¿Y el Ministerio de Cultura y Deportes? En la inopia, en el trotecillo cochinero y ramplón de Chiquito de la Calzada. Afirma Valery en sus Cuadernos que los idiotas no son tantos como se dice, “¡pero están tan bien elegidos!”. Las fundaciones Manuel Álvarez Ortega y Venancio Blanco respectivamente, haciendo lo que pueden.

Portada del catálogo

 

A la cultura, al arte hay que dejarlos crecer, sin directrices; cuanto más se haga, en distintas direcciones, más se beneficiará la sociedad que promueva su desarrollo. La cultura no requiere sino libertad para que la sensibilidad humana se manifieste.

¿Qué hace el “Reina Sofía” por el arte español? Avergonzarse de él, obstaculizar su difusión, manipular su realidad. ¿Qué puede conocer el visitante extranjero, u ocasional, del arte español, cuando visita el viejo hospital? Mucha documentación, escaso arte. Y ¿qué hace el Instituto Cervantes más allá de promocionar a su director y ser academia de idiomas? ¿Qué prestigio tiene una institución que el presidente del Gobierno utiliza como prebenda para pagar silencios? ¿Qué son M. Álvarez Ortega, Oroza, Antonio Pereira, Carlos Edmundo de Ory para el Instituto Cervantes? A lo que se ve, nada.

El día 27 de enero se inauguró una antológica de Venancio, en Santo Domingo, Salamanca, comisariada por Vanesa Gallardo. Habrá otra en Casa de Vacas de Madrid. Un libro excepcional, editado por Mapfre, sobre la vida y la obra de Venancio. Un concierto, mesas redondas, conferencias y otros actos que difundan la dimensión de la figura de este escultor fundamental del siglo XX. En su pueblo natal se mostrará una escultura, con la idea de permanencia. ¿En el “Reina”?, nada; ¿en la Academia de San Fernando?, menos que nada; ¿en el Museo Nacional de Escultura?, más de lo mismo.

“Venancio Blanco. 1923-2918”, Fundación Mapfre y Fundación Venancio Blanco, ya está en las librerías. ¡Una belleza de edición, por continente y contenido! Que yo participe en él, no puede condicionarme a silenciar sus virtudes e impedir felicitar a sus editores por la elegancia y la prestancia del documento. A veces, las editoriales no cuidan sus trabajos y degradan el aura de la imprenta. No es este el caso, con toda probabilidad, este libro quedará como el hito de la conmemoración del centenario.

Cristo vuelve a la vida

 

Más que a sus datos biográficos, voy a referirme a su obra, a sus obras, que son las que le dan la dimensión que exhibe. Amó con pasión la vida de taller, la docencia, fue profesor de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Madrid, académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, director de la Academia de España en Roma; siempre cerca de los jóvenes y de la enseñanza del dibujo, su talismán; en talleres de la Academia, de la Universidad de Salamanca y de otras instituciones. Pero, su fuerte es su obra: escultura, dibujo, pintura.

Aunque a lo largo de su dilatada vida realizó cientos de exposiciones, sólo hubo unas pocas antológicas, como la celebrada en el Palacio de Velázquez- con un texto claro y sólido de Venancio Sánchez Marín-. De sólito la exhibición de su obra se hizo de forma temática: primera época, escultura religiosa, música y danza, flamenco, iconografía clásica, tauromaquia, caballos, retratos, dibujos, pinturas. Fue un autor muy completo, por su formación, y un piquito de oro, haciendo arte cuando hablaba.

Su influjo es italiano, pero sus caballos vienen de Grecia, según confesión propia. Descubrió a Marino Marini y le tuvo fiel respeto, llegando a dibujar todas las piezas de una de sus exposiciones. Nunca obvió la impresión que le produjeron los caballos de la cerámica griega y conviene apuntar que su niñez la pasó en el campo, en una naturaleza entre toros y caballos, porque su padre era mayoral de una ganadería de reses bravas.

Juan Belmonte

 

Sus tauromaquias son uno de los ejes de su obra, pero, ante todo, su admiración por el caballo. La fuerza, el aire, la belleza, la elegancia que sabe infundirle a sus caballos es una de las características principales de su obra. También el toro bravo, al que efigia exultante de empaque, potencia y tronío. El primer enamoramiento de Anthony Quinn por su obra viene de la prestancia audaz y pulquérrima de sus caballos y por la dimensión que infunde a los lances de la fiesta.

Pero, no quiero ceñirme a una parcelación. No voy a distinguir el arte religioso, aunque sea el único escultor español que goce de un espacio exclusivo para esta vertiente de su obra -Museo Religioso Venancio Blanco, en el palacete Monte del Pilar, El Plantío, propiedad de Mapfre-. Ni del flamenco, por mucho que le disfrutase. Venancio hizo enamorarse al aire y la materia a fin de crear hondura y fragilidad, haciendo que la contundencia vuele. Venancio es figurativo, a veces pudiera parecer abstracto, pero no, siempre referencia formas, que ambicionan explicar la música, el baile o el cante.

Venancio crea idiolecto, el estilo Blanco, entregando a sus obras una impronta que en cuanto las observas sabes que le pertenecen, materia blanca; blancor de la ensoñación, cortesía de la ambición creadora, Sea la Perrata, que nos traslada a los sonidos negros del cante; o la imagen de San Juan de la Cruz o la cabeza del torero Juan Belmonte. Con esta obra se desmarca de todas las clasificaciones, es un retrato, pero mucho más: es la expresión de un torero que se enfrenta con el peligro en cada grano del albero y de ello hace belleza, trágico expresionismo.  Prognata, los machos de la montera equilibrando; los ojos hundidos en el corazón de las tinieblas, la vida cabe la muerte.

Venancio y su monumento al Quijote

 

Obras maestras: retrato de Gerardo Gombau; Torero, descomposición, El Nazareno, Espíritu Santo, Homenaje a Antonio Bienvenida; Portagayola, larga cambiada; Formas para el espíritu de Castilla; Brahms, Sinfonia nº 4. La escultura de Venancio es poemática, con ritmo, con cadencia; es poesía en sus vuelos y sus sones, en su diáfano destino de trascender, en su vocación de plegaria, en su coreografía sagrada, en la magnitud de su presencia. Sus formas articulan un territorio por donde transita la poesía. No en balde el trofeo que simboliza el Premio Adonais era de su autoría.

Para Venancio Sánchez Marín: “La escultura en metal ha otorgado tanta importancia espacial a la ausencia como a la presencia de la materia. Gargallo comunicó una relevancia extraordinaria a la oquedad. Julio González, a lo que otorgó primacía espacial en sus obras fue al vacío. Y Venancio Blanco, en esta misma línea problemática de las figuraciones, ha resaltado como nadie el poder de sugestión espacial de la rotura de la materia escultórica”.

Es Medalla de Honor de AEPE, pero este recuerdo no va de galardones. El gran premio fue su presencia entre nosotros. Su clasicismo, su constante mirada a Grecia, su oficio y su conocimiento del álgebra de los fragmentos, la consideración del aire como materia a modelar, la figuración vanguardista: la convicción y certeza de que, como apunta Pessoa, en toda forma trascendente hay alma, determinan su obra y la distinguen, jerarquizando su proceridad.

                                                                                                                   Tomás Paredes

                                                                                                   Presidente H. AICA Spain

 

 

Páginas escogidas: La envidia

Por José María Vargas Vila

La envidia

 

La envidia es un culto. Es el culto de las almas viles a las grandes almas.  Es una adoración, la adoración del mérito por el despecho. Una extraña religión, la religión de la bajeza. Tiene sus sacerdotes — almas cadavéricas—diría Lamennais, desesperados pálidos, torturados perennes, nostálgicos del bien ajeno, estos ascetas de la sombra, viven de rodillas ante la extraña gloria.  Le queman su incienso: la Critica. Le alzan su plegaria: la Calumnia.

Ser envidiado es ser admirado. La envidia es la forma bastarda de la admiración. Las almas grandes admiran, y prorrumpen su himno: la Alabanza. Las almas viles admiran y prorrumpen en su himno: el Dicterio. Envidiar es estar de rodillas ante una gloria. Es la muda contemplación de los insectos hacia los astros. Las almas envidiosas nacen prosternadas. Son la eterna genuflexión ante el mérito. Como los mutilados de la Capilla Sixtina, son el himno de la impotencia en los altares del Genio.

Ser odiado y ser envidiado es la síntesis de la grandeza. Nadie envidia sino lo que hubiera deseado igualar. Nadie odia sino lo que hubiera podido amar. Si la envidia es la forma negra de la Admiración, el odio es la forma negra del Amor. Ser envidiado es sentirse grande. Ser odiado es sentirse fuerte. Nadie envidia lo pequeño. Nadie odia lo débil. El odio es grande. La envidia es ruin.

El odio tiene majestad de fiera. La envidia tiene forma de reptil. El uno vuela y picotea como un cóndor furioso a su presa. La otra se arrastra y silba como buscando el talón. Las grandes almas odian: no envidian nunca. Son las del odio batallas de leones; siéntese a lo lejos el rugido;  se ven como perspectivas de desierto; rayos de incendio en la mirada glauca; aliento ígneo en la garganta seca, y bajo el cielo cárdeno, inflamado, la proyección soberbia de la garra… La epopeya sublime de la sangre. La de la envidia, riña de reptiles. Se percibe apenas el ruido del crótalo arrastrándose; se ve la escama pálida por entre el limo verde; el ojo torpe que espía al águila; la boca abierta como escupiendo al sol; la sucia baba; marcador aliento… La epopeya fangosa del pantano.

Inspirad envidia; seréis grandes. Inspirad odio: seréis fuertes. Dejad que los sacerdotes rencorosos de la primera vengan a vuestro altar, se prosternen allí, recen las letanías de su diatriba, alcen el himno de su crítica, y quemen el incienso de su rencor. Aspiradlo a plenos pulmones. Es el homenaje de las víboras. Aceptadlo. No rechacéis su adoración. Dejad que os envidien.

Y cuando os muerdan, como el sándalo generoso, perfumad con la sangre de la herida las bocas asquerosas de las sierpes. Vuestro nombre, dulce a sus labios, dejará en ellos su pintura de gloria. Ungidos vosotros en la frente, ungid con el talón esos pobres desesperados. Dejadlos que os muerdan; aplacad su hambre, no su cólera. Dejadlos que os envidien. jEs tan bello mirarlos de rodillas! ¡Inspirad envidia! El frío de esa víbora bajo los pies, da no sé qué extraña voluptuosidad que pasma. Dejadla que os acaricie. No la matéis. Sin ella palidecería vuestra gloria o sucumbiría acaso. ¡Provocad, provocad la Envidia! Heridla siempre, no la dejéis dormir. Que vele. Es el centinela de vuestra gloria. ¡Inspirad el odio! La trágica mirada del odio engrandece al hombre odiado. El odio es nutrición de almas fuertes, con aquella sangre negra con que Homero alimentaba las grandes sombras a orillas del Helesponto.

Qué sublime en la vida es la Tragedia. Ya en el fondo de toda gran tragedia vive algún grande odio. Es la nube de tempestad en que se engendra la grandeza. Los cristianos colocan a su Dios entre estas dos pasiones, a los extremos de su credo: SATANÁS y JUDAS. EL ODIO y la ENVIDIA. Todas las voluptuosidades del placer carnal no tienen nada comparable a la fruición, casi divina, que produce en la planta de los pies la lengua salivosa de la envidia. A este contacto la vanidad llega al éxtasis.

Para un gran talento los envidiosos son raro instrumento de placer, de refinamiento ultra exquisito, casi de sadismo intelectual. Produce el paroxismo del orgullo. ¡Provocad la envidia! Tocad con el extremo de las alas la cabeza del reptil; desesperadlo; haced que alce la vista; aleteadle suavemente encima, deslumbrándolo con el brillo de vuestra gloria, y después, alejaos lentamente oyendo su silbido desesperado y furioso. Su mirada y su insulto marcarán vuestro derrotero.

Compadeced los envidiosos, no los castiguéis nunca. Como el arcángel en la leyenda lanzó un salivazo al astro, ellos también escupen al mérito, y esperan, esperan, esperan que se eclipse… Esta esperanza dolorosa forma su vida. Los astros y la gloria siguen su ruta. El odio y la envidia no los apagan. El fulgor aumenta arriba; la desesperación aumenta abajo. Sobre aquellas almas no amanece nunca. Están en la noche eterna. Por eso odian el resplandor. El brillo de cualquier nombre los ofusca; su ruido los indigna. Al paso de una gloria no ocultan la cabeza bajo el ala como el avestruz, sino que la hunden en el fango y dicen: yo no te veo, luego no existes. Y abren después sus ojos desesperados en el fondo del limo en que vegetan, y ante los reptiles microscópicos que los rodean se creen en el mundo gigantes y exclaman: Ya somos grandes, puesto que somos iguales.

El brillo del sol, el ruido de las alas los exasperan. Escupen entonces. Creen apagar los astros y matar las águilas. ¡Pobres torturados! Su suplicio hace al de Tántalo palidecer. Las abejas no acendraron miel en sus labios como en los de Hesiodo. Reptiles multiformes depusieron allí toda su bilis, y pichones de búho los cegaron como a Tobías, con el calor de su estiércol. Por eso es infame cuanto hablan y negro cuanto ven. El infierno les rebosa en los labios y en los ojos.

¡Oh, compadeced los envidiosos! Ser la sombra perenne de una gloria, el insecto que roe el pedestal de mármol, la serpiente que va vertiginosa por el fango siguiendo el vuelo majestuoso de un águila… ¡Decid si hay algo más dolorosamente vil! Hay águilas piadosas. Bajan hasta la serpiente, la toman en sus garras, la levantan y la arrojan de lo alto a que se estrelle en la peña. Esa ascensión de lo vil, aunque sea para matarlo, es digna.

¿Sois superiores? sed envidiados. Las medianías pueden comprar apologistas. No tienen envidiosos. La Envidia se inspira; no se compra. ¡Inspirad envidia! La Envidia fue hecha para pregonera de la Fama. Sed harto grandes para inspirarla; harto fuertes para provocarla; harto dignos para perdonarla. Dejadla que grite: no la matéis. ¡El día que calle, mataos! Ese día habrá muerto vuestra gloria. Cesó el himno de ella. Y, sobrevenir a su gloria, es la mayor de las infamias.

Ménageot: «La envidia desplumando las alas de la fama»

 

Recordando… Domingo Muñoz Cuesta

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Domingo Muñoz Cuesta

MUÑOZ CUESTA, Domingo              P            1850                       MADRID         MADRID                   9.ene.1935

 

Esposo de la socia y pintora Mª Luisa de la Riva

Madrid Cómico, caricatura del artista de 1888

 

Domingo Muñoz Cuesta nació en 1850 en Madrid.

Amigo de la niñez del socio y creador del Salón de Otoño, Juan Espina y Capo.

Estudió en la Escuela especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, teniendo como profesor al también socio de la AEPE, Francisco Domingo Marqués, quien fuera profesor en la Real Academia de San Carlos de Valencia de los hermanos Benlliure.

En 1867 participó en una exposición de pinturas celebrada en Valencia con motivo de las fiestas del centenar, siendo aún muy joven.

En octubre de 1878 aparece como corresponsal de La Ilustración Española y Americana, que lo reseña así: …”Conjunto de desdichas, de miseria, de talento, de ingenio y de buen humor es Domingo Muñoz… La narración de sus apuros, de su pobreza, de sus luchas titánicas, entre sus aficiones que eran la pintura y el dibujo, y su posición de familia, le honran sobremanera. Cuando está de buen humor y cuenta sus apuros y las peripecias de su vida, es imposible no reír. Los principios de su carrera artística son los de muchos que, a través de tanta contrariedad, llegan a ser gloria de su patria. Sin medios de ningún género, ni aún para estudiar, Muñoz ha conseguido hacerse un nombre que está muy cercano de la notoriedad. Un rasgo dará idea de su escasez. Para copiar un cuadro del Museo, tuvo un día que quitar un pedazo de lienzo a la única camisa que tenía. Pero su constancia, su aplicación, todo lo han podido. Ha dibujado en todo para ganar de comer. Ha sido caricaturista de los periódicos que ha podido; y hoy, después de tanto trabajar, ganará un porvenir de bienestar en La Academia y La Ilustración, que no tendrán muchos dibujantes que le superen. Sus condiciones más relevantes son para pintor, por la brillantez de su colorido, por la manera de concebir la naturaleza, por la ejecución maestra de los asuntos, aún los más vulgares, y por la colocación de todos los términos que toma muy marcadamente del natural”.

En el patio

Sus dibujos empiezan a partir de 1878, a ser habituales en la prensa española: La Ilustración Española y Americana, El Mundo Ilustrado, la Ilustración catalana, El Imparcial…

En 1880 participó en la primera exposición que realizaba el Círculo de Bellas Artes. La prensa del momento reseñó la obra de Domingo Muñoz con notas como esta: “Desafiamos al espectador más indiferente a que pase sin detenerse ante el número 83. Es de Domingo Muñoz y se titula la Hostería de la Paz. Parece que ha dado para la escena asunto, alguno de nuestros clásicos, soldados, caballeros y rufianes del siglo XVI vienen a las manos, salen las espadas, chocan los aceros y todo es lucha, confusión y desorden. Hay escorzos admirables, notas de color brillante, rasgos valientes y atrevidos al lado de algunos imperdonables descuidos. Muñoz es el Echegaray de la pintura”.

En la taberna

 

En La Ilustración Española y Americana sin embargo, se leía: …”El cuadro no puede ser más completo ni más interesante, y el título, imposible superarle en irónico y chistoso. Nos parece el más característico del Certamen, y desearíamos no equivocarnos al asegurar que él anuncia un pintor de genio. ¿A qué notar los defectos? Los tiene; pero, en cambio de ellos, abunda en riqueza, en entonación, en colorido y genialidad. Es el primer cuadro de Domingo Muñoz; celebrémosle con entusiasmo, y anunciemos la aparición de un pintor de gran porvenir. Sí lo llega a ser, como nosotros lo pronosticamos, en Hostería de la Paz se buscará con empeño, como el anuncio que es de un artista de mérito”…

Se conocen sus primeros trabajos públicos gracias a la publicación de caricaturas para el diario El Mundo Cómico, y distintos dibujos para otros como La Ilustración Militar y La Ilustración Española y Americana, ganando el concurso abierto por esta última revista y obteniendo un premio.

Concurrió a las Exposiciones de la sociedad La Acuarela, del Círculo de Bellas Artes y del comercio de Hernández, con sus trabajos.

Realizó las ilustraciones de la edición del Gil Blas de Santillana que publicó la casa editorial La Maravilla.

Una plaza ocupada

 

En 1880 era alumno de las escuelas de Roma, acogiendo en su estudio a Juan Antonio Benlliure.

En 1883 figura como artista pensionado en Roma junto a Muñoz Degrain, Villegas, Moreno Carbonero, Galofre, los Benlliure… “adelantando de día en día y consolidando su buen nombre, ya adquirido, ganándose poco a poco una reputación”.

Ese mismo año, tenía obra en la galería Georges Petit de París, y según el diario La Época, …”Muñoz piensa venir a establecerse en París en el mes de julio. Ya es aquí conocido y estimado, y no dudo de que adquiera muy pronto un puesto preferente al lado de nuestros pintores de fama. De Roma escriben que este pintor ha adelantado mucho, y ya que no pueda ir a visitar su atelier de allí, espero a ver el que ha de montar aquí para ocuparme más despacio del artista que, cual tantos otros, honra a la patria”.

En 1883 participó con una obra en la exposición del Círculo de Bellas Artes de Madrid y en la exposición de la Academia Española en Roma.

Espadachín

 

En 1884 presentó obra a la Exposición de Bellas Artes de París, unas …”maniobras militares cerca de Madrid, ni más ni menos que el general Detaille, con la misma valentía”. En esas fechas, Domingo Muñoz ya residía en París, …”no ha cesado de pintar, vende muy bien sus cuadros a los americanos”…

En 1885 se publicó el álbum Andalucía, una colección de poesías, artículos y dibujos originales entre los que se encontraban obras del artista.

La prensa del momento continuaba publicando dibujos de Domingo Muñoz en páginas inolvidables de La Ilustración española y americana, La Época, Blanco y Negro…

 

 

 

Dibujos de Domingo Muñoz Cuesta aparecidos en los principales diarios del momento

 

En 1888 en la capital francesa, abrió sus puertas el restaurante español Robles, en la Rue du Helder, un local cuyas paredes estaban decoradas por el artista.

Ese mismo año, una caricatura del artista era la portada de Madrid Cómico, el periódico de Sinesio Delgado, bajo cuyo dibujo se leía: “Este célebre pintor,/ que gana mucho dinero,/ es de los que dan honor/ a España en el extranjero”.

El otoño de 1888 lo pasó el artista en Salamanca, una larga temporada donde pintó un cuadro, al cual le sirvió de asunto uno de los episodios de la guerra de la Independencia. Regresó a París en Navidad.

En 1889 contrajo matrimonio con la también pintora y socia de la Asociación de Pintores y Escultores, María Luisa de la Riva Callol, quince años menor que él, fijando su residencia en París, donde ya él vivía, y si bien la unión no debió durar mucho por el carácter bohemio de Domingo, tuvieron dos hijos, conociéndose únicamente algunos datos de su hija, la también pintora Dolores Muñoz de la Riva, nacida hacia 1895.

La amiga

 

En París vivió en el Faubourg de Saint Honoré, 233, una vivienda amplia con zona habilitada como taller de artista, que utilizaba el matrimonio.

En 1891 expuso en el Círculo de Bellas Artes junto a Jiménez Aranda, Sala, Francés, Pla, Lhardy, Sorolla, Bilbao, Espina…

En 1892, exponía una obra en el Palacio de la Industria del Campo de Marte de París, un cuadro militar …“un verdadero cuadro; pintura, en fin, y no ensalada a la moderna”, recogía la prensa. Exposición anual a la que volvería en 1894, 1895, fecha en la que el Jurado decidió adquirir su obra para la Societe Artistique de Normandie y la Soeciete des Amis des Arts, en 1901.

En 1901 conocemos que se encontraba pintando en Córdoba, presentando a la Exposición Nacional de Bellas Artes de ese año, una serie de obras de inspiración andaluza, consiguiendo una Segunda Medalla por la obra “La amiga”.

La prensa reseñaba que …”La amiga, de Domingo Muñoz, ha sido conceptuado como uno de los mejores cuadros de la exposición, y en verdad que la contemplación de esta obra justifica las alabanzas que le han prodigado los críticos y la admiración que ha producido en el público. Hay tanta naturalidad en todas las figuras y tanto acierto en la agrupación de las mismas y son tan encantadoras las cabecitas de aquel enjambre de chiquillas que afanosamente trabajan presididas por su maestra, que comprendemos la atracción que este conjunto de perfecciones ejerce sobre cuantos visitan el actual certamen”.

Viajaba largas temporadas para documentar y pintar sus obras del natural, lo que le valía largas ausencias de su residencia parisina.

Soldado

 

En 1902 participó en la Exposición de Arte Español celebrada en París, conocido como el Salón de París, organizado por la Sociedad de Artistas Españoles con obras de Benlliure, Blay, Madrazo, Checa, Martín Rico, …

En 1903 la prensa del momento hablaba de él como …”una de las figuras más salientes de nuestra colonia artística en París”, que incluía ya en sus obras la temática taurina.

Presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904, 1908.

Joven con guitarra

Mosquetero

 

En la Exposición del Círculo de Bellas Artes de 1909 presentó dos bocetos considerados como “magistrales”.

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1910 quiso presentar un cuadro que desde el primer momento causó un gran revuelo y terminó siendo un escándalo debido al matiz político que en él vieron algunos.

Mosquetero

 

Se apeló entonces al Jurado de la Exposición, que retiró el cuadro, siendo utilizado el hecho de forma torticera por los políticos de la época.

Así, El País publicó una extensa noticia bajo el título de “La libertad del Arte, un cuadro de Domingo Muñoz”, que decía: …“Un pintor romántico, alma de artista, corazón fácil al entusiasmo y a la indignación ante la injusticia, Domingo Muñoz, ha pintado un cuadro inspirado en el fusilamiento de Ferrer, y lo ha presentado a la Exposición Nacional de Bellas Artes. ¿Por qué no? La Exposición es Nacional, y en España son libres el pensamiento y las manifestaciones de la ciencia y del arte. Se tratara de una Exposición particular, organizada por un Círculo o por un personaje, y Muñoz no hubiera llevado su obra; pero a la Nacional, sí; y la admitirán, si no quieren los del Jurado dar un escándalo denigrante para los artistas, que deben ser hombres independientes, y no aduladores rastreros. Ese cuadro, sólo por mal pintado podía ser rechazado, y eso no es posible, porque es superior a lo que han pintado y pueden pintar los que se atrevan a rechazarle. Hemos visto el cuadro, lo ha visto medio Madrid en el magnífico estudio de Martínez Gari. Un foso, una muralla, como abocetados, constituyen el fondo. Un cadáver, con los ojos vendados, yace en el suelo; el sombrero caído está en primer término. A la izquierda, un ángel blanco sonríe, las alas extendidas, los pies amarrados. A la derecha, una hoguera, humo, y entre el humo, cuatro fusiles; arriba, agrupados, tres hombres siniestros: Arbués, Torquemada y Domingo de Guzmán. El cuadro es idealista, simbólico. Sobre sus méritos nada diremos ahora; el público lo ha de admirar. Nada habíamos dicho sobre las preocupaciones cobardes, las intriguillas y los cabildeos que el cuadro ha promovido; pero anoche habla del que llama cuadro revolucionario, el señor Blanco Coris en el Heraldo, quien, después de hacer justicia al pintor y describir el cuadro, propone lo siguiente: ‘Como obra de arte, nada tiene de particular que merezca la, preocupación ni de los artistas, ni del público, ni del Jurado. Como asunto, sí que lo tiene, y al artista seguramente le estaba destinado este calvario. Si yo hubiera visto a Muñoz, le hubiera dicho: —Querido Domingo: No lleves eso al Retiro; llévalo a Bruselas, a Stokolmo o a la India; pero a nuestras Exposiciones oficiales, donde es obligada la visita del jefe de Estado, de los ministros, del cuerpo diplomático y otros dignatarios, es una verdadera temeridad. Tu cuadro, que no puede pasar desapercibido a la curiosidad general, será una molestia en ciertas esferas, de la cual serán responsables el inspector general de Exposiciones, y con él el Jurado, que se encuentra en una situación verdaderamente crítica, porque no sabe lo que hacer; esto es lo cierto. Has sido hábil, has tenido una idea de las tuyas, satánica; pero no has previsto las consecuencias: y es que el día de la apertura, o tu cuadro no figura en la Exposición, o, si figura, causas una perturbación, que debe evitarse, capaz de motivar hasta una crisis. Y estará bueno que tú, el mejor de los hombres, el más noble, al que debo, en parte mi conocimiento del arte, no comprendieras que el telar de la vida está lleno de hilos, que se cruzan de tal modo, que es imposible dar un paso sin enredarse. Retira tu cuadro; acepta la recompensa que te ofrezcan, y hasta que volvamos a encontrarnos, siempre recordaré que te debo muchos favores.» Respetamos la intención de Blanco Coris, como respetaremos la resolución de Domingo Muñoz, hombre incapaz de comprar recompensas a costa de abdicaciones; pero hemos de advertir que el cuadro, expuesto en el extranjero porque en Madrid no hay libertad para exponerlo, constituiría una afrenta para España y para los artistas españoles. Y, por hoy, basta, que este cuadro ha de dar mucho que hablar y que escribir”.

Referente al artículo, y un día más tarde, El País publicaba: “El cuadro de Domingo Muñoz, “1909”, será, aunque lo cuelguen y aunque colgaran al autor, el cuadro de esta Exposición Nacional de Bellas Artes. El cuadro no se exhibirá. Lo deducimos de la lectura de un artículo que, si no es oficioso, lo parece, anoche publicado en El Mundo. ¡Con qué dolor vemos que lo suscribe el diputado liberal Baldomero Argente, periodista notabilísimo e inteligencia preclara. Somos en España muy liberales, mucho; pero en cuanto no nos molestan con el ejercicio de la libertad. El Sr. Argente sostiene que no se atenta a la libertad del Arte rechazando el cuadro; lo que se hace es no admitirlo en la Exposición Nacional por temor a un conflicto. Es el criterio de los conservadores, tantas veces criticado por los liberales. El pensamiento no delinque; pero ¡ay del que manifieste su modo de pensar oralmente o por escrito! El Sr. Muñoz tiene libertad para pintar lo que quiera –he ahí respetada la libertad del arte-; pero no la tiene para exponerlo, ni en la Exposición Nacional ni en ningún salón. ¿A qué no se permite que lo exhiba en un teatro? Los demás argumentos son igualmente peregrinos. Que se hace la apología de un delincuente; sobre que es discutible, ¿es que no están llenos los museos de cuadros apologéticos de esta índole? Los comuneros de Gisbert, ese cuadro que está hoy en el Congreso de los diputados, provocó protestas cuando se exhibió por primera vez, y es la apología de tres ajusticiados. No son otra cosa Los Cristos; pero atengámonos a reos más modernos. En el Museo de Arte Moderno figura El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros, que murieron fusilados y juzgados por tribunales militares. Creemos que se comete un atentado a la libertad del Arte y que se interpreta arbitrariamente el Reglamento de la Exposición que determina bien los casos en que puede el Jurado rechazar un cuadro. El autor del titulado 1909 nos favorece con esta carta, en la cual rectifica un error del articulista, sobre cuyo artículo volveremos a escribir algo. La carta dice así: Madrid, 17 de septiembre de 1910, Sr. D. Roberto Castrovido. Muy señor mío y amigo: Yo le agradecería a usted tuviera la bondad de rectificar una equivocación. Yo no sé de dónde habrá salido el rumor que dice El Mundo de hoy, atribuyéndome intención de poner un título al cuadro 1909 –que jamás pensé pues no sintetizaría su asunto ese título que ahora conozco- Yo en esto sigo no viendo otra cosa más que lo que me propuse pintar: la lucha eterna entre dos tendencias: el espíritu inquisitorial de restricción antiliberal, y la libertad de pensamiento, y… ¡nada más! Lo digo como lo siento, con toda sinceridad. Agradecido a este favor, sabe que soy suyo afectísimo amigo, Domingo Muñoz.

Recordaremos al Sr. Muñoz, al Sr. Argente y al Gobierno, que un centro oficial, la Academia de Bellas Artes, dio hace pocos años como tema para el concurso de opositores a Roma, uno esencialmente apologético: Despedida de su familia de un anarquista condenado a muerte. Chicharro y Benedito, si no recordamos mal, pintaron sendos cuadros con ese asunto. Pero, ¿a qué insistir, si hablamos a convencidos, que hubieran puesto el grito en las nubes si es Cierva ministro de la Gobernación y Rodríguez San Pedro, de Bellas Artes, cuando surge este dificultoso trance? Dificultoso en un país como este, donde los poderes públicos o el poder civil son fantasmas, organismos débiles, simulación de poderío”.

Al día siguiente, Domingo Muñoz contestaba en otro medio: «Unos porque realmente vean en el cuadro, a causa de poseer una exuberante imaginación, lo que no hay y otros por lo que sea… han levantado una polvareda, entre la que me han envuelto de tal manera, que me es casi imposible entenderlos, El cuadro no estorba sino porque es anticlerical. No  quiero, pues, dar más que hacer a mis amigos y compañeros del Jurado; sé que es inútil su esfuerzo para mantener mi derecho, y como no soy político, ni he medrar ni tener gloria por ese camino, voy a recoger mi cuadro y evitar que continúe esa cómica anarquía oficial con que se ha de atropellar mi derecho. El mundo todo es grande y España sola es chica para los artistas; todo el que me conoce sabe que a mí me importa tres cominos que manden Sagasta, Canalejas, D. Jaime, Ravachol o Piel de Ubrique. España les debe muy poco a esos caballeros. En todo ese espacio que presenta la superficie del planeta caben las ideas de arte; me marcho muy pronto fuera de la jurisdicción de estos señores; hago el propósito de pintar varios cuadros, ninguno político y todos sangrientos, lo prometo. Allí me amparan las leyes, la libertad, la cultura y el buen sentido”…

El cuadro no se exhibió, ni ha sido posible encontrar una imagen del mismo, ni más referencias.

Los piqueros de Bailén

 

Presentó obra a la Exposición Nacional de 1912 y figuró entre los artistas de la XI Exposición de Pintura española, organizada por José Pinelo y espléndidamente instalada en el Salón Philipon, de la calle Lavallo de buenos Aires.

En 1917 participó en la Exposición benéfica que organizó el Sindicato de la Prensa de París.

En 1919 estuvo presente en la Exposición de arte español del Petit Palais de París.

Retratos de soldados

Desnudo

 

En 1921 integró la Exposición de artistas madrileños.

Por una relación aparecida en La Acción en 1923, conocemos que Domingo Muñoz Cuesta fue declarado cesante como funcionario del ministerio de instrucción pública, siendo oficial de administración de tercera clase.

En 1924 se hablaba de él ya como un “refugiado en la vida humilde… y muchos otros artistas que noblemente lucharon y viven alejados completamente de la tramoya y continuas sorpresas de la política artística”.

Soldado

 

Después de la muerte de su esposa, acaecida en 1926, y a pesar de tener una  hija, casi ciego, solo y pobre, Domingo Muñoz Cuesta vivió en la Residencia de Escritores y Artistas del Instituto Cervantes de Madrid, un establecimiento benéfico para artistas sin recursos, en el que murió el 7 de enero de 1935.

La prensa se hizo eco de la noticia, publicando algunos medios que …”Solía acudir hasta hace unos meses al Círculo de Bellas Artes, en que figuraba con el número 1 de sus socios fundadores… su vida le forzó, después de cosechar triunfos, a la bohemia”…

Otro medio decía …”fue hombre desgraciado y de vida atormentada que le ha llevado a morir en la miseria y sobre la cama de un asilo, bueno, pero asilo al fin. Su obra perteneció a la buena escuela española, y se halla repartida en Museos, centros oficiales y galerías privadas, figurando alguno de sus cuadros grabado en los billetes del Banco de España. Fue también, cosa rara en España, un gran ilustrador, de lo que deja huella en los magníficos bojes que dibujó para la edición del Gil Blas, que publicó el docto señor Balbín de Unquera, y en los que se muestra a la altura del propio Vierge”.

Y también …”fue siempre el propagandista entusiasta de las Bellas Artes españolas y de nuestras supremacías en todas las fases de nuestro temperamento. El suyo le ocasionó muchos disgustos, porque doquiera que fue actuó de Quijote romántico, al que muchas veces tomaron por loco, pero era un loco de gran corazón, que se peleaba valientemente con el que hablase mal de Goya o de Cervantes o de Prim… Domingo era un colorista brillante y defendió su vida y la de su familia pintando, dibujando y escribiendo con fecunda nerviosidad y gran acierto. No obtuvo lo que él merecía por su talento y espíritu de bohemio rebelde a hacer antesalas y a comprometer a los encumbrados repartidores de recompensas, y ha muerto pobre, ciego y envenenado por las ingratitudes de los que no supieron apreciar el caudal de bondades que su alma prodigó en su vida de artista y caballero”.

Militar

 

Fue condecorado como caballero de la Orden de Carlos III.

La siega

 

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: José Francés

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1929: José Francés

Con el nuevo año dio también nuevo cambio la orientación de la Gaceta de Bellas Artes, que ahora dirigía el escritor, crítico de arte, Académico de Bellas Artes de San Fernando y Presidente de la Asociación, José Francés.

Comenzó en enero con un Propósito en el que expresaba querer ampliar el número de páginas, las perspectivas ideológico-estéticas y sus legítimas aspiraciones de difusión como revista profesional y popular a la vez. Había una parte de noticiario artístico cada vez menos apoyada en las noticias oficiales, que publicaban la Gaceta de Madrid o los boletines ministeriales, y centrada más en lo referente a los asociados en cuanto a artistas. La nueva Gaceta, con 16 páginas en couché y otra en papel pluma, costaba 375 pesetas.

José Francés y Sánchez Heredero ingresó en la Asociación de Pintores y Escultores en 1915 y desde el primer momento, se involucró en las actividades de la entidad.

Así, en 1915, siendo Presidente José María López Mezquita, en la exposición que la AEPE celebró en Zaragoza de artistas aragoneses, que incluía 26 obras del maestro Zuloaga, aragonés por adopción, se dio a la inauguración una excepcional importancia, impartiendo una conferencia de presentación del acto José Francés.

Además de las colaboraciones en la Gaceta de Bellas Artes, en 1924 José Francés respondió ante la Academia de Bellas Artes de San Fernando informando sobre las actividades de la AEPE, como trámite para la concesión de subvenciones y a petición del subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. Entonces, ya decía entre otras cosas: …”Casi paralela a esta labor tan fructífera y bien orientada del Salón de Otoño, la Asociación de Pintores y Escultores viene realizando la otra, no menos feliz y didáctica de su revista”…

En 1928, la Asamblea General de la AEPE votó el cargo de Presidente, que recayó en José Francés. La Junta Directiva organizó entones comisiones de Reforma de Reglamento, Cooperativa, Gaceta de Bellas Artes, Salón Nancy, etc. y se hicieron gestiones acerca del Presidente del Consejo de Ministros para encontrar un local adecuado para la Asociación de Pintores y Escultores, quien respondió mediante oficio dándose por enterado, pero diciendo que el local pedido, el llamado Palacio de Hielo, dependía del Ministerio de Marina. Se pensaba como local en el llamado Palacio de Hielo.

El Presidente, José Francés, dimitió a mitad de año por razones personales que explicó en una larga nota, que se leyó en junta directiva de 6 de junio, que …”Con verdadero sentimiento y luego de haber meditado bastante … y motivado por el poco tiempo de que dispongo para actuar por entero a favor de nuestra Asociación y el abandono en que tengo desde hace años mi obra literaria personal de cuyo producto vivo únicamente” …

Pese a su dimisión, José Francés no estuvo nunca alejado de la entidad, participando y colaborando a través de sus escritos y de sus múltiples gestiones en beneficio de la institución que un día presidió, impartiendo conferencias, participando en homenajes y de una u otra forma, se mantuvo estrechamente ligado a la Asociación de Pintores y Escultores.

Su colaboración permanente en la Gaceta de Bellas Artes es todo un referente, como el número que en 1934 dedicó la Gaceta a Pinazo, escrito íntegramente por José Francés.

 

José Francés y Sánchez Heredero

 

FRANCES SANCHEZ HEREDERO, José              Cr.   1915                                 22.jul.1883        MADRID                       10.set.1964

 

Presidente de la AEPE

Socio de Honor

Retrato de José Francés, por José María López Mezquita

 

José Francés y Sánchez-Heredero nació en Madrid el 22 de julio de 1883. De ascendencia asturiana, su padre, José Francés y Álvarez de la Perera, era funcionario del gobierno (comisario de policía) que también ejerció de periodista y publicó el libro compendio de sus artículos, “Galeradas”. Su madre, Teodora Sánchez Heredero González Posada, era valenciana.

El matrimonio tuvo otra hija, Amalia, que nació en Manila, Filipinas, el 26 de abril de 1885.

Los continuos destinos que el trabajo de su padre tenía, hicieron que comenzara los estudios elementales en Madrid, los continuara en Granada y que el bachillerato estuviera a caballo entre el instituto Cardenal Cisneros de Madrid, León, Ciudad Real y Oviedo, donde se graduó.

José Francés quiso ser pintor, más concretamente quería ser caricaturista, utilizaba incluso el pseudónimo de “Córcholis”, pero se dio cuenta que no tenía buenas facultades y decidió escribir sobre arte.

Con diecisiete años comienza a publicar sus primeros cuentos en las revistas Gente Conocida y Vida Galante, teniendo como guía, consejero y amigo a Eduardo Zamacois, y en Alma Española, a partir de 1903.

Sus preferencias son la literatura, el arte y la caricatura, y ya en 1904 realiza algunas críticas de arte sobre la Exposición Nacional de Bellas Artes.

Retrato de José Francés, por Marceliano Santa María

Mientras iniciaba su actividad en el Madrid literario de esos años, preparó unas oposiciones al Cuerpo de Correos, en el que ingresó el 15 de enero de 1904.

Hacia 1905 trabajó en La República de las Letra, semanario fundado por Blasco Ibáñez, bien con colaboraciones literarias, bien con traducciones.

En esta época se pusieron muy de moda las colecciones de novelas cortas y de cuentos, publicaciones literarias asequibles al público, por su precio y por su contenido y extensión.

En 1904 uno de sus cuentos es premiado por la revista Blanco y Negro y dos años más tarde, obtiene el segundo premio de cuentos de El Liberal.

Trabajador, honesto, altruista, lo describen también como un ácrata romántico, apasionado y radical, poco a poco fue publicando sus cuentos, críticas literarias y escritos en los mejores diarios nacionales y revistas del momento: Nuevo Mundo, La Lectura, Renacimiento, Nuestro Tiempo, Heraldo de Madrid, Los lunes de El Imparcial, Blanco y Negro, Revista Crítica, Ilustración Española y Americana, Ilustración Artística, Vida Socialista, Letras y El Fígaro, de la Habana.

 

En 1907 publica un libro de cuentos, Miedo, y Guignol, teatro para leer. Este último supone un nuevo reto, el teatro. José Francés presenta su primera obra escénica en 1908: “Cuando las hojas caen. Comedia en un acto y en prosa”, estrenada en el Teatro de Arte.

En el reparto de la obra, aparecía la actriz granadina Rosario Acosta, de la que se enamora perdidamente y con la que se casará en primeras nupcias.

Dirigió el teatro Cervantes de Madrid durante los años 1909 y 1910. Estaba situado en la Corredera Baja de San Pablo, 39, y era el competidor de su vecino, el teatro Lara.

Dos Retratos de José Francés, por Antonio Solís Ávila

 

En 1910 se encuentra ya dedicado de lleno a la novela y a la crítica de arte, iniciando su labor de conferenciante, lo que muestra ya a un José Francés con capacidad o deseo de liderazgo, de hacerse notar, de facilidad de palabra. A lo largo de su vida pronunciaría más de dos millones de ponencias tanto en España como en el resto de Europa.

Trabajador incansable, tradujo numerosas obras de Gorki, Sir Arthur Conan Doyle, Clemenceau, Merejkowsky, Edgar Allan Poe, Baudelaire, Nietzsche, Alejo Kuprin, Paul Hervieu, Faguet, Stendhal, y hasta Las canciones de Bilitis, los poemas eróticos de Pierre Louÿs.

José Francés había comenzado su carrera con un realismo costumbrista, pero fue tornando hacia la estética modernista de la valoración de lo accesorio, a la importancia de las sensaciones, de la sinestesia, de las descripciones sensoriales, con una prosa que tiene retórica y preciosismo, y de la que son ingredientes fundamentales tanto el lenguaje castizo y popular, como las palabras cultas clásicas y neologismos, asimismo, cultos.

En 1913 publica la novela La danza del corazón, que le consagra como escritor literario. Se describe en ella el mundo bohemio de la farándula, el cual conocía Francés a la perfección.

En 1914 el crítico Ventura García Calderón en la Revista de América, observa el cambio producido en la obra y en la personalidad de Francés: …“Mientras España está matando el tiempo, este hombre vive cada minuto intensamente por la fiesta de concebir. Pocos nos dan mejor la imagen de caldera a alta presión, de fuerza en marcha. Con igual acierto escribe crónicas, críticas de arte, novelas, cuentos, comedias. Como Galdós va elevándose un monumento de libros. ¿Son treinta ya? Periodista de lo raro, de los contados que concilian la profesión con el arte de buen decir y original pensar, logra tener talento cada día. Sus crónicas son frescas, matinales. Están ágilmente escritas en una prosa jaspeada y anhelante, como no vemos en España con frecuencia. Parecen improvisaciones admirables, la abundancia mental de un espíritu colmado que se desborda en frases rápidas”…

Fotografía de José Francés

 

Ese mismo año, comienza la publicación de la revista La Esfera, una publicación de corte conservador que trataba de armonizar la tradición y la modernidad en todos los terrenos, pero sobre todo en el artístico, ya que el tema político estaba ausente. Una revista que contribuyó a formar en el gran público el interés por los temas de cultura, conocimiento del arte, exposiciones, patrimonio artístico español…

José Francés en La Esfera firma muchos artículos con su nombre, pero otros muchos con el seudónimo de Silvio Lago. Esto le posibilitaba escribir en diversos medios a la vez, publicando incluso artículos similares.

Silvio Lago era el nombre del protagonista de una novela de Emilia Pardo Bazán, y José Francés lo adoptó para firmar sus críticas de arte, con las que se consagró.

Pero Francés utilizó además otros seudónimos. En algunas cartas firmaba como Diego de Mañara, en otras como Juan Postal, utilizado al escribir sobre temas relacionados con Correos, y muchos otros textos que podrían ser suyos, por su estilo característico y que, sin embargo, aparecen sin firmar.

José Francés era el crítico de La Esfera, al igual que Manuel Abril lo era de Blanco y Negro o Juan de la Encina, de la revista España, las grandes publicaciones del momento, que provocaban una cierta competencia entre sus escritos artísticos y que redundó sin duda alguna, en beneficio del arte y las letras.

Francés continúa su labor como crítico de arte y como conferenciante. AI finalizar el año 1914 inicia una de las empresas más queridas por él, acorde con su defensa de la caricatura como Bella Arte. Organiza una exposición de humoristas, bajo el título de Salón de Humoristas, como defensor y alentador de los artistas que a ellos se presentan.

En 1915 inicia la publicación de El Año Artístico, volumen que recoge el comentario del autor sobre los acontecimientos artísticos anuales más importantes desde su punto de vista. Esta obra aparecerá, año por año, hasta 1926, en que deja de publicarse por dificultades editoriales.

Retrato de José Francés, de Rafael Barradas

 

En marzo de 1917 participó activamente en la preparación de la Exposición Nacional de Bellas Artes, iniciando así una actividad en torno a estas muestras que se hará cada vez más frecuente.

Su prestigio en el terreno artístico ya está consolidado cuando en 1919 se publica el cuarto tomo de El Año Artístico 1918, cuya obra es declarada libro de texto en tres universidades americanas, como historia del arte moderno español.

Francés se centra entonces en la divulgación de una serie de monografías de artistas, empresa en la que colabora con Martínez Sierra, alcanzado la madurez y el éxito. Ya es requerido por personas e instituciones de importancia, que le consideran una persona con criterio.

Simultanea la actividad novelística y artística, en los años en los que la novela corta triunfa en España frente a la novela folletinesca y por entregas. José Francés es uno de esos novelistas cuyo nombre se repite constantemente en estas colecciones, y que contribuyó en esta etapa de la literatura española a dar un impulso grande a un género muy español.

En estos años 20 José Francés vivía en Madrid en la calle de Goya, 2. Su esposa, Rosario, se trastorna y es internada en un sanatorio.

José Francés y su primera esposa, Rosario  Acosta en su casa, en 1925

 

Y José Francés redobla su actividad. Crea su propia tertulia en un Café de Jorge Juan, en la que sus componentes eran fundamentalmente humoristas y donde se trataba de animar y mejorar la ilustración editorial, el arte decorativo, el dibujo, el arte de la caricatura. Concurrían a ella Bartolozzi, Xaudaró, Ramírez Angel, José Pinazo, Victorio Macho, Fresno, Luis de Tapia, Sáenz de Tejada, Sancha, Bujados, Baldrich, Echea, Manchón, Solana, K-Hito, Nestor y otros más.

Retrato de José Francés, por Bernardino de Pantorba

 

José Francés gusta también reunir a sus amigos en casa para conversar sobre temas literarios, artísticos y culturales, en general. A ella acuden escritores como Diego San José, Pedro Mata Domínguez, Pedro de Répide, José María Carretero o El Caballero Audaz, Ballesteros de Martos, Victorio Macho, y otros escritores y colaboradores de La Esfera, y artistas de todo tipo.

En 1922 es elegido miembro numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, cargo en el que realizará un espléndido trabajo como Secretario Perpetuo a lo largo del resto de su vida.

En esa época, en una representación en el Teatro del Liceo de Barcelona, conoce a Áurea de Sarrá Adriá, una bailarina clásica con la que convive a partir de entonces y con la que se casa tras divorciarse de su primera esposa, internada en un sanatorio mental.  Además, adoptó al hijo de Áurea en 1922, el catedrático de psicología social en la Universidad de Columbia, en Nueva York y funcionario de la Organización de los Estados Americanos, Alberto Francés.

Vinculado a Avilés, donde solía pasar la temporada estival desde 1921, fue mecenas de algunos artistas locales, como el escultor Antonio Rodríguez García, y su Ayuntamiento lo nombró hijo adoptivo en 1926.

En 1931 publica Almanaque. Escolios del año, recopilación de escritos breves sobre muy diversos temas, entre ellos el recuerdo de Asturias y sus costumbres, muy conocido por Francés pues era el lugar de veraneo habitual de estos años, aparte de estar ligado a la región por vínculos familiares, sobre todo con Avilés.

José Francés en 1930

 

Otra de sus aspiraciones se ve también colmada, al ser llamado como miembro de los Jurados de las Exposiciones Nacionales, trabajando siempre por mejorarlas a través de sus comentarios y propuestas.

Al comenzar la guerra civil, José Francés permanecerá en principio en Madrid junto a su familia. Presenciando algunos horrores de la guerra, sobrevivió gracias a la ayuda que le prestaron los carteros, y en un momento dado, tuvieron que refugiarse en la Embajada de Rumanía, ya que fueron a buscar a Áurea para asesinarla debido a su condición de terrateniente.

Fue una época de absoluta tristeza. La sobrina de su esposa Rosario Acosta, Constanza, a la que José Francés quería como a una hija, estaba casada con Enrique Estévez Ortega, quien también dirigió la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE. Su asesinato el 29 de agosto de 1936 lo vivió como un suceso atroz: fue sacado a la fuerza de su domicilio y su cuerpo no fue encontrado hasta el 5 de septiembre en la Ciudad Universitaria, horriblemente mutilado.

Ya viuda, Constanza convivió siempre con su tío y con Áurea.

En 1937 falleció su madre y solo un año después, su hermana Amalia y también su padre.

 

Quizás lo que más caracterizó a Francés durante la guerra fue el temor vivido por todos aquellos hechos que le hicieron quedar como sin vida, apagado, escuálido y empalidecido.

Desconocemos en que momento de la guerra civil la familia tuvo que salir de Madrid, pero la situación económica de Aurea de Sarrá, que poseía una gran fortuna y fincas en Cataluña, hacían temer lo peor. Y allí se dirigió la familia.

Cuando volvieron a Madrid se encontraron con que habían entrado en su casa y ya José Francés no quiso recordar la guerra civil nunca más. Era amarga para revivirla y le atemorizaba la censura. Nunca escribió sobre ello. Según parece, económicamente tampoco lo necesitaba. Consiguió vender algunas casas que poseía la familia en Cuba, lo que unido al patrimonio de Aurea de Sarrá les permitió vivir holgadamente.

La posguerra ocupa a José Francés en la organización y reactivación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y sobre todo, en la puesta en marcha y funcionamiento de la actividad artística. La crítica de arte quedaría todavía relegada a segundo término durante unos años.

Tras la guerra, los veranos los pasaría en la torre de Arenys d’Empordà, que se convirtió en el lugar de encuentro veraniego de artistas, en torno a la luz influyente de José Francés, que llevó a la torre muchas de sus pinturas de los salones de su palacio de Madrid y también la biblioteca.

José Francés impartiendo una conferencia en 1947

 

Los años cuarenta comenzaron con una dedicación amplia a la Academia de Bellas Artes y sus actividades, en general, desde su cargo de Secretario Perpetuo, participando como Jurado en distintas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, organizando otras exposiciones, como los Salones de Humoristas y otras instituciones como el Circulo de Bellas Artes.

No abandona su actividad como escritor ni como crítico de arte, aunque no con la profusión que lo hacía en los años anteriores a la guerra, y en colaboraciones puntuales en revistas especializadas en temas artísticos.

Quien le conoce no duda en calificarle de trabajador incansable, madrugador, constante en el trabajo cotidiano y capaz de diversificarse entre su actividad en Correos, donde llega a ser Jefe de Administración de Primera Clase y Jefe de la Biblioteca y Museo Postales de la Dirección General de Correos y Telecomunicación, y sus actividades relacionadas con el ámbito artístico.

En el año 1941 escribe Judith, tragedia con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura.

En 1950 fallece su esposa, Rosario Rodríguez Acosta, de la que se había divorciado antes de la guerra, divorcio que quedó anulado con el nuevo régimen. Es entonces cuando contrae matrimonio con Áurea de Sarrá, con la que convivía desde los años treinta. Él tenía sesenta y siete años, ella sesenta y uno.

El 25 de junio de 1963 la Academia de Bellas Artes de San Fernando le rindió un homenaje con motivo del 40 aniversario de su ingreso y su dedicación como Secretado Perpetuo de la misma. Se le entregó una bandeja de plata con las firmas de los Académicos participantes y el evento casi coincidió con su ochenta cumpleaños. Dedicó la mitad de su vida a la Academia y ésta se lo agradecía.

En su casa de Madrid, junto a Áurea de Sarrá

 

Académico de Bellas Artes de San Femando, era correspondiente de la Real Academia de San Carlos de Valencia, de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, de Bellas Artes de San Jorge, de la Academia Nacional de Artes y Letras de la República de Cuba, Académico de Honor de la Academia Iberoamericana de Historia Postal, Jefe de administración de primera clase del cuerpo de Correos y Jefe de la Biblioteca y Museo Postales de la dirección General de Correos y telecomunicación, Miembro Honorario del Comité Cultural Argentino, Miembro Correspondiente de la Hispanic Society de América, Socio de Honor de la Asociación de Pintores y Escritores de Madrid, del Círculo de Bellas Artes, además fue Vicepresidente Primero, del Círculo Artístico de Barcelona, del Círculo de Bellas Artes de Valencia,  Socio de Honor y Medalla de Honor de Amigos de los Museos de Barcelona, Presidente de la Asociación de Pintores y Escritores, Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, Presidente de la Unión de Dibujantes Españoles,  Presidente del Patronato del Museo de Reproducciones Artísticas, Hermano Mayor de la Fervorosa Hermandad de la Cinematografia, Presidente de Honor de El Consejo Nacional de la Acuarela, Caballero con la categoría de Comendador de la Orden de Africa, Socio de Honor de la Sociedad Popular de Cultura e Higiene de La Calzada de Gijón y Presidente honorario de su Biblioteca circulante, Caballero de L’Ordre National de la Légion D’Honor, Sirum Laudisde Bellas Artes de Hungría, oficial de la Legión de Honor y Comendador de las Ordenes de la Corona, de Italia, de la Corona de Bélgica, del Mérito Civil, de España, y del Mérito del Ecuador…

El 10 de septiembre de 1964 y después de una larga enfermedad de varios meses, fallecía José Francés en su residencia de Madrid, de la calle General Goded, 19 (actual calle General Arrando),  rodeado de su esposa, su hijo y su sobrina Constanza.

En la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que fue Secretario Perpetuo, se instaló la capilla ardiente, desde donde fueron conducidos sus restos hasta el cementerio de la Almudena.

Le sobrevivió Áurea, que fijó su residencia en Arenys, donde vivió treinta años más en la penumbra, teniendo que vender la colección de arte del crítico para sobrevivir, y que vivirá sus últimos días en la soledad del olvido.

La casa de Arenys d’Empordà es desde entonces conocida como la “Casa Francés”, pasando a manos del único hijo de estos, Alberto Francés.

Hoy en día, la casa está abandonada y en ruinas, teniendo una gran actividad paranormal que incluye la aparición de un misterioso fantasma femenino que se podría identificar como Áurea.

A lo largo de su vida acumuló una biblioteca de diez mil volúmenes y fundó con Marés un museo en el Ampurdán.

Su autoridad como crítico de arte fue indiscutible, igual que como periodista, traductor y novelista.

Fue de los pocos críticos de arte en considerar la fotografía como un arte, publicando al respecto la obra La fotografía artística.

José Francés y Áurea de Sarrá en un acto en 1935

En 2018 se celebró en Avilés la Exposición de Filatelia ExfiAvilés, en el Palacio de Valdecarzana, muestra que rindió homenaje a José Francés.

Correos y el Grupo Filatélico Avilesino emitieron un matasellos homenaje en el 135 aniversario de su nacimiento en Madrid y también pusieron en circulación un sello personalizado.

 

 

Novelas

Dos cegueras, Madrid: Fernando Fe, 1903. Abrazo mortal, Barcelona: Sopena, 1903. El alma viajera, 1908 y Madrid: Mundo Latino, 1923. La guarida, Madrid: Renacimiento, 1910. La débil fortaleza, 1913. La danza del corazón, Madrid: Llorca y Compañía, 1913. La mujer de nadie, Madrid: SGELP, 1915. Como los pájaros de bronce, Madrid: Renacimiento, 1917. El hijo de la noche, Madrid: Mundo Latino, 1922. La raíz flotante, 1922. Dos hombres y dos mujeres. (Vidas en penumbra). Madrid: Ed. Mundo Latino, 1923. El café donde se ama, Madrid: Mundo Latino, 1924. Los muertos vivos, 1930 Rostros en la niebla. Madrid: Ed. Renacimiento, 1931. Los muertos viven. Madrid: Ed. Renacimiento, 1933. Su Majestad, s. a. La peregrina enamorada. Novela en quince episodios, Madrid: Calleja, s. a.

Cuentos y colecciones de novelas cortas

Miedo, Valencia: Prometeo, 1908 (colección de cuentos). Páginas de amor, 1912 (colección de cuentos). La ruta del sol, 1912 (cuentos). La estatua de carne, Madrid: SGELP, 1915. El misterio del Kursaal, 1916. 2.ª ed. Madrid: Mundo Latino, 1923. El muerto, novelas cortas. Madrid: Mundo Latino, 1920. Sortilegio, novelas cortas El espejo del diablo, cuentos. Madrid: Librería internacional, 1917. Cuentos del mar y de la tierra, Entre el fauno y la sirena, cuentos. Adán y Eva.

Teatro

Guignol. Teatro para leer’. Madrid: M. Pérez de Villavicencio, 1907. Más allá del honor. Comedia dramática en un acto. Madrid: Imp. S. Velasco, 1908. La doble vida, drama en dos actos y en prosa. Madrid: Imp. S. Velasco, 1910. Libro de estampas. Paso de comedia. Madrid: Imp. S. Velasco, 1910. El corazón despierta. Comedia en un acto y en prosa. Madrid: Imp. S. Velasco, 1911. La bondad en el engaño. Comedia en un acto y en prosa. Madrid: Imp. S. Velasco, 1909. La moral del mar. Comedia en un acto y en prosa, Madrid: Imp. S. Velasco, 1909. Cuando las hojas caen, Madrid: Imp. S. Velasco, 1909. Con Federico Leal, Lista de Correos, sainete. Judith. Tragedia en seis jornadas, Madrid: Afrodisio Aguado, 1944, Premio nacional de literatura dramática.

Otros

Miradas sobre la vida. Escoliario. Madrid: Biblioteca Hispana, 1925. De la condición del escritor. Madrid: Ed. Páez, 1930, ensayos sobre escritores admirados. El hombre y el río. Madrid: Ed. Aguilar, 1954. Mientras el mundo rueda. Glosario sentimental. Madrid: V. H. de Sanz Calleja, Editores, s. a.

Crítica de arte(no se incluyen sus catálogos, conferencias y discursos)

Eduardo Rosales. Monografías de arte. Madrid: Biblioteca Estrella (c. 1919-1920). Federico Beltrán Masses. Monografías de arte, Madrid: Biblioteca Estrella (c. 1919-1920). Gustavo de Maeztu. Monografías de arte. Madrid: Biblioteca Estrella (c. 1919-1920). José Clará. Noticia biográfica y crítica. Monografías de arte. Biblioteca Estrella, (c. 1919-1920). José María López Mezquita. Monografías de arte. Madrid: Biblioteca Estrella, (c. 1919-1920). Manuel Benedito. Monografías de arte. Madrid: Biblioteca Estrella (c. 1919-1920). El mundo ríe. La caricatura universal en 1920. Madrid: Ed. Renacimiento, 1921. Senderos de belleza (Peregrinaciones estéticas). Madrid, Biblioteca Patria, 1923. Obra laureada con el Premio Conde de Mieres.  El arte que sonríe y que castiga (Humoristas contemporáneos). Madrid: Ed. Internacional, 1924.

La caricatura. Madrid: Ed. Compañía Iberoamericana de Publicaciones, S. A., 1930. La fotografía artística. Madrid: Ed. Compañía Iberoamericana de Publicaciones, S. A., 1932. Los dibujantes e ilustradores contemporáneos. Madrid, 1945. Madre Asturias. Madrid: Ed. Afrodisio Aguado, 1945. Santiago Rusiñol y su obra. Madrid: Editores Gerona, 1945. Marceliano Santa María. Monografías de arte. Madrid: Ed. Purcalla, (c. 1945). Gutiérrez Solana y su obra (1886-1945) Madrid: Editores Gerona, 1947. Eduardo Chicharro. Barcelona, 1948.

José María Rodríguez Acosta. Madrid: Ed. Espasa Calpe, 1948. El Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Apuntes para una sucínta noticia). Madrid: Instituto de Estudios Madrileños, 1954. El año artístico… Madrid: Mundo Latino (publicó los de 1915, 1916, 1917, 1918, 1919, 1920, 19121, 1922, 1923, 1924, 1925 y 1926).

José Francés y la AEPE

En 1925 fue nombrado Vocal de la Junta Directiva que creó el Directorio para redactar la Ley sobre Protección del Patrimonio Artístico y Cultural.

Representó a la Asociación, y a España, en el Congreso de la Propiedad Artística y Literaria en París, en junio de 1925.

Elegido Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores en 31 enero 1929, dimitiendo en junio de 1929 por tener abandonado aquello que me permite sobrevivir.

En 1929 representó a la Asociación como jurado, entre otras, en la Exposición Internacional de Barcelona, en el Homenaje a María Guerrero, y fue Delegado, en el Congreso de Cooperación Artística Paneuropeo.

Con la AEPE pronunció múltiples conferencias.

En 1934, un número de la Gaceta de Bellas Artes se dedicó a Pinazo, escrito íntegramente por J. Francés.

En 1935 fue nombrado Socio de Honor, título que se acordó conceder después en 1940, seguramente por no haber quedado reflejado la primera vez.

 

Mª Luisa de la Riva

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Mª Luisa de la Riva

RIVA DE MUÑOZ, Mª Luisa de la                 P            MADRID

 

Mª Luisa de la Riva en 1900

 

María Luisa de la Riva y Callol de Muñoz nació el 4 de abril de 1859 en Zaragoza.

Era la mayor  de los hijos del matrimonio entre el militar  Serafín de la Riva y Berraondo, natural de Santa María de Frías, en La Coruña, y de Dolores Callol, de origen cubano y procedente de la Isla de Santo Domingo.

Varios destinos tuvo el cabeza de familia que los llevaron a vivir en Zaragoza, donde nació María Luisa, y otras localidades de Cataluña, Galicia y Andalucía. Retirado de la vida militar, ingresó en el Cuerpo y Cuartel de Inválidos de Madrid, ciudad en la que vivió la familia a partir de 1870.

En Madrid vivieron en la calle Roque, 5 y en la calle San Matero, donde vivió hasta 1889 en que se marchó a París.

Pocos datos hay de la infancia y adolescencia de la artista, si bien Bernardino de Pantorba consignó en su “Historia de las Exposiciones de Bellas Artes” al que siempre nos remitimos, que fue alumna del pintor Antonio Pérez Rubio y de Mariano Bellver y Collazos.

Formada lejos de la enseñanza oficial, en los estudios de los artistas, con Mariano Bellver aprendió nociones elementales de dibujo académico y con Antonio Pérez Rubio, descubrió el cromatismo intenso, la pincelada suelta y el interés por la representación de escenas cotidianas de carácter amable.

Desde muy joven se dedicó al estudio de la pintura. Consagrada con entusiasmo al cultivo del arte, en la soledad de su taller pasó los mejores días de su juventud, teniendo por amiga y consejera a su madre, que fue la primera en alentarla en su pasión artística, participando de sus esperanzas y de sus triunfos.

En 1881 expuso en el Círculo de Bellas Artes de Madrid una obra, otra más en la misma sala en 1882 y 1883; participó en los certámenes provinciales como la Exposición Provincial de Bellas Artes de Cádiz de 1882 o la Exposición de la Asociación para el Fomento de las Bellas Artes de Gerona del mismo año, así como en galerías comerciales como la Galería Hernández, en el Palacio de Arenzana de Madrid en 1881 y 1882, en la Sala Parés de Barcelona en 1883 y en la Casa Marxuach también de Barcelona en 1886.

En 1884 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes y en la Exposición Literario-Artística de Madrid, donde logró Diploma de Mérito.

Puesto de flores

 

En 1885 expuso en el Salón de París una obra muy elogiada por la prensa francesa. Un año más tarde, el gobierno alemán invitó al español a concurrir con 24 cuadros de artistas españoles a la exposición de Berlín, siendo elegida una de sus obras.

El gobierno español envió entonces a Viena y a Munich dos lienzos suyos, que luego fueron adquiridos por el Estado y que figuran en el Museo del Prado.

En 1885 consiguió la Medalla de Primera clase y la de Tercera clase en la Exposición Aragonesa que tuvo lugar en Zaragoza.

En 1886 fue la única mujer artista seleccionada para representar al arte español en la Exposición Sud-Americana de Berlín.

Mención de Honor especial obtuvo en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1887.

En la Exposición Universal de Barcelona de 1888, logró la Tercera Medalla.

En la Exposición Universal de París de 1889 obtuvo la Tercera Medalla.

Poco después de su boda con el pintor y también socio de la Asociación de Pintores y Escultores, Domingo Muñoz Cuesta, quince años mayor que ella, en 1889, el matrimonio fijó su residencia en París y si bien la unión no debió durar mucho por el carácter bohemio de Domingo, tuvieron dos hijos, conociéndose únicamente algunos datos de su hija, la también pintora Dolores Muñoz de la Riva, nacida hacia 1895.

Uvas y granadas

 

En París vivió en el Faubourg de Saint Honoré, 233, una vivienda amplia con zona habilitada como taller de artista que utilizaba el matrimonio, participando activamente en las Exposiciones de los Salones nacionales franceses, así como en las muestras de artistas que se celebraban en Francia. Allí adopta la costumbre francesa de asimilar el apellido del marido al nombre de la esposa, de ahí que figure ya como María Luisa de la Riva Muñoz.

En París compartía su tiempo entre el cuidado de su familia y el cultivo del arte, continuando su aprendizaje en el taller de Charles Joshua Chaplin, donde se formarían artistas como Mary Cassatt o Eva Gonzales. De Chaplin se advierte su interés por la representación naturalista de la realidad.

Allí buscó el reconocimiento profesional y como ha documentado Magdalena Illán, en su correspondencia con el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes de Francia (2-2-1902) y con las instituciones públicas francesas, se presenta como una pintora profesional, “que trabaja para vivir”.

Envió obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1892, y en la de 1895, logró una Mención de Honor.

Por La Correspondencia de España conocemos que en julio de 1896 la artista realizó una exposición de sus últimas obras en su estudio del Faubourg Saint-Honoré, con una treintena de cuadros que …”sin contar los dos que tiene en los Campos Elíseos—y otros tantos por lo menos de los que tiene expuestos bien vendidos y dispersos por esos mundos de Dios—representan el trabajo lucido y constante de esta artista en el espacio de un año”. La exposición llamó la atención de los críticos al incluir pinturas de figura, con dos retratos al pastel en los que se aprecia …”la perfecta corrección y solidez del dibujo, …un gusto tan exquisito en la composición y el arreglo de la figura y una habilidad en la disposición de la luz que envuelve al modelo, de un arte y una elegancia maravillosas”. El crítico hace notar “la exactitud del parecido y el talento” de la artista, y respecto a sus pinturas de flores, menciona las obras adquiridas por la reina Isabel.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1897, obteniendo la Tercera Medalla, premio que mereció las reseñas de la crítica de la época, que mencionaba “el vigor y la solidez con que están pintadas y construidas aquellas frutas y los demás detalles del cuadro, que más parece pintura de un buen maestro holandés del siglo XVII”…

Ese mismo año, exhibía la obra “Crisantemos”, en la Exposición de Femmes-peintres de París, obra que fue adquirida por el estado francés en 300 francos, siendo la primera artista española que figuraba en un museo de Francia.

En el Salón de París de 1897 participó junto a otros españoles como Pradilla, Sorolla o Moreno Carbonero, y también en la Exposición Internacional de Munich de ese año.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de Barcelona de 1898 obtuvo Segunda Medalla.

Flores y frutas

 

En 1898 es condecorada con el título honorífico de la Orden de las Palmas Académicas que otorga la Academia francesa y es la predecesora de la Legión de Honor, que le entregó personalmente el Presidente de la República M. Félix Faure, al inaugurarse la Exposición de Pintoras celebrada en París ese año.

Al Salón de París de 1899 concurrió junto a Sorolla, Martín Rico, Masriera, Zuloaga…

En abril de 1900, la Ilustración española y Americana nos informaba de que “Una casa editorial de arte de Leipzig anuncia, entre otras monografías de artistas notables contemporáneos, la de la artista española Mademoiselle Muñoz de la Riva. Realmente es doloroso que mientras en el Extranjero saben apreciar a aquellos de nuestros compatriotas que descuellan en cualquier ramo del saber, aquí cuasi ignoramos los nombres de los que nos honran. María-Luisa de la Riva, que esta es la artista que figura en la colección dicha de monografías de pintores ilustres a que me refiero, es una pintora… Sus pinturas se pagan a altos precios, y además de sus hermosos lienzos de flores y frutas, que guardan en sus galerías los Rosthchild, Ratzivill, la reina Doña Isabel y otros amateurs, la pasmosa ductilidad de su temperamento artístico la ha hecho una artista decoradora de gran mérito. En la actualidad se halla trabajando en varios panneaux destinados al hotel de un potentado americano”.

María Luisa de la Riva es la única artista española premiada con Medalla de Plata en la sección de Bellas Artes de la Exposición de París de 1900, lograda por la obra titulada “Carmen”, que supuso un señalado triunfo que consolidó su fama y prestigio.

La Ilustración artística reseña que obtuvo la Segunda Medalla de la Exposición Universal de París de 1900. Con tal motivo, se publicó un extenso artículo que recogía los méritos de la artista, destacando que “…en María Luisa de la Riva se aúnan de una manera en extremo armónica las tiernas delicadezas de la mujer y las nobles y elevadas aspiraciones de la artista. Su temperamento extraordinariamente poético la impulsó desde luego a estudiar con decidido entusiasmo los más peregrinos productos de la naturaleza, que reproduce en sus cuadros, más bellos, si cabe, que los que le sirven de modelo. La frescura y la entonación de las frutas y de las flores que pinta, el modo artístico de agruparlas, la manera especial de sentirlas, tienen tanta espontaneidad, tanta delicadeza, que sin esfuerzo se comprende cómo han debido aunarse el talento de la artista y el sentimiento del poeta para conseguir un conjunto tan admirable y perfecto. María Luisa de la Riva es esencialmente realista; pero su realismo no es el realismo crudo que acepta como buena la verdad, aunque sea repugnante ó aunque esté desprovista de todo interés, sino el que exige como condición primordial que el objeto o el espectáculo que ha de reproducir sea bello, capaz de producir la emoción estética. Y en los cuadros de la inspirada artista esta emoción se avalora con la delicadeza e impresión de tonos que sabe combinar en su paleta, y que al par que causan admiración desde el punto de vista técnico, deleitan por el sentimiento que imprimen en la obra. Aunque su especialidad son las flores y las frutas, con igual éxito cultiva la figura… sus obras figuran en los museos de Madrid, Barcelona y Santiago, y en las importantes galerías de S. M. la reina regente de España, de S. M. la reina doña Isabel II, de S. A. la infanta doña Isabel, de la princesa Dominique de Radziwill, de la baronesa Adolfo Rothschild, del marqués de Casa Riera, de la duquesa de Nájera, de M. de Siemens, de Berlín, y de otros muchos coleccionistas y aficionados”.

En octubre de 1900, su obra formó parte de una exposición en la famosa Casa Amaré, donde se ofrecían muestras de una exhibición de artes decorativas que contó con las firmas de  Villegas, Jiménez Aranda, Muñoz Degrain, Benlliure, Bilbao, Inurria, Ferrant, Morera, Pulido, García Ramos, Muñoz Lucena, Blay, Viniegra, Domínguez, Beruete, Martínez Abades, Santa María… “todo el plantel de maestros, en una palabra”.

Flores

 

Expuso sus obras en la Exposición de Arte Español en San Petersburgo de 1900.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901, obteniendo la Tercera Medalla.

En 1901 expuso en el Salón des Femmes Peintres et Sculpteurs tres obras, entre ellas, un gran lienzo titulado “Uvas de España”, donde se representan uvas de distintos tonos y clases repletas de armonía en las notas, firmeza en el dibujo y naturalidad de composición, sobria y amplia de ejecución del motivo y accesorios, que logró la consideración de “insuperable obra maestra de la artista” a decir de la crítica especializada parisina.

Participó en el Salón de Bellas Artes de París de 1901 y 1902.

En 1903 participó en la II Exposición Española en París, conocida como el Salón español, celebrada en los salones de Durand-Ruel, y estaba patrocinada por la reina Isabel II, residente en París, y por la Duquesa de Denia, mecenas de los artistas españoles.

Presente también en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904.

Dama de París

 

En 1904 el ministerio de Bellas Artes de Francia premió a la artista con la Roseta de Oficial de Instrucción Pública.

En 1905 el Estado francés adquirió el cuadro de «Las uvas y las granadas” de María Luisa de la Ríva, expuesto ese año en el salón Femmes Peintres.

En 1907 estuvo también presente en la Exposición de Bellas Artes de París de la Societé Femmes Peintres et Sculpturs, donde despuntaron sus dos cuadros y por los que el Ministerio de Bellas Artes de Francia acordó otorgarle una nueva condecoración honorífica como recompensa por las obras expuestas.

Dedicada de lleno a la enseñanza y la pintura, se abre un periodo en el que es menos frecuente ver sus obras en las grandes citas artísticas mundiales, si bien sigue participando en el Salón de París de 1910, 1912 y 1913.

En el Salon de la Union de Femmes expuso en 1910 y 1914 su hija y discípula, María Dolores Muñoz de la Riva.

Con motivo de la guerra europea, en 1914 regresa a España y traslada su residencia a Madrid, a la calle Serrano.

En 1919 participa en la cuarta Exposición de la Asociación de Pintores y Escultores que se realiza en Santander, en el local del Círculo de Bellas Artes y del Ateneo.

Uvas de España

 

Participó también en la XV Exposición de Pintura Española que organizaba José Pinelo en la Sala Witcomb de Buenos Aires y volvió a exponer en París en la Exposition de Peinture Espagnole Moderne, como única artista, junto a la escultora Helena Sorolla.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920, logrando la Segunda Medalla.

En 1921 seis obras suyas participaban en la XVII Exposición de Pintura Española de Pinelo en Buenos Aires.

En 1922 participó en la última Exposición Nacional de Bellas Artes.

En 1925 el rey Alfonso XIII recibió en palacio a María Luisa de la Riva y a su hija.

Un año después, falleció en Madrid, el 22 de septiembre de 1926, a los 67 años.

Después de la muerte de su esposa, en 1926, casi ciego y pobre, Domingo Muñoz Cuesta vivió en la Residencia de Escritores y Artistas del Instituto Cervantes de Madrid, un establecimiento benéfico para artistas sin recursos, en el que murió el 7 de enero de 1935.

En 1927, y como homenaje póstumo a la artista, la Exposición de Arte Español Contemporáneo que organizó el estado en la Sala Christofle de Buenos Aires, dedicó parte del espacio expositivo a exhibir la obra de la pintora.

Distintas acuarelas de la artista

 

En París, María Luisa de la Riva creó un estudio de formación para mujeres pintoras que le permitía vivir con desahogo.

Socia de Honor y de Mérito de la Sociedad de Amigos del País de Santiago, Jurado nato de la Sociedad de Pintoras de Francia; miembro de la Sociedad de Pintoras de Berlín, de Viena y de la Asociación de Pintores, Escultores y Dibujantes franceses.

María Luisa de la Riva se caracterizó por una producción artística de carácter decorativo, amable y elegante, de gran expresividad desde el punto de vista técnico y formal. Estas características contribuyeron al éxito de sus obras, las cuales fueron aceptadas por parte de un sector tradicional del mercado artístico.

En 2014 la Universidad de Zaragoza realizó una exposición en su Paraninfo que bajo el título de “Pintoras en España 1859/1926. De María Luisa de la Riva a Maruja Mallo”, con la que quiso destacar a la artista.

En 2020, el Museo del Prado inauguraba la exposición “Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931)”, en la que exhibía algunas de sus obras.

El Museo del Prado posee las siguientes obras de la artista, si bien están desperdigadas en organismos diversos y no cuelgan en sus paredes:

Uvas y granadas, Óleo sobre lienzo, 165 x 118 cm.

Flores y frutas, 1887. Óleo sobre lienzo.

Uvas de España, 1895. Óleo sobre lienzo, 117 x 166 cm.

Puesto de flores. h.1877. Óleo sobre lienzo, 71 x 55cm.

También podemos encontrar cuadros de la artista en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.

María Luisa de la Riva, “muy hábil en la pintura de flores y frutas”, supo utilizar esta circunstancia para posicionarse en un espacio propio en la escena artística francesa y española, a pesar de que algunos de sus bodegones ejecutados en gran formato -como Uvas de España (1898) (2,26 x 1,28 m.)- no fueron bien recibidos por la crítica debido a sus grandes formatos.

La artista en su estudio de París

 

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

 

El éxito y el fracaso

 

Voy a referirme al mundo del arte, a la vida del artista, a sus obras, en un escenario contemporáneo. El éxito es un fenómeno cultural, como el fracaso, sentimos a ambos a través de sensaciones y conceptos que la sociedad moldea, hay que situarlos en nuestro tiempo, al margen de lo que han significado en otras culturas y otras épocas.

Éxito es sinónimo de victoria, triunfo, fama, culminación, celebridad, proceridad, cada vocablo con sus matices. El éxito es subjetivo, sin dejar de ser un ramo de flores que desprende mil aromas distintos. Éxito se asimila a dinero, a tener o ganar mucho dinero. Y no es una causa del capitalismo, antes de que existiera ese sistema, el éxito ya era indicativo de opulencia, nombradía, prosperidad, feracidad. ¿Acaso Fidias era pobre o trabajaba gratis? ¿Y Horacio, cómo vivía hasta su destierro?

Hay un tremendo error en el que caen muchos artistas, porque siguen asimilando éxito y triunfo con dinero y fama. Y no, en arte eso no es así. Para un artista el éxito está en lograr la expresión que ambiciona, en la perfección de sus visiones; en hacer aquello que siente y quiere hacer con solercia, como emblema de su creatividad ante el mundo. Juan Ramón Jiménez, imploraba: ¡Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas!

El poeta trabaja en los límites del lenguaje, buscando la palabra fundamental en el tiempo, la expresión que no admite otra forma de manifestarse. Así, para Borges: la poesía es el intento de expresar lo inexpresable. Y la escultura para el escultor y la pintura para el pintor o la música para el compositor: lucir el don de idoneidad. La obra que no se expresa por sí misma es trunca; la generada en un proceso industrial es eso, producto objetual de mercado, léase Okuda, dEmo y demás ralea.

“Reposo”, 1993, sierraelvira, 32x12x39 cm, ALCÁNTARA (colec. particular). ¡Quién consigue expresar, con esta sutileza, la ternura, la elegancia, la armonía, la dimensión oculta de la materia, en un proceso de talla directa en piedra, no puede ser sino un poeta de las formas, un naife en la oscuridad, que nos regala perfume de eternidad!

 

El éxito para el creador estético no es la fama, ni la alta cotización, sino lograr formas expresivas que identifiquen su dimensión, que le hagan sentirse dueño de su destino y articular el acmé de su idiolecto. Es calántica tibar de un proceso. Anhelamos construir un cosmos, si no lo logramos, no llegamos a conocer el paraíso. El arte es hijo de la soledad, del trabajo individual; los productos industriales, del colectivo y la tecnología.

Entre los nombres que suenan ahora, aquí: Javi Calleja, Pedro Quesada, Rafa Macarrón, Sierra, Ana Barriga, Secundino Hernández, Sixe Paredes, Eloy Morales, Yago Hortal, Al Pinya, Pantone, Alamá, Lacalle, Castiella, Lobera y más. Forman parte del batiburrillo de las listas, pero, ¿han triunfado? Para sus colegas, probable. Mas, hay quien está en el camino, otros descaminados, incluso alguno ofuscado en el resplandor del euro.

Ralph Waldo Emerson dijo que “el éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene”. Y es verdad, pero es que el artista, el verdadero creador no puede desear otra cosa que no sea la idónea expresión de su concepción genuina. Y, precisamente, cuando eso se produce, emerge la felicidad, disfrutar lo que se obtiene. No una felicidad sensual y social, sino la realización de un compromiso existencial, hacer las paces con uno mismo.

Muchos artistas de hoy, jóvenes o no tanto, no se plantean estas cuestiones. Quieren ser famosos, ricos y triunfadores como sea, sin valorar los medios para conseguir sus fines. Y está muy bien ambicionar riqueza y disfrutar de todos los caprichos, pero eso tiene que ver con el comercio, la industria y la diligencia para ganar dinero. La paradoja del arte es que hace rico a los otros. El artista es más estoico que epicúreo; lo contrario le deturparía.

“Esto fue desierto”, 2009, óleo/tela, 130×162 cm, ALBANO (colec. particular) ¡Quién pinta así a los veinte años, puede tener algún chasco, pero está en el camino de la dimensión, invitado a la ceremonia de la gloria! Su éxito no son los premios logrados, quizá el que más tenga a su edad, sino su capacidad de despertar los sentidos y el arcano.

 

Para el creador, el éxito no está en vender mucho y en ganar dinero, sino en arbitrar un lenguaje que exprese su sentimiento y la emoción de manera única. Esto no quiere decir que un artista no deba vender, claro que no. El artista tiene que vender, porque cuando vende se posa en el suelo, relaciona mejor su trabajo con lo que transmite y vive de lo que hace. Pero no debe fundamentar su obra en la sonrisa del mercado.

Los comerciantes, los comerciales, los especuladores, los usureros están modificando el proceso, el concepto del arte. Hay artistas con una intendencia detrás, un laboratorio de marketing, y trabajan como si fueren una fábrica de lavadoras. Pero, una lavadora no es una obra de arte, por muy bien que funcione. Al fundir cultura y espectáculo se pretende hacer del arte un producto de masas, de consumo masivo y eso es ajeno al arte. Los trucos confunden al mercado, lo seducen, no al arte. El creador es un resistente.

¡Y que no me vengan con monsergas puristas, el arte puro es el que mejor llega a los sentimientos humanos! Cuando no se sabe qué decir, hablamos de cantidad, como si resolviere algo; fijamos la importancia de un museo por número de visitantes, no por las personas que enriquece; valoramos la dimensión de una obra por la cantidad de <me gusta>. El mercado, con independencia de la calidad del arte, requiere marcas; el hombre, necesita arte; el artista, la ética de la estética.

En una entrevista de Giuseppe Cardillo, en 1969, Nueva York, al poeta Pier Paolo Pasolini, publicada ahora por Altamarea, p.99, afirma: “Dicen que el sistema se lo come todo, que lo asimila todo. No es cierto, hay cosas que el sistema no puede asimilar, no puede digerir. Una de ellas, por ejemplo, es precisamente la poesía: en mi opinión es inconsumible”. También lo creo, “la poesía no se consume”, y cuando digo poesía estoy diciendo arte. Se consume un best sellers, un partido de fútbol, un bocadillo de calamares; la poesía no, la leemos una y otra vez y siempre está presta, encendida.

“Toledo misterioso”, 2014, mixta sobre tabla, 81×100 cm, ROMERAL (colec. particular) Luego de contemplar esta vista mágica de un Toledo hechicero, henchida de emoción y misterio, ¿qué importa que su autor sea esto o aquello? ¿Qué más da lo que venda, lo conocido o ignorado que sea? ¡Si maravilla así, lo demás sobra!

 

Fracaso, de fracasar, es un sustantivo confuso que sugiere revés, caída, impopularidad, desacierto. Para el DRAE, “Caída o ruina de una cosa con estrépito y rompimiento. Suceso lastimoso, inopinado y funesto. Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio”. Como se ve, una convención en la que el ruido agorero y el tinte mercantil están por encima de todo.

Fracasar, tr, es “destrozar, hacer trizas alguna cosa”. Como intr.: “romperse, hacerse pedazos y desmenuzarse una cosa”, referido a las embarcaciones cuando chocan. Aún: “Frustrarse una pretensión o un proyecto. Tener resultado adverso en un negocio”. No se alude a sensación espiritual o emoción, se habla de rotura de objetos o de fallidos proyectos. Fracasar es destrozar la rosa de cristal de la creatividad mollar o no hallarla.

El creador fracasa cuando no logra materializar lo que desea manifestar, cuando no acierta a decirse con su obra, cuando lo que hace carece de dimensión, cuando no emociona ni despierta las sensaciones preteridas. ¿Fracasó Van Gogh, porque logró vender un sólo cuadro? Emily Dickinson (1830-1886) escribió 1789 poemas, en vida solo vieron la luz seis. ¿Es una fracasada Emily Dickinson? Fue dueña de su soledad y de su creación, ¡cabe triunfo más evidente!

Hay personas prisioneras de su ansiedad, no se conocen, no saben qué pueden dar, no se realizan, no se buscan y, en consecuencia, viven en constante autodestrucción, en un ahogo permanente. Se aniquilan incapaces de ver la realidad. No debemos esperar en todo momento el elogio, el sahumerio, la lisonja, porque desvirtúa, anochece. Tenemos que ser compactos y formados para no caer en la queja perpetua y la conmiseración. Tampoco abrillantar nuestro ego hasta hacerlo insufrible, porque un ego desproporcionado conduce al narcisismo de los acomplejados.

John Kennedy Toole (1937-1969) se suicidó a los 37 años, tras una depresión al ser rechazado por los editores. Años después su madre logro publicar La conjura de los necios, que fue Premio Pulitzer de 1981. Giuseppe Tomasi de Lampedusa (1896-1957) murió sin ver publicado El Gatopardo, que tras editarlo Feltrinelli se convirtió en una obra de culto iluminada por Luchino Visconti. Hoy son dos clásicos universales.

“El centenario: Carlos Oroza”, 2022, carboncillo sobre lienzo, 116×89 cm, YURIHITO OTSUKI. ¿Fue muy conocido Oroza en vida? Fue un poeta entero, secreto, austero, secluso, que nos legó una joya deslumbrante más duradera que el bronce: su poesía. El único poeta que he conocido que vivió como tal: desnudo, sin nada, gigante, glorioso, sólo con la luz de su canción errante, en llama viva.

 

De inicio, saber dónde estamos y qué somos. Conocer nuestras virtudes y nuestros límites. Nunca dejar de intentar cumplir cada sueño, pero con los ojos abiertos. ¡Qué sería del hombre sin la capacidad de soñar! Una existencia aburrida y reductora, un muermo. Muchas veces, los contemporáneos no ven, ni descubren, porque no saben observar, envueltos en la capa de los intereses y la soberbia, Y se ciegan y dejan pasar la oportunidad de reconocer el talento ajeno. ¡La inteligencia está relacionada con la bondad y con el reconocimiento y con el conocimiento!

Oscar Wilde que fue un maestro en muchas actitudes y capitán de la melancolía, como Cervantes, nos dejó dicho: “los éxitos se los llevan los fuertes y el fracaso los débiles, eso es todo”. Un espíritu imbele siempre está en precario, a merced de circunstancias, pero quien cree en lo que hace, sobre todas las cosas, no puede fallar si hace lo que siente. En eso va a ser el mejor y ese impulso vital no depende del comercio, ni de nada que no sea él mismo y su fuerza. La debilidad nunca suma.

La poesía más reciente se ha convertido en un falaz manual de autoayuda y el arte, en sucedáneo inodoro, incoloro e insípido de consumo burgués, con honrosas excepciones. No extraña que muchos se sientan defraudados por la falta de respuesta ante lo que hacen. Pero, no fracasan los que hacen lo que deben, fracasa el impostor, el pelele. No fracasa el creador que abre ventanas al sentimiento y al pensamiento de sus congéneres. Fracasan los que no creen en lo que dicen creer, los que no lo intentan.

“Waiting on a padded abyss”, 2022, acrílico sobre lino, 250×390, cm, JOSE CASTIELLA.  ¿Lo conocen? Dentro de poco oirán su nombre por doquier. Está construyendo un cosmos fascinante, un idiolecto de excelencia. Ha ideado su propio código de símbolos que misterian, emocionan. ¿Qué dicen? Nos invitan a una fiesta en un oasis con músicas que desconocemos y nos hacen soñar y danzar muy agarrados al tiempo.

 

Las instituciones privadas son muy libres de hacer lo que crean conveniente. Pero los que gastan y derrochan dineros públicos deberían ser responsables económicos de la basura que compran, no a precio de saldo, sino a precio de obra maestra. Son responsables de que los centros culturales no funcionen, de que la información esté adulterada. Una sociedad que desdeña el arte se convierte en el patio de Monipodio, en un murmurio de albañal sin sueños, en masa aborregada y gregaria.

En un soneto hermoso y trágico, Paisaje agónico, sobre el penoso devenir del Tajo, a su paso por el topacio de Toledo, Antonio del Camino, en un verso, certifica la “imagen dolorosa del fracaso”. Aquel caudal que “glosara en altos versos Garcilaso”, es hoy “líquido reptil, verde y escaso”. Han fracasado, no el Tajo, sino los responsables de esta ruina cenagosa, los generadores de miseria. El agua, su vocación de limpidez, ha sido contagiada de abusos y de heces. La sociedad distraída por el ruido, ha dejado de oír la música. Fracasar es destrozar, hacer trizas una promesa o un sueño. Si no nos decidimos, nunca pasaremos a la otra orilla. “Anda-ven- vuela-¡da un salto por encima de la raya!-”, cantaba Oroza. ¡Si no han leído a Carlos Oroza, revisen su proyecto de vida!

Entre los que alcanzan la fama, que son exiguos, hay pocos artistas, ¿quiere eso decir que el resto ha fracasado? No. Picasso no sirve de ejemplo, porque es el más conocido y más creativo de todos. Ahora, un puñado de pusilánimes para disimular su minusvalía cerebral -y no estoy pensando en Patxi López, lo juro-, quieren cancelarlo, destruirlo, romperlo en mil añicos, pero al cabo los únicos derrotados son ellos, porque están produciendo el efecto contrario al que pretendían.

La palabra éxito procede de exitus, que vale por salida, final, muerte. ¡Acaso el éxito no sea más que un cameo fugaz con la gloria, un deslumbramiento que nos cita con el final, con la salida hacia lo desconocido, cuando no con la nada, ignífugo relumbrón! ¡Cómo nombrar lo que permanece si no es a través de su victoriosa determinante presencia!

«Niña jugando”, 2016, talla en madera, 55×50 cm, PEDRO QUESADA, cuando esculpir es acariciar ¡Ante un escultor con esta técnica, tenemos que preguntarnos algo? Dueño de un lenguaje, experimenta creciendo; está construyendo un monumento áureo, observémosle, acompañémosle con admiración hasta la cumbre, dejándonos invadir por la lisura de sus megueces.

 

Tomás Paredes

Presidente H. AICA Spain

Recordando… Exoristo Salmerón García

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Exoristo Salmerón García

SALMERON Y GARCIA, Exoristo (Tito)       P      1910(F042)         10.nov.1877           PARIS         MADRID/BERGA      31.may.1925

 

Socio Fundador

Socio de Mérito

Contador de la Junta Directiva

 

Autorretrato

 

Exoristo Salmeón García nació en París, el 10 de noviembre de 1877.

Era hijo de Nicolás Salmerón Alonso, quien fuera Presidente de la I República Española, además de Presidente del Congreso de los Diputados, Ministro de Gracia y Justicia y Diputado en Cortes, y de Catalina García Pérez.

Como decimos, nació en París durante el periodo de exilio de su padre, de ahí su extraño nombre, que provine del verbo griego éxozéo (echar fuera, desterrar), que traduciríamos como expulsado, desterrado; además, del diminutivo con el que le llamaban cuando era niño: Exoristito, de donde tomó el seudónimo de Tito.

El matrimonio tuvo siete hijos: Francisco, Nicolás, Pablo, José, Rosalía, Exoristo y Catalina, de los cuales sobrevivieron cinco:

Nicolás, diputado por el Partido Radical Socialista.

Pablo, presidente del Tribunal de Cuentas.

José, director general de Obras Públicas y dirigente de Izquierda Republicana.

Exoristo, dibujante y caricaturista.

Catalina, líder del movimiento feminista.

En París aprendió dibujo, recibiendo una esmerada educación que continuó a su regreso a Madrid en 1884, en el Colegio francés y en el Instituto de San Isidro.

No terminó la carrera de ingeniero industrial, que abandonó por la pintura, regresando a París a completar su formación junto a los españoles Luis Simarro y José Luis Pellicer.

Retrato de Exoristo Salmerón por Ochoa

 

Luis Simarro Lacabra, gran maestre del Gran Oriente Español desde 1917, hijo del pintor valenciano Ramón Simarro Oltra, fue el neurólogo, histólogo y psicólogo que retratara Joaquín Sorolla en varios lienzos, pionero de la psicología científica española y que trató al poeta Juan Ramón Jiménez en el Sanatorio del Rosario.

Por su parte, el dibujante y pintor José Luis Pellicer, que firmaba con el pseudónimo de “Nyapus”, era el yerno del pintor Ramón Martí Alsina y está considerado como uno de los ilustradores principales de su época, autor de las ilustraciones de Los Episodios Nacionales, de Benito Pérez Galdós, cronista gráfico y corresponsal de guerra, realizaba dibujos bélicos en primera línea de fuego.

Fotografías de Tito aparecidas en la prensa de la época

 

Hacia 1893 comenzó a publicar caricaturas y dibujos en el diario La Justicia, teniendo que dibujar al revés con tinta litográfica sobre las planchas de zinc.

En 1898 publicaba otras caricaturas en el semanario Germinal, fundado y dirigido por su hermano Nicolás.

A partir de entonces, Exoristo abandona el dibujo satírico para consagrarse a la pintura y al arte decorativo.

Ese mismo año, fallece su padre en Francia, en el transcurso de unas vacaciones y Tito Salmerón diseñará el mausoleo erigido en el cementerio civil de Madrid a su padre, al que se trasladarían sus restos años después, y en el cual figura el epitafio con las palabras: “Por la elevación de su pensamiento, por la rectitud inflexible de su espíritu, por la noble dignidad de su vida, Nicolás Salmerón “dio honor y gloria a su patria y a la humanidad”  Clemenceau. Dejó el poder por no firmar una sentencia de muerte”.

En 1901, Exoristo Salmerón presentó un óleo a la Exposición Nacional de Bellas Artes, obteniendo la Tercera Medalla.

En 1910 realizó una exposición en la casa Ferro de la madrileña calle Alcalá, ofreciendo un notable conjunto de caricaturas referentes a la vida de Madrid ordenadas con tipos: isidros, curas, beatas…; la vida en Madrid: un día de campo, el regimiento…; corridas de toros picadores, recortes… y Madrid de noche, con escenas de la madrugada.

Con ocasión de la misma, Nuevo Mundo publicaba una fotografía del artista y destacaba que sus trabajos, “de rasgos geniales y de extraordinaria gracia e intención, obtienen unánimes elogios”.

Tito  Salmerón se inició en la masonería en julio de 1913, en la madrileña logia Ibérica, adoptando el simbólico Epicuro.

La fiesta del día de San Eugenio. Cogiendo la bellota

 

En 1913 fundó con el escritor Andrés Rafael Cayetano Corpus García de la Barga y Gómez de la Serna, conocido por el seudónimo Corpus Barga, el semanario satírico Menipo, El Cínico. Corpus Barga fue un destacado corresponsal europeo de entreguerras que llegó a cruzar el Atlántico en dirigible y a entrevistar a personajes como Churchill, Hindenburg, Hitler, Lenin, Mussolini o el Papa Pío XI.

En 1914 participó en la exposición de Arte Español que organizó la Asociación de Pintores y Escultores en Brighton, junto a nombres como Sorolla, Moreno Carbonero, Garnelo, Beruete, Marinas, Benlliure, Pinazo…

En 1915 presentó una exposición individual en el Salón de Arte Moderno de Madrid, con 50 obras de distintas facetas, óleos, acuarelas y dibujos a pluma, predominando en ellos la sátira, de la que El Liberal destacaba que “son obras que bastan para dar una idea de la personalidad de su autor, caricaturista de los pocos que han conseguido desprenderse de influencias extrañas para buscar en su propio temperamento el medio de expresión artística. Este sello de originalidad, unido al progreso de la técnica, de la cual va consiguiendo adueñarse con el esfuerzo de un estudio incesante, son las características de la labor que ofrece ahora al público”…

Persecución de tullidos y El beso

 

Por su parte, Silvio Lago, pseudónimo de José Francés, quien fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, dedicaba en La Esfera unas páginas al acontecimiento, con una fotografía del artista, en la que destacaba que sus caricaturas son “regocijadas, hilarantes, dotadas de un contagioso poder cómico. Pocos caricaturistas españoles merecen el título de maestro en el género. Dotado de una observación agudísima, de un ingenio inagotable avalora y realza más aún estas condiciones en el dominio de la técnica, y con una cultura vastísima… Tito es un romántico, un incurable sentimental, un enamorado del ensueño. Y, sobre todo, un hombre bueno”…

En 1916 obtuvo la Tercera Medalla en la Exposición Internacional de Panamá.

El 27 de mayo de 1917 participó en el gran mitin aliadófilo celebrado en la Plaza de toros de Madrid y unos meses después, como representante del Gran Oriente de España, en el Congreso Masónico de las Naciones Aliadas o Neutrales celebrado en París.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917.

 

 

En 1918 publicó un texto teórico: “La caricatura y su importancia social”, libro hoy rarísimo.

Campesinos

 

En 1918 obtuvo el “Premio Rafael Morató” del Salón de Humoristas celebrado en Barcelona, por su obra titulada “La marcha real”.

Participó en el V Salón de Humoristas de 1919, despertando comentarios muy positivos en la prensa del momento, como el que firma Francisco Alcántara, socio de la AEPE, en El Sol, en el que asegura que …”Tito es un caricaturista a lo Ortego, a lo Goya, tanto en la técnica castiza como en los asuntos y modelos que pertenecen a nuestras multitudes… Tito se pone como hizo Goya… y como hicieron tantos otros caricaturistas españoles, del lado de los explotados, de los escarnecidos, de los opresos. Tres de los cuatro trabajos que presenta en esta exposición son otras tantas acerbas sátiras…Famosa es su antigua caricatura contra las supersticiones religiosas, el caciquismo, el militarismo y la corrupción administrativa, y no existe vicio político o social que él no haya satirizado simbolizándolo en alguna figura castiza, y tan clara y audazmente como para que hasta el más lego perciba su intención y alcance. Y Tito es caricaturista a la española… Separa a Tito de los humoristas actuales, además de los mencionados caracteres, su abstención sistemática y de temperamento de la abigarrada policromía en que aquéllos incurren. No obstante su adaptación a la predominante tendencia decorativa actual es completa, por lo que se distingue entre los decoradores del libro y los estampistas”…

Los reyes de oriente

 

En 1919 inauguró una exposición de 42 caricaturas y dibujos de carácter político-social y alusivos a la guerra europea en el Ateneo de Madrid, que la prensa destacó asegurando que en estas obras se va revelando …”el creciente dominio que de la técnica va adquiriendo este joven artista”.

Un año después presentó la obra titulada “La romería”, un asunto galaico “tratado de un modo luminoso”, según publicaba La Ilustración Española y Americana, a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920.

Torero

Gitana

 

Al I Salón de Otoño de 1920 presentó la obra titulada “La plana mayor”, un cuadro al óleo al que en las páginas de La Ilustración Española y Americana, Ramón Rivas y Llanos le dedicaba encendidos elogios: “El mérito de una obra es que atraiga al mayor número de público, y esta circunstancia radica en aquellas obras en las que el artista no se propone más que hacer arte. Cuando el artista piensa en su público es hombre al agua; para el verdadero artista no hay más que un público, el formado por toda la masa social, y, si acierta, todo ese público le comprende, cada división de esa totalidad encuentra en la obra un aspecto que le interesa. De Rembrandt se ha dicho que los espíritus refinados reconstituyen la filosofía del artista estudiándola en sus cuadros, los pintores se ocupan de la manera cómo expresa la luz y el vulgo admira en sus personajes una cierta gravedad, un cierto recogimiento que no encentra más que en él. «La plana mayor» es un cuadro emocionante, basta sólo reflexionar que l6 millones de españoles no conocen más representación del poder, de la justicia y de la religión que a esos cuatro personajes que componen el cuadro de Salmerón. En las caras de esos cuatro personajes está estereotipado su espíritu y como consecuencia su conducta. ¿Qué se puede esperar de la acción social de hombres de tal catadura?”.

La plana mayor, obra presentada al I Salón de Otoño de 1920

 

En el XVII Salón de Humoristas de 1921 pronunció una conferencia en el ciclo “Los humoristas explicados por sí mismos”.

En 1921 además, fue uno de los 30 políticos terceristas firmantes del manifiesto de adhesión a la Comintern, que dio lugar a la formación del Partido Comunista Obrero Español.

Publicó sus dibujos en infinidad de periódicos de la época, como Blanco y Negro, La Libertad, Informaciones, España Nueva, El Socialista, La Campana de Gracia, ¡Ja, Ja!, El Gran Bufón, Acción Socialista, Renovación, La Antorcha, Flirt…

Ilustrador de la colección literaria Los Contemporáneos.

Partida de cartas

 

A principios del mes de mayo de 1925, Tito se encontraba ya muy enfermo. A finales de mes, un absceso pulmonar agravó su situación.

Falleció en Madrid el 30 de mayo de 1925, a las ocho y media de la noche, rodeado de su madre y de sus hermanos, en su vivienda de la calle de la Lealtad, 12, donde residía. Fue enterrado en el cementerio civil de la Almudena, en el mismo panteón que diseñó para su padre.

Se encontraba en plena actividad, ya que preparaba una gran exposición individual de sus obras. Contaba 47 años de edad y estaba soltero.

Los medios de la época recogían la noticia con expresiones y frases elogiosas “El artista liberal, bueno, culto y caballeroso En pocos artistas se han armonizado tan proporcionadamente las cualidades de bondad, liberalismo, cultura e hidalguía como en «Tito”… Exoristo Salmerón, a quien irritaba extraordinariamente que se despreciase la caricatura, hizo un precioso estudio acerca de ésta y de su importancia social, y en su admirable folleto, lleno de erudición fresca y espontánea, jamás enfadosa ni trabajada, demostraba que la caricatura era tan antigua como la más antigua de las manifestaciones artísticas, y que excelsos artistas como Leonardo de Vinel, Baccio del Bianco, Belloti, Ghezi, Holseln, Teniers, Durero, Hoggarlh, Goya, etc., la cultivaron ya de una manera clara y manifiesta o ya embozadamente en sus cuadros. Como Charles Philippon, “Tito» no retrocedió jamás ni ante la Justicia; al contrario de Gavarni, nunca claudicó ni puso su lápiz al servicio de causas que no sintiera. Siempre caballero, Exoristo Salmerón ha muerto sin haber atacado a nadie en su reputación personal o en su vida privada, sin Incurrir en la grosería o el mal gusto. Vivió por y para el Arte, y en su corazón, lleno de generosidad y de amor al prójimo, sólo so albergaron pensamientos puros, libres y humanitarios”… firmaba Antonio de Lezama en La Libertad.

Los emigrantes

 

Con ocasión de su muerte, en el diario El Sol firmaba una extensa nota Francisco Alcántara, socio de la AEPE, en la que le dedicaba las siguientes palabras: “Espíritu cultivado, de exquisita sensibilidad, al par que la bondad de su obra, destacaba de él, y esto para cuantos tuvieron la merced de tratarle, la bondad de su carácter, pronto a la amistad y al compañerismo…toda su obra de caricaturista refleja las ideas y los sentimientos del gran tribuno… casi todo el brío de nuestro desmedrado liberalismo y, sobre todo, el coraje heroico con que Salmerón se revolvía a cada instante contra las supersticiones y las injusticias, centellea en las caricaturas de Exoristo… es el único dibujante político revolucionario al estilo del 68 al 75, que pudo darnos fantasías en su clara idea del ambiente moral y político de la España moderna”…

Póstumamente, en 1932, se le rindió tributo en el Salón de Humoristas, dedicándole una sala y en cuyo catálogo analizó su arte José Francés, quien fuera Presidente de la AEPE, que incluye una consideración sobre el hecho de que algunos de sus dibujos «bordean los límites del Código Penal».

Con sus dibujos expresó sus ideas, republicanas (según Espasa, 1927), de tendencia anarquista (según Cuadrado, 1997). Es más correcta la valoración de López Ruiz (1995): “todos sus trabajos iban dirigidos a un solo fin: la defensa de los explotados y miserables”. También dibujó para publicaciones eróticas finos dibujos sin sal gorda, sino más bien ingenuos.

Su efigie en el mármol….

 

Centró su producción artística en el humor ilustrado, entroncando con la corriente de humor caricaturesco y de dibujos grotescos que tanto auge alcanzó en el último tercio del XIX. Su obra se encuadra en la generación de dibujantes de humor implacable y de crítica feroz contra el sistema establecido, siendo uno de los primeros caricaturistas políticos del siglo XX. La sátira de sus dibujos, de fuerte intencionalidad, centrada en la crítica social, inundó la prensa gráfica del primer tercio del pasado siglo. Desde muy joven, este artista puso su lápiz al servicio de los ideales republicanos, con el fin último de conmover las conciencias censurando la tiranía, el fanatismo y la ignorancia. En él destacaba un profundo sentimiento de la justicia, unido a unas convicciones político sociales que marcaron su pensamiento y su obra.

Pese a ser la caricatura y el dibujo de fuerte intencionalidad política y el eje central de la obra de Tito, cultivó diferentes técnicas pictóricas: el óleo, la acuarela, etc.

Su hermano Nicolás Salmerón García escribió de él: “En sus dibujos, en sus caricaturas, Exoristo agita hondos problemas sociales y humanos: el artista no es sino el órgano de un apostolado de ideas; su concepción de la vida repercute en su arte y vivifica su obra…”

Su obra “Mitin”, óleo sobre lienzo, en la que representa la imagen de su padre, Nicolás Salmerón, durante un acto político es, sin duda, un ejemplo del dominio con el que artista traslada al lienzo la psicología del personaje.

En noviembre de 2021 el Museo de Arte Doña Pakyta de Almería dedicó una exposición a la memoria de Exoristo Salmerón, con 29 obras entre pinturas, dibujos, caricaturas e ilustraciones que reflejan críticas a la guerra, autorretratos, publicaciones en las revistas o escenas de feria.

La relación entre Almería y los Salmerón es estrecha, puesto que de Alhama de Almería era su padre, y ambos mantuvieron siempre unas fuertes raíces con esa tierra.

Panteón de Nicolás Salmerón diseñado por Exoristo Salmérón

 

Exoristo Salmerón y la AEPE

Socio Fundador Nº 42, participó en actividades y exposiciones realizadas por la AEPE.

En 1917 fue elegido Contador de la Junta Directiva.

Un año más tarde, participó en el I Congreso de Bellas Artes que organizó la AEPE en 1918, figurando como congresista en las secciones de Pintura y en la de Arte Decorativo.

Fue nombrado Socio de Mérito en el Salón de Otoño de 1922.

Al I Salón de Otoño de 1920 presentó las obras

792.- El banco de los recuerdos, gouache, 0,51 x 0,61

677.- La plana mayor, óleo, 1,12 x 1,27

Al II Salón de Otoño de 1921 llevó la obra

239.- El baño, óleo, 1,12 x 1,27

Al III Salón de Otoño de 1922 acudió con

261.- Descanso dominical, gouache

Al VI Salón de Otoño de 1925 presentó la obra

480.- Una portada para Nuevo Mundo, acuarela, 49 x 40

Escena

Firma autógrafa del artista

 

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Bernardino de Pantorba

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1925- 1929   Bernardino de Pantorba

Como ya hemos visto, desde 1921 Bernardino de Pantorba ya colaboraba con artículos en la gaceta.

En 1925 Pedro García Camio, Secretario General de la Asociación, obtuvo una beca para estudiar retrato durante seis meses en París y en Londres, pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios, lo que necesariamente le llevó a dejar temporalmente la secretaría en manos de Lorenzo Aguirre, mientras de la Gaceta se hizo cargo Bernardino de Pantorba.

En 1927 Camio fue pensionado para estudiar Retrato durante tres meses en Bélgica y Holanda, volviendo a hacerse cargo de la Gaceta el pintor y crítico Bernardino de Pantorba.

Este año comenzó a colaborar en la Gaceta como crítico teatral Enrique Estévez Ortega con su sección titulada “Del retablo de Talía”.

En la Gaceta apareció una sección nueva que prometía ser interesante, titulada Museos y galerías particulares, aunque luego no tuvo la continuidad que hubiera sido de desear a fin de conocer esa otra riqueza artística española.

Se seguía imprimiendo en la tipografía de A. de Ángel Alcoy, en calle Atocha, y que, tras el fallecimiento de su propietario a final de año pasó a llamarse Imprenta y litografía artísticas.

La suscripción costaba 12 pesetas al año y los anuncios 25 pesetas la página.

En 1926 el presupuesto de la Gaceta subió a 325 pesetas el número y se imprimía en Imprenta Hispánica, Cardenal Cisneros, número 47, Madrid. Tel. 9235.

Desde octubre de 1927 se imprimía en Zoila Alcasibar y Cía, situada en la Calle Martín de los Heros, 65, tel. 31136, surgiendo algunos errores en las numeraciones. Además, se vendía en Barcelona, en las Galerías Dalmau.

Ese mismo año falleció de penosa enfermedad Cándido Rouco, uno de los colaboradores de la Gaceta.

En abril de 1928 la impresión pasó a Urdapilleta Hermanos, en la Avenida de Pi y Margal, 18, pasando a mitad de año a Chulilla y Ángel, de la calle Torrecilla del Real, 17, tel. 71926.

 

Bernardino de Pantorba

 

LOPEZ JIMENEZ, José (B. de Pantorba)                  P.Cr           1920                   29.jul.1896      SEVILLA         MADRID      1987

 

Socio de Mérito de la AEPE

Socio de Honor

Vocal de la Junta Directiva

 

Bernardino de Pantorba  por Ricardo López Cabrera

 

Como pintor, es un olvidado; como escritor teatral o poético, también; pero como crítico e historiador del Arte, y en particular de la Pintura, Bernardino de Pantorba sigue siendo de consulta obligada por los estudiosos.

Entre esos libros imprescindibles, hay que hojear a cada paso su «Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España», publicado en 1948 por Ediciones Alcor, de Madrid, con prólogo de Eduardo Chicharro, fundador y Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores,  y dedicatoria a la Hispanic Society of America.

Sus libros y escritos avalan por sí solos su faceta de historiador, investigador y crítico de arte.

Como pintor, pese a la profusión de obras, es completamente desconocido. Es desde este punto de vista desde el que abordo esta biografía.

 

BERNARDINO DE PANTORBA, PINTOR

José López Jiménez nació en Sevilla en junio de 1896.

Hijo del pintor sevillano Ricardo López Cabrera y de Rosario Jiménez Velázquez, una de las hijas del pintor sevillano José Jiménez Aranda.

Con diez años, estudiaba en un colegio de Sevilla. El maestro, Francisco Caroto, les imponía una lectura diaria de El Quijote, que los alumnos detestaban. José, con ganas ya de escribir desde niño, les dijo a sus compañeros de clase que pronto dejarían de leer la obra de Cervantes porque él iba a escribir un libro muy bueno para que pudieran leerlo en el colegio. Se puso a la tarea, que comenzó con el título… “El Ingenioso Hidalgo Don Bernardino de Pantorba”… y tras dos meses de trabajo, aburrido y cansado, abandonó la tarea. Sin embargo, las palabras primeras revolotearon en su cabeza ya para siempre.

En 1909 la madre y los cinco hijos se instalarán en Madrid, ya que el padre se había ido poco antes a Argentina.

ABC 1930

 

Con tan solo quince años escribió por primera vez en la revista madrileña Madrid Cómico. Según confesaba él mismo, las erratas con que reproducían los textos que remitía a la revista le sonrojaban, pero fueron 45 sus colaboraciones con aquel medio hasta noviembre de 1912.

En 1913 viajó con su madre y hermanos a Argentina, viviendo en la ciudad de Córdoba durante más de ocho años. Allí fue crítico de teatro del diario cordobés La Voz del Interior. Su colaboración gratuita propició una anécdota que derivaría con el tiempo en su seudónimo. Una noche, quiso corregir las pruebas de lo que se publicaría al día siguiente. El director llamó al regente de la imprenta y le dijo: “Che, atorrante, ándate y mirá si están las pruebitas de lo del señor…, el señor… señor…”. (No recordaba su firma). El crítico acudió en su auxilio: “López Jiménez”. El director sentenció: “Es verdad… tengo tantas macanas en la chola… Bueno, ándate vos y vení con las zonceras de lo del señor Gómez Gutiérrez…”

Según confesaba el propio pintor y crítico, un amigo le aconsejó el cambio de nombre o el uso de un seudónimo, ya que José López Jiménez era de lo más normal y en París no iba a sonar nada bien el “Mesié Yosé Lopé Yimené”.

Bernardino de Pantorba por Pedro García Camio

Bernardino de Pantorba por Marcelino Domingo

En 1930

La Esfera, 1928

La Esfera, 1929

La Unión Ilustrada, 1931

Bernardino de Pantorba en Unión Patriótica, 1928

 

En la Córdoba argentina publicó versos y artículos, una novela corta titulada “El vuelo”, un sainete “Pepínez”, editó dos cuadernos de versos, “Versos de amor, de dolor, de patria y de fe” y “Fuego y sangre” y un librillo de ciento diez páginas de prosa humorística titulado “López en la Argentina”.

Allí también estudió pintura en la Escuela de Bellas Artes y junto a su padre, y una carrerilla en la Escuela de Comercio. Y pintó, pintó mucho e hizo dos exposiciones.

Además, fue profesor de dibujo en las Escuelas Pías de Santo Tomás, dirigió la revista escolar “Hermes”, y ganó varios premios literarios con verso y prosa.

Y según confesaba, lo hizo todo con su nombre de José López Jiménez.

En 1921, con 25 años, regresa a Madrid y siguiendo las indicaciones de su progenitor, lo primero que hizo fue presentarse a su buen amigo Mariano Benlliure, amigo de su padre y también de su abuelo. En su libro “Cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué nació Bernadino de Pantorba”, de donde extraemos todos estos datos, añade también la anécdota determinante para la adopción del seudónimo por el que hoy es conocido.

Benlliure le recibe con los brazos abiertos y despacha ante él a varias visitas. “A cada uno de los que llegaban me fue presentando, siempre muy amablemente, pero nunca de la misma manera: “Aquí le presento a mi joven y nuevo amigo el artista López Cabrera…”. Al segundo le dijo: “Este es mi joven y excelente amigo el artista Jiménez Aranda…”. Al tercero: “Mi joven y muy querido amigo el artista Aranda López…”. Al cuarto, ya abrazándome: “Mi joven amigo íntimo Cabrera Jiménez…”. Ni una sola vez acertó… No había tiempo que perder. ¡El seudónimo!”…

Fue entonces cuando se acordó de aquel nombre escrito de niño, que comenzó a usar desde entonces y hasta el final de sus días.

En abril de 1922 inauguró una exposición en el Ateneo de Madrid en la que se pudieron ver varios retratos y paisajes argentinos que el pintor realizó en Córdoba y por la que desfiló todo Madrid, incluida la Infanta Doña Isabel, que hizo grandes elogios de los cuadros presentados, especialmente de los paisajes argentinos.

En febrero de 1925 el sevillano presentó una exposición en el Salón Nancy,  de la Carrera de San Jerónimo de Madrid. Los trabajos, firmados bajo el seudónimo de Bernardino de Pantorba, incluyeron 14 retratos y 25 cuadros de paisajes, mereciendo la crítica de los distintos medios de la época, que como el ABC, definían la muestra como de una “sincera y honrada factura artística… uno de los pocos pintores jóvenes completamente liberado de toda extraña influencia… pues el- Sr. López Jiménez ve hondamente el paisaje, del que presenta aspectos muy interesantes. Gran parte de los cuadros del artista sevillano… acusan un dominio indudable de tonos grises, intensamente representativos. Los retratos del Sr. López Jiménez acusan una muy estimable personalidad en este difícil género pictórico”.

 

Paisaje

 

En el diario El Liberal, escribía el historiador de Arte Luis Pérez Bueno una reseña sobre esta exposición, destacando que …”no es Pantorba por su arte clasificable como pintor andaluz… Pero hay algunos aspectos en el arte de Pantorba, dibujante, pintor y escritor que… le ligan en lo más íntimo de su ser con la encantadora región de Andalucía.  Así por lo menos lo creemos ver en la virtud que tiene de percibir fina y hondamente, en su manera de dibujar tan límpida y correcta como un clásico renacentista, en su paleta fácil y obediente al sentimiento decorativo y en cierta esencia ática que donosamente zumba y trasciende de todas sus obras, ya dibuje, pinte, hable o escriba de materia artística… por eso es sensible y versado cuando traduce el natural, sin que nada le obligue a verlo a través de escuela o manera predeterminada… Todos los retratos, rotundamente todos, expresan la seguridad, la maestría y la rapidez de ejecución del artista: es una sesión empleada en cada uno de ellos, acusando lo esencial de línea, forma y espíritu del retratado. En ese quid de la gracia y del espíritu en la obra estriba la suma dificultad del género en que culmina Pantorba en primera línea… Esos retratos están realizados con depurada síntesis y cumplen el fin artístico, sin que en ellos falte ni sobre nada…no necesitan de entonaciones cromáticas para que produzcan la sensación del verismo perseguido…los dibujos tienen que emparentarse por la masculinidad de sus trazos con los de algunos maestros flamencos y holandeses en los comienzos del siglo XVII… Firmeza, gracia y vigor, sin que la línea, allí donde lo requiere, carezca de flexibilidad y dulzura… Pantorba, excepcional dibujante, dotado de una poderosa retina capaz de sustanciar la esencia de las cosas a través de las formas, con sensibilidad de colorista… la paleta del este pintor se amolda, se ajusta y responde al cromatismo culminante en el paisaje, totalizando su peculiar ambiente, sin dejar por eso de apuntar lo más intrínseco de los detalles y accidentes que dan la realidad de existencia de aquello que se quiso interpretar”…

En La Esfera, José Francés, quien fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, escribía de esta exposición que …”Bernardino de Pantorba, crítico, no depende del Bernardino de Pantorba, pintor, sino en aquella fecunda experiencia del técnico que conoce lo que de oficio tiene la expresión plástica de la belleza natural o intelectiva… La actual exposición resume de un modo expresivo el arte de Bernardino de Pantorba como paisajista y como retratista… la aportación de Bernardino de Pantorba a las Exposiciones Nacionales y a los Salones de Otoño, mereció ser tenido en cuenta por la sinceridad que la informa y por el valor positivo que significa. Es un artista sensible y sutil, enemigo de la estridencia, alejado por convencimiento de los trucos efectistas; pero dotado, en cambio, de profunda receptividad sentimental y de un sentido decorativista muy moderno. Así, sus paisajes son bellos y verdaderos; causan el doble deleite visual y espiritual que la obra pictórica debe sugerir… se puede apreciar cómo procura la superación sucesiva, el incesante prurito de no adormecerse en una fórmula felizmente lograda… Hay en él ya el humorista que no precisa de las gamas cálidas de los esplendores del Sur, de las soleadas fulguraciones, para acreditar la fineza luminista y la delicadeza de matices… dibujos ágiles, sueltos de estilo, de una aparente ligereza, pero de una entrañable virtualidad clásica”…

 

Retrato

 

Unos meses después, en el semanario Blanco y Negro firmaba Antonio Méndez Casal un artículo en el que se refería a esta exposición y hablaba así del pintor: … “Espíritu inquieto y acometedor, tan presto se entrega ardorosamente al cultivo de la pintura, como, tomando la pluma, describe humorísticamente una escena de costumbres, o la psicología de un pueblo. En realidad, para él, todo es pintar… No hace mucho que en estas páginas hablamos de este lozano y sincero artista. Al comentar las obras del último Salón de Otoño hube de loar un cuadro que también figura en esta exposición, titulado “La montaña y la ría”. Bernardino de Pantorba, a pesar de los pocos años y de su temperamento impulsivo, vibrante, es artista cuya obra se halla en periodo de reposo y serenidad… Sabe que el arte es valor de gran permanencia que no cambia con las estaciones… No quiero decir que el arte de Bernardino de Pantorba sea repetición más o menos hábil de tipos estancados. Quiero, sí, consignar que su marcha es cautelosa y firme, sin hacer esas concesiones insinceras, que, si producen brillantes llamaradas, son cosa fugaz que no deja huella… Bernardino de Pantorba hizo su aprendizaje bajo la influencia tradicional del abuelo. Dominó sus nervios, dibujó analizando escrupulosamente la línea, y dueño de ella, comenzó a pintar. En este aspecto, no es un avanzado. Lo moderno es comenzar por el tejado… y ya pintando, ensayó las más diversas técnicas y formó la suya, que contiene al lado de elementos del pasado, no pocas conquistas del impresionismo y gérmenes de modalidades que pueden adquirir desarrollos insospechados. En el paisaje… hace ver su agudeza cromática para captar las finas tonalidades de la neblina… la gama gris, delicada, transmite la emoción bellamente triste del panorama… paisajes luminosos, sin estridencias… porque Bernardino de Pantorba es pintor que sabe orientarse en el paisaje, eligiendo con talento puntos de vista y horas de emoción… Acometió briosamente el estudio de la figura femenina y triunfó. Las líneas misteriosas que encierran el secreto expresivo de un rostro de mujer joven y bella son del dominio de nuestro artista”…

En 1925 presentó un retrato al VI Salón de Otoño que fue publicado por la revista Blanco y Negro y que para Antonio Méndez Casal era… “certero. Recoge con justeza la expresión nerviosa, inquieta, del pintor sevillano”…

En 1926 participó en la Exposición Internacional de Venecia, junto a muchos pintores miembros de la Asociación de Pintores y Escultores como Enrique Bráñez, Manuel Castro Gil, José Cruz Herrera, Carlos Dal- Ré, José Garnelo, Eugenio Hermoso, Fernando Labrada, Francisco Lloréns, Eduardo Martínez Vázquez, Francisco Mateos, Elíseo Meifrén, Manuel Menéndez, Julio Moisés, José Moreno Carbonero, Eduardo Navarro, Ceferino Palencia, Pedro Antonio, Francisco Pons Arnau…

La Nación 19.11.1926, Exposición en el Salón Nancy de Madrid

 

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926 presentó un paisaje que la prensa destacó como “muy luminoso”.

Unos meses más tarde, presentaba una exposición de medio centenar de obras en el Salón Nancy de Madrid. En esta ocasión fueron solo 15 paisajes de Mallorca frente a un total de 35 retratos de escritores, artistas y hombres de ciencia de la España actual, que habían sido recogidas en un libro en el que además del retrato del personaje, se incluía una semblanza rápida y certera escrita por el mismo pintor y literato.

El ABC consideraba que “en estos retratos Pantorba proclama, con enérgica rotundidad, con gallardo desdén hacia las efímeras bogas modernistas, el señorío del dibujo clásico, del único dibujo. La línea que traza el lápiz valiente y honrado… obras de muy preclara estirpe y de contenido perdurable. Así, en los paisajes se nos ofrece en pleno dominio de la técnica… el juego de luz y de color está logrado con dominio absoluto del complejo arte de los matices y de los contrastes. La exposición de Pantorba… señala en la carrera del joven e ilustra artista una cumbre muy brillante de plenitud”.

Concurrió a la Bienal de Venecia de 1927, vendiendo allí las obras presentadas.

Al VII Salón de Otoño de 1927 presentó lo que para el semanario Blanco y Negro eran “tres paisajes deliciosos. Uno, de Mallorca, reproduce certeramente un campo de olivos retorcidos con el aspecto doloroso de este árbol tan mallorquín, que, agrupado y visto a ciertas horas, semeja una estampa dantesca. Santa María la Nueva es paisaje urbano, en el que el claroscuro ha sido manejado expresivamente”.

 

Paisaje

 

En 1927 la editorial Publicaciones Artísticas publicó el libro “Rostros de españoles”, simultaneada con una exposición de los mismos en el Salón Nancy de Madrid, sobre la que el crítico José Francés, bajo el seudónimo de Silvio Lago, escribía en La Esfera que eran …”verdaderamente admirables de exactitud facial, de carácter desvelado por la certeza concreta de los rasgos que fueron trazados ágilmente, seguramente con graciosa y espontánea facilidad… cualquiera puede ver que aquí no faltan caras inexpresivas y vulgares, vale decir, en términos de pintor, ingratas y comprometidas… el artista añade que estos retratos están hechos con honradez y sin receta, al margen de los ismos, extravagancias y piruetas de los suedoinnovadores, con el respeto a las normas clásicas y al natural… en tono desenfadado e ingenioso continúa también en las glosas literarias de cada retrato. No todas son favorables ni apologéticas. El escritor no cede en afán de veracidad al dibujante. Y de aquí el doble encanto de las semblanzas que muestran el alma a través del retrato y la obra propia… Pantorba viene demostrando hace tiempo este profundo y cada día más seguro valor de paisajista desde su primera exposición… Es una larga, sutil, profunda, exquisita depuración técnica y sentimental, un ahincado ejercicio de la voluntad y de la mirada para más íntima identificación con la Naturaleza, que ya puede y debe serles satisfactorios al artista”…

Los retratos fueron publicándose en La Esfera a lo largo de distintos meses, con grandes loas hacia el arte del pintor.

En 1928 realizó una exposición de sus obras recientes en el Salón Nancy de Madrid de la que se hizo eco toda la prensa. En el ABC se pudo leer que el artista “practica su arte y lo va depurando a través de una labor ahincada y ungida por la vocación fervorosa… Pantorba presenta veinte paisajes y quince retratos. A los primeros los titula modestamente “Impresiones del paisaje italiano”. Tienen de impresiones la rapidez vivaz con que están captadas por la retina clarividente los rincones de Florencia, Venecia, Pisa, Génova…. También muchos de ellos, la técnica de puro impresionismo… pero son mucho más que meras impresiones… están ejecutados con una grandeza de concepción, con una amplia visión interpretativa que los hace grandes composiciones de paisaje… la técnica, de tipo moderno es una afirmación siempre vibrante y entusiasta de respeto a lo eterno del arte… en sus cuadros hay la anatomía que el paisaje tiene y que tan pocos artistas de hoy aciertan a ver y, menos, a interpretar. Dibujante de tan firme lápiz y de tan graciosa originalidad al mismo tiempo, sus retratos son un acierto absoluto. La línea es esquemática, sobria, se reduce a lo estrictamente indispensable para modelas la forma… los retratos femeninos son la depuración de los de hace dos años… técnica que se ha coronado y engalanado con otro don: el de la elegancia”…

ABC 6.5.1928, Bernardino de Pantorba pintando en Gimignano

 

En el mismo diario, a lo largo del tiempo que duró la exposición, aparecieron otras reseñas que incluían fotografías del artista pintando y retratos y paisajes a lo largo de tres páginas completas en las que nuevamente, Antonio Méndez Casal reseñaba sus impresiones: “Bernardino de Pantorba es un mozo de inteligencia, ágil y de sensibilidad innata, afinada por constante ejercicio… vivió en ambiente de trabajo artístico, asistiendo a las múltiples fases de elaboración de la obra, de arte… Pantorba viajó, estudió Museos, se adentró en el espíritu de los ambientes más dispares del nuestro, y ya con al lápiz o bien con la pluma, comentó en serio o humorísticamente tipos y costumbres, manejando la ironía con bello desenfado… La curiosidad, bien orientada por una inteligente preparación, le permitió analizar sagazmente el proceso tan complejo de las técnicas pictóricas modernas, tomando de ellas cuanto estimó utilizable. Así, del impresionismo adquirió luminosidades, sentido de la atmósfera envolvente, rutilancias, manejado todo con sensibilidad de poeta… sus óleos son pequeñas visiones justas y concentradas, a modo de breves glosas, ricas en jugosidad captadora de la esencia del trozo comentado… y sus dibujos orientados hacia la posesión gráfica del gesto, han seguido una marcha ascendente que alcanzó en algún momento el premio del acierto definidor… exhibe paisajes eternos de renovación de una flora optimista; paisajes urbanos de gesto moderno… rica y sugestiva serie de visiones a modo de certeras estampas… Hombre austero, no gesticula, no fuerza el anuncio, no cultiva la farsa… Bernadino de Pantorba trabaja, analiza y ahonda… ya alcanzó el título de buen anatómico de la forma humana sin caer en la seudogalantería de adular al modelo femenino con amaneramientos ridículos… la condición de excelente dibujante no le impide continuar sin descanso su labor de análisis”.

Tal y como descubrimos por El Heraldo, la exposición fue visitada por la Infanta Doña Isabel, a quien gustaron mucho sus obras, y por un elevado número de público, que prodigaron grandes alabanzas de las obras expuestas.

Retrato de Antonio Machado

Retrato del maestro Barbieri

 

En esta exposición, que compartió junto al pintor italiano Alvé Valdemi, la crítica que recibió de la recién creada revista cultural Estampa, no fue del todo buena, refiriéndose la información, que no firma nadie en concreto, a la faceta paisajista de Pantorba, que juzga como simplista con expresiones y palabras como …”Bernardino de Pantorba, al interpretar el paisaje italiano, ha procurado, ante todo, el ambiente, fijándole con fidelidad y exactitud. Son, pues, paisajes informativos estos suyos, apuntes de observador curioso y perspicaz, a los que no falta el encanto de notas sueltas de álbum de viaje, más evocadoras y precisas que las farragosas descripciones literarias. Páginas sencillas, improvisadas y espontáneas, en las cuales no obstante, ha puesto el artista un gran celo, sacrificando los efectos vulgares y aludiendo toda complicación pictórica. Ha querido ser claro, sin preocupaciones de modernidad ni clasicismo, esas dos graves y contagiosas dolencias que tanto estrago están ocasionando entre la efervescente juventud y la vejez valetudinaria del Arte. Precisamente, la claridad y la sinceridad es lo que echábamos de menos en los retratos a que nos hemos referido. Pero también en ese género ha progresado Bernardino de Pantorba. Las cabezas expuestas en el Salón Nancy revelan una plausible evolución hacia un estilo más selecto, sobrio y sintético que, sin perder la factura convencional, anuncia la promesa de una manera aristocrática, distinta de la que por tal se entiende ahora”.

En 1929 participó en el IX Salón de Otoño. La Revista hispanoamericana de ciencias, letras y artes recogía una nota acerca del pintor en la que destaca que …”el joven y notable maestro, atesora, entre las muchas facetas y los muchos recursos de que se halla provisto su personal mérito indiscutible y sobresaliente, unas cualidades de paisajista eminente, cultivador de tan difícil y sugestivo género pictórico y un temperamento de observador de la naturaleza, sagaz, refinado y exquisito, que dan como resultado frutos sazonados y maduros de apetecible posesión. Su retina sensible para captar los innumerables y delicados matices del color y de la luz del ambiente, acusa en sus obras las propiedades envidiables de un feliz ejecutante de esta especialidad estética, y como consecuencia de ello, el que el nombre de Pantorba se halle incorporado a las filas de los elegidos y privilegiados… Por la extraordinaria cultura de este hombre, al unísono con sus sobresalientes propiedades de pintor, va su labor literaria”…

Paisaje

 

Concurrió a la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, donde logró la Segunda Medalla de Pintura con el óleo titulado “Plaza del pueblo”.

En el Salón de Otoño de 1930 “Bernardino de Pantorba prosigue su avance afortunado con algunos bellos paisajes. Seguro de construcción y bien afinado de retina, envió a este salón algunos cuadros conocidos, que no decaen con la vecindad de otros”, comentaba el ABC.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1930 obtuvo la Tercera Medalla por sus lienzos “Aprendiz de río” y “El encinar”, obras que pasaron a ser propiedad del Museo de Arte Moderno.

En 1931, en La Unión Ilustrada escribía Cecilio Barberán: “Su personalidad como pintor, no es menos digna de estudio. Hoy su actividad como tal la dedica casi por completo al paisaje. Como en sus libros da en éstos la nota de sinceridad y de lo moderno. Labor pictórica es la suya de alto valor estético. Para convencerse de ello es necesario estudiar primero sus dibujos. Dibujante notabilísimo no ignora un secreto de la línea que se pueda traducir en una emoción de espiritualidad y de gracia. Sus retratos al carbón son a menudo obras de singular valor. Ello nos dice que su concepto moderno del paisaje no es como el de tantos, que, sin saber dibujar apenas, se lanzan a crear obras de este género para ocultar mejor base tan fundamental. En Bernardino de Partorba, pintor actual, no cabe eso puesto que claramente se ve que su evolución hacia el impresionismo parte de un punto de noble y sólida disciplina artística, empujado por la más sana inquietud. Su obra, como hija de dichos factores, da siempre frutos logrados, de verdadero arte. Así lo hemos ido comprobando en las cuatro exposiciones personales que lleva realizadas; en la del Ateneo; Salón Nancy de óleos y dibujos y las celebradas en Bilbao y Zamora. Consecuencia de ello han sido los galardones obtenidos en cuantos certámenes ha concurrido. Segunda Medalla por su cuadro «Convento de Santa Clara», en la Iberoamericana de Sevilla y Tercera en nuestra Nacional últimamente celebrada por su cuadro «Aprendiz de río». —¿Cuál es su aspiración en el arte?—hemos preguntado al notable artista en nuestra charla —el poder pintar los paisajes como los siento—nos dice. Toda vez que tengo el concepto de que el paisaje moderno debe desprenderse del impresionismo que se ha entendido como impresiones de color y que hay que agregar este al paisaje clásico de construcción. Pues entiendo, que en él, hasta la fecha, no se ha unido la forma y el color y debe unirse. Como se ve «Bernardino de Pantorba» sabe dónde va y de dónde procede. ¿Se puede decir de todos los pintores lo mismo ? No. porque no todos heredaron los caudales que él heredó; si bien tal herencia tiene el mérito en él de haberla transformado en rama nueva de un árbol cuyas sombras de gloria se proyectan a menudo sobre el campo del arte contemporáneo”.

En 1934 inauguró en el salón central del Círculo de Bellas Artes una exposición de 32 paisajes y 18 retratos, óleos y dibujos, que el diario ABC consideró como “un verdadero alarde… dibujos policromados de elegancia señoril, de línea magistral y de finura sobria sin concesión alguna a efectismos subalternos… pero alguno de los paisajes son toda una lección en el género, como tema de emoción y como técnica con que esta emoción se interpreta… Bernardino de Pantorba pudo paladear ayer la emoción de un triunfo ganado tan limpiamente y con tanta participación de su nativo talento de pintor como de la voluntad insaciablemente dirigida a pintar cada día mejor. Lo ha logrado el artista. Por eso fueron ayer tan sinceras y expresivas las felicitaciones que merecieron su éxito”. En días posteriores el semanal Blanco y Negro publicaba con este motivo una fotografía del artista.

Paisaje

 

En 1936 el artista celebró en la Sala Gaspar de Barcelona una exposición de paisajes y retratos. Con ese motivo, el diario ABC destacaba que “La pintura de Pantorba, sólidamente construida y exaltada delicadamente por su fina percepción del matiz, ha merecido excelente acogida de la crítica. Pantorba sabe recoger como muy contados artistas son capaces de hacerlo, la fisonomía más delicada del campo español, sin recurrir a la mueca grotesca y a la descomposición absurda de la forma. Madrid, Mallorca, Bilbao…. Figuran interpretadas en esta exposición con gran dignidad y decoro artístico, ya que ha conseguido y llevado al lienzo ese aire fisionómico inconfundible, tan difícil de lograr, por encima de fórmulas y técnicas diversas”.

Paisaje

Desde 1935 su actividad como conferenciante, crítico de arte, prologando libros y catálogos, va ganando terreno en su trabajo, pese a seguir presentando obra a concursos y certámenes varios.

En mayo de 1942 realizó su primera exposición tras la contienda, exhibiendo un total de cuarenta y cuatro óleos y dibujos, la mayoría paisajes de la tierra y el mar de Gerona, que fue muy visitada y aplaudida por crítica y público.

Ese mismo año, participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes con un retrato de Juan Pujol.

A partir de esta época, se dedicaba a pintar cuadros escritos en lienzos traducidos a papel, y en lugar de colores, a través de las palabras. Prólogos de libros, biografías, apuntes historiográficos y críticos sobre grandes pintores.

En el Salón de Otoño de 1948 logró la Segunda Medalla de Paisaje y el Premio del Ministerio de Educación.

En 1961 publicará una de sus obras cumbres “La pintura de Velázquez”.

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En 1966 es nombrado académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla.

Dos años más tarde, académico de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.

Vivía en la Calle O’Donnell, 49-51 de Madrid.

Retrato de niña

 

A lo largo de su larga vida, Bernardino de Pantorba pintó más de 800 paisajes de casi todas las regiones de España y de algunas de Italia. Hizo alrededor de 500 retratos de españoles insignes y casi todos con el natural delante. Celebró quince exposiciones de sus obras en Madrid, Barcelona, Bilbao, Gerona, Zamora, Llerena y Bayona. Concurrió a 28 certámenes de arte internacionales y nacionales. Recibió 14 premios, distinciones y honores.

Publicó cerca de 80 títulos de historia, arte y crítica, traducidos al francés, inglés, alemán e italiano, además de infinidad de artículos y versos en revistas y diarios. Impartió más de 60 conferencias y lecturas. Fue director literario de una editorial madrileña. Dirigió una revista de arte. Fue corresponsal de dos revistas argentinas. Realizó casi dos millares de informes y peritajes de pintura.

Reunió en su domicilio más de 500 cuadros y cerca de 20.000 libros.

Paisajes

 

Bernardino de Pantorba se casó tres veces.

Falleció en Madrid, en 1990, a los 94 años.

Historiador, investigador, crítico de arte y pintor.

Como bibliógrafo y tratadista destaca su Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España, publicada en 1948.

Fue miembro de la Hispanic Society of America y del Patronato del Museo Sorolla. Así mismo, tiene dedicada una calle en la Villa de Vallecas de Madrid.

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Bernardino de Pantorba y la AEPE

Participa en el III Salón de Otoño de 1922 con las obras tituladas La nube viajera, Cabeza de estudio, La escalinata y Alrededores de Madrid.

Al IV Salón de Otoño de 1923 presenta las obras Verano, Pinar de Puerta de Hierro, Tarde de sol, Noche de luna y Puesta de sol.

Al V Salón de Otoño de 1924: La montaña y la ría, Rucoba y Cementerio de pueblo.

Al VI Salón de Otoño de 1925: Encinas, Tarde y dos tituladas Apunte.

Al VII Salón de Otoño de 1927: Mañana, Olivos y Santa María la Nueva.

Al IX Salón de Otoño de 1929: Piedralabes y  Calle de Piedralabes.

Al X Salón de Otoño de 1930: Hora de sol en Mallorca, Altor Hornos de Bilbao, Las seis y cuarto, Estudio de pinos, Corral extremeño y Convento de Santa Clara.

Al XIII Salón de Otoño de 1933: Piedras, Álamos blancos y Frente a Mundaca.

Al XIV Salón de Otoño de 1934: Orillas del Manzanares y Álamos blancos.

Al XVII Salón de Otoño de 1943 la obra Jardín florido.

Al XVIII Salón de Otoño de 1944: Patio de las Yeserías y Patio de las Casas de Pilatos.

Al XIX Salón de Otoño de 1945: Unas encinas y Plaza del Monasterio.

Al XX Salón de Otoño de 1946, Costas de Nerja.

Al XXI Salón de Otoño de 1947: Álamos blancos.

Al XXII Salón de Otoño de 1948: La casita del gallo, Hora de sol en Mallorca, Casa del Perdón y Árbol.

Al XXV Salón de Otoño de 1952: Sombrajos.

Retrato de Debussy

Cabeza de estudio

 

En 1923 es nombrado Socio de Mérito de la AEPE y un año más tarde, Socio de Honor en el Salón de 1924.

Vocal de la Junta Directiva desde 1925 y  hasta 1927. Como vimos al abordar la biografía de Pedro García Camio en su momento, cuando a éste se le otorgó la beca para estudiar Retrato en París y Londres, dejó la Gaceta de Bellas Artes a cargo de Bernardino de Pantorba.

En 1927 en la sección española del Salón de Otoño de París, fue uno de los pocos autores que vendieron obra.

Ese mismo año, estuvo también presente  en la Bienal de Venecia, vendiendo también sus obras allí.

La Asociación de Pintores y Escultores celebró en julio de 1927 una Exposición en el local del Ateneo de Alicante, en lo que se pretendió fuera inicio de una serie de exposiciones en diversas provincias, en la que participó con una obra.

En 1929 el Salón de exposiciones de la AEPE inauguró el 3 de abril una exposición de bodegones o naturalezas muertas en el local generosamente cedido por la sociedad de Amigos del Arte.

Retrato de Manuel de Falla

Retrato de José Clará

Retrato de José María López Mezquita

 

En 1930 además de participar con obra en el Salón de Otoño, fue uno de los miembros del Jurado del mismo.

En 1935 participa en el Salón de Mayo, denominado simplemente Exposición de Bellas Artes, con las mismas prerrogativas que un Salón de Otoño pero sin seguir la numeración de los mismos.

En 1942 la Junta Directiva acordó la celebración de una exposición homenaje a Jiménez Aranda, con la colaboración de su nieto, Bernardino de Pantorba, y se programaron posteriormente homenajes a Muñoz Degrain, Domingo Marqués y Sorolla.

La exposición homenaje a Jiménez Aranda se inauguró el 16 de enero de 1943 y se mantuvo hasta el 10 de febrero. La conferencia inaugural fue a cargo, como era natural, de Bernardino de Pantorba, nieto y biógrafo suyo, quien también costeó el catálogo. A dicha conferencia inauguración asistieron el Ministro y el Director General de Bellas Artes.

En 1947 la Asociación renovó la Junta directiva en Asamblea General Ordinaria, resultando en ella reelegido como Vocal Bernardino de Pantorba, manteniéndose en el cargo hasta 1955.

En el Salón de Otoño de 1948 había por primera vez medallas de primera, segunda y tercera clase, para pintura, escultura, grabado y dibujo y arte decorativo en general, distinguiéndose en pintura entre figura y paisaje. Medallas concedidas por voto escrito y firmado de los expositores. La acuarela entraba como pintura. Bernardino de Pantorba obtuvo la Primera Medalla. Además, fue galardonado con el Premio del Ministerio de Educación Nacional.

Retrato de José Francés

Retrato de Ruperto Chapí

 

En la Asamblea General de 1950 resultó elegido Bernardino de Pantorba como Vocal de la Junta Directiva.

En 1955, la Hispanic Society of América de Nueva York, premió a Bernardino de Pantorba por su destacada contribución al arte.

Su contribución a la Gaceta de Bellas Artes fue memorable, dejando escritos unos 150 artículos que abordaron todo tipo de temas y artistas.

Pronunció numerosas conferencias dentro de las actividades de la Asociación de Pintores y Escultores, como las que giraban en torno a Jiménez Aranda, Goya, Mateo Inurria, Velázquez,  El romanticismo en la pintura española,  Lucas, Becker, Zuloaga…

 

Paisajes

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