Investigaciones sobre un grabado de Pollaiuolo

Por Ángel Arribas Gómez

La revista británica Print Quaterly, especializada en el arte del grabado, ha publicado un artículo en su número de diciembre-2017 con parte de mis investigaciones sobre el único grabado conocido del artista florentino Antonio Pollaiuolo: Batalla de los hombres desnudos, datado en torno a 1470, cuyo motivo, tema subyacente y presencia de la cadena que sujetan los dos personajes centrales, han permanecido sin descifrar desde entonces.

Se trata del grabado más influyente de todos los tiempos, en palabras de L. D. Ettlinger, por su tamaño -plancha de cobre de 41 x 61 cm-, por ser el primero firmado -entonces no se solía firmar-, además, por un artista de renombre, y por su difusión y éxito que motivó numerosas imitaciones. Giorgio Vasari habló de él en la edición Giuntina de sus Vidas… cien años después.

En cuanto al tema del grabado, pretendo demostrar que obedece a la celebración de un duelo entre los dos personajes centrales, que sujetan una cadena. Y que la imagen representa el instante cumbre de una serie de acontecimientos que se pueden deducir de la disposición de las figuras y de los objetos que se nos muestran. Dado que en ninguna obra de arte debe aparecer nada superfluo; en un grabado a punta seca, donde el mínimo error arruina la plancha, resulta una temeridad dibujar de más.

Los escudos tirados en el suelo, las vainas de las espadas y la propia cadena, indican que los contendientes se habían aproximado de manera pausada acompañados de sus padrinos o amigos y algunos criados. De manera protocolaria, podríamos decir al hablar de un duelo, que iban a celebrar, en un principio, a espada y escudo.

En esa época era algo bastante habitual, los usos eran aún medievales, se celebraban torneos en las fiestas, los reyes combatían al frente de sus ejércitos y era difícil regresar de una ejecución pública sin salpicaduras de sangre. La ausencia de rey y el desarrollo comercial hicieron de Italia un caso singular. La aristocracia empobrecida por el desplazamiento de los campesinos a las ciudades, los siguió hasta allí para mantener los vínculos de vasallaje, y malvivía vendiendo sus propiedades y títulos a la burguesía ascendente o emparentando con ellos. Estos últimos “nuevos ricos” reclamaban su cuota de poder; pero eran mal recibidos por las “familias antiguas” que llevaban tiempo encaramados al gobierno de las repúblicas. Los despreciaba la nobleza que se consideraba con derecho de sangre para ostentar el gobierno, y los envidiaba y se mofaba el pueblo, que no consentía que, alguien que habían conocido pobre, se diera aires de gran señor. El honor pues, era asequible, si se disponía de suficiente riqueza; pero había que defenderlo, y se defendía con la vida.

Hay suficiente bibliografía histórica sobre este tipo de hechos, pero, aun cuando los tratados sobre los duelos proliferaron en el siglo XVI, existe uno de Giovanni da Legnano de 1360 que relata un panorama parecido al que nos ofrece el grabado. Por su parte, Dante en su Comedia dedicó numerosas referencias al tema del ascenso social que denominaba “confusion delle personne”. También Boccaccio y Marsilio Ficino. Era un tema que preocupaba a la sociedad.

Que los dos grupos se reunieran en un lugar solitario fuera de la ciudad da idea de que el encuentro no era fortuito, sino que había sido convenido.

El protocolo del duelo exigía un juramento previo o un acuerdo sobre las reglas. Uno de los bandos debió de proponer utilizar una cadena para demostrar mejor el valor. Si alguno la soltaba todo el mundo sabría que era un cobarde y si tenía miedo tensaría la cadena al alejarse. Se puede observar que la cadena cuelga floja de las manos de ambos luchadores. Si combatieran por su posesión pretenderían tirar de ella y cortar la mano del oponente para arrebatársela.

Ambos tuvieron que soltar los escudos para sujetar la cadena con la mano, por eso yacen a sus pies. Después desenvainaron las espadas, se separaron los compañeros y comenzó el combate.

Algún lance sucio, insulto o provocación disparó las pasiones y el grupo que se había colocado a la izquierda comenzó a disparar flechas al otro, que no disponía de ellas y sucumbiría si no actuaba. Fuera así o de otro modo, se enzarzaron también en una lucha.

Apoya la idea del duelo el hecho de que nadie estorba a los que combaten en el centro, lo que denota que respetan su legitimidad para hacerlo y su autoridad.

Se observa que hay dos espadachines más. También pertenecen a la clase superior. La espada era un arma cara. Usarla con destreza precisaba ejercitarse desde la niñez, y les daba una superioridad indiscutible en el combate contra personas peor armadas. Por esa razón se advierte desequilibrio en los emparejamientos. A cada espadachín se le oponen dos plebeyos. De otra manera no tendrían ninguna oportunidad y habrían huido.

Hay dos de ellos, siervos probablemente, que ruedan por el suelo sin ninguna pretensión de aparentar valor, altivez o elegancia, como se observa en los portadores de espada. Su actitud deja claro que no luchan por su honor, sino por su vida.

El Universo de aquella época era una máquina complicadísima formada por esferas concéntricas de vidrio de donde colgaban los astros. Giraban continuamente mediante un delicado mecanismo al cuidado de los ángeles. Y si S. Sebastián, al decir de los predicadores, enviaba una epidemia de peste por cualquier ofensa, qué no podría pasar cuando se quebrantaba el riguroso orden sagrado, por el que cada uno debía ocupar el lugar que Dios le había asignado. Hermes Trismegisto, avalado por los filósofos de la época, había escrito: “como es arriba, es abajo” y viceversa. Por tanto, era posible que un mundo influenciara al otro. De ahí, que el tema de fondo que subyace en esta escena sea la preocupación generalizada en todos los estamentos sociales, porque la continua convulsión social llegara a provocar el colapso del firmamento y de ahí el Apocalipsis.

Antonio Pollaiuolo fue el mejor dibujante de Florencia de su época, hasta que apareció Leonardo en la siguiente generación. Pintores, escultores, grabadores y orfebres le encargaban dibujos del natural para sus obras. Fue el primero que acometió los temas mitológicos, el primero en estudiar anatomía en profundidad, el primero en representar figuras en movimiento y desnudos; sus esculturas femeninas, sobre todo, no fueron igualadas hasta pasadas varias generaciones; fue el primero en acudir a fuentes literarias diferentes de La Biblia; hizo grandes avances en el problema de la composición y fue de los pocos artistas de su siglo que dominaron la perspectiva. Perteneció a la vanguardia que introdujo los fondos flamencos -valle del Arno- y que comenzó a pintar al óleo. Y, probablemente, sea uno de los mejores orfebres que ha habido nunca.

Las aportaciones de Antonio Pollaiuolo en todas las disciplinas hicieron posible que en la generación siguiente surgieran Leonardo, Miguel Ángel y Rafael. Si Antonio Pollaiuolo no hubiera existido, éstos habrían tenido que consumir su vida desarrollando lo que él les dio hecho. Y si ellos no hubieran existido, ahora hablaríamos de Antonio Pollaiuolo como una de las mayores figuras del Renacimiento y de la historia del arte. Entre otros, le copiaron Giovanni della Robbia, Botticelli, Leonardo, Miguel Ángel, Durero y Rembrandt; y no todos ellos entendían lo que copiaban.

El grabado Batalla de los hombres desnudos fue realizado a punta seca de acuerdo a los usos del niello, dada su formación de orfebre. Lograba los sombreados mediante líneas paralelas muy finas, si acaso, entrecruzadas en ángulo muy agudo. Técnica similar a la desarrollada en paralelo por A. Mantegna en Mantua, en busca de una amplia gradación tonal, lo que elevó al grabado, de la mera reproducción de estampas, a la categoría de arte. El polo opuesto al sombreado con líneas perpendiculares de la xilografía Alemania y del norte de Italia, de imágenes duras de gran contraste.

Utilizaban un rodillo en ausencia de tórculo, mientras que los alemanes estampaban sus xilografías con una cuchara debido a su reducido tamaño. Tampoco había llegado a Italia el buril de punta de diamante, romboidal. Él utilizó mayoritariamente la ciappola, herramienta de niellador, de sección redonda con punta piramidal. La profundidad del surco hacía variar la anchura de la línea de tinta, y se originaba un abultamiento en sus márgenes que difuminaba su nitidez. Esta forma de grabar se denomina “manera delicada o sutil” -fine manner-, sólo existió en Florencia durante un corto periodo, y lograba, junto a un dibujo excelente, un efecto preciosista; pero tenía el inconveniente de que las planchas se deterioraban rápidamente y había que repasarlas.

Del grabado de Antonio Pollaiuolo solo ha sobrevivido una copia de la manera delicada. Las otras cuarenta y nueve existentes corresponden a dos regrabaciones sucesivas, ya con buril de punta de diamante; técnica llamada “manera grosera u ordinaria” -broad manner- debido a sus marcados contrastes, como puede verse en la ilustración.

Para más precisión técnica puede consultarse: Landau, D. & Parshall, P.: The Renaissance Print 1470-1550. Yale University Press, New Haven and London, 1994. Estos dos autores fundaron la revista Print Quaterly y aún forman parte del Consejo de Editorial.

Harvard Art Museums/Fogg Museum, Legado de Francis Bullard en memoria de su tío Charles Eliot Norton

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