Lucio Sobrino dona una acuarela al Museo de San Telmo de San Sebastián

El pasado año 2014, Lucio Sobrino realizó la entrega al Departamento de Documentación y Catalogación del Museo de San Telmo de San Sebastián, de una acuarela con el tema del patio del Palacio de Carlos V de Hondarribia.

Fechada en 1954, junto a su valor artístico y técnico, el cuadro también tiene un interés documental, dado que el Palacio fue restaurado hace años y convertido en parador nacional

Lucio Sobrino Barrero, entre otras actividades relacionadas con el arte, es miembro desde hace muchos años de la Asociación Española de Pintores y Escultores, socio de la Agrupación de Acuarelistas Vascos y decano de la Agrupación Española de Acuarelistas.

Notas sobre la acuarela “Castillo de Carlos V de Hondarribia” (1954)

«Viví cuatro años en San Sebastián durante mi adolescencia. Después me fui a Madrid.

He vuelto varias veces al País Vasco, al que tengo mucho cariño.

Una mañana de abril de 1954,  de visita por Hondarribia, me encontré de improviso frente a la mole imponente del castillo de Carlos V. Cuán grata fue mi sorpresa cuando vi la puerta entreabierta. Me asomé y quedé impresionado por las viejas ruinas que estaban medio cubiertas de maleza. Después de asomarme un poco al patio, comprobé que desde el zaguán había un ángulo muy interesante. Me pareció un buen tema para pintar.

De acuerdo con el guarda, una persona muy amable, me presenté a la mañana siguiente con los bártulos de pintar.  Trabajé durante un par de horas aproximadamente (la técnica de la acuarela exige una ejecución rápida) y, quedando bastante satisfecho del resultado, lo di por terminado.

Antes de que acabase de pintar, el guarda había terminado su horario y me dejó la llave; por cierto, un artefacto enorme de varios kilos. Sigo agradeciéndole su simpatía.

El material que he empleado es el siguiente: papel “Arches Aquarelle” de grano fino y 100% algodón de 300gm. Colores de Windsor & Newton y pinceles de marta de distintos formatos.

Todo de calidad excelente, como lo prueba el hecho de que, después de sesenta años, se conserve como el primer día, aunque ha estado expuesto a la luz permanentemente.

Lucio Sobrino Barrero, julio de 2014.

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