Ricardo Montesinos Mora: Lavanderas de la Virgen del Puerto.

En el amplio patrimonio de la Asociación Española de Pintores y Escultores, nos encontramos con una obra de Ricardo Montesinos Mora, un reconocido pintor que ha participado en un gran número de exposiciones, tanto individuales como colectivas, (Salón de Otoño, Galería Durán de Madrid, Galería Carmen Andrade, o Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, entre otros muchos) y reconocimientos, como el Premio El Corte Inglés del Salón de Otoño (1983), el Honorífico Premio Reina Sofía (2010), o la Medalla de Oro Antonio Casero.

La obra de la que vamos a hablar se titula Lavanderas de la Virgen del Puerto. Está dentro de la secretaría de la Asociación Española de Pintores y Escultores. Se trata de un cuadro que refleja a la perfección las características típicas de su obra. El pintor y paisajista madrileño cultiva una pintura basada en las emociones, de raíces clásicas sobre todo en el carácter formar, y que muestra un dominio y conocimiento magistral de la luz y del color.

Es la representación de la ermita de la Virgen del Puerto de Madrid, está situada en el paseo de la Virgen del Puerto, en las inmediaciones del Palacio Real. Obviamente, no es el paisaje actual de esa zona, es de hace bastante tiempo. Se trata de un paisaje natural que apenas está explotado. En el margen inferior de la obra está el río Manzanares, en donde un grupo de lavanderas limpian todo tipo de prendas. El terreno que lo abraza es bastante árido en comparación con el del tercer plano, que está lleno de vegetación. En el margen izquierdo, escondido entre la espesura, se aprecia la ermita de la Virgen del Puerto, construido por Pedro de Ribera entre 1716 y 1718, en las inmediaciones del Palacio Real. Detrás de este edificio, se puede ver un esbozo de lo que podría considerarse como el Palacio Real o los inmuebles de la ciudad de Madrid. Todo ello protegido bajo un cielo encapotado que poco a poco parece que se está despejando, dando pasó así a la luz del sol.

Es un paisaje realista, representa el Madrid de antaño, con un detallismo impresionante (tanto en el tratamiento del dibujo como en el del color), que especialmente se puede apreciar en la manera en la que ha trabajado la vegetación, las lavanderas y las construcciones. Se trata de un minucioso trabajo a través del cual Ricardo Montesinos Mora muestra su cariño y añoro por el Madrid de antaño, característica típica del pintor madrileño.

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