Mª Dolores Barreda Pérez, Secretaria Perpetua de la AEPE

Mª Dolores Barreda Pérez, Secretaria General de la AEPE y Directora de la Gaceta de Bellas Artes,  recibió el pasado día 7 de noviembre de 2019 una inesperada sorpresa cuando en el marco del acto del fallo del jurado, entrega de premios e inauguración del 86 Salón de Otoño de la Asociación Española de Pintores y Escultores, el certamen artístico más antiguo y prestigioso de todos los que se convocan en España, recibió el título de “Secretaria Perpetua” de la centenaria entidad.

En el acto, que tuvo lugar en la Casa de Vacas del madrileño Parque del Buen Retiro, estuvieron presentes multitud de personalidades artísticas, el Presidente de la Asociación española de Pintores y Escultores, José Gabriel Astudillo, acompañado de toda la Junta Directiva y artistas de la talla de  Alejandro Aguilar Soria, Ricardo Sanz, el decano de los Críticos de Arte, Tomás Paredes … autoridades municipales y público en general.

Justo cuando ya se había entregado el título de “Socio de Honor de la AEPE” al periodista y escritor Javier Sierra, y antes de que la propia Secretaria General procediera a la lectura del acta del Jurado del 86 Salón de Otoño, el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, José Gabriel Astudillo, tomó la palabra para explicar que en una Adenda al Acta de la reunión de la Junta Directiva del 18 de junio de 2019, en la que se expone que aprovechando una ausencia de la Secretaria General de la entidad, Mª Dolores Barreda Pérez, encargada de levantar el acta oficial de la sesión, y con la unanimidad de los integrantes de la Junta, se acordó “distinguir a Mª Dolores Barreda Pérez con el título de SECRETARIA PERPETUA DE LA ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES, en reconocimiento a su excelente e impagable trabajo y dedicación a la entidad.

Creemos que es justo reconocer la labor de esas personas que son excepcionales e imprescindibles en el mundo del arte, personas que hacen real el dicho de que éxito siempre precede al trabajo.

Todos los socios disfrutamos de ese éxito gracias a la actitud y el trabajo de quien nos hace ser cada día más grandes como institución y asegura que el día a día es atendido no sólo diligente, sino correctamente y de forma gratificante. Por eso esta institución es cada día mejor y aporta una imagen de seriedad y prestigio que como decía, a todos beneficia.

Situar a una entidad centenaria de primer orden en pleno siglo XXI ha sido un reto importante que nuestra Secretaria General ha logrado sobradamente en un modelo de trabajo que no sólo resulta de lo más acertado, sino que atiende y supera con creces las expectativas generadas al respecto.

La modernización, la transparencia y la atención y cercanía a las necesidades de los asociados han sido una norma no escrita con la que ha logrado despertar el espíritu de nuestra entidad y contribuir así a que la Asociación Española de Pintores y Escultores se haya desarrollado como una institución diversificada y abierta al exterior, hasta conseguir convertirla en una moderna y próspera realidad.

Pero además, preservar la historia y el patrimonio de la entidad ha sido una prioridad en el trabajo de Mª Dolores Barreda Pérez, que está llevando a cabo a través del Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba”, un proyecto que ha traspasado fronteras y nos hace capitanear las labores de investigación de la historia del arte de España del siglo XX.

Su implicación además, nos está llevando a recuperar la memoria de las primeras artistas de la Asociación Española de Pintores y Escultores y a estar presentes, de esta manera, en los más importantes acontecimientos culturales celebrados en España con este motivo.

En la Asociación Española de Pintores y Escultores tenemos el honor de contar con artistas magníficos, con personas ejemplares que han llegado al éxito con mucho trabajo, con dedicación y con talento.

Y una de ellas es Mª Dolores Barreda Pérez, periodista, Directora de la Gaceta de Bellas Artes, investigadora, historiadora del arte, miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte pero, sobre todo, una magnífica persona de arrolladora personalidad, a quien es de justicia reconocer y aplaudir su especial dedicación y entrega, su buen hacer, llena de compromiso y de honestidad, su carisma, autenticidad y talento.

La Asociación Española de Pintores y Escultores es cada día más, prestigiosa y grande porque sabe reconocer a quienes tienen un especial talento y se sienten comprometidos en hacer de su trabajo un motor para la expansión de ese talento.

Por eso, Mª Dolores Barreda Pérez es un buen retrato de la entidad que queremos, con valores y que valora el trabajo, el afán de superación y el esfuerzo compartido. Es el retrato de esas personas que luchan cada día por el arte, por los artistas, por la cultura y que lo hacen además, invirtiendo un tiempo, un esfuerzo y una voluntad totalmente altruistas y que debe reconocerse,

Una entidad es digna de admiración cuando sus miembros también lo son y cuando trata a esas gentes admirables como merecen. Por eso tenemos la obligación de reconocer este mérito y de esta forma la Junta Directiva de la Asociación Española de Pintores y Escultores quiere hacerlo en nombre de todos sus socios, porque hacer que nuestra entidad sea mejor es un asunto de todos. Sólo de esta forma conseguimos que los mejores años de la historia artística de España sean los que tenemos por delante, los que quedan por vivir y los que quedan por escribir.

Y así lo firmamos en Madrid, a 18 de junio de 2019, el resto de miembros de la Junta Directiva de la Asociación Española de Pintores y Escultores, manteniendo esta resolución en secreto hasta la entrega de la distinción, que tendrá lugar en el marco del acto de inauguración del 86 Salón de Otoño celebrado en la Casa de Vacas del madrileño Parque del Retiro el 7 de noviembre de 2019”.

Emocionada y visiblemente sorprendida, Mª Dolores Barreda Pérez recogió una placa de manos del Presidente y con la emoción del momento, solo fue capaz de agradecer a todos el inmenso honor que el nombramiento supone, puesto que en toda la historia de la centenaria entidad, únicamente ha habido un Secretario Perpetuo de cuya memoria se nutren infinidad de relatos históricos de la AEPE.

 

Acerca del erróneamente titulado «Autorretrato de José Mª López Mezquita»

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Acerca del erróneamente titulado «Autorretrato de José Mª López Mezquita»

 

Mediante el proyecto de digitalización del Archivo Histórico Bernardino de Pantorba, de la Asociación Española de Pintores y Escultores, comenzamos a recopilar datos e informaciones acerca de nuestros socios y su historia, paralela a la de la institución.

Desde el principio, me llamó mucho la atención un retrato del que fuera Presidente de la AEPE, José María López Mezquita, en el que aparece con un sombrero de copa y frac, al más puro estilo romántico, con un cigarrillo en la mano enguantada y una mirada entre serena y humilde, en calma y tranquila, que termina siendo inquietante y al cabo de unos minutos mirándola, torna a resignada, pero lejos de vanaglorias y orgullos, fruto de un estrecho conocimiento de su personalidad.

En los libros, manuales y textos e imágenes consultados, este cuadro aparece como un “Autorretrato”, óleo s/lienzo h. 1930. Col. Familiar del artista.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad, puesto que no es un autorretrato, sino el retrato de uno de sus discípulos, que debía conocer muy bien la personalidad y el genio del reputado artista, para lograr transmitir tan fielmente su imagen templada y tranquila.

El cuadro es obra de Antoine Schulte, que la presentó al XI Salón de Otoño de 1931, inscrita como “Retrato de José María López Mezquita” (óleo), con número de inscripción 61.

En el catálogo de dicho Salón, aparece la obra con su autor en tres ocasiones:

La primera, relacionada en la Sala III, como:  SCHULTE (D. Antornelle).

La segunda, en el índice de expositores y salas donde figuran sus obras, aparece en la sección de pintura como: SCHULTE (D. Antornelle), natural de New York City, donde reside, 50, Central Park South. Sala 3, número 61.

Y por último, la tercera, que reproduce una fotografía de la obra y bajo la cual se lee: RETRATO DE JOSE MARIA LOPEZ MEZQUITA Por Mis Schulter.

Es evidente que la inscripción no concuerda exactamente con la autoría, ya que la “D.” se refiere al tratamiento de varón, y tratándose de un nombre extranjero, quien así lo reflejara no supo exactamente si se estaba refiriendo a un hombre o a una mujer.

El cuadro incluye en la esquina superior derecha la siguiente dedicatoria:

“A mi querido maestro López Mezquita de su discípula Antoinette Schult. New York, 1930”.

«Retrato de José Mª López Mezquita», obra original de Antoinette Schulte, 1930

 

Del catálogo del XI Salón de Otoño de 1931

 

Y es evidente que el cuadro pertenece a la colección particular / familiar del artista, puesto que sería un recuerdo de la alumna que el gran pintor tendría en estima.

Como vemos, y en realidad, estamos hablando de la pintora Antoinette Schulte, (o Antoine e incluso Antoinet, y Schult o Schulte, puesto que de todas esas formas he encontrado referencia a la misma) nacida en Nueva York en 1897 y discípula del taller de José María López Mezquita en Madrid.

 

Cursó sus primeros estudios artísticos con el pintor figurativo canadiense-estadounidense George Brant Bridgman, quien enseñaba a los artistas en la Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York, la escuela de Bellas Artes situada en la Calle West 57th de Manhattan.

También estudió con Homer Boss, conocido artista y filósofo que dominó el expresionismo y gustaba trabajar la pintura del “plen air”, transmitiendo a sus alumnos el oficio en contacto con la naturaleza en las costas de Maine.

En Nueva York conoció al ya afamado José María López Mezquita, consiguiendo ser admitida por él como su discípula y con quien pasaría cinco largos años acompañándole en sus continuos viajes, como el que juntos realizaron a la ciudad de Elche, y que hicieron que ambos llevaran la magia de sus palmerales por el mundo.

Amplió después su aprendizaje en París, en donde trabó gran amistad con el pintor, grabador, escultor y decorador Georges-Charles Dufresne y con el también artista gráfico francés André Dunoyer de Segonzac, creadores del Neorrealismo, el movimiento que se manifestó en las décadas de los años 20 y 30 como reacción al Surrealismo y Cubismo imperantes en la época.

Con ellos celebró una importante exposición en París, pero además expuso sus obras en distintas ciudades de Estados Unidos.

Participó en los Salones de América de 1924, 1929, 1931 a 1935

Estuvo presente en la Bienal de 1932 del Corcoran Gallery of Art de Washington D.C.

En 1936 expuso en la Marie Sterner Gallery.

En 1942 en la sucursal de la Galería Bignou de Manhattan, y luego en su sede central de París.

En los años 1932, 1933, 1948 y 1952 expuso en el Salon d’Automne y en el Salon des Tuileries de París.

En 1950 expuso de forma individual en la Calerie Charpentier de París.

Miembro de la Audubon Artists Inc., grupo al que pertenecieron artistas como Walt Disney o Dalí.

En 1955 realizó una exposición individual en Bruselas (Bélgica) y un año más tarde en la Galerie Andre Weil de París.

Su obra está presente en museos y colecciones como el Museo de Art Montclair de Nueva Jersey, en el Benjamin Wet Museum de New York, en el Newark Museum de Essex de Nueva Jersey, en la Colección de la Universidad del Gobierno Francés, en el Museo de Aix-en-Provence, en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, en el Museo de Arte Moderno, en la Institución Smithsonian, el Museo de Toronto,…

En el New York Times del 4 de junio de 1981, apareció su obituario en el que se podía leer:

Antoinette E. Schulte, artista, murió de cáncer en su apartamento de Manhattan el 26 de mayo.Tenía 84 años. Las pinturas de Miss Schulte, que incluyen bodegones, retratos, paisajes y vistas de París, se encuentran en colecciones y museos de todo el mundo. Comenzó a pintar cuando era joven y continuó en París y luego estudió con el retratista español López Mezquita. Su padre fue Anthony Schulte, quien fundó una cadena de tiendas de cigarros en Nueva York. Le sobreviven una hermana, Lucille S. Bassett, de Manhattan”.

En el diario Detroit, del estado de Michigan, apareció sobre la pintora la siguiente reseña el día 24 de noviembre de 1931:

“Antoinette Schulte aclamada en N.Y. después de un largo estudio en España. Las más aclamadas obras para los amantes del arte contemporáneo, colgaban de las paredes de las Galerías Ferragil, de una muchacha de la alta sociedad a quien no le gustaba tejer suéteres en tiempos de guerra.

Antoinette Schulte, hija de Anthony Schulte, quien fundara la cadena de tiendas de cigarros que lleva su nombre, ha alcanzado, después de varios años de difícil aplicación, esa etapa de éxito que le permite exhibir una exposición como si fuera un hombre.

En 1918 se esperaba que hiciera «Lo de ella», por lo que diseñó tarjetas de cena para las tiendas de regalos, productos para el tabaco y otras cosas para los más pequeños.

Una vez terminada la guerra, se encontró incapaz de resistir el impulso de crear. Visitó Madrid y se apresuró a elegir al maestro español, López Mezquita, bajo cuya instrucción pasó cinco años asimilando la escena española.

La reputación que ella quería comenzó a tomar forma. El Salón Otoño de Madrid eligió una de sus pinturas. Lo mismo hizo el Salón de París. Luego fue a Sudamérica y pintó en todos los países, excepto en Bolivia y Paraguay.

No hace mucho, una de sus fotografías, identificada solo por un número, ganó una gran popularidad en una gran galería de Nueva York.

«La sobriedad y la honestidad de los sentimientos son consideraciones muy importantes para ella como pintora, de forma que los solemnes, extravagantes o que se detienen de inmediato en el arte, hacen de ella un atractivo insignificante», dice Frank Crowninshied en un prólogo al catálogo de su exposición. Su meta estética, en resumen, es más de equilibrio y moderación que de bravura, agitación o sorpresa. Su capacidad de sentir, incluso de evocar, un estado de ánimo poético; La profundidad y la sinceridad de su temperamento y el amplio horizonte de sus gustos deberían hacer de su desarrollo como pintora un tema de interés para los amantes del arte contemporáneo en Estados Unidos”.

 

 

 

 

Bibliografía y webgrafía

Colección Mujeres en la Memoria

http://diazdemiranda.com/es/noticias/coleccion-mujeres-la-memoria/

Social Security death index, viewed May 12, 2010. – (Antoinett Schulte; b. Feb. 28, 1897; d. May 1981, New York, N.Y.) 

New York Times june 4 1981

https://www.diarioinformacion.com/secciones/noticiaOpinion.jsp?pRef=2154_8_667023__Opinion-pintor-Lopez-Mezquita-yPere-Ibarra
“Anticuarios, expertos, coleccionistas y museos. El comercio, el estudio y la salvaguarda de del arte en la Cataluña del siglo XX”, de Bonaventura Bassegoda y Ignasi Domènech. Memoria Artium, 15. Universidad de Barcelona, 2012

https://www.artprice.com/artist/135871/antoinette-schulte/biography

Archives of American Art Journal

The University of Chicago Press 

The Archives of American Art, Smithsonian Institution

Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba” de la Asociación Española de Pintores y Escultores

www.gacetadebellasartes.es

www.salondeotoño.es

La AEPE en la exposición del Museo ABC “Dibujantas”

A través del trabajo aportado por la Secretaria General, Mª Dolores Barreda Pérez

La exposición de las artistas pioneras de la ilustración es la primera muestra colectiva que reúne un total de 138 obras de maestras

La exposición ‘Dibujantas. Pioneras de la ilustración’, que desde el pasado 28 de mayo y hasta el 22 de septiembre se podrá visitar en el Museo ABC de Madrid, reúne por primera vez el trabajo de 42 de las 105 ilustradoras que colaboraron con las publicaciones ‘Blanco y Negro’ y ‘ABC’ desde su fundación en 1891 y en la que se incluyen algunas de las primeras socias de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

La muestra está comisariada por Marta González Orbegozo y Josefina Alix, con las que ha colaborado estrechamente la Secretaria General de la AEPE, Mª Dolores Barreda Pérez, proporcionando la información y los datos biográficos necesarios para completar las biografías de Mª Ángeles López Roberts y Muguiro, Victorina Durán Cebrián o Rosario de Velasco Belausteguigoitia.

Algunos miembros de la Junta Directiva de la AEPE acudieron al acto de inauguración, especialmente invitados por la organización.
De izquierda a derecha: Fernando de Marta, Juan Manuel López-Reina, José Gabriel Astudillo, Ana Martínez, Mª Dolores Barreda Pérez y Paloma Casado

De esta forma, la Asociación Española de Pintores y Escultores, a través de su Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba”, de su página web www.apintoresyescultores.es y del portal-buscador www.gacetadebellasartes.es han quedado reflejados en el catálogo editado con motivo de la exposición, en el que también aparece reflejada la Secretaria General, en los títulos de agradecimiento.

Las comisarias de la exposición han buceado entre las 150.000 piezas de la colección del Museo ABC, escogiendo las 138 de mayor calidad, es decir, aquellas que a su modo de ver, demuestran maestría en el dibujo y el uso del color y que son un reflejo de la época en la que fueron hechas.

La Secretaria General de la AEPE, Mª Dolores Barreda Pérez, posando ante una de las obras

Entre las protagonistas de la muestra, cuyo nombre hace referencia al «I Salón de Dibujantas» que tuvo lugar en el Lyceum Club Femenino en 1931, están desde las pioneras de finales del siglo XIX, como A.T.C, Piti Bartolozzi, Maruja Mallo o Marga Gil Roësset, las que despuntaron ya avanzado el siglo XX como María Rosa Bendala, hasta las más modernas de la década de los noventa, como Coti (Lucrecia Martínez Feduchi) o Mar Ferrero, la más joven de todas ellas.

Las comisarias, además, han llevado a cabo un vasto trabajo de investigación y documentación para elaborar el catálogo que reúne las biografías de cada una de las artistas seleccionadas, reivindicando así el papel invisible de la mujer en el campo de la ilustración durante los siglos XIX y XX. En la actualidad hay muchas y muy buenas ilustradoras, pero en el periodo que abarca la exposición prácticamente pasaron desapercibidas y no jugaron ningún papel relevante.

Obras de Mª Ángeles López Roberts y Muguiro, Victorina Durán Cebrián o Rosario de Velasco Belausteguigoitia

En la muestra también se incluyen obras de socias actuales de la Asociación Española de Pintores y Escultores como son Ana Muñoz y Adriana Zapisek.

Luis Alberto de Cuenca visitó la AEPE

El filólogo, poeta, traductor, ensayista, columnista, crítico, editor literario, investigador y letrista musical Luis Alberto de Cuenca Prado, visitó el pasado viernes la sede social de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

En el transcurso de la visita, el Presidente de la centenaria entidad, José Gabriel Astudillo y la Secretaria General de la AEPE, Mª Dolores Barreda Pérez, fueron descubriendo al autor, que estaba acompañado de su esposa Alicia Mariño Espuelas, filóloga y docente universitaria, la historia, prestigio, calidad humana y perfil de una institución de la que muy poco conocía, y en la que aseguró “haber encontrado un importante reducto artístico y cultural y una trascendental colección periodística como es la “Gaceta de Bellas Artes”.

El académico de número de la Real Academia de la Historia, académico correspondiente en Madrid de la Academia de Buenas Letras de Granada y vocal del Real Patronato del Museo del Prado, ha desempeñado otros muchos cargos como el de Director de la Biblioteca Nacional de España y Secretario de Estado de Cultura, por lo que valoró de forma especial las labores de digitalización que la Asociación Española de Pintores y Escultores está realizando con el Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba”, trabajos que le explicaron el Presidente y la Secretaria General.

También pudo comprobar cómo se están restaurando los carteles que conserva la AEPE de Salón de Otoño, bastante deteriorados, y el volumen del archivo digitalizado, así como algunos ejemplares de la Gaceta de Bellas Artes, que ojeó con gran admiración.

Luis Alberto de Cuenca es Premio Nacional de la Crítica por la obra poética La caja de plata, Premio Nacional de Traducción por El cantar de Valtario, Gran Cruz de Isabel la Católica, Premio de Cultura 2006 (Literatura), por su obra poética, Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural de ABC Cultural y El Corte Inglés y Premio Nacional de Poesía por Cuaderno de Vacaciones.

Para finalizar la visita, a petición del Presidente, Luis Alberto de Cuenca firmó en el Libro de Honor de la centenaria entidad, prometiendo volver en cuanto sus ocupaciones se lo permitan.

Mª Dolores Barreda e Itziar Zabalza. Congreso Internacional de Crítica de Arte. Museo Reina Sofía

Mª Dolores Barreda e Itziar Zabalza, comunicadoras en el Congreso Internacional de Crítica de Arte en el Museo Reina Sofía

 

RETROCEDER PARA TOMAR IMPULSO: REGENERACION Y REINSERCION DE LA CRITICA DE ARTE

Mª Dolores Barreda Pérez

Itziar Zabalza Murillo

 

 

Introducción 

No busca este texto realizar un estudio de la evolución de la crítica de arte, ni sobre la crítica de arte propia de periodos y contextos culturales concretos, ni sobre la falta de publicaciones con referencias a los críticos de arte, ni sobre sus antecesores.

Tampoco buscamos abordar la problemática de un oficio sobre el que ni siquiera existe una definición precisa, ni un diploma universitario para enseñar a ejercer la profesión. Sobre todo, porque actualmente, el oficio ya no se vincula a ningún tipo de escrito sobre arte, ni se identifica únicamente con la producción de textos.

Decía que no está clara la noción de crítica de arte y, por tanto, de un crítico de arte, si bien se le presupone el papel de intermediario entre la sociedad y el arte actual.

Los artistas no prestan ya ningún tipo de atención a los críticos de arte. Lo preocupante no es que para ellos la importancia de la crítica sea nula, sino la indiferencia que en ellos provocaría incluso su posible desaparición.

El oficio de crítico de arte vive una profunda crisis explicada en algunos temas concretos o puntos base, algunos obvios, otros que sugerimos, y sobre los que nos gustaría llamar la atención:

  • La escasa popularidad de su trabajo
  • El limitado acceso a los circuitos pedagógicos
  • La proliferación de la crítica institucional, donde los críticos publican en catálogos que sólo leen los entendidos
  • La insignificante presencia de la crítica en los medios de comunicación
  • La nula influencia de la crítica frente a la noticia, la opinión y el comentario
  • El desacertado papel de los críticos en el mercado profesional en el que cumplen funciones por las que pierden su propia rectitud de criterios y con la tendencia a ser complacientes con el mercado
  • La interpretación que hace el crítico de los artistas, generando una visión irreal de los mismos como de mitos y genios e inventando, propiamente dicho, al artista
  • El criterio de oficialidad existente en la escasa crítica de arte actual, que apuesta únicamente por lo seguro y políticamente correcto
  • El crítico de arte no tiene ni defiende su criterio personal, sino que se limita a seguir el curso que manda la artibraria y errática moda, desprovista del menor interés por el arte
  • La tendencia del crítico de arte a ser comisario de éxito, dirigir centros artísticos, museos, colecciones, asesorar en la compra de obras de arte para esos centros, programar ferias de arte y realizar exposiciones
  • El nuevo rol de crítico-comisario no deja lugar a la crítica aséptica
  • El crítico de arte no siente la necesidad de tener escritos o una obra escrita, para ser reconocido
  • La crítica de arte actual ya no se asocia a escritos, como hemos dicho, a pesar de que ésta represente el puente entre la cultura visual y la escrita
  • La existencia cada vez mayor de los críticos ágrafos, que únicamente acumulan cierto prestigio por realizar otro tipo de actividades como asesorías, comisariados, cursos o jurados
  • El crítico de arte ya no cuenta con lectores
  • Los lectores ya no gozan con los críticos, ni con su lectura
  • El lenguaje utilizado por los críticos es cada vez más pedante y se basa en eufemismos para enmascarar las carencias intelectuales de algunos
  • El uso generalizado de eufemismos ha alimentado y han separado aún más a la crítica del arte de la sociedad, con un abuso cínico, grosero e incluso perverso
  • El público no especializado no entiende conceptos ni filosofías comparadas que aparecen en las críticas
  • El público en general, rechaza los circunloquios, perífrasis, rodeos, ambigüedades, metáforas, símiles, tecnicismos ininteligibles, anglicismos innecesarios y prefiere ideas y conceptos directos, frescos y simples
  • El abuso en la crítica de arte “del arte de no decir nada”, que deviene en que no diciendo nada, estoy diciendo algo
  • La opinión generalizada que la sociedad tiene acerca del crítico de arte sobre la profunda falta de honestidad y de libertad con que trabaja
  • Ser crítico de arte no es un seguro que presupone que redacta bien una crítica
  • La sociedad y su percepción del arte han cambiado su forma de interactuar, pero el crítico no
  • Los artistas existen y triunfan sin críticas

Un panorama desalentador, como vemos, que hace replantearse completamente la profesión de crítico de arte. Se impone la regeneración de la profesión y quizás la revisión pase por hacer una profunda exploración histórica de las autoridades de la crítica de arte.

A pesar del individualismo que caracteriza al crítico de arte, que prefiere mantenerse al margen de asociaciones profesionales que defenderían y velarían por el oficio y la profesión, convendría replantearse su trabajo para impulsarlo, teniendo como base lo construido por otros críticos.

En las asociaciones de críticos de arte no hay cabida para quienes estudian el arte del pasado. Quizás sea este un apunte más que ha propiciado su crisis y cuestiona continuamente sus planteamientos entre artistas y público en general.

El primitivismo del oficio de crítico de arte se limitaba a escribir para el público, describiendo las muestras para aquellas personas que no pudieran visitarlas. Una función extraordinaria, ya que, si la crítica no hablaba, no se llegaba a conocer a un artista. Poco a poco, este oficio fue adquiriendo mayor importancia, avanzando conforme lo hacía la sociedad y las necesidades del público.

La crítica de arte llegó incluso a conseguir en algún momento, la autonomía intelectual que más allá del propio artista, requería. Y lo hizo con una visión cercana y natural. Por eso, algunas críticas no gustaban a los artistas.

Comparación de la crítica actual con la antigua

El lenguaje de la crítica de arte se ha ido haciendo cada vez más difícil de interpretar para los no iniciados. Cada vez se utiliza más un lenguaje poético y académico que antes no tenía, y contra el que el propio Baudelaire, fundador de la crítica moderna de arte, arremetía, invalidando la crítica canónica y amiga de literaturizar el tema pictórico… crítica de arte literaria que se va por las ramas y se queda sólo en capricho de novelistas y poetas.

El momento de máximo esplendor de la crítica de arte utilizaba un lenguaje más descriptivo que reflexivo, con escritos breves y caracterizados por la capacidad de síntesis de sus autores. Los expertos en sintetizar el conocimiento artístico, no filosofaban en sus escritos relacionando conceptos, autores, obras y movimientos, porque ello inducía a confundir al público.

Los críticos de arte decían lo que pensaban sin utilizar retóricas infumables. Su misión no era intentar quedar bien con todos, como ocurre ahora, sino hacer una crítica que merecía ser leída de principio a fin en un ejercicio de reflexión que evitaba el dogmatismo y la banalidad que sólo usa el ejercicio de la mera descripción y la crónica social.

Desde hace dos años, la Asociación Española de Pintores y Escultores, entidad a la que representamos con esta ponencia, está realizando una gran labor cultural con el llamado “Archivo Histórico Bernardino de Pantorba”, en honor a uno de nuestros más ilustres socios y recordado crítico de arte.

El trabajo consiste en la digitalización de la Gaceta de Bellas Artes, un boletín nacido junto a nuestra entidad en 1910, y que cuenta ya con 108 años de historia, cuya digitalización facilitará el trabajo y labor de críticos e historiadores de arte, cuyas consultas recibimos continuamente y que de esta forma podrán trabajar online a través de la web que a tal fin hemos creado.

La particularidad e importancia de la Gaceta de Bellas Artes, que muy pronto presentará públicamente el Ministerio de Cultura, radica en su edición ininterrumpida durante 25 años, siendo referencia obligada del mundo artístico en años en los que apenas existían este tipo de publicaciones en España y en la que colaboraron importantes escritores y críticos de arte.

Desde nuestra privilegiada situación de gestores de tan importante patrimonio cultural, nos hemos atrevido a estudiar y analizar algunas críticas de arte publicadas en sus primeros años, para confrontarlas con algunas otras actuales, intentando razonar sus diferencias, de forma que saquemos algunas conclusiones que nos sirvan en este Congreso.

Hemos decidido utilizar como ejemplo una crítica que se publicó en el número 441 de la Gaceta de Bellas Artes, correspondiente al mes de enero de 1935 (Año XXVI), firmada por el escritor gallego Enrique Estévez Ortega y titulada “Una gran exposición”.

 

 

El autor analiza la exposición de arquitectura que lleva a cabo el arquitecto Castor Fernández Shaw[1] y lo hace de una manera genérica, es decir, no analiza una única obra, sino el conjunto expuesto, aportando razones sólidas que explican y avalan una muestra en la que el público puede ver y aprender.

Y lo hace con un lenguaje llano y directo, haciendo que la crítica, pese a estar relacionada con un tema no muy habitual para todo el público, sea más cercana a cualquier lector. Podría decirse que es un claro ejemplo de lo que se esperaría de una crítica de arte de la época, pero que podemos afirmar que seguiría siendo válida en la actualidad, tanto por el contenido como por el continente. Es completamente atemporal:

Cada vez son más frecuentes, aunque no todo lo que debieran las exposiciones de pintura, escultura y grabado, pero los arquitectos rara vez muestran a la pública curiosidad sus obras ni muestran por las exposiciones nacionales y los premios la preocupación que sus compañeros en arte, los pintores y escultores.

Así, pues, cuando de tarde en tarde se organiza una Exposición de Arquitectura tarda la masa en preocuparse y en estimar la obra presentada, a fuerza de perder la costumbre de ver proyectos y modelos o maquetas. Sin embargo, la Exposición del señor Fernández Shaw ha causado una excelente impresión y una curiosidad insospechada.

Cierto que el notable arquitecto ha sabido escoger lo más espectacular y de público, y así no es extraño que el público se agolpe entre sus elucubraciones fantásticas y ante sus proyectos, ante sus realizaciones arquitectónicas y ante las maquetas y estudios de ciudades futuras…

Pediríamos que cundiese el ejemplo si sospecháramos que íbamos a ser escuchados, pero mucho tememos que los demás arquitectos no le imiten, y eso es una pena. Y algo verdaderamente raro. Porque si hay en la actualidad un arte que muestre más inquietud y cuyas audacias no choquen, es precisamente el arte arquitectónico. Todas las audacias y modernismo que se aparecen en Arquitectura tienen inmediatamente gente que lo admira y apoya. La vanguardia se ha hecho popular únicamente en Arquitectura. Ni en pintura, ni en escultura, ni en grabado se toman en serio los modernismos, ni las nuevas corrientes y teorías. Y, sin embargo, en Arquitectura se tolera todo.

Es más. Hay gente que no consiente colgar en su casa un cuadro de esos que el vulgo llama “futuristas” y, sin embargo, admite en la decoración de sus interiores o en la construcción de su vivienda las normas más audaces y atrevidas de hoy.

Fernández Shaw nos muestra una obra muy considerable, muy variada y que le define de una vez. Sobre todo es muy convincente. Por que no se ha limitado solamente a exponer proyectos y acuarelas y fantasías. Es que al lado de gigantescos proyectos y de ideas bellísimas y de grandes monumentos se exponen obras ya realizadas, soberbiamente conseguidas, de un interés y de una importancia extraordinaria. Saltos de agua prodigiosos con adelantos e innovaciones importantísimos, en los que el arquitecto, además de resolver dificultades y problemas de orden técnico, ha resuelto de forma y ha hecho una verdadera obra de arte. A lo útil se une lo bello. A lo práctico el encanto de la forma y la belleza de la línea.

Fernández Shaw es un precursor, además, y por eso ha hecho muy bien en exhumar viejos proyectos que luego más o menos hemos visto plagiados. El mismo sistema de iluminación indirecta y de grandes haces de luz proyectándose contra el cielo y otros sistemas están, por ejemplo, en su obra que titula “Monumento a la Civilización”, a las grandes conquistas de la idea, a las victorias alcanzadas por el hombre sobre la naturaleza. El autor explica así su proyecto: “El monumento se construiría en el muro de una gran presa. Las aguas encauzadas en las turbinas producirían fuerza eléctrica, simbolizando una de las mayores conquistas; la transformación de la energía. En el centro del muro de mármol se eleva una estatua de hombre. En el zócalo figuras humanas con ofrendas, simbolizan las Religiones, las Civilizaciones Griega, Egipcia, Oriental, el Renacimiento, la Revolución francesa, etc… Los pilonos albergarían las centrales eléctricas y dos templos: el de la Belleza y el de la Ciencia. Por la noche, cuando las ciudades duermen, cuando la Humanidad eleva su espíritu de la cúspide de los pilonos surgirían dos rayos de luz de potencia máxima.

En su exposición hay para todos los gustos, además. Para el que estime como necesario esas casas de líneas planas, verticales y horizontales de simplista estilización y de severidad rígida de líneas y volúmenes. Para los que sueñen con obras grandiosas de estilo “kolosal” y que parecen grandes poemas épicos corporeizados. Para los que quieran grandes rascacielos de depurada línea y para los que gusten de las graciosas líneas y arrequives pintorescos de un cortijo andaluz…

Acaso por esto, el que vaya buscando una personalidad definida, un estilo peculiar, al pronto no lo encuentra. Entre tanto proyecto y fotografía, dibujo y acuarela se encuentra uno despistado. Y el que no sea observador se irá de allí sin encontrar, o sin dar, mejor dicho, con el ideal estético de este poeta arquitecto. Y, sin embargo, es de los arquitectos que tienen un estilo más propio. Acaso porque sea un gran poeta. Y todos los poetas tienen una manera, que es lo más que se parece al estilo.

Le seducen y encantan por igual el gran monumento y el pequeño cortijo. Del gran monumento práctico tenemos el Monumento Faro a Colón, obra grandiosa, de proporciones y de idea, y el monumento a la Humanidad. Ambos grandiosos de concepto, de ímpetu wagneriano, de imponderable grandeza.

Y luego unos cortijos y unas escuelas que son un primor de línea y de utilidad práctica. Claro está que la Arquitectura es lo que menos se presta para tener un estilo propio, porque hay que contar con las intemperancias del cliente, siempre con las necesidades del terreno y con el emplazamiento que no consiente siempre unidad de estilo. Cada lugar requiere su estilo. Cada ambiente y cada temperatura. Lo interesante del arquitecto es dar con el estilo y la forma apropiados.

Por lo que se ve, Cástor Fernández Shaw sabe esto muy bien. Conoce el oficio, las necesidades actuales y, sobre todo, tiene una rica imaginación, que no se circunscribe al proyecto, que es donde tantos arquitectos triunfan, sino que lo mejora en la realidad y al llevar a la práctica el modelo. Esto es lo que advertimos con las fotografías de las obras que ha realizado y que presenta junto a los proyectos. Sueña, sí, muchas veces. Pero dichoso de el que lleva a la vida y a la forma esas siluetas imprecisas que ha concebido su imaginación[2].

Tras leer esta crítica, uno piensa que querría ir a ver esta exposición, que sería estupendo ir a verla y tal y como nos lo ha contado, hasta iríamos a disfrutar.

Hemos comparado este texto con otro firmado por el crítico Fernando Castro, titulado “Murillo, lo que nos falta del artista”, publicado en el ABC Cultural del 12 de diciembre de 2017[3], y en el que observamos cómo el crítico se distancia del lector, en un ejercicio de comparaciones y símiles que hacen aún más fresca la crítica de 1935:

 

 

Murillo, lo que nos falta del artista

Al cumplirse el IV centenario del nacimiento del pintor sevillano, es buen momento para acercarnos a él con otros ojos.

Fernando Castro Flórez

En pleno Síndrome de Estocolmo, alucinando con Los Torreznos en el pabellón de Madrid en la Feria del Libro de Guadalajara, escuché como decían «Murillo» con un tono categórico. Estaban parodiando los rituales de la cultura y venía al pelo un «partido de fútbol» entre pintores españoles e italianos. Las voces con soniquete de comentarista deportivo desgranaban las «alineaciones» sin faltar Canaletto, Tintoretto o Madrazo y el prodigioso Murillo.

El fantasma del pintor me perseguía y no podía rajarme en Jalisco. Sus inmaculadas y visiones místico-religiosas ocupaban en mis recuerdos pantanosos el ámbito de lo prodigiosamente relamido. Aquel barroco etéreo y esas epifanías ingrávidas no son la mejor ración visual para los que fuimos aleccionados en la retórica de la enfermedad histórica. El mecanismo conmemorativo cultural me llevó a revisar los cielos de este naturalista, en un tiempo desquiciado, en el que toda reaparición de la tradición puede desbarrar hacia la «zombificación».

El naturalismo amable y sosegado de Murillo es intempestivo; las temáticas bíblicas del Buen Pastor o las Bodas de Caná son, aunque no podamos apreciarlo, corrosivas para una sociedad atolondrada donde toda abundancia conduce al Síndrome de Diógenes.

«Pedazo de naturaleza»

Cuando hasta el neobarroco es prehistórico (tan viejuno como el postmodernismo), regresamos a la antesala del rococó, ese arte de la disimulación que podría emparentar, aunque suene aberrante, a Murillo con ciertas fotografías de Cindy Sherman. Allí donde algunos encuentran el colmo de la naturalidad, esa belleza que, en Murillo, seguiría siendo un «pedazo de naturaleza», sospecho que late lo artificioso, un arte -podríamos decir- de la transcendetalidad «maquillada-.

Su sombra puede intuirse en Cindy Sherman o Jeff Koons

Desparramando las analogías, me interesa recordar que «Made in Heaven» de Jeff Koons, sus acrobacias sexuales con Cicciolina (encaminándose hacia su mimetización con la estética de Lladró), es contemporánea de la mítica caída del muro de Berlín y también del panegírico neo-com de Fukuyama en el que vendía el humo del fin de la Historia.

Esa teatralización erótico-paradisiaca que era una suerte de funambulismo en plena catástrofe está en extraña sintonía con las visiones arrebatadas del Murillo, siempre y cuando aceptemos que la lectura oportuna e incluso oportunista es inevitablemente perversa.

El arte de las golosinas

Las dulces visiones de Murillo no son ni mucho menos el fundamento del arte de las golosinas, de la misma forma que la picaresca que pintó aquél ha sido superada por ciertos profesionales del trincamiento actual. Sin embargo, la aproximación a la indigencia y la meditación sobre la soledad del pintor sevillano no dejan de ser urgencias contemporáneas. Perdiendo tiempo en Internet, he vuelto a contemplar «Niño riendo asomado a la ventana», un pequeño cuadro de Murillo que está en la National Gallery de Londres, y he sentido que me comprometía, como si estuviera invitándome a un juego infantil. Buscaba a los perros que en tantas obras miran los trozos de comida que los niños se llevan a la boca, pero terminé pasmado en una nadería en forma de sonrisa.

No podremos saber nunca qué está mirando ni la razón de su felicidad. Acaso lo que está «fuera de campo» sea lo más importante, lo que falta, el resto que Murillo no quiso pintar. Aquí no asistimos al despiojamiento que también pintó, aunque nos pica la curiosidad. Parece que se ríe mordiéndose la lengua, como Duchamp, con una familiaridad inquietante, viendo algo decisivo e invisible: una alegría que nos (hace) falta[4].

Esta crítica, mucho más reciente que la anteriormente mencionada, es totalmente diferente. Cierto es que quizás no sea comparable la crítica de una exposición abierta con la aproximación a un autor cuya exposición va a centrar todo un año artístico, pero si en la primera es innegable que nos acercaríamos a verla, en la segunda hace más que dudoso si cabe, pensar en acudir a ver a Murillo cuando se realice la muestra.

El autor ha utilizado un lenguaje mucho más técnico, que lleva a que se reduzca el target al que va dirigido. Hace referencia, además de a Murillo, a otra serie de artistas mucho más actuales, y según el lector va avanzando en el texto, se pierde, ya que llega un momento en el que no sabe si se está hablando de Murillo, Duchamp, Jeff Koons, o Cindy Sherman.

El público que no está formado en arte, muchas veces no entiende este tipo de comparaciones, ya que para ellos cada movimiento artístico es independiente, es decir, desconocen que a raíz de un movimiento salen otros.

Lo que sí es cierto es que, a diferencia de la mayoría de las críticas actuales, habla del conjunto de la obra de Murillo en general, no de una obra en concreto que está en una exposición, algo casi inaudito hoy en día.

Frente a lo ya dicho y expuesto, y a pesar del panorama tan desalentador que vivimos, sí creemos que la figura del crítico de arte es necesaria en la sociedad. Lo es, pero no entendido como en la actualidad.

Es necesario el oficio de crítico de arte porque la sociedad necesita saber la verdad del arte hoy en día. Necesita una guía urgente en la que basar su apreciación en una maraña de arte en el que “todo vale”, aunque ese sea tema para otro congreso.

Pero el crítico debe cambiar también para volver a erigirse como librepensador y exponer al público las bondades o necedades del arte contemporáneo, alejado de todo clientelismo que envilezca y desacredite su trabajo.

Escribir crítica de arte requiere una gran autocrítica, rigurosa, capaz de entender que pensar es hacerlo con estilo. Requiere establecer un diálogo apasionado con la obra que va a analizar y saber expresarlo correcta y sencillamente.

Es imposible hacer una crítica de arte por encargo de algo que al crítico no le gusta, y tener después que ser consecuente con un pensamiento y una estética, porque esto mermaría la honestidad y la libertad con que la que trabaja.

Es verdad que también incide en este punto el saber escribir y saber traspasar la excitación por una obra al lector o al oyente, pero en este punto entramos también en otros temas que ahora no son centro de este Congreso, como son las técnicas de comunicación.

El buen crítico de arte debe ser capaz de llamar la atención sobre una obra a través de una sensibilidad tal que el público sienta la imperiosa necesidad de ver con sus propios ojos toda la grandeza que el crítico de arte nos ha transmitido.

Esa función en un crítico de arte, lo convierte en un mago, con un poder maravilloso para transmitirnos la sensibilidad del arte. Y como todo lo extraordinario, es necesario en una sociedad como la nuestra.

Cierto es que hay mucho que trabajar sobre las breves conclusiones que podemos sacar de este análisis, pero tenemos a nuestra disposición una entidad como es la Asociación Española de Críticos de Arte, que puede aglutinar todas las experiencias que acerca del oficio reunimos, y puede capitanear esta nueva regeneración necesaria y urgente.

Como agentes validadores de artistas, los críticos de arte deben emprender su particular revolución para llegar a justificar su existencia en un momento en el que no tienen validez sus fórmulas. Quizás repasando el inicio de este texto, cuando relacionábamos la situación actual de los críticos de arte, y tras los ejemplos abordados, podamos encontrar algunas propuestas que nos hagan plantearnos si el camino que estamos trazando es el correcto.

Conclusión

Una vez estudiado todo el conflicto, problemas de la crítica de arte actual, estos son los aspectos que se deberían mejorar.

Habrá que intentar acceder a los circuitos pedagógicos para dar cabida a la función social del arte en el sistema pedagógico actual

Debemos reclamar urgentemente la presencia real de la crítica de arte en los medios de comunicación a través de los órganos colegiados, explicándoles por qué son necesarios los críticos de arte

Retorno al primitivismo de la crítica de arte, objetiva y necesaria

Desmitificar a los grandes del arte

Ecuanimidad de criterio. El crítico debe alejarse de lo políticamente correcto

Crítica aséptica

Honestidad y libertad de expresión

La búsqueda de nuevos lectores a través de los nuevos medios

El retorno a un lenguaje sencillo, claro y conciso

Unas normas mínimas en la profesión que aseguren que pese a serlo, no todos sirven como crítico de arte

El acercamiento a los artistas de un modo sincero con críticas veraces que a pesar de generar pocos amigos, sienten las bases de la confianza en el público

El estudio de los grandes críticos de arte ayudará a no cometer los mismos errores en el futuro

El fomento del asociacionismo profesional del oficio

La redacción de una serie de criterios a través de los cuales los críticos lleven a cabo sus escritos, conformando un canon o nomas de estilo con unos juicios actualizados

Para juzgar es preciso comparar con una norma, es decir aplicar un criterio

Según las sabias palabras de Luis Racionero:

La usencia de estos criterios o cánones hace que no existan los críticos, solo corifeos. La destrucción del crítico, su eliminación, la disolución de su papel en el proceso artístico fue la gran victoria conseguida por quienes desearon supeditar el arte al mercado. En adelante el mercado sustituirá al canon como juicio de valor estético. Ya no hay que cumplir más reglas al crear, solo hay que alcanzar unos precios al vender[5].

La redacción de un código deontológico que evite la continua situación de intrusismo en el oficio

Mirar atentamente lo ajeno y saber transmitirlo, de forma honesta y veraz, es una necesidad real que debemos hacer llegar a la sociedad para justificar nuestra existencia.

Vistos todos estos puntos, proponemos el siguiente proyecto. Se trata de una guía de arte llamada “GuiArte”. En ella los críticos escribirían de forma anónima (cada uno con su pseudónimo) y sincera sobre diferentes exposiciones. Sería volver a los orígenes de la crítica. De esta manera, la crítica poco a poco se volvería a hacer cada vez más importante en la sociedad, ya que los ciudadanos interesados en la cultura recurrirán a los escritos para saber si merece la pena o no visitar una exposición o ir a otra. Cabe mencionar que, a través de este blog, también se daría a conocer no solo artistas sino también espacios expositivos que hasta el día de hoy han sido y son un auténtico desconocido para el público.

Bibliografía

REAL LÓPEZ, Inmaculada, 2009, El coleccionismo de arte en la actualidad. Casa//Arte, Madrid p.15

GARCÍA GARCÍA, Óscar,2009, Quién es quién en el mundo del arte, Casa //Arte, Madrid, pp. 82-83

RACIONERO, Luis, 2015, Los tiburones del arte. Stella Maris, Barcelona, pp.7-121

THORNTON, Sarah, 2017, Siete días en el mundo del arte. Edhasa, Barcelona, pp. 19-234

BAUDRILLARD, Jean, 1994, The cultures of collecting: The system of collecting. Reaktion Books, London, pp. 7-24

BENJAMIN, Walter, 1988, El concepto de crítica de arte en el romanticismo alemán. Editorial Península, Barcelona, pp. 20-176

WILDE, Oscar, 1898, La decadencia de la mentira. Cuadernos del acantilado, Barcelona, pp. 20-80

ESTÉVEZ-ORTEGA, E., 1935, “Una gran exposición”, en: Gaceta de Bellas Artes. Año XXVI, número 441, enero de 1935, Madrid, pp. 4-6

 

Webgrafía

GACETA DE BELLAS ARTES. [En línea]. [ consulta: 23 de marzo de 2018]. Disponible en:

http://gacetadebellasartes.es

CASTRO FLÓREZ, Fernando, “Murillo, lo que nos falta del artista”, en: abc.es. [En línea] 12 de diciembre de 2017. [ consulta: 7 de mayo de 2018]. Disponible en:

http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-murillo-falta-artista-201712120110_noticia.html

 

Archivos

Archivo Histórico “Benardino de Pantorba”, de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

 

 

[1] ESTÉVEZ-ORTEGA, E., 1935, “Una gran exposición”, en: Gaceta de Bellas Artes. Año XXVI, número 441, enero de 1935, Madrid, pp. 4-6

[2] ESTÉVEZ-ORTEGA, E., 1935, “Una gran exposición”, en: Gaceta de Bellas Artes. Año XXVI, número 441, enero de 1935, Madrid, pp. 4-6

[3] CASTRO FLÓREZ, Fernando, “Murillo, lo que nos falta del artista”, en: abc.es. [En línea] 12 de diciembre de 2017. [ consulta: 7 de mayo de 2018]. Disponible en:

http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-murillo-falta-artista-201712120110_noticia.html

[4] [4] ESTÉVEZ-ORTEGA, E., 1935, “Una gran exposición”, en: Gaceta de Bellas Artes. Año XXVI, número 441, enero de 1935, Madrid, pp. 4-6

[5] RACIONERO, Luis, 2015, Los tiburones del arte. Stella Maris, Barcelona, pp.7-121

José López Jiménez o Bernardino de Pantorba

Por Mª Dolores Barreda Pérez

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No es el primer año en el que contamos con la especial colaboración en nuestra centenaria institución de becarios de distintas universidades madrileñas, estudiantes que nos ayudan en nuestro trabajo diario en los distintos departamentos que tiene organizados la entidad.

Nos nutrimos de universidades y de especialidades como periodismo, historia del arte, bellas artes y publicidad, con alumnos muy bien formados, ilusionados y deseosos de conocer el funcionamiento de una gran institución como la nuestra, asombrados por su maravillosa historia, deslumbrados por su legado y significación, de forma que vienen a nosotros con cartas de recomendación de importantísimas fundaciones y museos españoles.

Para nosotros son auténticos profesionales que desarrollan su trabajo junto a nosotros, en un servicio a la propia entidad y a los socios, de forma que toda esa teoría adquirida en los años de carrera, pueden llevarla a la práctica de forma completamente profesional y exitosa para todos.

La prueba de ello es que cada año son más los estudiantes que intentan realizar sus prácticas como becarios en la Asociación Española de Pintores y Escultores.

Previa a su aceptación, como Secretaria General de la institución, y siempre con la inestimable ayuda de la Asesora de Presidencia, Itziar Zabalza Murillo, de la Vocal Alicia Sánchez Carmona y a veces del Bibliotecario de la AEPE, Fernando de Marta y Sebastián, realizamos una entrevista personalizada a cada aspirante, intentando determinar el grado de implicación de cada uno de ellos, de forma que podamos asignarles el trabajo más conveniente y para el que consideramos está más capacitado.

Este año, en el transcurso de las entrevistas, pregunté a los becarios si sabían quién era Bernardino de Pantorba, intentando presumir de alguna forma de uno de los más ilustres socios de nuestra entidad y cuyo nombre lleva el Archivo Histórico que en el año 2013 creara José Gabriel Astudillo López, el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, para quien es prioritario conservar, clasificar, digitalizar y preservar para las generaciones futuras, todo lo relativo a la historia de la institución.

Más allá del nombre del archivo, nadie conocía a Bernardino de Pantorba. Ni los becarios de bellas artes ni los de historia del arte, ni los de periodismo ni por supuesto, los de publicidad. Me asombró ese desconocimiento tan sincero y natural. Y eso me hizo plantearme cómo es posible que un personaje como José López Jiménez, de tanta trascendencia para la historia del arte en España, fuera completamente desconocido a las generaciones actuales.

Como historiador, José López Jiménez destacó por sus espléndidos estudios dedicados a los maestros de la pintura española del siglo XX; como investigador, sus monografías sobre artistas de otros siglos y coetáneos a él mismo; como crítico de arte es imposible no mencionar su análisis de las obras de los grandes genios; como bibliógrafo y tratadista, destacarían también sus obras dedicadas a la historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes; y como pintor, entendía el difícil arte de la creación que él mismo llevaba a cabo con un trazo exquisito, estudiado y suelto en unos paisajes clásicos de ejecución moderna y perfecto resultado.

Así, a grandes rasgos, es lo mínimo que deberíamos dar a conocer de este gran investigador del arte del siglo XX. Y además, tenemos la inmensa suerte de que fue socio de la Asociación Española de Pintores y Escultores, Socio de Mérito en el Salón de Otoño de 1923 y Socio de Honor en el de 1924.

De su biografía se puede estar puntualmente informado a través de las múltiples entradas que proporciona cualquier buscador a través de internet, por lo que omito datos biográficos, distinciones, premios, obras publicadas, instituciones a las que perteneció, conferencias que impartió… Sólo quiero centrarme en su relación con la Asociación Española de Pintores y Escultores, para que además de nuestros becarios, todos nuestros socios puedan apreciar la inmensa y prolífica actividad que desplegó Bernardino de Pantorba.

Hijo del pintor Ricardo López Cabrera y nieto de José Jiménez Aranda, participó con distintas obras en el Salón de Otoño de 1921, así como en la Bienal de Venecia de 1927; Segunda Medalla de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, Tercera Medalla de la Exposición Nacional de 1930; Primera Medalla del Salón de Otoño de 1948, participó también en el Salón de Otoño de los años 1922, 1929 y 1930, siendo miembro del Jurado en los de 1930 y 1948.

Pronunció numerosas conferencias dentro de las actividades propias de la Asociación Española de Pintores y Escultores, como la que en torno a Jiménez Aranda realizó nuestra entidad, con motivo de la inauguración de una exposición sobre su obra, en 1943.

José López Jiménez dirigió además la Gaceta de Bellas Artes, órgano de comunicación de la entidad, para la que escribió además unos ciento cincuenta artículos.

Vocal de la Junta Directiva de 1925 a 1927 y de 1947 a 1955, su estrecho contacto con la institución, nunca lo alejó de sus actividades pese al constante y continuo trabajo que llevó a cabo.

Pero más allá de estos datos, por los que tampoco será recordado por los becarios venideros, he querido acercarme un poco más a su personalidad jocosa y averiguar dónde y cómo y cuándo José López Jiménez llegó a ser Bernardino de Pantorba. Esa otra historia acerca de él que en ninguna enciclopedia ni entrada a internet encontraremos.

Él mismo lo explicaba, en una deliciosa conferencia que pronunció en el Ateneo de Madrid, cargada de recuerdos, reflexiones personales y anécdotas simpatiquísimas en las que descubre cómo realizó su transformación…

…“Me pusieron el mismo nombre de pila de mi abuelo. José López Jiménez. Dos jotas, dos zetas y tres acentos… Véase mi carnet de identidad. Soy yo y no ninguno de los otros doscientos cincuenta mil José López Jiménez que andarán por España y América a estas horas…

¿Existe en el mundo alguien que, efectivamente, se llame Bernardino de Pantorba? Juraría que no. He buscado la palabra durante más de medio siglo con la ayuda de un equipo numeroso y especializado en la busca y captura de cosas raras y objetos perdidos; amigos tan desocupados como complacientes, han consultado diccionarios enciclopédicos de todos los idiomas… los libros de geografía, historia y ciencia… los volúmenes gordos de fauna y la flora del mundo entero… todas las guías de teléfonos y listas electorales de los países democráticos… todos los secretos archivos policíacos de todas las naciones donde hay exceso de policía… hasta los nombres de todos los poetas y novelistas premiados y de todos los que hoy se llaman pintores… y nada. No ha salido jamás el vocablo “Pantorba”, ni como apellido, ni como lugar geográfico, ni como sustantivo, ni como adjetivo, ni como insulto, ni como ajo impronunciable, ni como personaje literario, ni como persona histórica, ni como voz en desuso, ni como nombre de objeto ignorado, bicho desaparecido, sustancia extraña, materia prohibitiva o cosa desconocida… ni como nombre de animal salvaje… no existe la palabra… Las ocho sílabas del Bernardino de Pantorba suenan bien. Forman un octosílabo perfecto…

Cuando yo tenía diez años estudiaba en un colegio de Sevilla… El maestro, un cervantista irreductible, nos ponía como libro de lectura diaria el titulado “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”… y como chicos que éramos, nos gustaban muchísimo más los recreos y decíamos todos: “Ya quisiera ese don Quijote de las Manchas ser como Bertoldo, Beroldino y Cacaseno”… como yo tenía unos indicios de comienzos de principiante de aprendiz de escritorcito, les dije a mis compañerillos que aquello de la lectura había que arreglarlo y que lo iba a arreglar yo, y en seguidita. Porque yo, Pepito López, me comprometía a escribir en poco tiempo un libro muy bueno para que pudiéramos leerlo en el colegio… arrinconando ya de una vez para siempre la lata aquella del “Don Quijote”. Empecé a escribir el libro, en casa y a hurtadillas de mi escamado padre. Le puse en la primea hoja de papel este título original sólo a medias: “El Ingenioso Hidalgo Don Bernardino de Pantorba”. Y comenzaba así: “En un lugar de Andalucía, del cual no me quiero acordar, porque no me da la gana, vivía un hidalgo”…. Enfrascado en aquel asqueroso plagio estuve algo más de dos meses… Al fin me cansé de tanta letra, tanta coma, tanto lápiz y tanta tachadura y, ya aburrido, como un novelista de verdad… acabé por abandonarlo todo al paso de los siglos…

Cómo entró en mis sesos la rarísima palabra “Pantorba”… eso es cosa que yo nunca supe… resulta más lógico que en una tierna cabeza infantil surgiera eso de “Bernardino de Pantorba” que no, por dar ejemplos, esas horrendas palabras “Epaminondas, Pompeyánico y Nabucodonosorcito”, con las cuales han sido atormentados los infantiles estudiantes de Historia…

Pasaron muchos años…

… Me había dicho mi padre que, cuando llegara yo a Madrid, me presentase a su buen amigo Mariano Benlliure, seguro de que él me tendería una mano y ayudaría en mi escalada a la fama… fui a verle… me presenté y aquella tarde llegaron a su casa, cuatro visitantes… Don Mariano recibía muchísimas visitas… A cada uno de los que llegaban me fue presentando, siempre muy amablemente, pero nunca de la misma manera: “Aquí le presento a mi joven y nuevo amigo el artista López Cabrera”… “Este es mi joven y excelente amigo el artista Jiménez Aranda”… “Mi joven y muy querido amigo el artista Aranda López”… y “Mi joven amigo íntimo Cabrera Jiménez”… Manejó los cuatro apellidos a su antojo y ni una sola vez acertó. Entonces, ¿cómo me llamaba yo…? ¿Con qué apellido iba yo a subir a la Gloria….?… No había tiempo que perder. ¡El seudónimo!¡Y pronto!… Uno de mis amigos músicos me aconsejó el de José Cabreranda… ¿Y eso me lo proponía un hombre que había estudiado a Bach?… Otro amigacho, el de Nezmeji Pezlo Sejo… Tu firma verdadera pero puestas las sílabas al revés…

El asunto grave de mi seudónimo todavía no adoptado y ya sopapeado fue tratado a fondo en una modesta tertulia cafeteril de Madrid, donde nos reuníamos ocho o diez artistas y escritores… y a los que acudí pidiéndoles, por favor, me ayudaran heroicamente en tan benemérito propósito… Manejaron sobre aquella mesa de café los seudónimos, motes y apodos más relumbrantes de la historia patria… como Fígaro, el Greco, Clarín, Fray Candil, Parmeno, Bombita, Machaquito, Don Tancredo, la Chelito, la Niña de los Peines…

Uno de ellos dijo que lo importante está en el apellido segundo, y a veces en el primero. Para llamar la atención, hay que tener un segundo apellido o uno que valga por los dos. Eso es lo que vale y lo que da sonido y tono. Porque, ¿Qué sería de Pérez sin su Galdós?… ¿Adónde irían Romero sin Torres, Aniceto sin Marinas, Ramón sin Casas, Eduardo sin Rosales, el Conde Duque sin Olivares?… Apartad a Luis de sus Candelas, cortadle a Leopoldo sus Alas, extraedle a Concha su Espina… si despojamos a Pastora de su Imperio ¿qué ocurriría?…

Me retiré a mi domicilio donde me acosté, insomne, desasosegado… el sueño de aquella noche fue estremecedor, apocalíptico… detrás de mí, persiguiéndome, una figura semihumana… con voz cavernosa aullaba: “Bernar… dinoooo de Pan…torbaaa! ¿Qué has hecho… de mí…? ¿No se acuerda de mí… tu negra ingratitud…? Y en seguida, el tonante clamor de Jesús en la cruz: “Eli, Eli! ¿Lama sabachtani…?”…

El último día del año 1921 puse por última vez en un trabajo mío la honrada firma mía: José López Jiménez. Esos años de danza pantorbiana, más los de meneo lopezco, tras los días de pataleos infantiles… el amor constante, sin largos descansos, a mi gustoso trabajo… he alcanzado una suma de afanes, ilusiones y quehaceres cuya enumeración, por lo larga, no es posible traer aquí… He pintado más de 800 paisajes, he hecho unos 500 retratos, he celebrado 15 exposiciones de mis obras, he publicado, entre libros y fascículos, cerca de 80 títulos de historia, arte y crítica, he dado a conocer en revistas y diarios tantos trabajos míos que aún no he tenido tiempo de contarlos… he concurrido a 28 Certámenes de arte… he recibido 14 premios, distinciones y honores… he dado más de 60 conferencias y lecturas… he sido director literario, he dirigido una revista de arte, he sido corresponsal de dos revistas argentinas… he ejercido la enseñanza como profesor de dibujo… he tenido varios discípulos particulares, he hecho casi dos millares de informes y peritajes de pintura, ha visto libros míos traducidos, he organizado varias exposiciones de grandes pintores, he viajado por gran parte de Europa y conozco sus mejores museos… he hecho dos viajes de trabajo a Norteamérica y 3 cruceros de placer; he tomado el avión unas 40 veces, he oído música de los gloriosos compositores clásicos, he reunido en mis dos pisos más de 500 cuadros y cerca de 20.000 libros; jamás he asistido a un partido de fútbol… no tengo coche propio, no sé lo que es cobrar jubilación; no he estado nunca en la cárcel, no me han dado ningún banquete y me he casado tres veces… ¿Hay quien, con un solo seudónimo, haya cubierto tantas travesías de la vida?…

Para terminar… dicen hoy los jóvenes cuando hacen, agravadas, las mismas tonterías hechas ya por nosotros, que están “viviendo su vida” y, con espantoso barbarismo, que “se están realizando”. También yo he “vivido mi vida” sencillamente porque he preferido “vivir mi vida” a vivir la vida del vecino de enfrente… He vivido y “me he realizado” sin explotar a mis padres, sin ayuda de nadie, sin haber heredado, sin haber gozado de sueldo, de gajes, de ventajas… Sigo en la brecha, ¡a mis años! Las cosas hay que decirlas como son…”

Nada más que añadir.

Bernardino de Pantorba retratado por Marcelino Domingo

El Ministro de Cultura y la AEPE mantienen una reunión de trabajo

Ayer lunes 11 de diciembre, a las 11 h. acudieron al despacho del Ministro de Cultura, Educación y Deportes, Iñigo Méndez de Vigo, el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, José Gabriel Astudillo López, el Vicepresidente de la entidad, Juan de la Cruz Pallarés García, la Secretaria General de la AEPE, Mª Dolores Barreda Pérez y la Asesora de Presidencia, Itziar Zabalza Murillo.

Convocados de forma expresa por el Ministro, los representantes de la AEPE pusieron en conocimiento del Sr. Méndez de Vigo las distintas actividades, certámenes, exposiciones y propuestas que realiza la centenaria entidad, con especial mención del recientemente convocado 53 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura y del Salón de Otoño, que en el año 2018 llegará a su edición número 85.

Además, fueron tema obligado el Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba”, que prometió presentar públicamente en su ministerio y que cuenta con el patrocinio de la Fundación Maxam, así como la próxima exposición homenaje a Francisco López e Isabel Quintanilla que en el mes de mayo tendrá lugar en la histórica ciudad de Toledo.

El Presidente de la AEPE, José Gabriel Astudillo invitó especialmente al Ministro a “acoger con orgullo una entidad que históricamente tanto ha representado para el arte en España y que tan ligada ha estado siempre al ministerio de cultura, compartiendo nuestros fundadores y socios, responsabilidades de distinta índole en ministerios e instituciones”.

Por su parte, el Ministro recordó tener conocimiento de nuestra entidad a través de la participación de la AEPE en el Google Cultural Institute mediante la exposición “CervARTES”, y haber saludado también en el acto de presentación que tuvo lugar en el Museo Reina Sofía, a nuestro Presidente y Vicepresidente. Además, acompañó a José Gabriel Astudillo a la presentación del homenaje al autor del Quijote que bajo el título de “Cervantes sin fronteras. El español, puente entre Europa y América”, tuvo lugar en el Parlamento europeo en el mes de marzo de este mismo año.

Conocía el Ministro perfectamente el Premio Reina Sofía que convoca la Asociación Española de Pintores y Escultores, por el que felicitó a los asistentes a la reunión, sobre todo por el giro dado en los tres últimos años al haberlo engrandecido con una convocatoria exclusiva y de la mano de Google, y si la agenda lo permite, insistió en acudir a su entrega, oferta que Astudillo rápidamente agradeció en nombre de toda la AEPE.

Y entre otras muchas cuestiones que se trataron en la reunión, que duró más de tres cuartos de hora, el Ministro felicitó también a José Gabriel Astudillo por alguno de los retratos que de su mano conoce, confesando su gran admiración por tan excelente faceta de retratista.

 

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