Pedro Frías Alejandro

Autor de la escultura “Paz”

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

FRIAS ALEJANDRO, Pedro      E      1921     1900        PALENCIA        MADRID

 

Pedro Frías Alejandro nació en Palencia, el 19 de diciembre de 1899, hijo de Juan y Catalina, con residencia en la calle Santa Marina, 10.

Con 14 años obtiene Diploma en Dibujo lineal en la Academia de Dibujo de Melilla, en donde seguramente viviría por aquel entonces motivado por los desplazamientos de su familia, de la que nada se puede determinar.

Sobrino de Alfonso Alejandro Prádanos, que ocupaba el cargo de delineante del Ayuntamiento de Valladolid, profesor en la Escuela Municipal de Dibujo en 1891 y en 1921 en la nueva Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Palencia, Por “Real Orden de 14 de noviembre de 1921 obtuvo la plaza de ayudante de profesor de entrada de Dibujo y Modelado, tomando posesión el 1 de diciembre como profesor auxiliar interino.

Poeta, 1928

En los escasos perfiles también se lee que “al poco de nacer, su familia  se  trasladó  a  Valladolid donde el padre fue profesor en la Escuela de Artes y Oficios. En ella el futuro artista iniciaría su formación académica que continuaría como discípulo del escultor González Sola”.

Nada hemos podido tampoco confirmar sobre esta afirmación, puesto que ni hay referencias respecto a la profesión de su padre y por tanto, a su docencia en dicha escuela, ni a la de escultor alguno que con los apellidos “González Sola”, coincida en la época y geografía con el escultor.

Busto de Julián Besteiro, 1935

 

Con toda seguridad, se trataría del escultor ovetense Julio González Pola, que fuera Socio Fundador (con el número 28) de la Asociación de Pintores y Escultores y Vicetesorero de su Junta Directiva de 1916 al 1918, además de Vocal en 1928.

Se afirma además que sentía gran atracción por la obra de su paisano Alonso Berruguete, lo que le llevó a estudiarla de los restantes escultores conservados en el entonces Museo provincial de Bellas Artes.

Esta afirmación estará sin duda fundamentada en la iniciativa que llevó a cabo Pedro Frías Alejandro, quien a través de una instancia dirigida al Ayuntamiento de Valladolid, proponía que se construyera un monumento en esa ciudad al genial imaginero Berruguete y de la que se hacía eco el Día de Palencia en 1925.

Dolorosa, 1931

 

En la información se detalla que el escultor ofreció su trabajo gratuitamente al Ayuntamiento y se recuerda también que la misma iniciativa la abordó el escultor Victorio Macho, sin que finalmente se llevara a cabo a pesar de conservar la ciudad el anteproyecto de la obra.

Ángel Lera de Isla, escritor y periodista vallisoletano, amigo del escultor Pedro Frías Alejandro, recordaba su juventud en las reuniones artísticas que se celebraban en el Campo Grande, un gran parque público situado en pleno dentro de la ciudad de Valladolid, y a las que asistían todos los personajes con inquietudes de todo tipo como la poesía, el periodismo, la pintura, escultura y música y por el que ya paseaba Miguel Delibes.

En su biografía “oficial” se afirma que “la primera oportunidad que tuvo para exponer una obra suya fue en el III Salón de Otoño, celebrado el 5 de octubre de 1922 en el Palacio de Exposiciones del Retiro, en Madrid y, en aquella ocasión su escultura titulada Invocación obtuvo un merecido premio”.

Sin embargo, al indagar en este dato, podemos afirmar que las fechas son erróneas, puesto que no concurrió al III Salón de Otoño de 1922, sino al II Salón de Otoño de 1921, al que presentó dos obras, y que la escultura titulada Invocación la presentó al IV Salón de Otoño de 1923.

En cualquier caso, nos consta que expuso una obra en el V Salón de Humoristas celebrado en marzo de 1919 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Clausura de su exposición en la Casa de Palencia de Madrid

 

Hacia 1923 conoce a Francisco de Cossio, periodista y académico que con el tiempo fuera Director del Museo Nacional de Escultura, que visita el estudio del escultor y le anima y aconseja respecto a la profesión. Allí puede el escritor contemplar “un busto de hombre, labrado en piedra,  titulado Marino,  que  surge  de  la tosquedad de un bloque” y, además, ofrecía “fuerza,  inspiración  y técnica  segura”.

En  enero  de 1925 el  artista finaliza una cabeza de San Francisco de Asís, “primorosamente modelada,  de  gran  inspiración  y  plena de misticismo”, que exhibe en el escaparate de un comercio de la Calle de Santiago.

En febrero de ese mismo año exhibe otra escultura titulada El Norte  de  Castilla, que  representa  a “un vendedor de periódico dando el pregón”, de tamaño  académico y en  yeso  patinizado, en otro escaparate de un comercio de la Calle Santander, que la crítica avaló como “inspirada en Berruguete”.

Finalmente, en marzo de 1925 celebró una exposición de catorce obras en el Ateneo de Valladolid, citando la prensa de la época que la muestra fue “interesante y valiosa, visitadísima y muy elogiada por la crítica y los concurrentes” y, en definitiva, un nuevo éxito del joven escultor.

En su exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

 

La exposición permaneció abierta ocho días, reflejando la diversidad de los temas que lleva a cabo el artista: retrato,  religioso, literario y decorativo, así como la variedad de os distintos materiales en los que trabajaba, como son la madera, el barro y la piedra.

Trasladado a Madrid, aunque sin perder su vinculación con Valladolid, sus simpatías políticas le llevan a realizar un busto de Julián Besteiro, recién elegido Presidente de las Cortes y otro del periodista Antonio Lezama, vinculado a la izquierda radical y fundador del periódico La   Libertad, retratos que fueron calificados como “magníficas tallas en madera”.

En esa épica realizó además otro busto que le encargó el Ayuntamiento de Madrid del periodista y cronista de la Villa, Pedro de Répide, quien no dudó en considerarlo como un “notabilísimo escultor”, así como el de Antonio García Gutiérrez, el autor de “El Trovador”, a iniciativa del Sindicato de Viticultores de Chiclana, Cádiz, y que se ubica en la Plaza de Patiño de aquella ciudad.

En noviembre de 1934 realizó una exposición de catorce obras en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en donde la prensa de la época admitió que el autor tenía un “gran dominio de la técnica”.

Invocación, presentada al Salón de Otoño de 1923

 

El  crítico Luis Gil  Fillol reconoció  que  sus tallas  en  madera  “acusan  un  dominio absoluto”, denotan     seguridad en su ejecución  y  admite conocer “pocos tallistas tan  diestros  como  Frías… En él oficio y sensibilidad corren parejas. Trata la forma con cariño, cuida  el  claroscuro  del modelado, estiliza inteligentemente y huye del amaneramiento”. Le califica como escultor  destacado, muy impersonal  pero sin encuadrarse  en  una modalidad  concreta que “daría a su tecnicismo estilo definido, con perjuicio, naturalmente, de la sinceridad y variedad de su obra”.

En el XV Salón de Otoño de 1935 se le otorgó la distinción de Socio de Mérito, realizando también una exposición de esculturas en la Casa de Palencia de Madrid, en la que mostró diez obras.

Estudio cabeza, 1935

 

Los estragos de la guerra, que vivió en el taller de la calle Zabaleta de Madrid, truncaron muchas de las obras que estaba preparando y cuyos trabajos reemprendió al finalizar la contienda. En las Asociación Española de Pintores y Escultores se conserva un busto datado en el año 1936 y titulado “Paz”, que será de los pocos que pudieron recuperarse de este periodo.

A la Exposición  Nacional de Bellas Artes de 1941 concurrió con dos obras que fueron calificadas de “muy recias, con seco estilo castellano”, presentando también trabajos a la Exposición  Nacional de Artes Decorativas de 1949 y a la Exposición Internacional  de  Artesanía de 1953, donde  consiguió un galardón.

En 1954 realizó una exposición en el salón de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, situada en la madrileña Calle Rollo, en la que exhibió 26 obras trabajadas directamente en madera de nogal y caoba y otras en yeso y piedra.

Busto de García-Gutiérrez

 

Pedro Frías Alejandro fue el escultor que talló el famoso Crucifijo de la película “Marcelino, pan y vino” de Ladislao Vajda, con la cual conversa el protagonista (Pablito Calvo) y que se estrenó en 1954. En la actualidad, la talla se conserva en el Convento de carmelitas de Don Benito, como una donación de los Estudios Cinematográficos Chamartín, gracias a Miguel López Cabrera, quien fuera el ingeniero de sonido de la película y cuya hermana residía en este convento.

En 1957 la  Real Academia de la Purísima Concepción de Valladolid le nombró académico correspondiente.

Fernando Allué escribió sobre el artista cuyo “estilo no es sereno, sino apasionado, denso de dramatismo…. Las tallas gritan de dolor o se consumen por una intensa y callada pasión”…

Ángel Lera de Isla, uno de sus más entrañables amigos, recordaba que Pedro Frías Alejandro era un “ser entrañable, un hombre sencillo, callado… No daba importancia a  la meritísima obra   que día a día estaba realizando. Y, sin embargo, se  le  veía siempre  tan  gozosamente  entregado  a  su tarea, que no parecía sino que estaba entretenido, pasando el rato”.

En la exposición que bajo el título de EScultura, celebró la Asociación Española de Pintores y Escultores en Toledo en el año 2018, se exhibió la obra titulada La Paz, y en el dossier de la muestra se lee: “Pedro Frías Alejandro es otro imaginero palentino de estilo bastante característico que se encuentra a caballo entre el clasicismo, movimiento cultural, estético e intelectual, inspirado en los patrones estéticos y filosóficos de la antigüedad clásica, caracterizada por una incansable búsqueda de la perfección del hombre en sus aspectos físicos y la vanguardia, tendencia artística, cultural, política, filosófica y literaria que se refiere a las personas o las obras que son experimentales o innovadoras. Su especialidad es la creación de imágenes y cuerpos modelados y definidos de forma rígida y simétrica”.

Busto del cronista de la Villa de Madrid, Pedro de Répide

 

Pedro Frías Alejandro y la AEPE

II Salón de Otoño de 1921. Inscrito como Frías Alejandro, D. Pedro, natural de Palencia; vive en Madrid, Villalar, 3.

288.- La Santa Faz, mármol; 0,70 x 0,70

289.- Retrato, busto en yeso

IV Salón de Otoño de 1923. Inscrito como Frías Alejandro, D. Pedro, natural de Palencia; reside en Madrid, Brigada Topográfica de E.M.

322.- Invocación, escayola

VIII Salón de Otoño de 1928. Inscrito como Frías Alejandro, D. Pedro, natural de Palencia. Vive en Madrid, Zabaleta, 40.

311.- Poeta, yeso

312.- Hermana del autor, yeso

XIII Salón de Otoño de 1933. Frías Alejandro, D. Pedro, natural de Palencia. Vive en Madrid, Zabaleta, 13. Sala I números 3 y 7.

3.- D. Roberto Molina, talla en madera

7. Don Antonio de Lezama, talla en madera

XIV Salón de Otoño de 1934.

5.- Busto en madera de nogal

XV Salón de Otoño de 1935. Frías Alejandro, D. Pedro, natural de Palencia. Reside en Madrid, Zabaleta, 13.

361.- Cabeza de estudio, piedra.

382.- Consumatum est, talla en madera

421.- Un estuche para abanicos (sección de arte decorativo)

 

Fotograma de la película “Marcelino, pan y vino”, en la que aparece el Crucifijo obra de Pedro Frías y detalle de la cabeza

 

Bibliografía y Webgrafía

Jesús Urrea https://docplayer.es/110788999-Galeria-de-artistas-olvidados-pedro-frias-alejandro-palencia-h-1900-madrid-d-1963.html

Mª Dolores Barreda Pérez: https://apintoresyescultores.es/wp-content/uploads/2018/04/Dossier-de-la-exposici%C3%B3n-EScultura.pdf

Itziar Zabalza Murillo,  https://apintoresyescultores.es/criticas-de-arte/

http://manuelblasdos.blogspot.com/2018/09/madrid-vista-de-pajaro-1873.html

https://www.dechiclana.com/personajes/antonio-garcia-gutierrez/

Mª Carmen Trapote Sinovas, “La Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Palencia: etapa fundacional,  1921-1924”, PITTM,  1994,

BOE-10-XII-1925.

Diario Regional,  25-II-1954.

El Norte: 30-IV-1924, 2-I-1925, 26-II-1925, 12 y 13-III-1925, 19-III-1925, 1-IX-1925, 13-XI-1925, 14-I-1932, 17-II-1954, 30-XI-1958, 21-I-1962, 4-II-1986

La Voz, 21-IV-1928.

La Libertad, 19-VII-1931, 22-XI-1933, 15-VII-1934, 10-VIII-1934, 7-XI-1934

Diario de Cádiz, 16-X-2016.

ABC,  26-X-1934, 13-VI-1935, 8-XI-1935, 27-XI-1935, 5-XII-1941, 17-II-1954, 28-IV-1963

Ahora, 7-XI-1934,

El  siglo  futuro, 7-XI-1935,

El heraldo  de Madrid, 8-XI-1935

La Vanguardia: 19/8/1949

El Diario Palentino: 19/12/1899; 28/11/1935

El Telegrama del Rif: 3/9/1913

La Correspondencia de España: 10/3/1919

El Día de Palencia: 20/3/1925; 13/11/1925; 14/11/1925

Hoja Oficial del lunes: 15/2/1954

Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba” de la Asociación Española de Pintores y Escultores

www.gacetadebellasartes.es

www.salondeotoño.es

Fallece Julio López, el escultor del alma

La Asociación Española de Pintores y Escultores quiere expresar su más sentido pésame por la triste pérdida de uno de los más grandes artistas de España, a sus familiares y amigos, especialmente a sus hijas y a Marisa y Miguel Ángel Codina, a quien unía una estrecha amistad.

José Gabriel Astudillo López, Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, junto a Julio López y S.M. la Reina Doña Sofía, Presidenta de Honor de la Asociación Española de Pintores y Escultores, en el acto de entrega del 50 Premio que lleva su nombre

El escultor Julio López Hernández, perteneciente al grupo de los «Realistas de Madrid», falleció el pasado día 8 de mayo de 2018, en una clínica de Madrid, a la edad de 88 años,  donde estaba internado desde hace un mes tras sufrir un ictus.

Julio López pertenecía al grupo de grandes artistas, junto con Antonio López, y su propio hermano Francisco, fallecido en enero de 2017, que en la década de los 50 retomaron una alternativa de la tradición realista, con el llamado realismo mágico o transcendente, alejado del realismo más académico y del vanguardismo que en esa época cultivaron Saura, Tápies y Millares.

De hecho, defendía el realismo como una de las expresiones artísticas propias de la actualidad: «El realismo está hoy tan vigente como la abstracción.

Julio López formaba parte junto con su mujer, la pintora Esperanza Parada, del grupo histórico y generacional de pintores y escultores que vivieron y trabajaron en Madrid desde la década de 1950, unidos tanto por el vínculo de su formación y de su trabajo como por sus relaciones personales y familiares.

Además de por este matrimonio, el grupo estaba compuesto por Antonio López García, su esposa, María Moreno, el escultor Francisco López Hernández, hermano de Julio, su mujer, la pintora Isabel Quintanilla y Amalia Avia, casada con el artista Lucio Muñoz. Aunque no todos ellos habían nacido en Madrid, esta ciudad fue el lugar principal de residencia y trabajo.

Hijo y nieto de orfebres, nació en Madrid en 1930. Se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, y con 19 años ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde entabló amistad con otros artistas como Antonio López García y Lucio Muñoz. Obtuvo una beca del Liceo Francés y la Pensión de Bellas Artes de la Fundación Juan March, lo que le permitió ampliar su formación en Francia e Italia.

En 1962 contrajo matrimonio con la pintora Esperanza Parada (fallecida en 2011), con la que tuvo dos hijas, modelos de muchas de sus obras. Desde 1970, ejerció como profesor de Modelado en la Escuela de Artes y Oficios. A lo largo de su vida, recibió numerosos premios y distinciones, entre ellos, el Premio Nacional de Artes Plásticas 1982, el Premio Nacional de Medalla Tomás Francisco Prieto de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre y la Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. En 1986, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Julio López ha volado hoy en Madrid

Desde sus primeras tallas religiosas, evoluciona del expresionismo al realismo y sus obras van ganando cotidianeidad, con el bronce como material más empleado y una gran relevancia a las texturas. A principios de los 50, participó en el Proyecto de Escuela de Escultores de Coca, donde conoció a César Montaña y Eduardo Capa. Algunas de sus grandes obras públicas son el torso de Jorge Manrique, el monumento a Federico García Lorca o el busto de Fernando de los Ríos.

Desde su primera exposición individual en 1965, en la Galería Juana Mordó de Madrid, su obra ha sido expuesta en importantes salas de todo el territorio nacional, desde la Fundación Rodríguez Acosta de Granada a la Caja de Ahorros de Asturias, el Monasterio de San Francisco en Cáceres, el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, la Fundación Santillana o la Galería Leandro Navarro de Madrid.

Sus obras se pueden encontrar en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, Museo Nacional de la Moneda, Museo de Figueira de Foz, Museum Atheneum de Helsinki, Muzeum Sztuki Medalierskiej de Varsovia, British Museum, Museo Vaticano, Colección Fundación Juan March, Museo al Aire Libre de Hakone (Japón), Museo del Prado, Palais de l´Europe (Estrasburgo) y Chase Manhattan Bank (Nueva York), entre otros.

A los 88 años, continuaba trabajando incansable. El año pasado inauguró dos exposiciones en Madrid: fue uno de los protagonistas de la muestra que el Museo Thyssen dedicó al realismo madrileño y expuso en solitario en la Academia de Bellas Artes. “Mis esculturas se reencuentran y dialogan con los dibujos que las originaron. Yo hago dibujos muy acabados, que no son bocetos, y de grandes dimensiones. Son la esencia de la creación de un escultor».

Al quedarse viudo empezó también a escribir. Publicó además el libro «Notas a pie de obra», en el que hacía comentarios sobre «la médula de mis creaciones». Algunas de sus piezas más conocidas, como «El pintor del Prado» o los homenajes a Lorca, lucen en las calles y plazas de Madrid, como en la de Santa Ana, el Teatro Español o al pie del Museo del Prado.

Su relación con la Asociación Española de Pintores y Escultores comenzó en el año 2013, cuando el recién nombrado Presidente de la AEPE, José Gabriel Astudillo, le invitó a participar en el Jurado del que fue el 80 Salón de Otoño. Su amistad venía ya de lejos, y eso facilitó que quisiera participar en el proyecto.

De izquierda a derecha: Tomás Paredes, Julio López, Antonio López, Rafael López-Sors, Mª Dolores Barreda Pérez, José Gabriel Astudillo López, Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, Alma Ramas y Lucas Ferreira, Jurado del 80 Salón de Otoño

 

El consejo de sabios que reunió José Gabriel Astudillo en mayo de 2014, en una  importante reunión de trabajo a la que asistieron el pintor manchego Antonio López, el escultor madrileño Julio López, el Catedrático de la Facultad de Bellas Artes de la UCM, José Mª Cuasante y el Doctor en Dibujo de la Facultad de Bellas Artes de la UCM, Luis Mayo, sentó las bases del que sería en nuevo Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, fruto de las directrices de los “grandes maestros del arte actuales”, que desde hacía ya tiempo, mostraban una muy positiva disposición a colaborar con la Asociación Española de Pintores y Escultores.

Esta actitud se vio muy pronto reflejada a través de su participación en los Jurados de los Salones de Otoño correspondientes a las ediciones número 80, 81, 82, 83 y 84, así como del 50, 51, 52 y 53 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura.

De izquierda a derecha: Mª Dolores Barreda Pérez, José Vicente Moreno, Rafael López-Sors, Eduardo Naranjo, Antonio López, José Gabriel Astudillo López, Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, Tomás Paredes, Rafael Canogar, Javier Rubio y Julio López, en otro Jurado del  Salón de Otoño

 

El 21 de febrero de 2014, el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores tenía el honor de entregar a Julio López la Medalla de Honor de la AEPE, en reconocimiento a su personalísimo estilo realista y fuera de los cánones académicos y a la revitalización lograda del espíritu clasicista.

Mª Dolores Barreda Pérez, Secretaria General de la AEPE, Julio López y José Gabriel Astudillo López, Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores

El homenaje espontáneo, nacido del corazón de todos los que formamos la Asociación Española de Pintores y Escultores, no sólo quiso recordar al genial escultor en su vertiente artística, sino que hizo especial hincapié en los valores humanos que siempre han rodeado a la persona de Julio López.

José Gabriel Astudillo lo reflejó muy acertadamente cuando expresó que este renovador de la escultura siempre se ha caracterizado por “el profundo respeto hacia la obra y estilo de los demás artistas y creadores, por su trato amable y cortés, por el profundo amor a su familia, por la honestidad reflejada en sus acciones y palabras,… todo ello no son más que la demostración tangible de la grandeza de su alma, de la generosidad de su corazón y de la rectitud de sus sentimientos”.

 

 

El emotivo acto de la entrega de la Medalla de Honor de la AEPE a Julio López

Y sobre todos estos valores, Astudillo destacó el del compañerismo, “del que sus propios amigos pueden dar buena fe y que junto a su cordialidad son los valores que más enriquecen su vida. Por eso, para esta Asociación Española de Pintores y Escultores es un honor otorgar esta distinción a un excelente escultor y a una extraordinaria persona”.

En el mismo acto, la Secretaria General de la AEPE, Mª Dolores Barreda Pérez, realizó una semblanza personal del homenajeado, en el que decía que …”Julio López ha sido siempre un artista lleno de nobles ideales. Lo que más me gustaría destacar de él es el hecho innegable, de que antes que escultor, antes que artista, es una buena persona que está llena de valores humanos… Me gustaría también poderles transmitir algo que no viene escrito en ninguna biografía, ni aparece en internet, ni encontramos en los libros que sobre él hablan: me refiero a su profunda humanidad, a los valores humanos que siempre le han caracterizado…. Los valores que atesora Julio López son las cualidades de su alma, son los principios que siempre le han impulsado a luchar por la vida, por su trabajo, por su estilo… Su profundo respeto hacia la obra y estilo de los demás artistas y creadores, su trato amable y cortés, el profundo amor a su familia, el reconocimiento de las virtudes de los demás, la responsabilidad que le otorga crédito y confianza, su esfuerzo y compromiso, la solidaridad que ha demostrado al sensibilizarse con las necesidades que esta Asociación le manifestó, la honestidad reflejada en sus acciones y palabras,… todo ello no son más que la demostración tangible de la grandeza de su alma, de la generosidad de su corazón y de la rectitud de sus sentimientos…

Con este motivo,  en febrero de 2014 se publicaron además la entrevista que al escultor realizó Mª Dolores Barreda Pérez, y el extracto de una tarde de diálogo compartida a tres bandas con el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, y que pueden verse en la web, en los siguientes enlaces: https://apintoresyescultores.es/entrevista-a-julio-lopez-hernandez/

y https://apintoresyescultores.es/a-tres-bandas-julio-lopez-astudillo-barreda/

 

Julio López siguió colaborando con la Asociación Española de Pintores y Escultores en otro tipo de actuaciones, como su participación en la exposición que bajo el título de “Tres siglos de escultura: Fundición Codina”, comisariadas por la AEPE, se llevaron a cabo en Alcorcón, Getafe y Leganés en el año 2014.

El pasado viernes 4 de mayo, inauguramos en Toledo la mejor exposición de escultura de todas las que se celebrarán en España en este año 2018. Una exposición que se acaba de convertir en el mayor homenaje que pudiéramos hacer al artista, puesto que Julio López está presente en “EScultura” con cuatro piezas, siendo la imagen de portada del catálogo la penúltima escultura que realizó, ya que la que es la última, se encuentra en la Fundición Codina, en donde Julio trabajaba con ella.

Este es el texto que nos ha hecho llegar una de sus hijas, “Queridos todos, mi padre falleció esta mañana tranquilo y sedado. Había empeorado mucho el domingo. Se ha ido luchando hasta el final y con la discreción y elegancia que le caracterizaban. Estamos seguras que ahora sostiene una conversación con sus grandes amigos Lucio y Amalia, que está con su hermano y sobre todo que se ha reencontrado con mi madre a la que echaba tantísimo de menos. Un abrazo a todos y mil gracias por el cariño y admiración que le teníais”.

D.E.P.

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