Las Medallas de la AEPE: Roberto Fernández Balbuena

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Después de ver cómo y cuándo nació la Medalla de la Asociación de Pintores y Escultores, vamos a seguir conociendo más acerca de su creador y en qué galardones se otorga actualmente, con sus correspondientes denominaciones.

 

Medalla Roberto Fernández Balbuena

del Salón de Otoño

En 2017 y gracias a la propuesta que realizara el Presidente de la AEPE, José Gabriel Astudillo, bajo el título de “La plenitud de los nombres”, se acordaba la reorganización de los premios y galardones que otorgaba la institución en los distintos certámenes y concursos habituales.

Con el ánimo de honrar la memoria de los fundadores de la AEPE, para el Salón de Otoño se sustituyeron los premios de primera, segunda y tercera medalla, reservados únicamente a los socios, otorgándoles el nombre de los grandes maestros fundadores de la centenaria institución.

La Asociación Española de Pintores y Escultores instituyó en el año 1999 para la disciplina de dibujo, el Premio Roberto Fernández Balbuena para los Salones de Otoño que hasta día de hoy se mantiene bajo el nombre de Medalla de Dibujo Roberto Fernández Balbuena.

Fue en el 84 Salón de Otoño de 2017 cuando se establecieron los premios: Medalla de Pintura Joaquin Sorolla y Bastida, Medalla de Escultura Mariano Benlliure y Gil, Medalla de Pintura Cecilio Pla y Gallardo, Medalla de Escultura Miguel Blay y Fabregas, Medalla de Pintura Marcelina Poncela de Jardiel y Medalla de Escultura Carmen Alcoverro y Lopez.

 

Roberto Fernández Balbuena

 

FERNANDEZ BALBUENA, Roberto  P  1922  19.nov.1890  MADRID   MEXICO  12.feb.1966

Director en funciones del Museo del Prado

Director de la Gaceta de Bellas Artes

Vocal de la Junta Directiva

 

Fotografía del artista aparecida en La Esfera, el 12 de octubre de 1929

 

Roberto Fernández Balbuena nació en Madrid el 29 de Noviembre de 1890.

Hijo del militar Gustavo Fernández Rodríguez Bastos y Harizmendi, natural de Ribadavia, nacido en  1841, General de Ingenieros de la Armada y Académico de la Real Academia de Ciencias, y de Socorro Balbuena Iriarte, natural de la localidad leonesa de Ardoncino.

El matrimonio tuvo diez hijos: Concepción (fallecida a temprana edad); Carmen (Superiora de las Hermanas de la Caridad, Gran Cruz de Beneficiencia); Asunción; Consuelo (casada con el arquitecto Lorenzo Gallego); Félix (notable oftalmólogo), que como Gustavo y como Roberto, había heredado un notable talento para la pintura y el dibujo. Félix era algo más que un notable pintor, era, además, muy buen retratista y escultor; José, Manuel (Ingeniero de Minas, Director de Minas de Río Tinto y Director General de Cristalera Española, casado con Emilia Fernau); Gustavo (Arquitecto, número uno de su promoción, casado con su prima Asunción Balbuena); Roberto (Arquitecto de la misma promoción que su hermano Gustavo, número dos de la promoción y notable pintor casado con Elvira Gascón); Silvio (casado con Carmen Martínez) y Socorro.

El matrimonio y los hijos, pasan los veranos en Ardoncino (León), donde queda familia y buenos recuerdos para todos.

Desde niño, Roberto muestra un gran talento para el dibujo y la pintura, al igual que su hermano Gustavo, con quien siempre mantuvo una relación más estrecha.

Con él, estudia el bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros, y ambos ingresan en 1905, en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, en la que obtienen el título de Arquitecto, en 1914, con los números uno y dos de su promoción.

La obra arquitectónica de Gustavo es ingente. Llega a ser Arquitecto Jefe de Urbanismo de la capital de España, urbaniza las riberas del Manzanares y el Paseo de la Virgen del Puerto, contribuye decisivamente al trazado de la Ciudad Lineal… Hay muchas obras suyas catalogadas en Madrid.

De 1916 a 1919 Roberto reside en Roma, pensionado por la Real Academia de Bellas Artes.

El artista en 1914

 

El artista en 1950

El artista poco antes de su fallecimiento

 

A su regreso, colabora con su hermano Gustavo en multitud de trabajos arquitectónicos para la capital, como el concurso del proyecto para el edificio del Círculo de Bellas Artes de Madrid (1919), y levantando diversas viviendas en los parques urbanizados del ensanche de la capital.

Publica dibujos y artículos en la Revista Arquitectura, de la Sociedad Central de Arquitectos. fundada en 1918 por Gustavo.

En 1923 consigue la plaza de profesor de Dibujo Geométrico en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, donde coincidió con su futura esposa, la también pintora Elvira Gascón, e imparte clases como auxiliar de proyectos en la Escuela de Arquitectura hasta el inicio de la Guerra Civil.

Remitió sus obras a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes y fue premiado con la Tercera Medalla en 1924 y con la Segunda en la edición de 1926, por el lienzo propiedad del Museo del Prado, En el claustro.

Estos éxitos artísticos le animan a dedicar más tiempo a la pintura, su auténtica vocación.

Roberto amaba y valoraba sobremanera a su hermano mayor, le estimaba y admiraba personal y profesionalmente.

En noviembre de 1931, Gustavo se suicidó arrojándose al mar desde un barco frente a las costas mallorquinas de Andraitx. Tenía 42 años y había alcanzado el éxito profesional y personal.

«Autorretratos» correspondientes a distintas etapas de su vida artística

 

La orfandad derivada del suicidio de su hermano distanció a Roberto de la arquitectura, mientras se entrega a la fascinación del arte. Son años en los que se entrega por completo a la pintura.

En 1936 el gobierno le nombra Presidente de la Junta Delegada de Incautación y Salvamento del Tesoro Artístico Nacional, siendo el responsable de poner a salvo 20.000 pinturas, 12.000 objetos preciosos, centenares de tapices y más de un millón de libros. A pesar de que los bombardeos no alcanzaron ninguna obra de arte, era evidente que el Prado estaba en peligro. El gobierno de la República decide entonces evacuar los tesoros de la gran pinacoteca española, encomendándole organizar el traslado.

En 71 camiones cargados por milicianos y a 15 kilómetros por hora, los grandes maestros de la pintura viajan a Valencia, de ahí a Cataluña y, finalmente, a Ginebra, donde se montaría una exitosa exposición en el verano del 39 con las joyas de la colección antes de su devolución a España, cinco meses después del fin de la Guerra Civil.

En 1937 es nombrado Secretario de la subsección de Arte Contemporáneo del Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Público y, en 1938, desempeña el puesto de Subdirector del Museo del Prado, prácticamente Director en funciones, ya que su titular, Pablo Picasso, nunca llegó a tomar posesión del cargo.

En 1939, el gobierno de la República le nombra Comisario de la Exposición Universal de Nueva York y agregado cultural en la Embajada de Suecia, impartirá conferencias en las que explicará la evacuación del Museo.

 

Fotografía de su esposa, la también pintora Elvira  Gascón tomada por el propio Roberto

 

El artista pintando

 

Al finalizar la guerra emprende el exilio y llega a Francia, donde, junto a José Bergamín, organiza la acogida de los exilados españoles en países simpatizantes con la República.

Desde Francia se exilió en México llegando en la expedición del barco Veendam, junto a otros miembros de la JCE, arribando a Nueva York el 17 de mayo de 1939. Desde allí los miembros de la expedición viajaron a México en autobús entrando a través de Nuevo Laredo.

En 1939 llega a México con otra veintena de arquitectos, entre los que se encuentran Félix Candela y Octavio Botella, y se dedicará a la docencia como profesor de dibujo en el Colegio Juan Ruiz de Alarcón y en la Academia Hispano-Mexicana.

En 1940, cuando consigue nacionalizarse mexicano, participará en la Exposición de Pintores Españoles que se celebra en la Casa de la Junta de Cultura Española y realiza diversas obras arquitectónicas, como la rehabilitación de un edificio para Casa de la Cultura Española (1940); un proyecto, con Ovidio Botella y Arturo Sáenz de la Calzada, para el concurso de la Casa de España (1940); edificios para Almacenes SYR en Monterrey (1948) y México D. F. (1949).

A finales de los años 40 Roberto Fernández Balbuena logra adquirir una cámara de fotos Hasselblad, y con ella toma cientos de fotografías que han permanecido ocultas. Negativos de 6 x 6, que forman un testimonio muy singular de la visión de un arquitecto y pintor, que ya cumplidos sus 50 años descubre la magia de la fotografía.

Comparte esta afición con Juan Rulfo, quien también inmortaliza los mismos paisajes, en los mismos paseos, que eran sus excursiones familiares.

Esta actividad se convierte en su cuaderno de apuntes, y crea composiciones con objetos cotidianos, llenos de intimidad, donde la gama de grises y la luz dotan de una magia extraordinaria a estas obras. También fotografía árboles milenarios, cactus, edificios y jardines. Cables de luz, esquinas y nubes. Nubes llenas de nostalgia.

En 1949, junto a Octavio Botella, funda la empresa constructora TASA (Técnicos Asociados), con la que proyecta, con Juan Rivaud, el Rancho Cortés, en Cuernavaca (1949), primera obra de TASA; y la planta de Canada Dry, en México D. F. (1950).

En 1960 abandona TASA para dedicarse sólo a la pintura, y al año se le expide la Cédula Profesional de Arquitecto.

En México lleva a cabo, con éxito, varias exposiciones entre los años 1942 y 1963.

En la Asamblea Mundial por la Paz, celebrada en 1955 en Helsinki, utilizará su experiencia y conocimientos sobre el traslado de las obras del Museo del Prado, para defender la salvaguarda del patrimonio artístico en tiempos de guerra, dando a conocer los informes que había redactado en esa época, en los que detallaba el delicado estado en el que se encontraban algunas obras maestras, como Los borrachos, Las lanzas, La fragua de Vulcano y Las Hilanderas, de Velázquez, o Las tres gracias, de Rubens.

Conversando con sus alumnos

 

Roberto Fernández Balbuena fotografiado por el escritor Juan Rulfo

 

De paseo, junto a su esposa Elvira

 

Gracias a Guadalupe Fernández Gascón, hija del leonés, conocemos la documentación imprescindible, al haber donado al Instituto de Patrimonio Cultural de España, las transparencias que su padre utilizó en la conferencia en Estocolmo, para ilustrar desde los camiones utilizados en la ‘operación Ginebra’, a cómo se embalaron las pinturas.

El 12 de febrero de 1966, cuando preparaba una exposición retrospectiva de su extensa obra, falleció en México, a la edad de 76 años.

En 1991, Madrid le dedica una exposición homenaje con la obra exhibida procedente de la muestra montada en México, en marzo del mismo año, con motivo del centenario de su nacimiento.

Su obra y la de su esposa, la también pintora leonesa Elvira Gascón, estuvieron presentes en la exposición 60 años de Exilio Español  que se celebró en el año 2000 en México.

Roberto había conocido a Elvira en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, de la que era profesora desde 1935, y coincidieron además en la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico, en la que ella  colaboró como auxiliar técnico desde 1937.

Ambos habían marchado a México, donde contrajeron matrimonio a los pocos días de su llegada, oficiando la ceremonia el Obispo de México D.F.

Fruto del matrimonio, nacieron dos hijas, Guadalupe y Elvira. Guadalupe se casó con José Manuel de Rivas Cheriff (un sobrino de Azaña) y tuvieron tres hijos: José Manuel, Guadalupe y Francisco, mientras que Elvira se casó con Fernando Fernández y tuvieron una hija: Julieta.

Desde su llegada a México, Elvira multiplicó su actividad como ilustradora de prensa. Suyas fueron las portadas de las primeras ediciones de El llano en llamas (1953) y de Pedro Páramo (1955), semilla fundacional del realismo mágico.

Al poco tiempo de su estancia en México ya era una reconocida ilustradora preferida por autores muy prestigiados. La crítica calificó su trabajo como “maravillosos poemas gráficos”. Pintó murales y obras de caballete al óleo, hizo esmaltes, grabados, carteles, folletos, programas de mano e ilustró artículos en periódicos y más de 210 libros de reconocidos escritores como Alfonso Reyes. Entre los años 50 y 60,   participó en 25 exposiciones individuales y 45 colectivas, además continuó con la ilustración y el dibujo.

Bodegón con jarra morada

Bodegón con limones

 

Bodegón

Bodegón con jarra


Entierro

 

Gitana

 

Perfil humano

Amigo de grandes intelectuales y artistas como Giorgio de Chirico, Juan Rulfo, Juan José Arreola y Augusto Monterroso.

Juan Manuel Bonet en su “Diccionario de las vanguardias en España”, señala que Roberto Fernández Balbuena “practicó una figuración post-cubista y post-Vázquez Díaz, tímidamente renovadora, con algunos bodegones cercanos al realismo mágico”.

El  escritor mexicano Juan José Arreola, dijo de él que “era intransigente con lo que no podía aceptar y era profundamente sincero”. Y sobre su obra artística aseguró que “a Roberto le gustaba que la luz besara cada una de las superficies del cuadro. Su paleta era realmente iridiscente: azules, verdes y morados que eran como cada una de las escamas de los tejos de luz de las alas de las mariposas”. El poeta le dedicó unos versos:

Nada tiene que ver

que tú hayas muerto,

antes te costó sufrimiento

ver cómo el mundo se acabó

en el treinta y nueve

Antonio Sáenz de la Calzada lo definió como “ese espíritu colmado de inquietudes y entusiasmo, dotado de una aguda y finísima sensibilidad siempre alerta y estremecida, que lo mantenía casi continuamente en vilo”.

Su hija Elvira recuerda que «A mi padre le gustaba pintar con unas galletas saladas untadas con paté y un caballito de tequila a su alcance, o con una toronja sacadita en gajos y bañada en  ron, que le gustaba que yo le preparara, mientras escuchaba flamenco». Decía que no le gustaba Manolo Caracol, y lo decía con su energía habitual, “¡No y no!; yo vengo de Juan Breva y paso por Don Antonio Chacón y me encuentro con la que consagra el cante que es La niña de los peines”. Roberto, “era intransigente con lo que no podía aceptar y era profundamente sincero, por lo que podía resultar terrible; él era colérico pero no tenía odio a nadie, sólo desprecio a algunos”, decía.  Pienso en su añoranza de España y en su seguro dolor por la ausencia y por la circunstancia que le tocó vivir, mientras veo sus cuadros. Pero nada hay de trágico ni de triste en su pintura. De su obra joven a su madurez hay una clara evolución pero sigue siendo el mismo pintor mirando el mundo de la misma manera. Nada de la negrura que reflejan las obras de otros artistas españoles exiliados de la época. Si acaso en su época mexicana hay algo de nostalgia. Tal y como decía Arreola: “Roberto pintaba realmente gozoso y a veces llegaba del gozo al frenesí… A Roberto le gustaba que la luz besara cada una de las superficies del cuadro… Su paleta era realmente iridiscente: azules, verdes y morados que eran como cada una de las escamas de los tejos de luz de las alas de las mariposas…” Así son sus cuadros”.

Jorge J. Crespo de la Serna destacó de él: “Muchos han escrito sobre él y sobre su bonhomía. Modesto hasta la humildad, amigo de sus amigos, todos los que le recuerdan lo hacen entrañablemente. Señalan su sencillez, su generosidad y su cordialidad sin límites. Su casa era cada semana un lugar de reunión obligatoria. Su simpatía avasalladora y su vitalidad atraían amigos irresistiblemente. “Era un hombre bueno, uno de esos justos que lo reconcilian a uno con el género humano… Si te has ido del mundo visible, Balbuena amigo, queda de ti un recuerdo imperecedero”.

Desnudo

Desnudo de Pitsburg

Desnudo

Desnudo

 

En la Gaceta de Bellas Artes de abril de 1932, escribía el crítico de arte José Prados López, quien fuera después Secretario de la AEPE, nombrado Secretario Perpetuo de la entidad, acerca de la obra de Roberto que “Roberto es el gran señor de la pintura que sabe unir en su paleta lo antiguo y lo moderno con ponderada prudencia, viendo el color a través de su temperamento individualista. Su mano le tiembla siempre de emoción extraordinaria camino de sus rectificaciones, condicionadas a su inquietud maravillosa. Incorporado, por propia convicción, a la manera valiente de la modernidad de las ideas y a las múltiples facetas de la nueva cultura, supo detenerse a tiempo para analizar minuciosamente sus sentimientos. Sus lienzos acusan de un modo definitivo esa autocrítica severa de su modalidad… huye de la pincelada ampulosa porque huye siempre se lo falso. Su gran tortura es el logro de la simplificación; por este anhelo es capaz de pintar varias veces un mismo lienzo… Ama los grandes planos y las luces honradas de los horizontes amplios: por eso consigue, aunque con más esfuerzo, lo que otros no logran con el minucioso y artificioso detalle o con la vaguedad insolente de los ignorantes”.

 En el claustro

 

Mesa de café

 

Roberto Fernández Balbuena y la AEPE

Socio de Mérito en el Salón de Otoño de 1923 y Socio de Honor en el de 1924.

Fue director de la Gaceta de Bellas Artes.

Pronunció alguna conferencia en la entidad en 1925.

Jurado en el XIII Salón de Otoño de 1932.

Vocal de la Junta directiva el 27 de julio de 1929 y 1930. Secretario provisional en septiembre de 1930.

La Asociación instituyó en 1999 para la disciplina de dibujo, el premio con su nombre en los Salones de Otoño que hasta día de hoy se mantiene.

* En el I Salón de Otoño de 1920, se inscribió como “Fernández Valbuena, D. Roberto; natural de Madrid; reside en París, Francia, rue La Fontaine, 14”, y presentó dos obras:

265.- “Retrato”, óleo, 1,43 x 1,21

266.- “Paisaje”, óledo, 1,07 x 0,87

* En el III Salón de Otoño de 1922 ya aparecía como residente en Madrid, en la calle Claudio Coello, 32, y presentó:

103.- “Paisaje”, óleo, 1,30 x 0,98

104.- “Marina”, óleo, 0,67 x 0,67

* Al IV Salón de Otoño de 1923

91.- “Estudio de retrato”, óleo, 1,34 x 1,18

* En el V Salón de Otoño de 1924 apareció ya como Socio de Mérito de Salones anteriores, y en el mismo, participó con las obras:

108.- “En la ribera”, óleo, 0,91 x 1,11

109.-“La Madonnina”, óleo, 0,90 x 0,90

110.- “Domingo”, óleo, 1,35 x 1,35

111.- “La gallina ciega”, óleo, 1,54 x 1, 72

* En el VII Salón de Otoño de 1927 participó constando en el catálogo como Socio de Honor de Salones anteriores, presentando cuatro obras sin titular:

286.- 1, óleo, 1,33 x 1,36

287.- 2, óleo, 1,23 x 1,25

288.- 3, óleo, 1,22 x 1,36

289.- 4, óleo, 1,28 x 2,15

* En el IX Salón de Otoño de 1929 se inscribió como residente en Madrid, en la calle Serrano, 73, y presentó  siete

obras, cinco de ellas bajo el mismo título, si bien eran diferentes:

63.- “Sobre la mesa de pino”, óleo, 0,98 x 0,98

64.- “Sobre la mesa de pino”, óleo, 0,82 x 1,09

65.- “Sobre la mesa de pino”, óleo, 0,92 x 0,92

66.- “Sobre la mesa de pino”, óleo, 0,96 x 0,79

67.- “Sobre la mesa de pino”, óleo, 0,96 x 1,11

68.- “Naturaleza muerta” , óleo, 1,22 x 1,60

69.- “Claroscuro” , óleo, 0,96 x 0,96

Al XII Salón de Otoño de 1932

345.- “Boceto”,  óleo

346.- “Retrato” , óleo

347.- “Estudio” , óleo

 

Círculo de Bellas Artes de Madrid

 

Planchando

 

Paisaje

 

Ahuehuete, fotografía de Roberto Fernández Balbuena

 

Desnudo con fanal

 

Desnudo en el campo

 

Desnudo en el mar

 

Desnudos luz sombra

 

Desnudo y libros

 

El matrimonio con amigos

 

Laboratorio

 

Leñadores y bueyes

 

Morucha

 

Mujer azul

Paisaje

 

Pueblo en perspectiva

 

Sardineras

 

Las Medallas de la AEPE: Ángel Ferrant y Vázquez

Por Mª Dolores Barreda Pérez

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Después de ver cómo y cuándo nació la Medalla de la Asociación de Pintores y Escultores, vamos a seguir conociendo más acerca de los galardones en los que se otorga actualmente, con sus correspondientes denominaciones.

 

Medalla de Escultura “Ángel Ferrant y Vázquez”

del Salón de Arte Abstracto

     En el año 2015, la Junta Directiva de la Asociación Española de Pintores y Escultores creó el Salón de Arte Abstracto, que se ha convertido ya en una de las más esperadas convocatorias de la centenaria entidad, nacido para hacer de este arte una continua experiencia creadora que aporta todo tipo de conocimientos y la belleza de otra realidad, que sólo está en las manos de los artistas.

En 2017 y gracias a la propuesta que realizara el Presidente de la AEPE, José Gabriel Astudillo, bajo el título de “La plenitud de los nombres”, se acordaba la reorganización de los premios y galardones que otorgaba la institución en los distintos certámenes y concursos habituales. En el caso del Salón de Arte Abstracto, y como en el resto de las ocasiones con el ánimo de honrar la memoria de los fundadores de la AEPE, se instituyeron los premios: Medalla de Pintura José María López Mezquita y Medalla de Escultura Ángel Ferrant y Vázquez.

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ANGEL FERRANT Y VAZQUEZ

 

FERRANT VAZQUEZ, Angel   E     1910(F176)       1.dic.1890   MADRID       MADRID      24.jun.1961

El escultor  de arte cinético, relacionado también con el surrealismo, Ángel Ferrant Vázquez fue uno de los socios fundadores (Número 176), al igual que lo era su padre, el relevante pintor Alejandro Ferrant Fishermans (Número 116).

Nació el 1 de diciembre de 1890 en Madrid y estudió escultura en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y en el taller del escultor Aniceto Marinas.

Con un realismo academicista propio del cambio de siglos, en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1910 obtiene una Segunda Medalla por la obra “La cuesta de la vida” y a partir de entonces, comienza a viajar por Bélgica, Italia y Francia, donde vivirá algunos años.

En París entra en contacto con el movimiento vanguardista artístico del futurismo, fundado por Filippo Tommaso Marinetti, cuya influencia pesó durante algún tiempo en sus obras y con quien mantuvo una relación epistolar, pese a no centrarse en aquella corriente.

En el año 1918 realiza una oposición a la plaza de profesor de modelado y vaciado en la Escuela de Artes y Oficios, siendo destinado a La Coruña, donde pasará dos años. En 1920 traslada su plaza de profesor a la Escuela de la Lonja de Barcelona, que se hallaba en plena agitación artística, y se aproxima así al novecentismo y a las vanguardias que se advierten en sus obras, obteniendo además el Primer Premio del Concurso Nacional de Escultura de 1926.

El escultor trabajando en su estudio y abajo, dando clases

 

En 1927 viajó a Viena buscando la renovación de los métodos pedagógicos de la enseñanza de la escultura.

También expuso en galerías de la ciudad condal como la Sala Parés (1928) y las Galerías Syra (1931) y participó en muestras como la I Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, el Salón de los Evolucionistas, el Círculo de Sant Lluc, la Asociación de Escultores y los Amigos de las Artes Nuevas… iniciando también su faceta de escritor.

Su estética evoluciona influida por las esculturas clásicas griegas y egipcias, con un acercamiento a sus modelos y a las capacidades expresivas de algunos materiales.

En 1934 regresa a Madrid como profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Carabanchel.

En 1935 crea para la Asociación Auxiliar del Niño un Taller de Arte Infantil en donde pone en práctica sus ideas de renovación de la pedagogía artística y participa en la organización de la exposición de Picasso en el Centro de la Construcción de Madrid.

En 1936 firmó el «Manifiesto de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura» del diario La voz del 30 de julio de 1936. Un año más tarde se incorpora a la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico, presidida por Roberto Fernández Balbuena (también socio de la AEPE) y como vocal a su hermano, el arquitecto Alejandro Ferrant.

Nombrado director accidental del Museo de Arte Moderno, al trasladarse a Valencia el crítico de arte y museólogo Ricardo Gutiérrez Abascal, conocido por el seudónimo de Juan de la Encina.

El 27 de mayo fue detenido en las dependencias de la Junta por agentes del Servicio de Investigación Militar del Ejército del Centro que la noche anterior habían detenido al arquitecto Francisco Ordeig, responsable del depósito que la Junta de Incautación a quienes se acusaba de connivencia con el enemigo.

El 30 de mayo los hermanos Ferrant fueron liberados, tras la intervención de Fernández Balbuena y los compañeros de la Junta, quienes advertían en las acusaciones de los agentes de la brigada de información exageraciones e interpretaciones forzadas.

El 1 de julio fue nombrado vocal de la Junta Delegada, encargado de las visitas e incautaciones por los pueblos de la región centro. En enero de 1938, tras el nombramiento de Fernández Balbuena como delegado en Madrid de la Dirección General de Bellas Artes y subdirector del Museo del Prado, Ángel Ferrant fue encargado de la presidencia de la Junta Delegada del Tesoro Artístico en Madrid.

Sus reticencias ante algunas peticiones de los responsables del ministerio y de la dirección de Bellas Artes fueron motivo de continuos choques. En marzo presentó su dimisión tras negarse a enviar a Valencia El descendimiento de la cruz de Rogier van der Weyden.

En abril de 1938 fue llamado a Barcelona donde permaneció hasta el mes de junio, dejando como responsable de la Junta a Matilde López Serrano, agente del SIPM franquista. El 6 de septiembre los responsables del Ministerio de Hacienda, al que habían sido transferidas las competencias sobre el Tesoro Artístico, procedieron a remodelar las Juntas Delegadas, a cuyo frente se colocaron los gobernadores civiles y Ferrant quedó como auxiliar técnico sin funciones ejecutivas.

Terminada la guerra, fue denunciado junto con su hermano por el duque de Valencia, cuyas propiedades se habían salvado gracias a la Junta Delegada de Madrid.Sometido a expediente disciplinario, en abril presentó un escrito exculpatorio detallando sus actuaciones al frente de la Junta Delegada.

En julio, Pedro Muguruza, comisario general del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, presentó un informe ante el Tribunal Militar de Funcionarios en el que reconocía el papel jugado por la Junta Delegada en Madrid, en orden a la conservación del patrimonio.

Finalizada la contienda recuperó la creación artística que había abandonado en tiempos de guerra con una serie de relieves en barro cocido de la Tauromaquia (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía), fechada en 1939, en la que retorna al arte figurativo desde presupuestos ajenos al academicismo.

Su primera exposición individual tras la guerra tiene lugar en la Galería Argos de Barcelona en 1942, donde muestra las cabezas de La Comedia Humana, la Tauromaquia y varios dibujos.

Participa en el I Salón de los Once (Galería Biosca, Madrid), apoya la labor de Eugenio d’Ors y su Academia Breve de Crítica del Arte, en su intento de dotar de nuevos aires al panorama artístico madrileño.

En 1943 recibió el encargo de los arquitectos Durán de Cottes y López Izquierdo para colaborar con un conjunto escultórico destinado a la fachada del Teatro Albéniz de Madrid, con la realización de once autómatas de madera que mediante un simple mecanismo movían las partes articuladas (tocando una guitarra, abanicándose, balanceando el torso…) que se conservaron en la fachada hasta 1983.

Autor de parte de los relieves de la columna del Descubrimiento en La Rábida, ​en 1948 realiza y expone en la Galería Clan las denominadas por él Esculturas ciclópeas y participa en algunas exposiciones colectivas (Buchholz, III Antológica de la Academia Breve).

En 1948 conoció al pintor alemán Mathias Goeritz y su Escuela de Altamira, que va a potenciar el trabajo con objetos de piedra o barro en los que se insinúan figuras humanas. En 1949 expuso sus móviles, cercanos a Calder, y su contrapunto, la serie de esculturas Estáticas.

Fruto de sus estudios sobre el juego y la combinación de piezas invariables surge el Maniquí estereotómico, pequeño muñeco compuesto por el ensamblaje de distintas piezas, que le permite adoptar numerosas posturas. A lo largo de su trayectoria Ferrant realizó otros cinco muñecos articulados.

A partir de 1959 las obras de Ferrant empiezan a verse con regularidad en los circuitos internacionales, siempre en colectivas junto con las de los más jóvenes. Este año expone en Pittsburg y Amsterdam.

En 1960 obtuvo el premio especial de escultura en la XXX Bienal de Venecia y el Premio Especial de la Fundación David E. Bright de Los Angeles, realizando exposiciones en Barcelona (Museo de Arte Contemporáneo), Madrid (Galería Neblí) y Bilbao (Museo de Bellas Artes) y en Londres (New London Gallery).

En 1961 los escultores catalanes brindaron un homenaje a su figura con una exposición celebrada en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona.

Ángel Ferrant y Vázquez falleció en Madrid el 24 de junio de 1961. Tenía fijada su residencia en el Paseo de Recoletos, 7 de Madrid.

Socio Fundador de la Asociación de Pintores y Escultores

Formó parte del Comité ejecutivo del I Congreso Nacional de Bellas Artes  en 1918.

Fue Vocal de la Junta Directiva en 1914. Donó obra para el festival que la AEPE realizó en 1915.

 

 

Bibliografía y Webgrafía

Alix, Josefina (1985). Escultura Española 1900/1936. Madrid, Ed. El Viso. ISBN 84-7483-412-0.

Álvarez Lopera, José, «Ángel Ferrant en la Guerra Civil», Anales de Historia del Arte, vol. extraordinario (2008), pp. 335-355

Arte protegido: memoria de la Junta del Tesoro Artístico durante la Guerra Civil, [exposición], catálogo coord. Isabel Argerich Fernández y Judith Ara Lázaro, 2009, ISBN 978-84-8181-387-6

www.buscabiografias.com

www.angelferrant.com

www.biografiasyvidas.com

web.educastur.princast.es

https://museoph.org/pagina/perfil-biografico-de-angel-ferrant

Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba” de la Asociación Española de Pintores y Escultores

www.gacetadebellasartes.es

www.salondeotoño.es

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