Carmen Baroja y Nessi. Socia de número

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Por Mª Dolores Barreda Pérez

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LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores

CARMEN BAROJA Y NESSI

Carmen Baroja y Nessi. Artes Decorativas. Escritora, orfebre y etnóloga. Socia de Número. Nacida en Pamplona en 1883, falleció el 4 de junio de 1950 en Madrid.

Carmen Baroja y Nessi era hermana de los también escritores Pío y Ricardo Baroja y madre del antropólogo Julio Caro Baroja, del director de cine y escritor Pío Caro Baroja y de Ricardo y Carmen, estos dos últimos fallecieron siendo niños.

Hija de Serafín Baroja, ingeniero de minas, que tras residir en Pamplona, Valencia, Burjasot, Cestona y San Sebastián, se trasladó a vivir con su familia a Madrid, para cuidar junto a su madre, de su tía Juana Nessi. Sus hermanos, Pío y Ricardo, que vivían ya en Madrid, habían aceptado regentar la panadería Viena Capellanes, propiedad de su tía abuela, mientras soñaban con dedicarse a escribir y a pintar.

Se dedicó principalmente a la orfebrería, la etnografía y al folclore, y escribió muchos artículos sobre estas materias (muchos de ellos bajo el pseudónimo de «Vera de Alzate»), así como catálogos y varios libros.

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Los Baroja en Itzea en 1918. Aparecen Julio Caro Baroja, en primer lugar, Carmen Baroja, hermana del novelista, Carmen Nessi, la madre, y Pío Baroja.

En 1906 se trasladó a París para estudiar artes, instalándose en la residencia de estudiantes de Madame Paulhan. Cuando regresó a Madrid, se dedicó por completo a su trabajo de orfebre artesana, obteniendo buenas críticas en los periódicos y revistas de la época.

Con su hermano Pío emprendió, al menos, dos viajes de estudios por Inglaterra y Francia, de ellos volvía con bocetos e instrumentos de trabajo.

En Madrid, compartió taller con su hermano Ricardo, con quien también estudiaba y discutía las diferentes técnicas de trabajo para sus diseños de orfebrería.

Hacia 1900 ya frecuenta los ambientes intelectuales y artísticos del momento, en unos años que fueron tan decisivos para las mujeres de mentalidad abierta como ella.

En 1902, Carmen Baroja contrajo la enfermedad del tifus, lo que provocó su reclusión durante meses. Su hermano Pío, que la atendía como médico recomendó que pasara unos meses en el monasterio del Paular en Guadarrama, donde se recuperó totalmente.

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En 1913 contrae matrimonio con el editor Rafael Caro Raggio, con quien compartía afinidades artísticas e intelectuales y durante unos años se dedica a sus tareas de esposa y madre, en el ámbito privado.

En 1926 se reincorpora muy activamente a la vida pública al participar en dos acontecimientos que tuvieron gran repercusión en la capital española: la fundación del Lyceum Club (1926-1939), la primera asociación feminista de cultura, presidido por María de Maeztu, al que acudían, entre otras, Zenobia Camprubí, Elena Fortún, Concha Méndez, María Teresa León y Victoria Kent, y en el que no hubo intelectual, médico o artista que no diera una conferencia. Allí se encargó de organizar eventos relacionados con la sección de arte, de la que era encargada, lo que le permite disponer de un espacio ideal para dar salida a sus escritos e inquietudes artísticas.

Y la puesta en marcha, en 1926, del teatro de cámara “El mirlo blanco” en el salón de la casa familiar, que cautivó al público y a la crítica de esos años, y compartiendo este proyecto con sus hermanos y amigos Valle Inclán, Azorín y Manuel Azaña. Sus amigas Isabel Oyarzábal y Magda Donato estrenaron allí “El amor de D. Perlimplím”, en una adaptación que hizo Federico García Lorca de su obra para el teatro de cámara.

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En 1934 fue nombrada miembro del comité ejecutivo del patronato del Museo del Pueblo Español donde se dedicó a tareas de investigación etnológica y de recopilación de materiales para sus estudios sobre el pensamiento mágico-religioso de la zona vasco-navarra.

Durante la guerra, Carmen Baroja residió con sus hijos en Vera de Bidasoa, mientras que su marido quedó incomunicado en Madrid, en su imprenta.

Al finalizar la contienda, en la que lo perdió todo, su marido tuvo que regresar a su antiguo empleo en Correos para lograr sobrevivir, falleciendo finalmente en 1943.

Carmen continuó el libro sobre amuletos y talismanes iniciado en 1934. Escribió sus memorias y numerosos artículos para el diario La Nación, de Buenos Aires. Sus investigaciones etnológicas culminaron en sendos catálogos para el Museo del Pueblo Español: Catálogo de la colección de amuletos (1945) y Catálogo de la colección de pendientes (1948-1952).

Carmen sufrió dos graves operaciones, de cáncer intestinal, y murió en Madrid, el 4 de junio de 1950.

Algunos de sus versos fueron publicados en el libro “Tres Barojas. Poemas” (Pamplona, Pamiela, 1995). Fue autora también de cuentos infantiles como el titulado “Martinito el de la casa grande” (1942; reeditado en Madrid, Castalia, 1999).

Entre sus libros etnográficos destacan “El encaje en España” (Barcelona: Lábor, 1933) y “Joyas populares y amuletos” (1949), que quedó inédito.

El más famoso es el de sus memorias, titulado “Recuerdos de una mujer de la generación del 98” (Barcelona: Tusquets, 1998) y en donde aparece toda la Generación del 98 y otros personajes de la cultura y el arte de la época.

 

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